Dice el nuevo régimen hondureño que efectuó el golpe contra Mel Zelaya para defender las libertades cívicas, supuestamente en peligro por la alineación chavista del presidente. Pero desde su primer día, los nuevos gobernantes atentan contra la libertad de prensa.
Se puede entender que un gobierno que llega al poder mediante un golpe decrete limitaciones al derecho a las manifestaciones públicas. Son inherentes al concepto de golpe de estado. Mientras esas limitaciones son provisionales y no incluyen represión violenta, capturas arbitrarias y desapariciones de opositores, no convierten al régimen resultante del golpe en dictadura. No hay suficiente información desde Honduras para tener un juicio al respecto. Eso, precisamente, es el problema: No hay información porque no hay libertad de prensa.
Un golpe que reclama haberse efectuando en defensa de la democracia, no puede atentar contra la libertad de prensa sin deslegitimarse. Sin la posibilidad de los medios de comunicación nacionales e internacionales de realizar libremente su trabajo indispensable de monitoreo, la población nacional y la comunidad internacional están obligados a asumir que detrás del silencio de la censura y de la represión a los periodistas están pasando cosas que no aguantan el monitoreo y la transparencia.
Siempre cuando un gobierno atenta contra la libertad de prensa, hay que asumir lo peor.
Eso está pasando en Honduras, lamentablemente. Se han cerrado medios. Hay amenazas contra periodistas. Hubo capturas de reporteros. Eso es inaceptable. Independientemente de la posición que uno tiene sobre el gobierno de Mel Zelaya y sobre el golpe, como periodista hay que condenar las restricciones de la libertad de prensa y el peligro en que esto pone a los periodistas.
Yo tengo una opinión muy crítica sobre la manera ideologizada en que informa Telesur, pero en el caso de Honduras tengo que admitir: Sin Telesur no sabríamos casi nada sobre lo que está pasando en Tegucigalpa. Es admirable como los equipos de Telesur, a pesar de todos los obstáculos y las agresiones que sufren como cadena vinculada al régimen de Hugo Chávez, se mantienen trabajando, grabando, entrevistando y transmitiendo desde Honduras.
El hecho que Telesur no es objetivo y que sus reportes están llenos de lenguaje partidario, no le quita el mérito de seguir transmitiendo y proveyéndonos de imágenes exclusivas que nos permiten ver lo que está pasando en Honduras. Y tampoco le quita el derecho inalienable de hacer uso de la libertad de prensa.
La libertad de prensa y la inviolabilidad de los periodistas no son condicionados a la objetividad del medio o del reportero. Mucho menos a su buen comportamiento. La misma inviolabilidad gozan los periodistas dóciles que los periodistas que le joden la vida a un régimen. La misma inviolabilidad tienen que gozar los periodistas que dicen la verdad que los periodistas que dicen mentiras. No puede ser que un gobierno decida qué es verdad admisible y qué es mentira – y que en base de eso proceda a censurar, reprimir, sancionar a medios o periodistas.
Y a los señores que acaban de asumir el poder en Honduras hay que decirles: No se metan al negocio de golpes de estado si no aguantan que les pongan cámaras, micrófonos, preguntas hostiles. Quien provoca noticia, es objeto de noticieros y de crítica. Como dicen los gringos: Don’t do the crime if you can’t do the time.
Por otra parte: ¡Qué bueno que los periodistas de Telesur comiencen a sentir –y tal vez entender- qué significa ejercer periodismo de oposición! Tal vez en Honduras, enfrentando gobernantes intolerantes y autoritarios, aprendan a entender a sus colegas de RCTV y Globovisión en Venezuela...
Tal vez aprenden en Tegucigalpa que la libertad de prensa y la protección de los periodistas tienen que ser universales y sin condicionantes políticos. Los equipos de Telesur tienen todo el derecho de transmitir desde Honduras su visión chavista del conflicto. Ojala que esto les lleve, cuando regresen a Venezuela (o cuando viajen a Ecuador, Bolivia y Nicaragua), a defender la libertad de los colegas periodistas opositores...
Aquí en las guerras centroamericanas hemos aprendido esta lección. Hemos defendido a nuestros colegas contra las intolerancias de militares y guerrilleros, de gobiernos de derecha y de izquierda.
Y otra cosa quiero decir a mis colegas de Telesur y a todos los que condenan, con razón, las restricciones al trabajo de la prensa en Honduras: Cosas muy parecidas o peores están pasando en Irán: censura y represión violenta a los medios internos, y serias restricciones a los movimientos de los medios internacionales.
En Telesur, la represión y la censura en Irán aparecen como legítimos instrumentos de defensa de la revolución, y en Honduras son métodos de la dictadura. Pero la verdad, como la libertad, son indivisibles.
Exijo para mis colegas de Telesur plena libertad de movimiento y de expresión en Honduras. Los felicito por su valor y su entrega a nuestra noble profesión. Sé lo que significa trabajar como reportero en territorios controlados por autoridades que te ven como adversario. Lo viví en San Salvador cuando llegué en 1981. Lo viví en Venezuela y en Nicaragua recientemente, en este caso sin correr peligro de perder la vida, sólo el peligro que ningún funcionario te recibe, te habla, te contesta preguntas...
Lo que en cambio les pido a los amigos de Telesur no es objetividad, ni siquiera verdad. No tiene sentido pedirle peras al palo de manzana. Sólo les pido que extiendan la misma solidaridad a sus colegas en Venezuela, Nicaragua e Iran...
Se puede entender que un gobierno que llega al poder mediante un golpe decrete limitaciones al derecho a las manifestaciones públicas. Son inherentes al concepto de golpe de estado. Mientras esas limitaciones son provisionales y no incluyen represión violenta, capturas arbitrarias y desapariciones de opositores, no convierten al régimen resultante del golpe en dictadura. No hay suficiente información desde Honduras para tener un juicio al respecto. Eso, precisamente, es el problema: No hay información porque no hay libertad de prensa.
Un golpe que reclama haberse efectuando en defensa de la democracia, no puede atentar contra la libertad de prensa sin deslegitimarse. Sin la posibilidad de los medios de comunicación nacionales e internacionales de realizar libremente su trabajo indispensable de monitoreo, la población nacional y la comunidad internacional están obligados a asumir que detrás del silencio de la censura y de la represión a los periodistas están pasando cosas que no aguantan el monitoreo y la transparencia.
Siempre cuando un gobierno atenta contra la libertad de prensa, hay que asumir lo peor.
Eso está pasando en Honduras, lamentablemente. Se han cerrado medios. Hay amenazas contra periodistas. Hubo capturas de reporteros. Eso es inaceptable. Independientemente de la posición que uno tiene sobre el gobierno de Mel Zelaya y sobre el golpe, como periodista hay que condenar las restricciones de la libertad de prensa y el peligro en que esto pone a los periodistas.
Yo tengo una opinión muy crítica sobre la manera ideologizada en que informa Telesur, pero en el caso de Honduras tengo que admitir: Sin Telesur no sabríamos casi nada sobre lo que está pasando en Tegucigalpa. Es admirable como los equipos de Telesur, a pesar de todos los obstáculos y las agresiones que sufren como cadena vinculada al régimen de Hugo Chávez, se mantienen trabajando, grabando, entrevistando y transmitiendo desde Honduras.
El hecho que Telesur no es objetivo y que sus reportes están llenos de lenguaje partidario, no le quita el mérito de seguir transmitiendo y proveyéndonos de imágenes exclusivas que nos permiten ver lo que está pasando en Honduras. Y tampoco le quita el derecho inalienable de hacer uso de la libertad de prensa.
La libertad de prensa y la inviolabilidad de los periodistas no son condicionados a la objetividad del medio o del reportero. Mucho menos a su buen comportamiento. La misma inviolabilidad gozan los periodistas dóciles que los periodistas que le joden la vida a un régimen. La misma inviolabilidad tienen que gozar los periodistas que dicen la verdad que los periodistas que dicen mentiras. No puede ser que un gobierno decida qué es verdad admisible y qué es mentira – y que en base de eso proceda a censurar, reprimir, sancionar a medios o periodistas.
Y a los señores que acaban de asumir el poder en Honduras hay que decirles: No se metan al negocio de golpes de estado si no aguantan que les pongan cámaras, micrófonos, preguntas hostiles. Quien provoca noticia, es objeto de noticieros y de crítica. Como dicen los gringos: Don’t do the crime if you can’t do the time.
Por otra parte: ¡Qué bueno que los periodistas de Telesur comiencen a sentir –y tal vez entender- qué significa ejercer periodismo de oposición! Tal vez en Honduras, enfrentando gobernantes intolerantes y autoritarios, aprendan a entender a sus colegas de RCTV y Globovisión en Venezuela...
Tal vez aprenden en Tegucigalpa que la libertad de prensa y la protección de los periodistas tienen que ser universales y sin condicionantes políticos. Los equipos de Telesur tienen todo el derecho de transmitir desde Honduras su visión chavista del conflicto. Ojala que esto les lleve, cuando regresen a Venezuela (o cuando viajen a Ecuador, Bolivia y Nicaragua), a defender la libertad de los colegas periodistas opositores...
Aquí en las guerras centroamericanas hemos aprendido esta lección. Hemos defendido a nuestros colegas contra las intolerancias de militares y guerrilleros, de gobiernos de derecha y de izquierda.
Y otra cosa quiero decir a mis colegas de Telesur y a todos los que condenan, con razón, las restricciones al trabajo de la prensa en Honduras: Cosas muy parecidas o peores están pasando en Irán: censura y represión violenta a los medios internos, y serias restricciones a los movimientos de los medios internacionales.
En Telesur, la represión y la censura en Irán aparecen como legítimos instrumentos de defensa de la revolución, y en Honduras son métodos de la dictadura. Pero la verdad, como la libertad, son indivisibles.
Exijo para mis colegas de Telesur plena libertad de movimiento y de expresión en Honduras. Los felicito por su valor y su entrega a nuestra noble profesión. Sé lo que significa trabajar como reportero en territorios controlados por autoridades que te ven como adversario. Lo viví en San Salvador cuando llegué en 1981. Lo viví en Venezuela y en Nicaragua recientemente, en este caso sin correr peligro de perder la vida, sólo el peligro que ningún funcionario te recibe, te habla, te contesta preguntas...
Lo que en cambio les pido a los amigos de Telesur no es objetividad, ni siquiera verdad. No tiene sentido pedirle peras al palo de manzana. Sólo les pido que extiendan la misma solidaridad a sus colegas en Venezuela, Nicaragua e Iran...
(El Diario de Hoy, Observador)