El 28 de abril tendrán que elegir al nuevo presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada. Es mucho más que un simple relevo en un cargo importante, es una decisión sobre el rumbo de la gremial. Y en la situación en que se encuentra el país, esta decisión puede influir en el rumbo del país.
La cúpula de la gremial empresarial de los últimos años ha sido compuesta por una troica: Jorge Daboub, Luis Cardenal, y Javier Simán. En estos tres hombres ha descansado la difícil tarea de hacer contrapeso a dos gobiernos del FMLN. Este contrapeso activo ha puesto límite a las tentaciones y los intentos concretos del FMLN de cambiar el equilibrio entre la libre empresa y la función regulatoria, a veces confiscatoria de Estado. Es más, ante la debilidad tanto de la oposición política como de la sociedad civil, ANEP ha jugado un papel decisivo de hacer contrapeso a las tentaciones del FMLN de alterar el sistema republicano de división de poderes y de independencia de los órganos del Estado.
El autoritarismo de un partido gobernante sólo puede avanzar hasta donde la sociedad civil y los sectores productivos se lo permiten. El hecho de que el FMLN, a pesar de sus planes estratégicos (recontra confirmados en su último Congreso), en 7 años no ha podido esencialmente cambiar el carácter del Estado ni erigir una “hegemonía nueva”, es debido a la fortaleza, la unidad y la visión con la cual el sector privado ha asumido su rol de contrapeso. Dudo que otros factores decisivos, como la Sala de lo Constitucional y la oposición política, hubieran podido ejercer su rol correctivo sin esta firmeza de los gremios empresariales.
La empresa privada no se ha dejado dividir, como lamentablemente pasó en otros países como Venezuela, Nicaragua y Ecuador. Y tampoco se ha dejado encajonar en un rol simple de oposición. De manera muy inteligente, la cúpula de ANEP ha jugado su papel, mientras otros líderes de la empresa privada han trabajado, en mecanismos de concertación con el gobierno y con Estados Unidos para favorecer el crecimiento económico. Esta política de doble carril a veces ha dado la impresión de fricciones dentro de la empresa privada, pero nunca ha generado divisiones.
Es de importancia vital para el país que estas políticas de contrapeso y concertación de la empresa privada tengan continuidad. Por esto parece lógico que, al terminar el mandato de Jorge Daboub, la conducción de ANEP la asuma un miembro de la troica que exitosamente ha implementado las estrategias de la empresa privada en los últimos años.
En este sentido, hace sentido apoyar la candidatura de Luis Cardenal. En este momento crucial, alterar la estrategia del sector privado, como plantea Carlos Guerrero, constituye riesgos incalculables.
Personalmente tengo muchas diferencias con Luis Cardenal en cuanto a posiciones que él comparte con su esposa, su suegra y amplios sectores de la sociedad en cuanto a temas como el aborto, la concepción cerrada de matrimonio y familia, y otros relacionados con derechos sociales. Igual hemos tenido fuertes debates sobre cómo combatir la violencia.
Pero estas diferencias nada tienen que ver con su papel como dirigente gremial y con la batalla por el fortalecimiento de nuestro orden republicano contra tentaciones populistas y autoritarias. No me gustaría ver a Luis Cardenal como ministro de Educación, pero estoy convencido que como presidente de ANEP logrará dar continuidad y fuerza al rol de esta gremial de contrapeso contra el intento del FMLN de construir un Estado confiscador y populista.
Creo que personas como Javier Simán, quien sigue conduciendo la Asociación de Industriales ASI; Javier Steiner, el nuevo presidente de la Cámara de Comercio; y Luis Cardenal como presidente de ANEP, sabrán guardar la unidad del sector privado en la defensa de las libertades civiles y económicas.
Espero que ustedes, los dirigentes de las diferentes gremiales miembros de ANEP, sepan lo que está en juego. Saludos,