Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 18 diciembre 2021
Queridos aficionados:
Vince Gilligan y Peter Gould lo hicieron otra vez: luego del espectacular éxito de su serie ‘Breaking Bad’ y la creación de su personaje Walt White, lanzaron la serie ‘Better Call Saul’. No sólo lo hicieron otra vez, lo hicieron aún mejor.
Ambas series, ambientadas en Albuquerque y los paisajes desérticos de Nuevo México, viven de su protagonista principal. El profesor de química convertido en narco en ‘Breaking Bad’ ya era fuera de serie, pero el abogado y genial timador Jim McGill alias Saul Goodman, igual de loco, le gana. ¿Saben por qué? Porque Bob Odenkirk, el actor que protagoniza al abogado, tiene una veta cómica extraordinaria, que se mueve entre irónico, sarcástico, ingenioso, impostar genial, ingenuidad infantil hasta llegar a escenas bufonescas de ‘slap stick’, todas cualidades que no tiene Bryan Cranston, el actor que personifica a Walt y que tampoco están previstas por sus guionistas. Walt es un tipo dramático, a veces trágico, un tío que no para de sufrir, no tiene una pizca de humor. Hay escenas increíblemente cómicas, pero es lo cómico de las circunstancias, no del personaje, ni de su actor.
Yo disfruté de las primeras temporadas de ‘Breaking Bad’, pero pronto me cansé de ver a este hombre sufrir y nunca reírse. De ‘Better Call Saul’ yo disfruté como enano las 5 temporadas con sus 50 episodios, de principio a fin, muerto de risa, y quedo esperando con ansiedad la siguiente temporada prometida para marzo 2022.
Cuando me dijeron que lo de Saul era una secuela del drama del profesor Walt White, no sentí ganas de verla. Ni siquiera me acordaba del abogado Saul que apareció en uno de los capítulos de ‘Breaking Bad’. Pero de repente nos quedamos sin nada fascinante en Netflix y dijimos: “Veamos qué ondas con lo de Saul”. Y nos quedamos pegados al televisor noche a noche. Se me confirma: Donde no hay humor, aburre o se vuelve tedioso… Esto es así en la vida y, por supuesto, en el arte, el cine, la tele, la literatura. Hasta en política…
Ver a Saul tropezando de una crisis a la siguiente, pero también sacándose ingeniosamente del pelo de cada desastre, es como una montaña rusa. Observar a este hombre desarrollando la mentira como forma de arte no nos causa rechazo, más bien un sentido de complicidad. Porque este timador es una persona buena, un vendedor de alfombras, pero de gran corazón. Ver a Jim/Saul, el hombre del caos permanente, junto a su novia Kim, la abogada muy formal, elegante y ética, ya de por sí es un deleite con cada vez diferentes sorpresas, pero cuando de repente, con un rápido intercambio de miradas y sonrisas, se sincronizan para cometer algún acto de timo a algún tipo prepotente, es como un motín. Genial. Gran trabajo de los guionistas y genial trabajo de los actores.
Otro actor revelador es Jonathan Banks (que también tuvo una corta aparición en ‘Breaking Bad’). En la nueva serie es uno de los principales personajes: un expolicía, que salió del servicio luego de matar a dos colegas que a su vez habían matado a su hijo. Un tipo que desde entonces camina en el filo entre lo legal y el crimen. Aparte de ángel protector de Jim/Saul, su personaje Mike se vuelve operador para un jefe narco, siempre luchando para no convertirse en malo o desalmado. La ética de los que caminan en este filo, el abogado y el expolicía, aunque de muy diferentes formas, es uno de los temas profundos de esta serie. No es solamente cómica. Es a la vez un ensayo sobre ética profesional, solo muy diferente a los manuales moralistas.
No se pierdan este motín de actuaciones y cinematografía de primera.
Saludos, Paolo Luers