viernes, 12 de enero de 2024

Carta a Rodolfo Delgado: ¿Qué ve en el espejo? De Paolo Luers

 

"Estos son poderes, que solamente se dan a una sola persona en sistemas autoritarios,  que justifican la concentración de poderes, su uso arbitrario y la falta de debido proceso con la doctrina de Seguridad Nacional. A esto vamos, perdón, a esto van ustedes. Un Estado de Seguridad Nacional."

El audio: UN ESTADO DE SEGURIDAD NACIONAL.mp3

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 13 enero 2024

Ciudadano fiscal general:

Hace una semana publiqué una carta dirigida a Gustavo Villatoro, su jefe en el gabinete de seguridad, al cual usted tiene el deshonor de ser el primer fiscal general de estar incorporado -muestra de su subordinación al Ejecutivo. En esta carta me enfoqué en una entrevista que dio Gustavo Villatoro, en la cual por primera vez da elementos adónde nos están encaminando. ¿Un Estado de Seguridad Nacional? ¿Será esta doctrina al fin la ideología que adopte este régimen? Veamos qué significa esto en concreto...

Todavía puse con signos de interrogación este término del Estado de Seguridad Nacional. No había visto que mientras el ministro hablaba en su entrevista, la bancada cian ya estaba creando el marco jurídico para poder implementar esta doctrina de Seguridad Nacional; y que usted ya estaba agarrando el micrófono en otro canal de televisión, esta vez el oficialista, para dar la buena nueva. Mientras ambos estaban hablando, los diputados reformaron la Ley Antiterrorista, dando a usted la facultad de declarar terrorista a organizaciones o personas, sin ningún procedimiento judicial –ni previo no posterior. Según el nuevo artículo 34A de la Ley Antiterrorista basta que la fiscalía abra una investigación. O sea, ahora basta la firma suya para que alguien sea declarado terrorista. También basta su firma para que a una empresa, una organización, un conjunto der personas o un individuo sean bloqueadas y confiscadas sus cuentas bancarias y otras posesiones. Sin debido proceso, sin intervención de un tribunal, sin mecanismos de defensa.

"Esto nos da herramientas para lograr congelar el dinero y otros recursos que se consideren que son para financiar actos de terrorismo", dijo usted, según una publicación de la cuenta oficial de la Fiscalía en Twitter. Siempre existía la posibilidad de congelar los recursos a organizaciones terroristas, pero con orden judicial, no con la firma del fiscal general. “Recursos que se consideren que son para financiar el terrorismo”, dice usted. Pero el único que tiene que considerar esto es usted, no un juez luego de un debido proceso...

Es más: De un solo los diputados delegaron al fiscal general otra función, hasta ahora reservada para los jueces: Solicitar a otros países la extradicción de ciudadnos salvadoreños, perviamente declarados vinculados al terrorismo. ¿Por quién? Por usted.

También la reforma le autoriza a usted a “emitir una lista nacional de personas y entidades designadas como terroristas, la que será pública y se actualizará de forma periódica, de acuerdo con los procedimientos internos que el fiscal general instruya.”

Todos estos son poderes, que solamente se dan a una sola persona en sistemas autoritarios,  que justifican la concentración de poderes, su uso arbitrario y la falta de debido proceso con la doctrina de Seguridad Nacional. A esto vamos, perdón, a esto van ustedes. Un Estado de Seguridad Nacional. Ya sin signos de interrogación.

Qué conveniente para la familia reinante que no tiene que ser alguien de su apellido que asumirá las decisiones sobre la muerte civil -o incluso física- de quienes consideran adversarios. En la doctrina de Seguridad Nacional, los adversarios son enemigos del Estado o terroristas. Delegar a una persona tomar estas decisiones es propio de dictaduras. En una democracia hay tribunales y debidos procesos para esto. En una dictadura, se delega a funcionarios - que en última instancia serán desechables.

Véase en el espejo, ciudadano Rodolfo Delgado. Sin más que agregar,





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miércoles, 10 de enero de 2024

Carta a los que todavía no les han reformateado la memoria. De Paolo Luers

 

"Lo que en el año 2019 no me pude imaginar es que la gente se iba a dejar joder por un demagogo sediento de poder. La verdad es que no defendieron lo conquistado, así que a otro generación le tocará conquistarlo de nuevo."

El audio: 10 ENERO.mp3

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 11 enero 2024

Estimados amigos:

Escribo estas líneas el 10 de enero del 2024.

Múltiple aniversario:

El 10 de enero 1981 llegué al país. Para quedarme...

El 10 de enero 1981 estalló la guerra civil. Me hice guerrillero.

El 10 de enero 1981 comenzó sus emisiones la emisora guerrillera Radio Venceremos. Con ella inicié otro capítulo diferente de mi carrera de periodista.

El 10 de enero 2022 es otro aniversario que marcó mi vida.

El jueves 10 de enero 2019, meses antes que se pusiera en retroceso el desarrollo democrático de El Salvador, publiqué el siguiente artículo:

* * *

Un día 10 de enero como hoy, pero del año 1981, llegué a El Salvador. Cumplo 38 años de vivir y trabajar aquí – ya más que los años que pasé viviendo en Alemania.

Este mismo día, el 10 de enero 1981, estalló la guerra que durará 11 años. Se anunció con unos bombazos en el cuartel San Carlos, a dos cuadras de la casa donde con otros periodistas estuvimos esperando el inicio de la ofensiva. En el avión me habían advertido que a las 5 de la tarde iba a comenzar la guerra, cosa que por supuesto no la creí – hasta que utualito a esta hora empezó a temblar la colonia Laico.

Este día cambió la historia del país – y ciertamente la mía. De repente me encontré en medio de una guerra, con balas y muertos de verdad, una guerra que comencé a acompañar como observador, pero que pronto me arrastró como un remolino en corrientes cruzadas de agua. Lo más violento que había visto como reportero y fotógrafo habían sido manifestaciones donde estudiantes y antimotines se agarraron a palos – pero el 11 de enero 1981 ya me tocó tomar fotos de muertos en combate, y de cadáveres que en sus manos tenían naipes, los “calling cards” de un escuadrón de la muerte. Poco después tomé la decisión de unirme a la guerrilla.

Cuando 11 años después pusimos fin a esta guerra, decidí quedarme y ser partícipe de la reconstrucción del país y de su tejido social. ¿Qué sentido tiene aguantar la guerra, si luego uno no disfruta de la paz, de la libertad, de los retos que plantean?

Hoy, 38 años después, todavía me topo (sobre todo en las redes sociales) con algunos que me niegan el derecho de opinar y participar en la política del país en el cual he pasado una vida entera luchando, trabajando, haciendo familia, educando a mis hijos, ejerciendo mi oficio, debatiendo. Callate viejo, ni sos de aquí… Me dan risa. Muchas veces no tienen ni la mitad de años de vivir en El Salvador que yo. Lo que se construyó en la guerra y en la paz les parece un sistema obsoleto, poco cool, nada sexy, deficiente, aburrido, lo mismo de siempre. Te dicen en la cara que todas estas luchas no cambiaron nada, no lograron nada – y que Bukele tiene razón de querer botar este sistema y refundar la Patria. 

Pero esto no va a pasar. Somos demasiados los que sí hemos vivido la guerra y aprendido sus lecciones. Somos demasiados que nos recordamos de los tiempos cuando por una broma o una canción te podían detener o incluso matar. Son demasiados también los jóvenes que, aunque hacen uso de la libertad de criticar y protestar, no se compran el discurso anti político y anti sistema – mucho menos de un hijo de papi, que nunca tuvo que arriesgar nada en su vida. Por esto no me afligen los fanáticos. En 38 años he venido a conocer a mi gente. Joden, pero no se dejan joder. Pueden dejarse engañar, pero no dos veces por los mismos. Defienden lo conquistado. 

* * *
Obviamente, en el último párrafo me equivoqué. A diferencia de muchos otros, yo tuve suficiente visión para identificar al entonces candidato Nayib Bukele como un peligro para la democracia. Lo advertí cuando apenas era candidato a la alcaldía de un pueblito llamado Nuevo Cuscatlán. Lo que en el año 2019 no me pude imaginar es que la gente se iba a dejar joder por un demagogo sediento de poder. La verdad es que no defendieron lo conquistado, así que a otro generación le tocará conquistarlo de nuevo.

Los que no se han dejado lavar el coco: No se olviden del otro aniversario que se avecina: el 16 de enero, día de la firma de la Paz.

Saludos,




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lunes, 8 de enero de 2024

Carta a los calladitos: Es hora de despertarse. De Paolo Luers

 

"En el silencio que reina, las voces de los pocos que siguen jodiendo se escuchan con más fuerza. Quien ahora rompa el silencio generalizado para hablar de manera clara y contundente, será escuchado."

El audio: Carta-a-los-calladitos.mp3

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 9 enero 2024

Amigos:

Aparte de los desaparecidos de verdad hay otros que uno se pregunta dónde están escondidos. Los que eran dirigentes políticos, diputados, analistas, que durante años defendieron combativamente la democracia – unos contra las transgresiones de la derecha, otros contra los delirios autoritarios de la izquierda, algunos contra ambos – y que ahora son invisibles. Los calladitos.

Han desaparecido hasta ex candidatos a la presidencia, que en su momento prometieron detener cualquier intento de hacer fraudes electorales y a la Constitución. Hoy, cuando por primera vez en la historia de la posguerra está en serio peligro el orden constitucional, no los escuchamos. De ninguno de los dos contrincantes de Bukele en las elecciones del 2019 se ha escuchado comentario alguno sobre la toma militar de la Asamblea del 2020, ni sobre golpe de Estado contra el poder judicial del 2021, ni tampoco contra la intención del presidente de reelegirse. Uno de ellos -me recuerdo bien, porque estuve ahí, cubriendo el evento- se presentó en la noche electoral a la prensa y a sus alegados para reconocer su derrota en las urnas. Al final dijo: “Perdí. Voy a regresar a mis empresas.” Como era un hombre educado, no dijo: “Ahí vean ustedes cómo se las arreglen.” Pero eso es lo que todo el mundo entendió. Y lo cumplió. Se hizo invisible. 

Tampoco no se ha escuchado ni papa del otro candidato derrotado en 2019. Igual de calladito e invisible. Me recuerdo bien de tantos diputados combativos, tanto de derecha como de izquierda, defendiendo la democracia y la Constitución contra sus respectivos adversarios. Bueno, algunos las dejaron de defender inmediatamente luego de la toma de poder de Bukele en el 2019, otros pelearon hasta el 2021, cuando perdieron sus curules en la Asamblea. A partir de ahí, silencio. Como si estando fuera de la Asamblea ya no se puede hablar.

No estoy hablado de los volteados, los arrimados al poder, de la derecha como de la izquierda. Sobre ellos todo está dicho en la columna titulada El Círculo de mi colega Cristian Villalta. No voy a gastar aliento para hablar de estas criaturas lamentables, que vemos arrastrándose por los programas de opinión, avalando -más bien alabando- el nuevo poder. No, estoy hablando de los que saben a qué derrotero los cianes están llevando al país, pero quedan callados. Unos por miedo, con toda razón, porque este régimen conscientemente siembra el miedo; otros por oportunismo; otros porque ya no creen que tiene sentido oponerse contra lo que no se puede derrotar. Yo los entiendo, amigos, por lo menos a los que están callados por miedo y por depresión política (a los oportunistas, no). Pero no los puedo acompañar. Sin una clase política articulada, sin académicos y periodistas que hablen la verdad, ¿cómo vamos a esperar que la masa de los más golpeados por este régimen, los pobres, los sujetos de capturas arbitrarias, los despedidos, los que no reciben las pensiones que les corresponden, van a movilizarse? Si ellos son los más vulnerables…

Y así vamos a las elecciones, con muy pocos Don Quijotes peleando contra los poderosos molinos del poder. A estos pocos hay que apostarles, a personas como Luis Parada y Héctor Silva Hernández; como las diputadas Claudia Ortiz, Anabel Belloso y Rosy Romero, que no se han rendido ante la maquinaria cian de la Asamblea; como los valientes de Cristosal y otros grupos de derechos humanos; como la gente de Santa Marta y del Bajo Lempa, que se enfrentan a la persecución jurídica de dirigentes comunales. Y como los pocos medios de comunicación y sus periodistas que no aceptan el silencio como opción.

La buena noticia es que en el silencio que reina, las voces de los pocos que siguen jodiendo se escuchan con más fuerza. Quien ahora rompa el silencio generalizado para hablar de manera clara y contundente, será escuchado. Los pocos que quedan tienen que complementarse, reforzando mutuamente sus argumentos, pegar todos juntos a la narrativa oficialista en sus puntos débiles.

Y si algunos de los calladitos se animan a salir de su exilio interno y hablar, haciendo barra a los Don Quijotes, que están llenando el vacío democrático ante el silencio de tantos otros, será pura ganancia. La única lucha mala es la que no se hace. 

Saludos, 





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