Pongo entre comillas el título que usted ostenta tan pomposamente. Hace muchos años, usted fue Comandante y se ganó el respeto de muchos en todo el mundo, incluyendo el mío.
Hoy ya no es comandante, sino el capo de una mafia que extorsiona a todo un país, compra voluntades y corrompe a su partido, militares y empresarios. Y los únicos que queda comandando son bandas de matones.
Cuando usted dio la orden de abrir el fuego a los jóvenes manifestantes, tendría que haber sabido que firmó su sentencia de muerte política. ¿Cómo no saberlo un hombre que fue protagonista de una insurrección que tuvo como punto de partida la orden que dio Somoza de asesinar al periodista opositor Pedro Fernando Chamorro?
¿Cómo no saberlo un hombre que estuvo muy cerca de nuestra historia salvadoreña, que tomó un dramático viraje un día 30 de julio de 1975, cuando los militares en el poder dieron la orden, así como usted lo dio el 19 de abril de 2018 (y lo mantiene hasta el día de hoy), de disparar a matar a estudiantes opositores? En El Salvador fue una de las fechas claves que hicieron al país deslizarse a la guerra civil – y al desaparecimiento de los gobiernos militares. En Nicaragua hoy está pasando exactamente lo mismo.
Le voy a contar de otra fecha fatal, en la cual un acto irracional de represión impulsó a cientos de miles de estudiantes a la rebelión. Algo que pasó hace 51 años en Berlín Occidental. El 2 de junio de 1967, vino a Berlín, en visita del Estado, el Shah de Persia (hoy Irán), Mohammad Reza Pahlavi – como Somoza un tirano de estos que en Washington consideraban “un hijo de p…, pero nuestro hijo de p…”
El gobierno alemán, que tenía ambiciosos planes de cooperación económica con la emergente potencia petrolera Irán, le permitió viajar a Alemania acompañado de cientos de agentes de seguridad e inteligencia, y de un contingente de matones ‘civiles’.
A una primera manifestación contra el Sha, frente a la alcaldía de Berlín Occidental, solo llegamos unos 5 mil estudiantes, incluyendo muchos exiliados iraníes. Las autoridades alemanas permitieron que cientos de matones de la guardia pretoriana del Sha, armados de pistolas y palos de madera, atacaran a los manifestantes, y golpearon brutalmente a los estudiantes iraníes, ante los ojos pasivos de los antimotines. No hubo muertos, pero suficientes indignados y encachimbados, para que de manera improvisada se convocara una segunda manifestación frente a la Ópera que esa noche iba a visitar el Sha junto con el presidente alemán. Los 5 mil manifestantes se multiplicaron por 10.
Esta manifestación no autorizada fue brutalmente reprimida, y terminó con un estudiante, Benno Ohnesorg, ejecutado con un tiro a la cabeza por un oficial de la policía de Berlín, ante de cientos de estudiantes que estábamos a la par de él. Esto nos cambió la vida a cientos de miles. Esa noche comenzó lo que luego se hizo conocer como la rebelión del 68, el movimiento anti-autoritario. A partir de esta noche entre los estudiantes comenzó la peligrosa discusión sobre el uso de violencia: primero contra cosas, luego contra personas…
Y de este 2 de junio tomó su nombre una de las organizaciones armadas que poco después surgieron en Alemania, con consecuencias fatales.
La represión de opositores, sobre todo de estudiantes idealistas, tiene graves consecuencias, normalmente para los cobardes que la ordenan para salvar su poder. Usted está a punto de aprender esta lección, que ha olvidado en su transformación de comandante de una insurrección a jefe de mafia.
(MAS! / El Diario de Hoy)