Muchos pensamos que todo ciudadano debe
recibir, en su vejez, algún tipo de pensión que le permita vivir con dignidad.
Esto incluye a los que nunca han cotizado a ningún sistema de pensiones, porque nunca han estado en un trabajo formal. Incluye a los que sí han estado cotizando, pero no los años suficientes. E incluye a los que han trabajado toda la vida, pero con salario mínimo y, por ende, pensiones de hambre.
Si a estos tres grupos les queremos garantizar una pensión y vejez digna, lo primero que tenemos que asumir es que esto jamás se podrá realizar dentro del sistema de pensiones que se financia con las cotizaciones de los trabajadores. Por más que reformemos este sistema –y hay que reformarlo urgentemente para que sea mas eficiente–, de este sistema de cotizaciones no se podrán pagar ni pensiones dignas a personas que devengaron salarios de hambre, ni mucho menos a quienes nunca cotizaron porque trabajaron fuera de la economía formal. La reforma que hay que hacer al sistema de pensiones es para hacerlo más eficiente, y por tanto más justo para sus cotizantes.
Pero si queremos dar a los que reciben
pensiones mínimas un complemento para garantizar una vejez digna; y si además
queremos que las personas que no han cotizado también reciban una pensión,
tenemos que exigir que el Estado construya un sistema paralelo de pensión
universal, financiado por impuestos. Estamos hablando ya no de una reforma del
sistema de pensiones, sino de una reforma del sistema de prioridades de la
política social del Estado.
Pedir al sistema basado en cotizaciones pensiones dignas para todos es demagogia.
Esto hay que decirle a los diputados, sindicalistas, políticos que ahora vuelven a poner en la agenda el tema de las pensiones. No engañen a la gente con expectativas falsas. No echen a las AFP la culpa de que millones de gente que no se ha logrado incluir en la economía formal (y quienes por tanto no cotizan a las AFP) no reciban pensiones. O que los que, basados en sus salarios mínimos, pagan cotizaciones mínimas, solarmente reciban pensiones mínimas.
Si están dispuestos a discutir en serio el problema de la vejez digna, presenten propuestas de una política social del Estado, obviamente incluyendo cómo financiarla con impuestos.
Mientras tanto, mejor cállense.
Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)