Estimados
amigos: Circula entre los oficiales de la PNC un proyecto
legislativo llamado “Ley de Compensación por Retiro para Personal de Carrera de
la PNC”. Detrás de este título bombástico se esconde algo mucho más sencillo:
el intento de un grupo de comisionados de negociar su salida dorada, antes de
que los echen..
Es obvio que el próximo presidente va a
tener que hacer muchos cambios en la PNC, incluyendo de dirección. Es obvio que
muchos de los comisionados, sobre todo los que durante años han sido responsables
de estrategias policiales fracasadas, se tendrán que ir.
Con este proyecto de Ley tratan de
recetarse una salida dorada: retiro voluntario con una pensión equivalente al
100% de su último salario. Pero esto no es todo: una “compensación” de 200 mil
dólares (para el que haya sido Director General 260 mil; para Subdirector
General 250 mil; para Subdirectores 240 mil). Y como todavía no fuera
suficiente, además se recetan “el uso de armas, municiones, vehículos y
personal de seguridad”, por 5 años a partir del retiro.
Es cierto que se necesita un plan de
retiro para la PNC, sobre todo para los oficiales de más alto rango, pertenecientes
a las tres promociones “fundadoras”. No solo porque varios de ellos han
fracasado, o porque han sido protagonistas de la excesiva politización de la
PNC, sino también porque estas promociones hacen un tapón, que no permite el
ascenso al poder de las siguientes promociones.
Con razón en la PNC los llaman “La
Tandona 2”, en comparación con la famosa promoción de militares que al final de
la guerra acaparró todo el poder en las Fuerzas Armadas. Sus integrantes por
cierto recibieron “compensaciones” similares para aceptar y no obstaculizar la
depuración y a reducción de la Fuerza Armada. Muchos dijeron que eran sobornos,
otros hablaron de extorsión.
Estoy de acuerdo que hay que darles una
salida digna a los comisionados. Pero tampoco hay que aceptar ninguna
extorsión. Ellos han acumulado mucha información, que podría complicarle la
vida al gobierno que salga electo, igual que a todos los partidos. Además tienen
capacidad de estorbar el proceso necesario de reorganización de la PNC.
Algunos jefes policiales quieren usar el poder que
tienen ahora para obligar al Estado a concederles privilegios que irían mucho
más allá de una salida digna. Esta salida dorada es indigna, porque es
corrupta. No hay que hacer caso a esta extorsión. Y los oficiales decentes y profesionales,
que quieren asumir responsabilidades en la PNC, deben distanciarse claramente
de este chantaje.
Estimados señores que nos quieren gobernar:
Están
entrando en la recta final. Ya no queda tiempo para que nos den
grandes explicaciones y propuestas. Solo falta una cosa – y podría ser
la que defina las elecciones: ¿Quiénes van a gobernar? ¿A quiénes van a
poner para que nos gobiernen?
Siempre se dice “Dígame con quien andas, y te digo quién eres”. Es
parte de la sabiduría popular. Pero es muy difícil aplicar en el caso
de las campañas presidenciales. Normalmente se ve a los candidatos
rodeados de algunas personas, pero no necesariamente son los que
realmente conducen la campaña – y mucho menos los que ejercerán el
poder, una vez que su candidato gane.
En el 2009, cuando Rodrigo Ávila y Mauricio Funes entraron en la
recta final, estaban empatados, y todos teníamos las mismas dudas y nos
hicimos las misma preguntas: ¿Con quiénes van a gobernar? ¿En caso que
gane, Mauricio Funes va a poner el gobierno en manos de los
comandantes del FMLN? ¿En caso que gane Rodrigo Ávila, los hombres de
Tony Saca van a acaparar el gabinete y seguir gobernando?
Funes entendió que si la gente pensaba que detrás de él iban a ganar
los comandantes del FMLN, iba a perder. Entonces, pocas semanas antes
de las elecciones presentó una cuantas caras conocidas y reconocidas:
el Dr. Héctor Silva, ex alcalde de San Salvador, renovador purgado por
la cúpula del Frente; y al Dr. Héctor Dada Hirezi, veterano luchador
socialcristiano. El mensaje era claro: Voy con la bandera del Frente,
pero en mi gobierno habrá contrapesos.
Rodrigo Ávila no hizo nada. No presentó ninguna cara de su futuro gobierno. Dejó espacio a la especulación. Y perdió.
Hoy tenemos una situación comparable. Mucha gente se pregunta, con
gran ansiedad, ¿qué tipo de gobierno podemos esperar de cada candidato?
¿Carlos Calleja, aunque habla de un gobierno no partidario, compuesto
con criterios de meritocracia, realmente va a excluir del poder
gubernamental a la vieja guardia partidaria? ¿Y los que va a poner,
serán independientes de los empresarios que apoyaron su candidatura?
¿Nayib Bukele, aunque no deja de condenar a ‘los mismos de siempre’, a
la hora de armar su gabinete va a recurrir a los dirigentes de GANA y a
las fichas que su movimiento Nuevas Ideas heredó de Tony Saca y
Mauricio Funes?
¿Hugo Martínez, aunque su discurso se desmarca de los errores de los
gobiernos de Funes y Sánchez Cerén, realmente va a excluir de su
gobierno a los fracasados y corruptos? ¿Y en este caso, por quiénes los
va a sustituir?
Estas preguntas son fáciles de contestar, señores candidatos. Nadie
está esperando su lista de gabinete. Lo único que necesitamos es que
nos presenten un par de mujeres y hombres de alto grado de
credibilidad, reconocimiento y capacidad y digan: Ellos van a estar a
mi lado en el gobierno…
Si Carlos Calleja nos presenta 3, 4 o 5 personajes del quilataje de
Carmen Aída Lazo, los indecisos le van a dar el gane en primera vuelta.
Si presenta solo a caras desprestigiadas, estos indecisos se quedarán
en la casa.
Al revés en el caso del candidato de GANA. Si nos presenta un par de
gente de calibre de Félix Ulloa o Guillermo Gallegos, pierde. En este
caso realmente no sé a quienes nos podría presentar para convencernos
que habrá capacidad de gobernar y de evitar corrupción.
Tienen todo enero para sacarnos de las dudas sobre el tipo de gobierno que armarían.
En todas las
elecciones presidenciales de la postguerra, muchos tuvieron la percepción que
estaba en juego todo: el carácter de la república, la democracia, la paz
social, la viabilidad económica.
Pero no era así.
Estos miedos alimentaban los discursos de campaña, pero nunca la base sobre la
cual funcionaba la política. Por esto en el 2009 pudo haber una transición del
poder sin sobresaltos, totalmente pacífica, y ampliamente aceptada por la
sociedad y toda la clase política.
Se estaban enfrentando
(y al final alternando en el poder) las dos fuerzas que juntos habían creado,
con los Acuerdos de Paz y las correspondientes reformas constitucionales, el
sistema democrático pluralista, con independencia de poderes y garantía de las
libertades. Aunque ARENA y Frente tuvieron (y siguen teniendo) diferentes
concepciones de cómo desarrollar este sistema, ambos en esencia estaban
comprometidos a defenderlo. Y no solo los dos partidos de la polaridad
política, sino toda la sociedad tuvo este consenso básico.
Este consenso se
ha roto con el surgimiento de una fuerza meramente populista. El populismo no
es nada nuevo en El Salvador, no lo inventó Nayib Bukele. Tanto la derecha y la
izquierda tuvieron sus delirios populistas, con sus presidentes Tony Saca y
Mauricio Funes. Lo nuevo es que ahora surgió una fuerza que en forma y fondo es
nada más que populista, sin ninguna limitación por parte de una definición
ideológica. Por esto resultó tan fácil fusionar Nuevas Ideas con GANA. Surgió
una fuerza anti-política que declara que quiere cambiar el sistema partidario –
y que busca modificar el sistema republicano de pesos y contrapesos. Bukele y
Ulloa hablan de transitar a una “Segunda República”, mediante una
Constituyente. Hablan de una gobernabilidad que no reside en mayorías
legislativas y acuerdos entre partidos, sino de en la relación entre “el líder”
y “su pueblo”.
La primera
interrogante para el 2019: ¿Prevalecerá el consenso de defender la República
fundada en los Acuerdos de Paz, con una polarización partidaria dentro del
mismo sistema político – o esta polarización será sustituida por una entre “el
sistema” y una fuerza anti-sistema?
Tendremos para
el 2019 dos escenarios: O asumirá el poder Carlos Calleja, con apoyo de ARENA,
PCN y PDC – o Nayib Bukele, con apoyo de Nuevas Ideas y GANA. Dibujemos estos
escenarios.
Un gobierno de
Calleja tendrá bastante posibilidades de crear mejoras en los principales
problemas de país, aunque esto dependerá del apoyo que encuentre en la sociedad
para los cambios necesarios y contra las resistencias incluso en sus propios
partidos.
Gobernabilidad sólida en la Asamblea
Legislativa para arrancar con las iniciativas legislativas necesarias (y
posiblemente no populares);
Un gobierno más eficiente y transparente;
Un gobierno que redefina las prioridades del Estado, abandonando la práctica
clientelista de los últimos tres gobiernos;
Un boom de inversión, debido a
inversiones retenidas en los últimos años y una mejor relación entre gobierno y
sector privado;
Menos peligro para la estabilidad
institucional, mas seguridad jurídica; más predictibilidad para los
inversionistas;
Voluntad de enfrentar el problema de
seguridad con inversión social sostenida y focalizada, en vez de apostar a una
guerra interminable contra las pandillas.
En cambio, con un
gobierno de Bukele enfrentaríamos el peligro que varios de los principales problemas
del país se agraven:
Tensa relación gobierno-sector privado;
Poca capacidad administrativa y de
ejecución;
Prioridad de gastos de carácter clientelista
y en proyectos de impacto mediático;
Incertidumbre sobre las políticas de
seguridad, ya que Bukele evade este tema.
Falta de gobernabilidad en el Legislativo,
con el peligro de resolver este vacío con medidas que atenten contra la separación
de poderes.
Para prevenir
los riesgos que plantea este segundo escenario del 2019, es fundamental que se
haga desde ya, aprovechando la correlación de fuerzas en la Asamblea, todo lo
posible para fortalecer la institucionalidad:
Tener una fiscalía general fuerte e
independiente;
No sabemos si la nueva Sala responde a
este criterio. Hay que presionar desde la ciudadanía;
Fortalecer la capacidad de incidencia de
la Sociedad Civil y sus articulaciones gremiales, sociales y académicas;
Avanzar decididamente en la renovación de
los partidos, en especial FMLN y ARENA, moviéndolos al centro,
democratizándolos, recuperando la confianza ciudadana;
Robustecer la libertad de expresión y la
independencia y la capacidad de incidencia de los medios de comunicación.
Todo esto es
esencial, gane quien gane. También Calleja necesitará una ciudadanía activa e
instituciones fuertes, para facilitar que realmente pueda formar un gobierno
que no corresponda a intereses particulares y partidarios.
Entonces, las
otras interrogantes para el 2019 son:
¿Logra el FMLN
parar su declive, posicionarse como una propuesta válida de izquierda,
deshacerse de sus tendencias populistas, y ejercer su rol de oposición y
correctivo ante el gobierno que salga electo?
¿Logra ARENA aprovechar los nuevos aires aportados por sus nuevas
figuras Carlos Calleja, Javier Simán y Carmen Aída Lazo para hacer
irreversible su renovación, independientemente si le toca gobernar o
ejercer la oposición y la defensa de la institucionalidad?
¿En qué tipo de fuerza se va a convertir la alianza que respalda a
Bukele? Todo indica que no va a perdurar, gane o pierda las elecciones
presidenciales. En ambos casos, habrá una competencia férrea entre GANA y
Nuevas Ideas sobre quién de los dos se convertirá en el 2021 en la
verdadera tercera fuerza en la Asamblea y en los gobiernos locales.
Este artículo es parte de la Edición Especial de fin de año de EL DIARIO DE HOY
Escuché los ‘audios presidenciales’ que
publicó la revista digital ‘Factum’. Lo que se presencia ahí, tiene
algo insuperablemente cómico. Algo tan cínico que raya en lo absurdo.
Algo tan absurdo que da risa.
Hay que ubicarse en el tiempo y en el contexto. La grabación refleja
una reunión celebrada el 11 de octubre del 2013. Los participantes son:
Mauricio Funes, entonces presidente de la República, acompañado por su
capo ‘Mecafé’; y Tony Saca, su antecesor en Casa Presidencial,
acompañado por su capo-primo Herbert y por su incondicional César Funes.
A esta altura del partido, Tony Saca ya se había robado decenas de
millones de dólares de fondos públicos. Cuanto realmente robó nunca lo
vamos a saber. Según la acusación del fiscal Douglas Meléndez, se quedó
con la totalidad de la partida reservada de CAPRES, unos 300 millones.
Pero como esto obviamente fue paja mediática y por tanto no lo pudo
comprobar, Meléndez aceptó un juicio abreviado, así que nunca se
estableció cuál fue la porción que de hecho se apropió Saca. Cuando los
presidentes se juntaron para tomar whisky y conspirar, buena parte de
este dinero ya estaba invertido: en sus empresas, en su mansión – y en
su partido GANA.
Por su parte Funes, con 4 años en CAPRES, posiblemente ya había
superado las cifras de Saca. Según Douglas Meléndez, cuando Funes
entregó el poder en junio del 2014, había malversado unos 350 millones, y
nadie sabe que porcentaje te quedó a él, a Vanda, a la Michy y a sus
hijos…
Entonces, aquel 11 de octubre del 2013 están sentados dos dones
tomando whisky. Ambos perfectamente sabían que el otro se había robado
una fortuna – pero de esto, entre caballeros, no se habla. Hablaron
sobre como joder a otro ex presidente, Paco Flores, y como convencer a
la ciudadanía que este su enemigo común se había quedado con 10 millones
de dólares que el gobierno de Taiwán había mandado con cheques a su
nombre. Obviamente, los ahí reunidos, ladrones todos, no se dieron paja
mutuamente hablando de ética, moral y corrupción, tampoco de los
víctimas del terremoto supuestamente defraudados por Flores. No, las
lágrimas de cocodrilo quedaron reservados para los discursos públicos de
Funes. Entre ladrones no se habla así, así que se concentraron en
discutir cómo involucrar a un periodista corrupto, a un fiscal
corrompible, a un fiscal general amigo y a un ministro de Seguridad
inescrupuloso (Ricardo Perdomo). Todo con un solo fin: joder a Paco
Flores – y por tanto a ARENA, faltando cinco meses a las elecciones.
Aunque no lo mencionaron, se trató de facilitar que don Tony podía
regresar al poder y seguir robando. Punto. Una cosa sumamente práctica,
que tiene que ver con sobornos, con amenazas, con tráfico de información
falsa – no con pendejadas nobles como justicia o verdad.
Ahí reside lo cómico de estas conversaciones, lo cínico y lo absurdo.
El triángulo conspirativo entre dos presidentes anteriormente
enfrentados ideológicamente, pero unidos en la corrupción y el odio a
Paco Flores; y el tercero, ausente pero siempre presente: el
todopoderoso Fiscal General Luis Martínez.
No era la única vez que se puso a funcionar este triángulo mafioso
para joder a un adversario. Igual los mismos tres conspiraron para
hundir a don Billy Sol y los otros acusados en el caso CEL-ENEL. Con el
mismo cinismo: todos los conspiradores sabían perfectamente quienes
habían convertido la CEL y a Geotérmica en hoyos negros de la
corrupción: primero Saca, luego Funes, usando los mimos operadores. Con
el caso CEL-ENEL querían matar dos pájaros con un tiro: desacreditar a
Billy Sol, Paco Flores y ARENA – y a la vez levantar una cortina de humo
para esconder su propia administración fraudulenta en la CEL.
Hoy Tony Saca y Luis Martínez conviven en Mariona. Tal vez todavía
andan discutiendo porqué no les funcionó su jugada contra don Billy.
Bueno, la segunda jugada sí les funcionó. No lograron condenar a Paco
Flores, pero sí matarlo. Tampoco Saca logró regresar a poder, pero por o
menos lograron que llegara Sánchez Cerén.
En
resumen, los ex presidentes nos obsequiaron una ópera bufa surrealista, y
el que debe estar riéndose a carcajadas es Paco Flores, apreciando
desde donde esté las piruetas que dio la vida a los tres señores que lo
querían joder…