martes, 14 de agosto de 2007

Columna Transversal: ¿ALIANZA O ALINEACIÓN? SE BUSCAN IDIOTAS ÚTILES

Todos hablan de alianzas. Derecha e izquierda. Cada uno con su alianza. ARENA propone al PCN, al PDC y al empresariado una alianza estratégica de toda la derecha para evitar un triunfo del FMLN. El FMLN propone a los partidos de izquierda una gran alianza para sacar a ARENA del gobierno. Y los grupos de izquierda fuera del FMLN –como el CD, el FDR, los honorables de la “tertulia” (Abraham Rodríguez, Domingo Méndez, etc.) y Arturo Zablah hablan de una gran alianza por el cambio, conformada por “la sociedad civil” y apoyada por los partidos CD, FDR y FMLN.

Yo me pregunto: ¿Son beneficiosas estas alianzas para el país? Mi respuesta: no. Si el paisaje político salvadoreño, para el 2009, se reduce a dos alianzas, una de derecha dirigida por ARENA versus otra de izquierda, dominada por el FMLN, tendremos más polarización, menos pluralismo. En vez de tener más opciones, se reducen a dos.

La enorme presión que los dos partidos hegemónicos –los protagonistas y los grandes ganadores de la polarización extrema- ejercen sobre el resto de fuerzas políticas para alinearse con ellos, es correspondida, por parte de los partidos minoritarios y otros grupos políticos, por una mezcla de miedo existencial, atracción al poder y oportunismo. Uno ya no sabe si es más fuerte la presión de ARENA y FMLN o el deseo de alineación de FDR y PCN.

¿Realmente es válido para toda la derecha, incluyendo el empresariado, evitar que llegue al gobierno el FMLN a cualquier costo tiene prioridad absoluta, encima de convicciones, encima de la independencia de los demás partidos, encima de la autonomía de las gremiales empresariales, encima de los intereses del país? Y en el caso de las izquierdas, ¿realmente es válido para todas las izquierdas, incluyendo las izquierdas sociales y académicas, que el sacar a ARENA del gobierno tiene prioridad sobre el pluralismo dentro de la izquierda y sobre la autonomía de los movimientos sociales, las ONGs, las universidades?

Porque escuchando el actual debate alrededor de la candidatura de Arturo Zablah, a todos estos los quieren unir en la alianza para derrotar a ARENA. Y por otro lado, el presidente de ANEP ya tuvo que decirle a Toni Saca que su institución no puede formar parte de una alianza de la derecha para derrotar al FMLN. Todavía no he escuchado lo correspondiente por parte de los rectores de las universidades, los dirigentes sindicales y los directores de ONGs...

Si todos entran en alianzas con los dos partidos hegemónicos, ¿quién trabajará para superar la polarización? ¿Quien utilizará la tribuna de las campañas electorales para llamar a la cordura, a proponer políticas públicas consensuadas?

¿Será posible que los partidos minoritarios, para alinearse cada uno en su respectivos bloques, empeñen su independencia y acepten la tesis de que aquí sólo hay dos proyectos y la absurda idea que para hacer política hay que estar o con ARENA o con el FMLN? Parece así, escuchando a los voceros del FDR, de Cambio Democrático y del PCN en los últimos días. Sólo del PDC se escucha palabras diferentes. Rodolfo Parker ya ha dicho hace medio año: Lo que viene es un terrible choque de trenes entre ARENA y el Frente, y solo un tonto de subiría a cualquiera de los dos trenes...

¿Será posible que también los intelectuales, los analistas, los “tanques” de pensamiento, los gremios profesionales y empresariales, los movimientos sociales y las universidades caigan ante la presión y tentación de formar parte de una alianza ganadora, y abandonen su loable y tan necesaria función de trabajar para superar esta terrible reducción a dos opciones, para proponer nuevas salidas, nuevas visiones?

¿Será tan grande el retroceso en nuestra cultura política que pronto veremos nuevamente a instituciones como FUSADES y FUNDE –que en los últimos años han hecho una labor excelente de crear anticuerpos a la polarización estéril- regresar a sus antiguas militancias y lealtades, uno con ARENA, el otro con el FMLN? (Disculpen, uno con la gran alianza de salvar al país del comunismo, y el otro a la gran alianza por el cambio. O como sea que en el cercano futuro los dos bloques dominados por los dos partidos hegemónicos se vistan para seducir a los demás...)

Y luego las universidades – cada uno de regreso a su campo. La ESEN y la Matías Delgado alineándose con la derecha, UES, UCA y UTEC con la izquierda. Y las gremiales de profesionales y empresariales. Y, por supuesto, los medios de comunicación...

¿Es este el futuro del país? Habría que movilizar todas las reservas intelectuales, morales y creativas para evitarlo. Sobre todo movilizar el sentido de independencia, el anhelo de autonomía, el espíritu rebelde de disentir, el placer de nadar contra corriente, la resistencia de dejarse alinear...

Claro, ni el FDR ni el CD ni la “tertulia” de los honorables ni mucho menos instituciones como FUNDE o las universidades pueden abiertamente alinearse con el FMLN sin perder su credibilidad. Por esto hablan de una “gran alianza cívica por el cambio”, tan fuerte que al final hasta el FMLN se suma para apoyarla. Entonces, nadie se ha metido bajo las faldas del FMLN.

Pero, ¿cuáles movimientos cívicos? O peor aún, en el lenguaje nada menos del candidato Arturo Zablah, la que forja la alianza es “la sociedad civil”. ¿Cómo puede la sociedad civil, que por definición es la totalidad y la diversidad de la sociedad, ser partícipe de una alianza electoral? Entonces, Zablah más bien le cambia el nombre para no repetir los términos tan manoseados por la izquierda partidaria salvadoreña: “movimiento popular”, “movimiento social”, “el pueblo”...

¿Cuál “movimiento social”, “cuál sociedad civil” está proponiendo aquí alianzas a los partidos de la izquierda? Si la izquierda salvadoreña ha hecho todo lo posible para que no existan movimientos cívicos o sociales autónomos y auténticos. ¿Quién se va a creer este disfraz? Si esta alianza de la izquierda se hace, será dominada por el FMLN, que es la única fuerza de izquierda con presencia territorial, con un ejército de activistas. Y seguirá siendo la única fuerza con poder legislativo, sobre todo cuando todos sus competidores empeñan su autonomía.

La derecha no se complica tanto la cosa. No finge que juntos, entre todos los grupos de la derecha económica y política, hay que crear algo nuevo, sino simplemente exige que PCN, PDC y empresariado se alinean con lo que salga del acuerdo entre partido y poder fáctico. Punto.
Lo que el país realmente necesita, es una sociedad civil fuerte, una ciudadanía autónoma, plural y crítica, movimientos sociales independientes. Lo que se hace pasar de democrático y participativo -estas alianzas que trascienden los partidos- en realidad es destructivo para la sociedad civil, la democracia y la participación ciudadana.

Lo que el país realmente necesita, es una alianza totalmente distinta: un pacto entre las partes pensantes, innovadoras, responsables de la izquierda y de la derecha. Un pacto contra los polos de la polarización, no alrededor de ellos. La alianza entre todos que apuestan a más pluralismo, más opciones, menos polarización, menos mentalidad de campos. Tal vez este pacto no es viable para el 2009. Pero si todos se alinean ahora, no queda nadie para hacerla viable para el futuro.

LECCIONES DE IRLANDA

He leído recientemente a algunos columnistas elaborar sobre el caso de Irlanda y su aplicabilidad para El Salvador. En teoría me parece que tenemos mucho que aprender de los irlandeses, tienen sentido muchas de las cosas que ellos propusieron. Sobre todo hay dos cuestiones que me gustaría resaltar. La primera es tener objetivos claros y una apuesta de país. A mi me resulta muy difícil saber cual es la apuesta de El Salvador, creo que hasta tenemos crisis de identidad. Es difícil distinguir en el discurso político actual cual es la estrategia de desarrollo del país, más allá de los esfuerzos de la Comisión Nacional de Desarrollo no veo cual es el camino. Por un tiempo, en gobiernos anteriores, pareció que había una fuerte apuesta por la maquila, con este gobierno parece haber una apuesta por el turismo y por el desarrollo del agro. Ambas cuestiones me parece que pudieran ser partes complementarias pero no centrales para El Salvador. Así que creo necesario que le gobierno -o un grupo de asesores o la misma Comisión Nacional de Desarrollo- se plantee en serio cual es la apuesta país que vamos a hacer. Esta tiene que ser independientemente del gobierno de turno, por eso tiene que ser tan bien planteada.

Fueron un conjunto de decisiones que rindieron fruto, en el largo plazo, las que han llevado a Irlanda ocupar el puesto que ocupa ahora en el mundo, y las que hicieron posible que Irlanda pasara de un país masivamente emigrante, con tasas de desempleo del 17%, a tener ahora uno de los productos internos brutos per capita más altos del mundo. Irlanda apostó por la Inversión Directa Extranjera (FDI, foreign direct investment), que ha determinado su éxito, combinado con otros factores. Uno de estos factores fue una apuesta firme por la inversión en largo plazo por la educación, la seguridad y la inclusión.

Esta inversión es el punto de partida. Irlanda no podía haber hecho esta apuesta sin haber tenido el dinero suficiente para poder invertir en educación, en seguridad y acceso para que todos los ciudadanos tengan los mismos servicios y de la misma calidad. Para que nuestro país pueda tener los recursos necesarios para hacer esta inversión se necesita un claro control de la corrupción, desde la pequeña a la grande, de raíz y sin que le tiemble el pulso a nadie. Sin que exista ese férreo control de la corrupción, difícilmente avanzaremos.

También es necesaria una mejor recolección de impuesto, hay que tener un control muy grande sobre la evasión fiscal. Y aunque es un tema tabú, tenemos que aumentar los impuestos. Irlanda logró hacer esto. A inicios de los 80s, cuando comenzó este proceso de cambio, los impuestos correspondían al 54% del PIB. Luego los han logrado reducir a que solo sean el 32%. Algunos quieren presentar a Irlanda como el ejemplo que demuestra que hay que bajar la carga fiscal. Pero Irlanda comprueba que al inicio de un proceso de desarrollo se necesita más Estado, más impuestos, más inversión estatal. Como resultado, al final se puede bajar la carga fiscal. En El Salvador estamos cercanos al 15%, difícilmente lograremos hacer algo con esto.

El país necesita que el Estado tome y garantice a los ciudadanos las condiciones mínimas suficientes para poder ejercer sus labores; y en momentos trascendentales, en que tenemos que tener una visión de país y una apuesta, es necesario tomar medidas, aunque impopulares, que nos puedan hacer llegar a donde deseamos.

En el tema de medio ambiente es claro también que la apuesta irlandesa es un buen ejemplo. En Europa en general, después de la revolución industrial casi acabaron con todos sus ecosistemas y sus ríos estuvieron altamente contaminados. Pues, sin grandes inversiones en la recuperación de estos ecosistemas no pudieran contar con la calidad de vida que ahora tienen.

Irlanda, famoso por ser verde, tuvo una gran crisis ambiental alrededor de los 80 y fue gracias que el Estado tuvo una gran capacidad para apostar e invertir que se solventó la crisis en que se encontraban. La decisión que tomaron fue en paralelo con la necesidad de atraer la inversión extranjera, y esto no fue un desincentivo, como muchas personas piensan en El Salvador. El país no se vende mejor solo con condiciones de seguridad mejores, sino con una normativa ambiental adecuada y coherente. Porque las empresas no solo viven de la ganancia, sino también del prestigio (que a fin de cuentas les traerá más ganancia).

En resumen, las lecciones de Irlanda no van solo desde la óptica de un desarrollo tradicional, sino que siempre tiene que ir de la mano de un desarrollo y la creación de una institucionalidad, bien pensada, comedida y progresista de protección del medio ambiente. No vale una cosa sin la otra. Igual no se puede pensar en medidas conservacionista estrictas sin un desarrollo productivo y económico importante.

EL HOMBRE FRENTE A DIOS, UN DEBATE SIEMPRE ACTUAL

Esta columna surge después de leer los artículos de D. Luis Fernández Cuervo, columnista de El Diario de Hoy. Debo dejar claro que no soy un lector que se ha tomado sus escritos como ataques personales. Por el contrario, los he leído con mucha seriedad y atención. Es así que escribo para iniciar un debate concerniente al tema del hombre frente a Dios.

En la columna: “esa creciente inquietud por Dios”, D. Luis Fernández Cuervo habla que la violencia intrafamiliar, la delincuencia juvenil, los embarazos no deseados, los abortos, etc. son productos de una nefasta cultura laicista, relativista y atea. Remata diciendo: “Todo eso [las catástrofes], evidentemente, no viene de vivir como manda la religión cristiana sino todo lo contrario, del permisivismo moral en el que desemboca, tarde o temprano, el ateismo”. Dice que se ha hecho realidad la famosa frase escrita por Dostoievski: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido.”

En primer lugar, concuerdo que el relativismo es una postura filosófica perjudicial, que ha contribuido a hacer más difícil la profundización de las cuestiones últimas. Y, en términos planteados por el filósofo francés Jean Paul Sartre, ha permitido que el hombre actúe por una especie de mala fe, es decir, que escape el sentimiento de su total y profunda responsabilidad.

Pero, establecer que los problemas descritos son sólo producto de la permisividad moral, es un argumento bastante débil y demuestra, hablando en el lenguaje de Sartre, actuar de mala fe. Son problemas sociales que tienen múltiples causas, algunas de ellas estructurales. Estas causas pasan por coordenadas económicas, culturales, educativas, ciertamente morales, también son producto de nuestra condición humana, que es complicada, compleja, capaz de lograr esplendorosas bellezas y de igual manera tender a la bajezas más grandes de la ignominia humana.

Pero en última instancia lo que ha pasado por alto D. Luis Fernández Cuervo es que esos problemas son nuestra culpa y nuestra responsabilidad. Atribuir los problemas a la permisividad moral es caer en la insolidaridad del “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?” [Gn 4,9]. Es creer que esas catástrofes se solucionan a partir de la misericordia y el amor, olvidándose que esas calamidades se presentan como problemas de verdad, justicia y justeza.

Por último, atribuir la permisividad moral al ateísmo, no es correcto. Es caer presa del relativismo y actuar de mala fe. Es entender al ateísmo de una manera simplista, no fundamentada y a partir de frases rimbombantes. De esta manera, la misma frase de Dostoievski, va a servir como punto de partida para explicar un ateísmo coherente y que extrae todas las consecuencias de esta postura, el existencialismo.

En efecto, todo está permitido si Dios no existe, pero esta permisividad no conlleva a que cada uno pude hacer lo quiere desde su punto de vista, por tanto, es necesario revisar el tema de la libertad del hombre (es decir, lo permitido) desde un punto de vista estrictamente filosófico.

Si Dios no existe, todo está permitido, pero lo que nos indica esta permisividad en un primer momento es que no hay determinismo, es decir, no hay un plan determinado para el hombre. Significa que el hombre se encuentra arrojado al mundo, que está en él de una manera desamparada ya que no hay ni en él, ni fuera de él, una posibilidad de asirse a algo, por tanto, el hombre es libre, el hombre es libertad. De esta manera, el hombre no es otra cosa que lo que él mismo se hace o se elige (primer principio del existencialismo).

Ahora bien, si el hombre es tal como se hace a si mismo, entonces el hombre es responsable de lo que es. No sólo es responsable de sí mismo como individuo sino de todos los hombres. Porque si considero que un acto es bueno, soy yo el que elegiré decir que ese acto es bueno en lugar de malo, pero esta elección debe ser tomada como si la humanidad entera estuviera atenta a nuestros actos y se rigiera por ellos. De este modo, como dice Jean Paul Sartre, “soy responsable ante mí mismo y ante todos y creo una cierta imagen del hombre que elijo; eligiéndome, yo elijo al hombre”.

Por otra parte, si Dios no existe, no encontramos ante nosotros valores, justificaciones o excusas que legitimen nuestra conducta, pero esto no avala una permisividad moral, ya que no podemos evadir nuestra total y profunda responsabilidad, no podemos suprimir a Dios al menor coste posible. Estamos condenados a ser libres. Condenados, porque no nos hemos creado nosotros mismos. Libres, porque una vez arrojados al mundo somos responsables de todo lo que se hace.

Por tanto, la permisividad moral es producto no del ateísmo, nada más alejado de la realidad. Si hay permisividad moral en nuestra sociedad o en nuestra cultura es debido a que nosotros mismos, cada uno de nosotros sin excepción, la hemos configurado a partir de nuestros actos diarios, a partir de nuestra vida y somos responsables de ella.

Para finalizar, agotarse en demostrar la existencia o la inexistencia de Dios no acabará las calamidades del mundo, lo necesario es; que el hombre se reencuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo. Creer o no creer en Dios es su elección, usted es libre, elija.