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domingo, 19 de julio de 2009

Un extraño momento

En estos días que se recuerda la derrota de la dictadura somocista y la entrada triunfal de las columnas guerrilleras a Managua, se repite constantemente en la televisión (ahora principalmente en el canal oficialista y sus canales aliados) la imagen de la Junta de Gobierno entrando en un camión del Cuerpo de Bomberos a la Plaza de la República, que en ese instante era rebautizada como Plaza de la Revolución.

Hay una cosa curiosa en esas imágenes que al menos yo no había notado sino hasta el año pasado. De los cinco miembros de la Junta de Gobierno: Violeta Barrios, Alfonso Robelo, Sergio Ramírez, Moisés Hassan y Daniel Ortega, sólo este último viste uniforme militar.

No es de extrañarse que los tres primeros vistan de civil, eran luchadores civiles. Lo que me ha llamado la atención es la vestimenta de los otros dos personajes, que revela, digamos, de cuerpo entero, sus personalidades.

Moisés Hassan llegaba de civil. Aunque Hassan fue un hombre que combatió fuertemente en el Frente Interno (Managua) y en los últimos días de la guerra siguió combatiendo en Masaya, y ni entonces ni después anduvo de militar.

Ortega, en cambio, miembro del Frente Sandinista desde 1967 aproximadamente, cae preso en 1968, no capturado en combate, sino por un “ajusticiamiento”, como le llaman ellos. Luego pasa siete años preso, hasta 1974, cuando es liberado por la toma de la casa del ministro somocista José María Castillo Quant. Se va para Cuba y regresa brevemente a Nicaragua en el 75, clandestino, en momentos en que la represión somocista era feroz y la actividad guerrillera estaba reducida al mínimo, por la represión y por la división interna del Frente Sandinista.

Luego Ortega vuelve a salir y opera clandestino en Costa Rica. Participa de nuevo brevemente en una escaramuza en Las Segovias en 1977 que termina en fracaso y vuelve a Costa Rica. No ingresa de nuevo a Nicaragua sino una semana y días antes del 19 de julio. Llega a León, ya cuando los guerrilleros, liderados por Dora María Téllez han expulsado a la Guardia Nacional, con todo y el temible “Vulcano”, el general Gonzalo Evertz.

Hago este recuento que he investigado con destacados dirigentes de la insurrección no para cuestionar la valentía de Ortega como luchador antisomocista. Aunque él “no haya visto mucha acción militar”, como me dijo uno de los que me explicó la carrera guerrillera de Ortega, sí hay que reconocer que se requiere mucho valor para permanecer, por las razones que sea, en la lucha clandestina, sobre todo después de siete años de cárcel. Claramente expuso su vida no pocas veces.

Pero sobre lo que me interesa reflexionar es ese “extraño momento” en que Ortega, llegando a León —me lo imagino— entra a un cuarto de civil y sale vestido de militar.

La tensión de la guerra primero y la euforia del triunfo después hicieron que el detalle pasara inadvertido, pero en otras circunstancias se habría interpretado que Ortega se había disfrazado.

Lo que 30 años después hace fácil esta comparación es la actitud de Hassan, quien jamás vistió de militar durante el gobierno y se retiró en 1988, cuando la nomenclatura sandinista era todavía dueña de vida y hacienda en Nicaragua.

Yo no soy siquiatra, pero me imagino que la extraña acción de Ortega se puede interpretar como alguien que no sólo está reclamando su rango, sino que revela la visión que él tenía de lo que venía para Nicaragua.

(La Prensa, Managua)


sábado, 17 de enero de 2009

Entre “el pueblo” y “la patria”

Me gusta mi trabajo, pero hay días en que preferiría estar en otro lado. Ayer fue uno de esos días cuando por razones de trabajo me tuve que “tragar” los discursos de los diputados electos por el Partido Liberal Constitucionalista, los que siguen a Eliseo Núñez Hernández y los mal llamados “independientes”, que ocupan curules en la Asamblea Nacional gracias al voto de nicaragüenses democráticos que confiaron en ellos pero que ayer traicionaron esos votos sin el menor rubor.

Ayer veía como desesperadamente trataban de justificar su voto al lado del dictador que cometió el fraude electoral más grande de la historia de nuestro país y que “desapareció” cientos de miles de votos de gente que votó por los mismos que ayer los traicionaron.

Escuchaba los cínicos argumentos de los 21 diputados del PLC, los seis de ALN y los llamados “independientes”, todos de corbata o traje sastre que se deshacían en argumentos “en nombre de la Patria” pero que estoy seguro más temprano que tarde no podrán verse al espejo aunque este “arreglo” por el que votaron les traiga por ahora algún beneficio.

Estos supuestos demócratas, en total unieron a los 38 del Frente Sandinista para darle el control de la Asamblea al partido del compañero comandante pueblo presidente Daniel, y no sólo eso sino que prácticamente garantizan las ansiadas reformas constitucionales para la reelección de Ortega.

Estos señores y señoras deben creer que somos estúpidos, pues su argumento era que le daban la Presidencia al Frente Sandinista mientras “la oposición tenía la mayoría”. Mentira. La Directiva de siete miembros tiene ahora cuatro abiertamente oficialistas pues Carlos García y Alejandro Ruiz, los dos de ALN y el “independiente” Juan Ramón Jiménez votan con la bancada oficial o seas que con los dos sandinistas son cinco contra dos liberales que van a hacer el “cuadro” de oposición.

Pero los orteguistas no se quedan atrás en su “show”. El magistrado Rafael Solís se arrancaba furioso ayer los cuatro pelos que le quedan en la cabeza porque los liberales le habían dado el sobreseimiento definitivo a Arnoldo Alemán. Como que si no fueron los orteguistas los que se lo propusieron al dirigente liberal a cambio de los votos en la Asamblea.

Los liberales arnoldistas se veían ridículos tratando de balbucear argumentos para justificar su voto a favor del orteguismo y todas sus arbitrariedades pues el jueves en la noche su vocero, Leonel Teller, decía que quienes pensaran que el arnoldismo iba a votar junto al orteguismo “se iban a dar con la piedra en los dientes”. Supongo que Teller debe tener los dientes bien averiados pues el que se dio con la piedra claramente fue èl... aunque lo hizo conscientemente.

Mientras seguía los discursos de los pobres arnoldistas me iba dando cuenta de lo que para ellos significa “Patria”. Significa casi lo mismo que para los orteguistas significa “Pueblo”.

La ciudadanía hoy está más cerca de vivir bajo una dictadura dinástica, y eso gracias a los votos de los diputados sandinistas que votan por “el pueblo presidente” y el voto de los diputados del PLC y la ALN que votan para “salvar a la Patria”.

Para los unos “el pueblo” es Ortega y para los otros “la Patria” es Alemán. Tal vez algún día la ciudadanía toma nota.

(El autor es director de La Prensa, Nicaragua)