sábado, 1 de junio de 2019

Carta a los jueces: Busquen soluciones salomónicas

Hoy todos se concentran en el traspaso del poder. Yo me concentro en una noticia que para mí es mucho más importante: Terminó el “caso tregua”. Hay sentencia. Nadie va a la cárcel.

¿Por qué para mi es más importante? Algunos de los acusados son mi amigos, como Raúl Mijango, el mediador, y los dos valientes oficiales que sirvieron como enlaces de inteligencia de la PNC con el equipo de mediadores. A otros, como los directores de diferentes cárceles y sus jefes en la Dirección General de Centro Penales, los conocí como funcionarios correctos, comprometidos con su misión de promover la convivencia pacífica en los penales bajo su responsabilidad. Trabajando de cerca con los mediadores, ellos lograron que durante los 15 meses de la tregua las asesinatos, los suicidios, los motines, las fugas en el sistema carcelario se redujeran a cero. En vez de llevarlos a juicio, deberían condecorarlos…

Fueron detenidos durante 2 meses y sometidos a un juicio que duró 3 años. Pero al fin, ninguno de los 19 acusados irá a la cárcel – debido a la sabiduría del juez Cruz Vázquez.
El juez especializado estaba en una situación bien complicada. Su colega Godofredo Salazar, uno de los jueces más respetados del Centro Judicial Isidro Menéndez, ya había rechazado todas las acusaciones y teorías de la fiscalía y absuelto a todos los acusados. Pero la fiscalía apeló este fallo y la Cámara Especializada ordenó al juez suplente Cruz Vázquez repetir la vista pública. Por una parte el juez sabía que la sentencia de su colega Salazar fue correcta, pero por otra parte estaba bajo gran presión de la opinión pública, de la fiscalía y de la cámara superior. Lo que adaptó el juez Cruz Vázquez ayer fue realmente una solución salomónica: Desechó por ausencia de pruebas las acusaciones más aventureras de la fiscalía: ‘asociación ilícita’ e ‘introducción de objetos ilícitos a penales’. Con esto quedaron absueltos Raúl Mijango y los oficiales de la PNC.

También desechó el delito de ‘falsedad ideológica’, que la fiscalía había imputado a los  profesionales del Consejo Criminológico que habían dado su visto bueno al traslado de unos 50 pandilleros de la cárcel de máxima seguridad a otras regulares.  

Quedaron pendientes dos delitos: ‘decisiones arbitrarias’ y ‘omisión de deberes’. A Nelson Rauda, director general de centros penales, y a su inspector general, la fiscalía los acusaba de haber autorizado procedimientos que violaban los manuales y reglas vigentes en los penales. Por ejemplo, habían autorizado reuniones en los penales, en el marco del trabajo de los mediadores – y algunas reuniones implicaron traslados de reos. Si estos y otros procedimientos extraordinarios fueron adecuados, justificados, incluso necesarios o si fueron arbitrarios e ilegales es asunto de interpretación – y el juez aprovecho esta brecha para salir de su dilema: pronunció condenas contra los dos máximos funcionarios de centros penales, pero con la condena mínima de 3 años. Lo mismo hizo en el caso de los 5 directores de distintos penales, quienes obedecieron estos ordenes superiores, según el juez cayendo en ‘omisión de deberes’. Los condenó a 2 años de cárcel. Pero al final decidió sustituir, en todos los casos, los años de cárcel con ‘trabajo de utilidad pública’.


Así que se hizo justicia: Nadie va a la cárcel, pero sí hubo condenas. En los casos de las acusaciones insostenibles, el juez absolvió. En los casos discutibles, optó por condenar, pero haciendo derecho de su opción de sustituir la pena de cárcel.

A veces la justicia, para funcionar, necesita buscar de soluciones salomónicas…


El buen juez no cerró la vista pública sin hacer fuertes señalamientos a la fiscalía. La acusó de incapacidad y parcialidad… y de omisión de deberes, porque no investigó bien.


Felicito al juez quien sacó a la justicia del gran dilema, en el cual casi la hundió la fiscalía de los señores Luis Martínez y Douglas Meléndez. Por suerte ya no están.


Saludos,




jueves, 30 de mayo de 2019

Carta con preguntas abiertas que debemos hacer al futuro presidente

El 1 de junio, el presidente tendrá su fiesta. Ganó las elecciones, y tiene derecho a celebrar su ascenso al poder – y a poner a los suyos a festejar.

Pero para el resto del país, el 1 de junio también será el día de la verdad. El presidente electo ha tenido 4 meses para armar el diseño de su gobierno y buscar a los funcionarios idóneos para hacerlo realidad. Hasta la fecha poco ha revelado sobre qué cambios piensa a hacer a la estructura del gobierno, y sobre las personas que lo van a conducir.

Sólo ha revelado la creación de 2 nuevos ministerios, Vivienda y Desarrollo Local, a partir de la transformación de dos instituciones autónomas, FONAVIPO y el FISDL. Ha nombrado a las dos respectivas ministras, aparte de las de Educación, Salud, y Cultura. Además ha nombrado una embajadora, ante naciones unidas – de un total de casi 50 embajadas que necesitan nombramientos nuevos o confirmaciones de titulares.

La verdad es que faltando dos días muy poco sabemos sobre el gobierno que asumirá su trabajo el 1 de junio. Hay incógnitas en cuanto a las personas: De los ministerios claves, sólo conoceos las titulares de Salud y Educación.

Entonces, la primera incógnita es: ¿Quiénes y escogidos con qué criterios y prioridades van a asumir el resto de los ministerios?

Está en absoluto secreto quiénes van a componer el gabinete de seguridad y dirigir la Policía, la Fuerza Armada y las estructuras de Inteligencia. Pero detrás de las incógnitas sobre personas hay incógnitas absolutas sobre asuntos tal vez aun más importantes:

SEGURIDAD:

¿Vamos a seguir con esquema donde los jefes policiales controlan toda la política de seguridad pública – o vamos hacia la recuperación del control civil sobre la policía, así como lo establece el espíritu de la Constitución y de los Acuerdos de Paz? Ahora la dirección de la PNC, el Ministerio de Seguridad, el Viceministerio de Prevención (!), Migración y Centros Penales – todos están bajo mando directo de oficiales policiales. Bukele tendrá que tomar varias decisiones de gran importancia: ¿Romper o no con el control de un grupo de oficiales sobre las políticas e instituciones de Seguridad – o establecer control civil y político?

En este mismo contexto: ¿Van a restablecer el Ministerio de Justicia o dejar este área supeditado a las lógicas de Seguridad?

CASA PRESIDENCIAL:

¿Qué va a hacer el presidente Bukele en su propia casa? Desde Funes queda instalado en Casa Presidencial un aparato de sobre-gobierno, que quita competencias a los ministerios y al Consejo de Ministros. Por ejemplo: La Secretaría de Inclusión de la Presidencia fue creada para darle un feudo propio a la esposa de Funes. Desde este cargo, ella intervenía en todo el gobierno, creando no solo molestias sino serios desórdenes administrativos y canales de corrupción. Vamos a ver si el nuevo presidente decidirá desmontar las estructuras de poder paralelo en CAPRES – o si prefiere hacer uso de ellos, para su propios fines. Esto incluye la Secretaría que durante 10 años ha conducido Marcos Rodríguez, la de transparencia y Participación Ciudadana, que a todas luces es un aparato de propaganda, desinformación y chantaje a funcionarios.

SECTOR ENERGÉTICO: 

Más allá de los funcionarios que el presidente ponga al cargo de la CEL y las instituciones que controla (GEO, INE, ETESAL), las verdaderas interrogantes son: ¿Van a continuar la política energética desastrosa de las administraciones Saca, Funes y Sánchez Cerón, que han tenido el ‘Grupo CEL’ como instrumento de financiación corrupta y no como medio para dotar al país de energía económica y sostenible?

¿Van a frenar el intento de David López, el actual presidente de CEL, de revertir la exitosa descentralización del sector energético y concentrarlo nuevamente en la todopoderosa CEL?

¿Van a cambiar radicalmente la política de inversiones en proyectos inútiles como El Chaparral y la ampliación de la 5 de Noviembre y volver a invertir en la Geotérmica y otras energías renovables?

¿Van a romper con el mecanismo obsceno de esconder las ganancias de LaGeo en una sociedad anónima, creada para evadir la rendición de cuentas?


El día que asume su cargo de presidente, tiene que presentar su gabinete completo. E inmediatamente la ciudadanía y los medios debemos buscar respuestas a todas estas incógnitas. Este gobierno arranca con transparencia o arranca mal.

Saludos,




martes, 28 de mayo de 2019

Expectativas y auto engaño

Cuando terminó el quinquenio de Tony Saca, muchos genuinamente creyeron que el nuevo gobierno del FMLN con Mauricio Funes iba a ser sustancialmente mejor. Tenían una gran expectativa de ‘cambio para mejorar’. Y aun los escépticos que no compartimos este optimismo, pensamos que haga lo que haga Funes, difícilmente podía ser peor que cínico el régimen de corrupción de Saca. Impresionante cómo nos equivocamos todos, los optimistas como los escépticos. Lo que ya estaba mal, se hizo peor…

Cinco años más adelante, cuando estaba al punto de asumir el segundo gobierno del Frente, pero ya sin el ‘accidente histórico’ Funes, las expectativas eran parecidas, aunque mucho menores. Muchos esperaban que un gobierno de izquierda sin la contaminación de Funes podía corregir los errores del primer gobierno del Frente. Y los escépticos, aunque no confiamos en la capacidad de la izquierda salvadoreña de corregir sus errores, volvimos a decir: Después de Funes, solo nos puede ir mejor. No tomamos en cuenta la profundidad de la incompetencia y de las trabas ideológicas de un gobierno conducido por la cúpula del FMLN.
Otra vez nos equivocamos todos, tanto los optimistas de izquierda como los escépticos. El nuevo gobierno del Frente no resolvió el problema de la corrupción  y empeoró el problema de seguridad – y en cuanto a incapacidad y falta de liderazgo cayó aun más bajo que el gobierno de Funes.

Hoy veo a un montón de gente cayendo por tercera vez en la misma trampa, pensando que el gobierno de Bukele, aunque sea deficiente, solo puede ser mejor que el saliente. Todos nos fijamos en los fracasos del gobierno saliente y en su torpe intento de esconderlos, maquillando las cifras económicas, sociales y de seguridad de su gestión.

Los periódicos están llenos de balances de los 10 años del Frente, y por supuesto son negativos. El Faro aporta, a una semana de asumir Bukele, un relato extenso y detallado de todos los lujos que Funes se dio con nuestro dinero – y lo presenta en Twitter con la frase: “Feliz lunes. ¿Quieren indignarse?” Claro, nos encanta indignarmos, aunque nos puede nublar la vista para lo que viene. Mirar para atrás siempre es menos riesgoso que mirar para adelante. ¿Por qué habrá tanta gente que en este momento, que está en juego el futuro, quieren que la nación entera y sus instituciones se enfoquen en los errores de los años 80?

Incluso quienes han sido críticos del estilo populista, confrontativo y incoherente del presidente electo, y quienes han observado con preocupación con quiénes Bukele se estaba rodeando en su campaña (operadores políticos y mediáticos del entorno del ex presidente Saca, compañeros de viaje de Funes, caciques de GANA y ‘bisneros’ de José Luis “Ramiro” Merino) ahora de repente dicen: No puede ser peor que lo que tuvimos en los dos gobiernos del Frente. Es más, hay que reconocer que es Bukele quien al fin derrotó al FMLN y está reparando que se hizo a las relaciones con Washington…

Tres veces equivocarse con la misma expectativa que “las cosas no pueden salir peores de lo que ya tenemos”, a pesar de que cada vez había indicios de lo contrario, es un caso preocupante de auto engaño sistemático.

No estoy hablando del intento de adaptarse a la realidad del nuevo gobierno, lo que para muchos sectores es una necesidad. Adaptarse, buscar convivencia e incluso construir coincidencias son actitudes realistas y no hay que confundirlos con oportunismo y sumisión. Pero todo esto, que puede ser necesario para sobrevivir, nos funcionará mejor teniendo conciencia de los peligros que significan la característica del próximo presidente y de su círculo interno que va a tomar las decisiones, aunque no necesariamente de manera formal, transparente y sujeto a rendición de cuentas.

Más vale tener claro lo que viene y estarse preparando para defender la libertad de expresión, la transparencia, la independencia y profesionalidad de las instituciones, el funcionamiento de los controles y balances del poder.

La sociedad y sus manifestaciones organizativas, mediáticas, gremiales y académicas tienen el deber de enfocarse en esta fase de transición en el estado critico en que el FMLN está entregando el gobierno, los servicios públicas y las instituciones y de todas sus instituciones. Pero mucho cuidado: la coincidencia que la ciudadanía crítica puede encontrar con la crítica que el gobierno entrante manifiesta justificadamente al ejecutivo saliente, es coyuntural y no debe desviar nuestra atención de la manera cómo arranca la administración nueva. Necesitamos tener, desde el primer día, un escrutinio, no solo del desastre del gobierno saliente, sino de los primeros pasos del gobierno entrante: la composición de su gabinete de gobierno; la selección de los cientos de cuadros de confianza. Las estructuras creadas por los gobiernos anteriores en Casa Presidencial, en el gobierno y en las autónomas para facilitar y encubrir corrupción, ¿las van a usar así como las encuentran o las van a limpiar o erradicar? Por ejemplo las Secretarías de Transparencia, de Gobernabilidad o de Comunicación en Casa Presidencial; o el FOVIAL que ya no cumple la misión para la cual fue creado; o el INE, que sirve para esconder del escrutinio institucional y público las ganancias de la geotérmica… para solo mencionar algunos ejemplos.

Todo esto hay que monitorearlo críticamente desde el primer día, y para hacerlo no hay que nublarse la cabeza con expectativas ingenuas tipo “peor que el Frente no lo pueden hacer” o “como ya no van a estar los comunistas, todo será mejor”.
(Posdata: Para publicar este artículo, este martes no sale Carta de Paolo.)