"El cartel, en el cual concilian sus intereses el poder político y las mafias de la corrupción, está dispuesto a romper con la fachada institucional, en el momento que sienta amenazado su poder y su impunidad... pero esto no es razón para resignarse. Todo lo contrario."
Esta carta va dirigida a todos que aceptaron el reto de impulsar en El Salvador una oposición coherente y fuerte contra el establecimiento de una dictadura. Hay que observar bien lo que está pasando en Guatemala, y hay que sacar las conclusiones correctas. Hay lecciones que aprender.
Primera lección: El cartel, en el cual concilian sus intereses el poder político y las mafias de la corrupción, está dispuesto a romper con la fachada institucional, en el momento que sienta amenazado su poder y su impunidad.
El hecho que llegara a la segunda ronda de las elecciones presidenciales una fuerza opositora nacida del hartazgo de la ciudadanía con la corrupción, asusta tanto a este cartel que inmediatamente comienza a jugar chuco, haciendo uso de una fiscalía, que actúa a sus órdenes. En Guatemala lo hemos visto con inhabilitaciones de varios candidatos antes de las elecciones. Pero dejaron participar a Semilla, pensando que era demasiado minoritario para convertirse en un peligro para su poder. Se equivocaron. Semilla terminó en segundo lugar y va a la ronda definitiva. Para corregir su error intentaron invalidar los resultados, pero encontraron resistencia no solo en los movimientos ciudadanos sino también en la Corte Constitucional, que ordenó al Tribunal Electoral a oficializar los resultados.
Entonces, movilizaron a sus perros de ataque en la fiscalía para quitarle la personería a Semilla y así descalificar a sus candidatos. Convencieron a un juez de emitir una resolución disolviendo al partido opositor, aunque la única autoridad competente para hacerlo sería el Tribunal Electoral. Llegaron al extremo de tomarse con unidades armadas la sede de este tribunal.
Entonces, la primera lección es: Sepan que cuando logren convertirse en una opción electoral seria, el régimen va a responder con medidas de fuerza fuera de la legalidad. Prepárense, no se dejen sorprender. No hay ninguna razón de pensar que esto no pasaría igual o peor en El Salvador.
Segunda lección: Esto no es razón para resignarse. Todo lo contrario. Guatemala también nos demuestra que, al estar prevenida y preparada, la oposición puede defender el voto popular y vencer las maniobras jurídicas y ataques del régimen. En Guatemala ha sido la combinación de tres factores, que ha permitido defender el voto de la primera ronda y luego el derecho a participar en la segunda: Una actitud clara, coherente y valiente de los candidatos de Semilla; apoyo masivo de la sociedad civil, que se ha movilizado en las calles para defender a Semilla; fuerte presión internacional sobre el gobierno guatemalteco para que respete el voto.
El fantasma que todavía asusta al régimen guatemalteco: El para nacional contra la corrupción del 2015
Hay razones para pensar que en El Salvador la defensa de la legalidad y de las de reglas del juego electoral será más difícil que en Guatemala. Aquí será difícil que la presión ciudadana e internacional logre obligar a la Corte Suprema y su Sala de lo Constitucional a rechazar las maniobras del gobierno. Estas instancias han colaborado activamente con el gobierno para cambiar de antemano las reglas del juego a favor de la pretensión del presidente de reelegirse. Pero esto no está tan claro en el caso del Tribunal Electoral, que sigue dividido. Con un magistrado más, que se recuerde de sus obligaciones constitucionales, el Tribunal puede rechazar incluso la inscripción de la candidatura ilegal de Bukele.
Lo bueno es que con lo que podemos observar de cerca en el país vecino, estamos prevenidos y hay tiempo para preparar las condiciones para que la candidatura opositora tenga la fortaleza, la coherencia y los apoyos nacionales e internacionales para poder defenderse de cualquier intento del régimen de bloquearla.
No conocemos el desenlace que tendrá la batalla por elecciones libres y justas en Guatemala. No sabemos si al final va poder decidir libremente el pueblo en las urnas, o si la decisión la tomarán los que tienen las armas. Sea como sea, podemos aprender mucho del conflicto en Guatemala y de la valentía de su movimiento ciudadano. Saquen ustedes las lecciones correctas.
"Partido que no trabaje de buena fe en un acuerdo unitario de cómo enfrentar la reelección de Bukele, será en el 2024 castigado y condenado a la insignificancia. Pero ojo: No se trata solamente de la sobrevivencia de sus partidos. Lo que está en juego es la sobrevivencia de la democracia en El Salvador."
No sé si ustedes saben lo que están haciendo. Yo definitivamente no lo entiendo. Todos ustedes han dicho con orgullo que van a presentar candidatos a alcaldes y concejos municipales en todo el país – como si esto fuera la prueba que un partido todavía está vivo. Pero en las elecciones no se trata de levantar en cada uno de los 44 municipios una banderita para decir: “Aquí estoy, todavía no nos hemos muerto.” Se trata de ganar alcaldías, y como ninguno de ustedes lo puede lograr solo, hacer las alianzas que sean necesarias.
¿O acaso creen que esto es imposible y que solo hay que participar para conseguir, con suerte, algún concejal?
Los gobiernos municipales son el punto más débil del bukelismo, por eso han hecho esta reforma y reducido los municipios de 262 a 44. Muchas alcaldías administradas por Nuevas Ideas han fracasado y perdido el apoyo popular. ¿Quién dice que no se pueden derrotar?
Tengo entendido que hubo pláticas entre todos los partidos opositores para apoyar a un solo candidato a alcalde capitalino, o esa el nuevo municipio que incluye San Salvador, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Cuscatancingo y Ciudad Delgado. Ahora veo que para este cargo corre el concejal Héctor Silva, de Nuestro Tiempo; el exalcalde de Mejicanos, Simón Paz, para el FMLN; y el actual alcalde Alejandro Nóchez de Ayutuxtepeque, de ARENA. Considero que los tres son buenos candidatos – pero ninguno de ellos puede ganar solo. Entonces, ¿qué están buscando? ¿Corren por un concejal, cuando juntos podrían correr por alcalde capitalino?
Cualquiera de los tres candidatos sería un fuerte contrincante contra Mario Durán de Nuevas Ideas, con tal que tenga el respaldo de toda la oposición. ¿Por qué no buscaron un método democrático para escoger a uno de los tres, sea por una primaria o por una encuesta? ¿Por qué se conforman con tan poco?
Por lo que veo, es así en todo los municipios. No conozco de un solo caso, en el cual ustedes, los partidos opositores, se hayan puesto de acuerdo sobre un candidato único a alcalde. Lo más probable es, que todos estos municipios van a caer en manos de Nuevas Ideas y convertirse en dependencias del gobierno central.
Si no corrigen esto a tiempo, antes de que se inscriban los candidatos, ustedes estarán suscribiendo su acta de rendición.
Para las elecciones presidenciales parece haber un panorama similar. Se perfila que al terminar las elecciones internas de cada uno de los partidos habrá 3 candidatos opositores: Luis Parada, propuesto por Nuestro Tiempo; Joel Sánchez, por ARENA y Manuel Flores por el FMLN. Pero esto no es necesariamente lo que se va a inscribir en Octubre en el Tribunal Electoral y aparecer en las papeletas. En el caso de la candidatura presidencial existe todo un proceso en la Sociedad Civil encaminado a llegar a una candidatura unitaria. Aunque esté muy complicado e incierto, este diálogo entre diferentes grupos ciudadanos y los partidos sigue vivo, a pesar de la propuesta de tres fórmulas diferentes.
Quiero seguir pensando que al final todos se van a agrupar detrás de la fórmula que más posibilidades tenga de dar la batalla contra la reelección de Bukele. No sé cual será el método para llegar a este consenso, pero tienen un par de meses para encontrarlo. Que esta batalla por la presidencia será más fácil si hubiera candidatos opositores competitivos por las alcaldías en los municipios más importantes, es obvio. Tal vez, con suficiente presión de la ciudadanía, logren un acuerdo por lo menos para la alcaldía más emblemática, la de la capital.
Partido que no trabaje de buena fe en un acuerdo unitario de cómo enfrentar la reelección de Bukele, será en el 2024 castigado y condenado a la insignificancia. Pero ojo: No se trata solamente de la sobrevivencia de sus partidos. Lo que está en juego es la sobrevivencia de la democracia en El Salvador.
"Cada ataque personal, que recibe Xóchitl Gálvez desde Palacio Nacional, la hace más popular y provoca que de repente el bloque opositor, antes sólo representado por partidos desgastados y sin capacidad de entusiasmar ni a sus militancias, tenga una candidata que genera una tendencia fresca y movilizadora en todo el país y en los más diversos sectores."
En México el tema de las elecciones presidenciales se trata bajo otro concepto: “la sucesión”. Este concepto corresponde a la larga tradición del PRI (el Partido Revolucionario Institucional), que gobernó el país por 70 años. “La sucesión” es uno de los lastres institucionalizados que el partido MORENA (el Movimiento de Regeneración Nacional) ha heredado del PRI. No es extraño, ya que casi todos los fundadores, dirigentes y gobernadores de Morena provienen del PRI, incluyendo su líder, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien todos llaman AMLO.
Cuando en México los políticos, los medios, los analistas, los conspiradores y los aficionados a los rumores hablan de “la sucesión”, nadie se refiere a la alternancia política, que se define en las elecciones generales. Todos se refieren a lo que en la concepción institucional del PRI -y ahora de Morena- es el proceso que realmente define el poder: el proceso interno, en el cual el presidente saliente designa a su sucesor.
Así que en el México del 2023, todos discutieron sobre “la sucesión” y muy poco sobre la medición de fuerzas -y conceptos- entre el bloque de partidos de gobierno, dirigido por Morena, y el bloque opositor, conformado por el PRI, el Partido Acción Nacional PAN, de centroderecha, y el PRD, de discurso de izquierda. Parecía que hasta los opositores asumieron que el próximo presidente se iba a definir en lo que llaman “proceso interno” de Morena, del cual muchos sospechan que, según el legado del PRI, en última instancia será decidido por el presidente saliente. Las elecciones generales del 2024 serían, para quien sea el candidato que al fin designan, sólo es un trámite.
Esto era así hasta que un fantasma inesperado comenzó a recorrer las redes sociales y luego la sociedad mexicana entera. El fantasma es una mujer llamada Xóchitl Gálvez, siempre vestida con huipiles, las ropas coloridas de su descendencia indígena. Ella publicó un video diciendo: “La primera presidenta de México no será Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México y favorita de AMLO, sino yo, Xóchitl, una mujer del pueblo...” Desde esta irrupción inesperada, sus mensajes irreverentes, que incluyen fuertes criticas a AMLO y Morena, pero expresadas sin exaltación y con humor, provó un boom, que catapultó a esta mujer a la cabeza de los diferentes aspirantes a la candidatura presidencial opositora. Nace lo que sus simpatizantes llaman el “xochitlismo” y los comentaristas “el fenómeno”.
Resulta que esta mujer, que con tanto orgullo exhibe su origen indígena y pobre, no es nada parecido a una candidata indigenista e identitaria que se propone representar a los pueblos originarios de México. No es una Rigoberta Menchú, que quería ser la presidente indigenista de Guatemala. Xóchitl Gálvez, que de hecho viene de la pobreza de una comunidad indígena del estado de Hidalgo, es una mujer que logró convertirse, a pura fuerza de trabajo y estudios, en ingeniera, en una exitosa empresaria, en la jefa de uno de los distritos de la Ciudad de México y en senadora. Llegó al senado como independiente en la papeleta del PAN, pero nunca se adaptó al conservadurismo social ni a los conceptos de política económica de este partido de derecha. Sentada en la bancada del PAN del senado, ella es una mujer que muchos clasifican de izquierda – incluso mucho más que AMLO y Morena, que reclaman que representan la izquierda mexicana. Xóchitl Gálvez no reclama nada de esto, pero sus posiciones y propuestas concretas son: rechazo enfático a la militarización que ha promovido AMLO, dando a los militares el control de la seguridad pública y de todos sus megaproyectos económicos y de infraestructura. En el campo social, propone mantener y defender los programas sociales de AMLO, que según ella son justos y necesarios, pero insuficientes y que propone llevarlos a niveles mayores, que realmente garanticen el bienestar de los sectores populares. No es un programa indigenista, sino una propuesta de reforma social profunda, que obviamente también beneficiará a los pueblos originarios.
Observando como los mensajes desenfadados de la candidata Xóchitl la catapultan al centro de la discusión política nacional, antes casi monopolizada por el juego de “la sucesión” dentro de Morena, el presidente AMLO, conocido como político astuto y extremadamente hábil, comete un error de juicio que lo lleva a cometer un grave error estratégico: Enfila contra Xochitl todas sus armas, que son muchas debido al inmenso poder que tienen los presidentes mexicanos. En sus “mañaneras”, las larguísimas conferencias de prensa, que celebra diariamente en el Palacio Nacional, comienza a atacar de manera frontal y muy personal a la precandidata opositora Xóchitl Gálvez. Pero ella ya es un “fantasma”, que recorre las redes, el país, los medios; que despierta a la sociedad civil; que desplaza de la atención pública a “las corchalatas” (como AMLO ha denominado a los precandidatos que quieren ser sus sucesores) - y que visiblemente asusta al presidente.
Un fantasma, un fenómeno de este tipo ya no se puede parar con insultos ni con amenazas. Por lo contrario, cada ataque personal, que recibe Xóchitl Gálvez desde Palacio Nacional, la hace más popular y provoca que de repente el bloque opositor, antes sólo representado por partidos desgastados y sin capacidad de entusiasmar ni a sus militancias, tenga una candidata que genera una tendencia fresca y movilizadora en todo el país y en los más diversos sectores.
Las “corcholatas” de Morena tienen un corsé impuesto por AMLO, que limita seriamente su libertad de generar discursos auténticos, porque todos ellos saben que no tienen ninguna posibilidad de hacerse de la candidatura presidencial oficialista si se apartan del discurso de AMLO, incluso de sus errores y excesos. Mientras tanto, la senadora Xóchilt tiene toda la libertad y todo el espacio para usar un lenguaje disruptivo, que rompe con las convenciones del desgastado discurso político mexicano – y con el aburrimiento que causa en el pueblo.
Los partidos que conforman el “Frente Amplio por México”, aunque quisieran limitar a su nueva estrella sus espacios y controlar sus discursos, no tienen ni la fuerza y ni la legitimidad de ni siquiera intentarlo. Aunque no les guste una candidata feminista, indígena, tan autónoma y de izquierda, se van a reunir detrás de ella, porque solo con ella se vislumbra la posibilidad de que pueden competir en serio por la presidencia – y en el camino recuperar legitimidad, terreno perdido y diputaciones federales.
Durante el régimen casi eterno del PRI, caracterizado como “la dictadura perfecta”, los mexicanos iban a las elecciones, pero ya sabían de antemano los resultados. Luego de un interludio relativamente corto de alternancia política, esto pareció repetirse ahora, dado a la predominancia de AMLO que garantizó a Morena el poder en 22 de los 32 estados que componen la República Federal de México. Aunque Morena sigue siendo el partido más fuerte y la popularidad de AMLO sigue siendo mayoritaria, el fenómeno del “xochitlismo” está cambiando todo. La fuerza de la personalidad de Xóchilt Gálvez tiende a convertir la elección presidencial, tal vez por primera vez en décadas, en una competencia entre figuras, entre dos líderes, que tendrán estilos personales muy diferentes. Si esta mujer logra que los mexicanos decidan entre ella (si es que finalmente termine siendo la candidata oficial de la oposición, que es lo más probable) y la “corcholata” que designe AMLO, en vez de elegir entre partidos o ideologías, la competencia puede ser más abierta de lo que alguien se podía imaginar hasta hace muy poco..
Hay analistas que incluso ven en problemas la candidatura anunciada de Claudia Sheinbaum. Ella indudablemente es la favorita de AMLO, pero incluso a él, si se imagina en serio una competencia entre Claudia y Xóchitl, tienen que surgirle dudas. Es obvio que la gobernante de la Ciudad de México no tiene ni de cerca el mismo carisma, el mismo espíritu desenfadado e irreverente que la senadora Xóchitl Gálvez.
Si se trata de elegir la primera mujer para dirigir México, ¿podría Claudia Sheinbaum ganar contra el “fenómeno Xóchitl”, que ha logrado despertar interés, activismo y hasta entusiasmo político en amplios sectores anteriormente apáticos? ¿Si no, puede AMLO cambiar de caballo a esta altura?
Lo realmente interesante del “fenómeno Xóchilt” es que esta mujer sabe dirigirse a los políticamente apáticos, a los frustrados, a los hartos de la politiquería, pero sin empujarlos hacía la antipolítica, como lo hacen conscientemente populistas como Nayib Bukele para deslegitimar a los partidos y las instituciones. Por lo contrario, ella trata de devolver sentido y valor a la política, incluyendo a los partidos. Habrá mucho que estudiar en el transcurso de esta coyuntura electoral mexicana, que ya no es el tradicional jueguito de “la sucesión”.
Lista de las 4 corchalatas de Morena:
Claudia Sheinbaum, jefe del gobierno de la Ciudad de México
Marcelo Ebrard, canciller
Adán Augusto López, secretario de Gobernación
Ricardo Monreal, líder de Morena el en Senado
Ojo: Todos renunciaron en junio 2023 a sus cargos por mandato del partido
Santiago Creel Miranda, presidente de la Cámara de Diputados por el PAN
Xóchitl Gálvez Ruíz, senadora independiente, miembro de la bancada del PAN
Santiago Creel y Xóchitl Gálvez
El Bloque gobernante:
Morena, Movimiento de Regeneración Nacional, escisión del PRI, populista. Dirigido por AMLO, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador
PT, Partido del Trabajo, de izquierda
PVEM, Partido Verde de México, ecologista
PES, Partido de Encuentro Social, fundamentalismo evangélico, partido vinculada a la iglesia evangelista Luz del Mundo, cuyo líder es Naason Joaquín García, condenado a 16 años de prisión por abusos sexuales de menores.
El Bloque opositor:
PAN, Partido de Acción Nacional, de derecha. Gobernó con los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, entre 2000 y 2012.
PRI, Partido Revolucionario Institucional, de centro. Gobernó México entre 1930 y 2000 y entre 2012 y 2018.
PRD, Partido de la Revolución Democrática, escisión del “ala democrático” del PRI, de izquierda. Del PRD se desprendió luego Morena.
El MC, Movimiento Ciudadano, de tendencia progresista y centroizquierda. Gobierna en dos estados claves, Nuevo León y Jalisco. Es opositor, pero ni forma parte del Frente Amplio. Aun no ha decidido si competirá por separado o apoyará a la candidatura del Frente Amplio. Lo segundo sería más probable si la candidata es Xóchitl Gálvez.