sábado, 30 de noviembre de 2013

Carta al expresidente Francisco Flores

Estimado Paco:
El presidente de la República te está acusando de haberte robado 10 millones de dólares provenientes de una donación del gobierno de Taiwán.

Es obvio que Funes (quien ha asumido la parte sucia de la campaña del FMLN, para que su candidato Sánchez Cerén puede seguir perfilándose como abuelito buena gente) lanza esta acusación en el contexto de la fase decisiva de la carrera electoral. Este me hace dudar de la validez de la acusación.

Funes dijo que los documentos del Departamento de Tesoro de Estados Unidos sobre el recorrido de estos 10 millones por diferentes bancos (documentos que él mostró en público y luego filtró a varios medios digitales para su publicación) le fueron entregados por la Fiscalía General salvadoreña. Pero el fiscal general dijo enfáticamente que esto no es cierto. Otra razón para dudar.

El hecho que Funes lanza esta nueva acusación en el momento en que se le comienza a caer al suelo el caso CEL, tampoco le da mucha credibilidad. La jueza puso en duda todo este edificio de acusaciones, que todo el mundo sabe que, más allá de la fiscalía, provienen de Casa Presidencial. Otra razón para dudar de la nueva acusación...

Pero la razón más fuerte de desconfiar de la credibilidad de Funes en su rol de investigador, acusador y juez de la corrupción es el hecho que lanza esta nueva acusación en el momento en que él se encuentra irremediablemente enredado en sus mentiras sobre los 3 millones de dólares que recibió de Nicolás Salume: Antes dijo que era un préstamo que él personalmente iba a repagar al empresario; luego declaró que fue una donación de Salume a él como candidato; al fin dijo que no los recibió él sino el FMLN, como préstamo, pero que luego fue condonado. Con el agravante que, una vez investido de presidente, nombro al hijo del donante presidente de la CEL, y luego al donante mismo primer designado a la presidencia. Hay quienes sostienen que el hijo sacó de la CEL y negocios relacionados mucho más que los 3 millones que su papá prestó-donó-condonó a Funes.

Claro que un presidente, enredado en sus propias explicaciones, mejor pone a la nación a hablar de otros cheques, que involucran a otro presidente, de otro partido.

Vaya, pero a pesar de todas estas dudas que provoca la actuación de Funes, vos no puedes hacerte el maje y confiar que nadie le va a creer. Por muy dañada que esté la credibilidad de Funes, así será la tuya también, si no salís pronto al encuentro de la acusación y aclarás el destino de los 10 millones de dólares de Taiwán.

Billy Sol Bang, con sus 86 años, dio el ejemplo que ahora todos esperamos que sigás: Poner la cara, explicar lo que pasó. Billy lo pudo hacer porque es inocente.

Aquí hay dos posibilidades, Paco: O el destino que diste a los 10 millones fue legal - entonces lo único que hay que hacer es explicarlo bien. O no fue tan legal - y en este caso el responsable tiene que hacerse cargo y enfrentar la justicia, antes de que este problema se lleve de encuentro a tu candidato, tu partido y tu país.

Si vos no das pronto una explicación pública y clara (o probando tu inocencia, o asumiendo la responsabilidad), este caso puede acabar de hundir la candidatura de Norman Quijano y el futuro de tu partido.

Esperando tus palabras, Paolo Lüers
(Más!/EDH)

jueves, 28 de noviembre de 2013

Carta al Fiscal General de la República

Estimado Luis Martínez:
Todo el mundo está tratando de entender cómo un fiscal general puede presentar, en un caso tan prominente como el de CEL, una acusación tan débil. Al principio tampoco lo entendí. Disculpe que lo diga así, licenciado, pero pensé: Este señor es demasiado astuto y ambicioso como para correr el riesgo de perder un caso contra personajes tan importantes, sólo para quedar bien con el presidente de la República y dos candidatos presidenciales, quienes a como dé lugar quieren que se enjuicie toda la política de privatizaciones de ARENA.
Ahora me doy cuenta que esto es precisamente su intención, señor fiscal general: perder el caso. Usted armó una comisión investigativa especial, compuesta de la manera que igual que la comisión especial de la Asamblea podía llegar a una sola conclusión: Tienen razón Saca y Funes de negarse a cumplir el contrato con ENELy el fallo del arbitraje internacional. Hay que acusar a los responsables que atentaron contra el interés nacional...

Usted recibió el informe de su comisión, y sin mayor examen, le dio trámite: Presentó acusación contra 21 ex-funcionarios, muchos de ellos ligados el ex-presidente Flores. Pero usted no firmó órdenes de captura contra don Billy Sol, el presidente de la CEL de Flores; o contra Miguel Lacayo, su ministro de Economía; o contra Tono Rodríguez, su cuñado y gerente general de la empresa geotérmica. Usted no firmó orden de captura contra nadie, porque sabía que este caso lo iba a perder. Usted, lo que básicamente hizo es darle trámite a una acusación que vino de Casa Presidencial, que se avaló en la Asamblea Legislativa, y medio se legitimó en una comisión especial de la fiscalía, compuesta por usted de la manera que nadie detuviera esta locura.

Así que usted cumplió lo que Casa Presidencial, la mayoría legislativa, dos candidatos presidenciales y una opinión pública manipulada con un discurso seudo patriótico le solicitaron: Puso en el banquillo de los acusados a los arquitectos de la política energética de ARENA. Que esta acusación no iba a prosperar, que los jueces la iban a desestimar, esto ya es otra historia...

Usted se quitó la presión. Funes, Saca y el FMLN felices, porque por lo menos durante la campaña electoral estarán sentados en el banquillo de los acusados personeros prominentes de la oposición, y con ellos toda la política económica y energética de ARENA.

Bien hecho, licenciado. Un caso mal preparado, con todas las de perder. Preparado por una comisión, que usted compuso para este fin, y a la cual al final le puede echar la culpa, cuando el caso colapsa ante los tribunales.

Mientras tanto, termina la carrera electoral, y al final sabremos quienes habrán fortalecido su poder y quienes lo verán debilitado o incluso del todo perdido. O sea, al final sabremos con quienes hay que arreglarse... Y dependiendo quienes serán, se va a contar  y justificar la historia del caso CEL, que empezó como un bombazo y terminó como cohete soplado.

Usted hizo lo que le demandaron: presentar el caso. Pero lo presentó, sabiendo que lo iba a perder. ¿Quieren un caso? Aquí está. ¿Se perdió? Ni modo, la justicia habló. Al final, gane quien gane las elecciones y el poder, no le podrá reclamar nada al señor fiscal general.

Felicidades le dice Paolo Lüers 
(Más!/EDH)

Columna transversal: Ir contra corriente

Un buen amigo me dijo: “Dejá de escribir ya sobre las pandillas y su tregua. Tenés razón, y muchos lo sabemos, pero nadie te va a apoyar. Es un tema demasiado impopular. Te estás aislando, vas totalmente contra corriente. Estás desgastando el capital político que tanto te ha costado acumular como analista.”
Ir contra corriente no me importa. Me preocuparía lo contrario: seguir la corriente. Esta columna de opinión se llama “transversal” porque creo en la necesidad de ir (y escribir) diagonal a las acostumbradas coordenadas izquierda-derecha. El concepto de esta columna no nació hace pocos años cuando comencé a escribir en El Diario de Hoy. Nació en 1979, cuando fundamos en Alemania un periódico nuevo, rebelde e irreverente llamado “Die Tageszeitung”. Fui editor de internacionales y comencé una columna llamada “Querspalte”: columna transversal.

Cuando 25 años y 1 guerra más tarde volví a atreverme a publicar una columna de opinión, a invitación de Carlos Dada de El Faro, no fue casualidad que la bauticé con el mismo nombre. Quise retomar mi labor de columnista precisamente donde la había interrumpido para irme a la militancia guerrillera – y con la misma concepción: independencia, crítica, polémica, provocar debate... pensar transversal.

Si con esto he acumulado en el transcurso de los años “capital político”, como dice mi amigo, ¿en qué consiste? Consiste en credibilidad basada en independencia; en la disposición de tocar temas y fibras que causan reacciones adversas; en no callarse, ir contra corriente, asumir riesgos...

Así que le dije a mi amigo: “El capital de un escritor (pero también de un político, un académico, un líder...), ¿para qué sirve si no estamos dispuestos a invertirlo y ponerlo a trabajar para una causa necesaria, pero impopular?”

Y este es el caso con la tregua. Aunque “tregua” es un mal término para describir el fenómeno. Es un proceso complejo y contradictorio de las pandillas y sus contornos sociales de repensar la mecánica de exclusión-autoexclusión, que ha desencadenado en una escalada loca de exclusión-violencia-represión-más violencia-más exclusión. La tregua nos confronta con una pregunta: ¿Cómo hacemos, como sociedad, para volver a integrar a la vida productiva y al sistema de valores compartidos a esta minoría que subsiste fuera de la ley?

Muchos han criticado los primeros pasos que se han hecho en esta dirección: la tregua entre pandillas, con la cual se logró reducir los homicidios; los acuerdos municipales y comunitarios, con los cuales se logró reducir las extorsiones, si no de manera general, por lo menos en los lugares donde hay condiciones; y todo el sistema de mediación e intervención social que incluye el trabajo de los dos mediadores iniciales (monseñor Fabio Colindres y Raul Mijango), pero donde participan alcaldes, concejales, líderes comunitarios y religiosos, la Fundación Humanitaria y otras ONGs – además de docenas de pandilleros convencidos que se está abriendo una puerta a la reinserción de su gente. Mediante este sistema de solución de conflictos se han salvado vidas, negocios, comunidades. Pregunten en Apulo o en Valle del Sol.

Dicen que en este esfuerzo se han cometido errores. Por supuesto, no podía ser de otra manera: Es un proceso inédito, para el cual nadie ha escrito manuales o guiones. Uno de los errores principales ha sido presionar al gobierno a tomar protagonismo en este proceso. El gobierno ha hecho mucho daño a este proceso, tanto con su inicial postura de querer capitalizar los logros; como con su actual postura de querer asumir el control de los mecanismos de mediación que la sociedad civil ha desarrollado – y de obstaculizar a los mecanismos independientes que no se dejan controlar por el gobierno. El principal error del gobierno: Hablar mucho de la tregua y sus logros, pero no cumplir en nada con sus promesas de invertir en las comunidades.

No le voy a hacer caso a mi buen amigo - y mucho menos a todas las presiones y amenazas que uno recibe. No voy a dejar solos a los que se están jugando la vida para mantener funcionando este proceso inédito y peligroso de reducir la violencia y de crear condiciones para que, entre todos sin exclusión, podamos comenzar a rehabilitar las comunidades y a rehacer el tejido social. Hay confianzas construidas en casi dos años de discusión, diálogo y construcción de soluciones alternativas a la violencia y la represión. Desde mi trabajo de periodista, así como desde mi participación en la Fundación Humanitaria y en los esfuerzos de mediación, voy a seguir aportando para que se construyan puentes de entendimiento y se abran canales de debate nacional.

Estoy seguro que el siguiente gobierno no está condenado a repetir los errores del actual gobierno que no supo definir su rol: facilitar los procesos de entendimiento que surgen de la sociedad civil; y focalizar su inversión social en las comunidades donde desde décadas se está reproduciendo la mecánica exclusión-violencia. 
(El Diario de Hoy)

martes, 26 de noviembre de 2013

Última carta a Mel Zelaya

Estimado ex-presidente de Honduras:
Le dediqué varias cartas durante la crisis desatada en Honduras antes, durante y después de su deposición mediante un golpe de Estado. Luego de todo esto, incluyendo el absurdo episodio de su “República Fronteriza de Las Manos” (cuando Daniel Ortega le permitió instalarse en un pedazo de Nicaragua fronterizo con Honduras); y luego de su humillante regreso a Tegucigalpa... yo me imaginé que usted nunca iba a volver a dar de qué hablar.
Pero hay que reconocerle algo: Usted no se rinde tan fácil. Hizo todo lo posible por regresar a Casa Presidencial. Aunque sea por la puerta trasera, como “primer caballero”. Como usted no pudo ser reelecto, puso a su esposa de candidata, pero usted se quedó dirigiendo el partido y las relaciones con el ALBA.

Mal cálculo. Su esposa llenó todos los requisitos legales para ser candidata, pero no los políticos para ser electa. Ustedes no entendieron que los ciudadanos hondureños están cansados del permanente discurso de refundación de la república, constituyente y democracia popular que tienen años de escuchar de ustedes.

Así como hizo mal el cálculo en el 2009, cuando apostó que “el pueblo” lo iba a reinstalar en el poder, se equivocó hoy pensando que “las masas” iban a votar por su esposa para que usted retome el control del país. No se dio cuenta que esta opción dinástica ya no funciona luego de la payasada de la esposa de Álvaro Colom, que quería suceder a su marido en la presidencia en Guatemala; luego del espectáculo en que ha convertido al gobierno nicaragüense la pareja Daniel&Chayo; y luego del desastre en que hundió su país Argentina la señora Cristina de Kirchner, quien logró suceder a su esposo difunto en el poder...

Los hondureños, una vez más, no se comportaron como "pueblo en lucha" o "masas organizadas", sino como ciudadanos: Ante el peligro de regresar, bajo un segundo gobierno Zelaya, a la conflictividad del 2009, con injerencia de Venezuela y Cuba; y ante la evidente ausencia de un liderazgo nuevo y progresista, optaron por el “mal menor”: dar continuidad al complejo proceso de recuperación económica del país. Yo creo que el Partido Nacional, igual que bajo el débil liderazgo de Porfirio Lobo, difícilmente va a resolver sus inmensos problemas sociales, de institucionalidad y de inseguridad bajo Juan Orlando Hernández. Pero sí comparto la convicción de la gran mayoría de hondureños que con el regreso de los Zelaya la crisis y todos los problemas se hubieran profundizado. Por esto el 55% votó por los dos partidos tradicionales de Honduras -el Nacional y el Liberal- claramente opuestos al regreso de los Zelaya.

Si esta correlación de fuerzas se refleja también en el nuevo Congreso (todavía no hay resultados de las elecciones parlamentarias), habrá una mayoría sólida para iniciar la recuperación económica del país. Y cuando se logre la recuperación económica, tal vez futuros liderazgos nuevos pueden iniciar la recuperación del tejido social tan deteriorado en Honduras que está detrás de la horrible inseguridad que vive su país.

Ustedes tienen que pensar si quieren tratar de ejercer una política de veto y de obstrucción, para la cual no han recibido un mandato en las urnas; o si deciden llegar a acuerdos de nación que aceleren la rehabilitación del país. Si quiere, pida consejo a la izquierda mexicana, que acaba de separarse de su líder López Obrador que no supo aceptar su derrota.

Adiós, Mel Zelaya. Paolo Lüers
(Más!/EDH)