Le dediqué varias cartas durante la crisis desatada en Honduras antes, durante y después de su deposición mediante un golpe de Estado. Luego de todo esto, incluyendo el absurdo episodio de su “República Fronteriza de Las Manos” (cuando Daniel Ortega le permitió instalarse en un pedazo de Nicaragua fronterizo con Honduras); y luego de su humillante regreso a Tegucigalpa... yo me imaginé que usted nunca iba a volver a dar de qué hablar.
Pero hay que reconocerle algo: Usted no
se rinde tan fácil. Hizo todo lo posible por regresar a Casa Presidencial.
Aunque sea por la puerta trasera, como “primer caballero”. Como usted no pudo
ser reelecto, puso a su esposa de candidata, pero usted se quedó dirigiendo el
partido y las relaciones con el ALBA.
Mal cálculo. Su esposa llenó todos los
requisitos legales para ser candidata, pero no los políticos para ser electa.
Ustedes no entendieron que los ciudadanos hondureños están cansados del
permanente discurso de refundación de la república, constituyente y democracia
popular que tienen años de escuchar de ustedes.
Así como hizo mal el cálculo en el 2009,
cuando apostó que “el pueblo” lo iba a reinstalar en el poder, se equivocó hoy
pensando que “las masas” iban a votar por su esposa para que usted retome el
control del país. No se dio cuenta que esta opción dinástica ya no funciona
luego de la payasada de la esposa de Álvaro Colom, que quería suceder a su marido
en la presidencia en Guatemala; luego del espectáculo en que ha convertido al
gobierno nicaragüense la pareja Daniel&Chayo; y luego del desastre en que
hundió su país Argentina la señora Cristina de Kirchner, quien logró suceder a
su esposo difunto en el poder...
Los hondureños, una vez más, no se
comportaron como "pueblo en lucha" o "masas organizadas",
sino como ciudadanos: Ante el peligro de regresar, bajo un segundo gobierno
Zelaya, a la conflictividad del 2009, con injerencia de Venezuela y Cuba; y
ante la evidente ausencia de un liderazgo nuevo y progresista, optaron por el
“mal menor”: dar continuidad al complejo proceso de recuperación económica del
país. Yo creo que el Partido Nacional, igual que bajo el débil liderazgo de
Porfirio Lobo, difícilmente va a resolver sus inmensos problemas sociales, de
institucionalidad y de inseguridad bajo Juan Orlando Hernández. Pero sí
comparto la convicción de la gran mayoría de hondureños que con el regreso de
los Zelaya la crisis y todos los problemas se hubieran profundizado. Por esto
el 55% votó por los dos partidos tradicionales de Honduras -el Nacional y el
Liberal- claramente opuestos al regreso de los Zelaya.
Si esta correlación de fuerzas se refleja
también en el nuevo Congreso (todavía no hay resultados de las elecciones
parlamentarias), habrá una mayoría sólida para iniciar la recuperación
económica del país. Y cuando se logre la recuperación económica, tal vez
futuros liderazgos nuevos pueden iniciar la recuperación del tejido social tan
deteriorado en Honduras que está detrás de la horrible inseguridad que vive su
país.
Ustedes tienen que pensar si quieren
tratar de ejercer una política de veto y de obstrucción, para la cual no han
recibido un mandato en las urnas; o si deciden llegar a acuerdos de nación que
aceleren la rehabilitación del país. Si quiere, pida consejo a la izquierda
mexicana, que acaba de separarse de su líder López Obrador que no supo aceptar
su derrota.
Adiós, Mel Zelaya. Paolo Lüers
(Más!/EDH)