martes, 26 de noviembre de 2013

Última carta a Mel Zelaya

Estimado ex-presidente de Honduras:
Le dediqué varias cartas durante la crisis desatada en Honduras antes, durante y después de su deposición mediante un golpe de Estado. Luego de todo esto, incluyendo el absurdo episodio de su “República Fronteriza de Las Manos” (cuando Daniel Ortega le permitió instalarse en un pedazo de Nicaragua fronterizo con Honduras); y luego de su humillante regreso a Tegucigalpa... yo me imaginé que usted nunca iba a volver a dar de qué hablar.
Pero hay que reconocerle algo: Usted no se rinde tan fácil. Hizo todo lo posible por regresar a Casa Presidencial. Aunque sea por la puerta trasera, como “primer caballero”. Como usted no pudo ser reelecto, puso a su esposa de candidata, pero usted se quedó dirigiendo el partido y las relaciones con el ALBA.

Mal cálculo. Su esposa llenó todos los requisitos legales para ser candidata, pero no los políticos para ser electa. Ustedes no entendieron que los ciudadanos hondureños están cansados del permanente discurso de refundación de la república, constituyente y democracia popular que tienen años de escuchar de ustedes.

Así como hizo mal el cálculo en el 2009, cuando apostó que “el pueblo” lo iba a reinstalar en el poder, se equivocó hoy pensando que “las masas” iban a votar por su esposa para que usted retome el control del país. No se dio cuenta que esta opción dinástica ya no funciona luego de la payasada de la esposa de Álvaro Colom, que quería suceder a su marido en la presidencia en Guatemala; luego del espectáculo en que ha convertido al gobierno nicaragüense la pareja Daniel&Chayo; y luego del desastre en que hundió su país Argentina la señora Cristina de Kirchner, quien logró suceder a su esposo difunto en el poder...

Los hondureños, una vez más, no se comportaron como "pueblo en lucha" o "masas organizadas", sino como ciudadanos: Ante el peligro de regresar, bajo un segundo gobierno Zelaya, a la conflictividad del 2009, con injerencia de Venezuela y Cuba; y ante la evidente ausencia de un liderazgo nuevo y progresista, optaron por el “mal menor”: dar continuidad al complejo proceso de recuperación económica del país. Yo creo que el Partido Nacional, igual que bajo el débil liderazgo de Porfirio Lobo, difícilmente va a resolver sus inmensos problemas sociales, de institucionalidad y de inseguridad bajo Juan Orlando Hernández. Pero sí comparto la convicción de la gran mayoría de hondureños que con el regreso de los Zelaya la crisis y todos los problemas se hubieran profundizado. Por esto el 55% votó por los dos partidos tradicionales de Honduras -el Nacional y el Liberal- claramente opuestos al regreso de los Zelaya.

Si esta correlación de fuerzas se refleja también en el nuevo Congreso (todavía no hay resultados de las elecciones parlamentarias), habrá una mayoría sólida para iniciar la recuperación económica del país. Y cuando se logre la recuperación económica, tal vez futuros liderazgos nuevos pueden iniciar la recuperación del tejido social tan deteriorado en Honduras que está detrás de la horrible inseguridad que vive su país.

Ustedes tienen que pensar si quieren tratar de ejercer una política de veto y de obstrucción, para la cual no han recibido un mandato en las urnas; o si deciden llegar a acuerdos de nación que aceleren la rehabilitación del país. Si quiere, pida consejo a la izquierda mexicana, que acaba de separarse de su líder López Obrador que no supo aceptar su derrota.

Adiós, Mel Zelaya. Paolo Lüers
(Más!/EDH)