sábado, 27 de junio de 2020

Columna Transversal: El fracaso de la política sanitaria. De Paolo Luers


Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 28 junio 2020

Un lector me mandó una crítica valiosa: “Si solo escribís sobre que lo que el gobierno está haciendo contra la epidemia no es constitucional, no vas a convencer a muchos. A la gente le interesa si las políticas sanitarias son eficientes, si funcionan o fallan. Escriban sobre esto”.

Tiene mucha razón. Aunque sí es importante señalar que las políticas sanitarias del gobierno Bukele violan la Constitución y los derechos humanos, no es esta la preocupación principal de la gente. Los ciudadanos están preocupados —y muchos incluso aterrorizados— por dos cosas: por la amenazas del virus y, por lo tanto, exigen que el gobierno tome las medidas sanitarias correctas y eficientes, pero igualmente están preocupados de cómo alimentar su familia, y, por lo tanto,  exigen que paralelamente a las medidas sanitarias necesarias haya medidas de reactivación económica.

El mal diseño y el fracaso de la respuesta del gobierno a la epidemia se dejan ejemplificar con el proyecto del hospital en la Feria Internacional. El proyecto nació en el momento correcto y con el enfoque correcto: nuestro sistema hospitalario no está en condiciones de atender a los enfermos críticos (unos 20% de los infectados), una vez que el contagio sea masivo. Por lo tanto, hay que hacer dos cosas al mismo tiempo: ganar tiempo con el cierre de fronteras y de las actividades económicas no esenciales, y con la cuarentena domiciliar; y al mismo tiempo, dar prioridad absoluta de crear las condiciones para poder atender a los enfermos críticos del COVID19, ya en la fase del contagio masivo, sin que todo el sistema hospitalario colapse y se contamine.

La conclusión lógica: el eje principal y prioritario de la política sanitaria tenía que ser crear hospitales especiales para atender la epidemia. Y como esto tenía que pasar muy rápido (en un máximo de 2 meses, para estar lista cuando la epidemia se vuelva masiva), había que concentrarse en instalaciones temporales, no en hospitales permanentes. Así nació el concepto de agarrar los pabellones de la Feria e instalar un hospital temporal, exclusivamente para responder a la epidemia.

El problema trágico es que en el camino este proyecto se transformó —y con consecuencias fatales para cientos de enfermos y para todo el sistema de hospitales públicos y del Seguro Social. De repente, el eje rector ya no era la necesidad de tener, lo más tarde en abril/mayo listo un hospital de emergencia capaz de absorber los casos graves de COVID19, sino se impuso otro eje rector prioritario: la megalomanía de Nayib Bukele, quien empezó a hablar del “hospital más grande de América Latina”, con tecnología del Primer Mundo. Para sorpresa de todos, en vez de usar todos los fondos disponibles para avanzar rápido en los pabellones, comenzaron a escarbar en el parqueo en frente de la Feria para construir ahí un hospital de tres pisos. Y de repente, como el mago sacando palomas del sombrero, Bukele nos presentó el Hospital El Salvador, ya no como hospital de emergencia, sino como su sueño hecho realidad de heredar al país un hospital general e integral que en el futuro ocuparía todos los edificios y terrenos de la Feria.

Persiguiendo esta ambición, desencadenando una decisión improvisada tras otra, dispersando la inversión en varias construcciones al mismo tiempo, todo el proyecto se retrasó. Las primeras 400 camas se inauguraron hace una semana, pero a la fecha solo han podido recibir y atender una decena de pacientes. Sin embargo, a estas alturas ya necesitábamos urgentemente unos 300 cupos de UCI y otras 700 camas. El sentido original  (y correcto) del proyecto CIFCO no era tener el “hospital más cool de América Latina”, sino poder descongestionar y descontaminar a los hospitales generales del país, que ya no pueden dar atención a los enfermos graves de otras enfermedades, y que se han convertido en focos de contagio. El Rosales y los hospitales del Seguro Social jamás deberían haberse convertido en centros de atención del COVID. Para esto teníamos que tener listos los hospitales de emergencia, plenamente equipados pero temporales. No tener estos hospitales listos luego de tres meses de cuarentena que hizo más lenta la propagación de la epidemia, es el principal pecado de la política sanitaria del gobierno.

El otro es querer resolver todo con cuarentenas interminables. Lo que desde hace ratos necesitamos no son cuarentenas generales que encierran a todos y causan pérdidas económicas innecesarias, sino cuarentenas focalizadas, regionales, locales o sectoriales. Pero para implementarlas eficientemente, se requiere de un enfoque científico sólido, basado en el uso inteligente de los tests de COVID. Pero el gobierno no ha creado las bases para una política sanitaria basada en inteligencia y ciencia. Las estadísticas oficiales no son transparentes y no reflejan la realidad y complejidad de la epidemia. No arrojan la información necesaria para pasar a una fase inteligente de la intervención sanitaria.

La conclusión: la política sanitaria del gobierno Bukele está contaminada por mala conducción, por ambiciones personales de un presidente megalómano y por falta de inteligencia sanitaria. El alto grado de contagio actual y la incapacidad del sistema de salud de atenderlo no es culpa de una población indisciplinada que requiere más cuarentena obligatoria y medidas de coerción, sino de un gobierno incapaz que no supo definir correctamente las prioridades para poder enfrentar la epidemia.


viernes, 26 de junio de 2020

Carta a los diputados: Manténganse firmes. De Paolo Luers



Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 27 junio 2020

Estimados 61 diputados que superaron el veto presidencial:
Hicieron lo correcto. El miércoles el presidente vetó el decreto legislativo 661, que daba el marco legal a las políticas contra la epidemia y a la reapertura económica y el jueves ustedes superaron el veto. Pronta y cumplida legislación…
El presidente había solicitado a la Asamblea un decreto legislativo para declarar el estado de emergencia y diera fuerza de ley a las medidas sanitarias y las fases de reapertura. Ustedes se lo dieron, pero incluyen algunas cláusulas de transparencia y rendición de cuentas. Al presidente no le gusta ni la transparencia ni la rendición de cuentas, y por esto vetó la ley que él mismo había solicitado. Como es un mentiroso compulsivo (es decir, que no puede de otra manera), comenzó a decir que la Asamblea lo había dejado sin instrumentos legales para combatir la epidemia y manejar la reapertura…
Ahora, como ustedes superaron el veto con mayoría calificada, el asunto va a la Sala de lo Constitucional. Ya que Asamblea y Presidencia tienen opiniones contrarias sobre la constitucionalidad del decreto 661, los magistrados van a tomar la decisión definitiva. Ellos tienen, según la Constitución, la última palabra, le guste o no al presidente.
Pero la cosa se complicó cuando el presidente mandó a la Asamblea, junto a su veto, un escrito solicitando nuevamente una ley que decreta el estado de Excepción. Según las sentencias de la Sala, solo si la Asamblea declara Estado de Excepción se puede limitar o suspender temporalmente derechos y garantías constitucionales de los ciudadanos. Y esto lo necesita el gobierno, ya que su plan es declarar una nueva cuarentena domiciliar obligatoria y tener las medidas represivas para imponerlas a la población.  
Superando el veto presidencial, la Asamblea abrió el camino para que la Ley Especial de Emergencia por el COVID-19 (decreto legislativo 661) pueda entrar en vigencia si la Sala así lo decide. Entonces, ¿qué van a hacer ustedes con la Ley de Estado de Excepción que solicitó el presidente? El país no puede tener al mismo tiempo una Ley de Emergencia y una Ley de Estado de Excepción. Lo más lógico y coherente hubiera sido mandar de un solo a archivo la solicitud del presidente, porque el marco legal que la Asamblea está dando para combatir el COVID-19 y para abrir la economía ya está definido en el decreto 661. Según la Ley de Emergencia, no se justifica limitar los derechos constitucionales de la ciudadanía ni mucho menos someterla un medidas represivas y punitivas. Punto. 
Me imagino que no procedieron a superar el veto y al mismo tiempo desechar la solicitud del presidente por dos razones: porque no querían tensionar más la relación con el Ejecutivo y con el hombre iracundo que lo preside, y porque no pueden asumir como hecho que la Sala va a sentenciar a su favor.
En algún momento, les va a tocar decidir sobre lo que el presidente solicita, que equivale a más cuarentena y suspensión de la apertura económica, más represión, más familias con hambre, más desempleo. Van a tener que decirle al presidente que no tendrá las facultades para hundir al país. Decidieron hacer primero otra ronda de consultas con expertos médicos, de epidemiología, economía y derechos humanos. Tal vez estas consultas vuelvan más legítima su decisión, pero no la pueden cambiar. Tampoco la pueden cambiar los berrinches y amenazas del presidente. 
Queden firmes en asegurar que nadie pueda usar la epidemia para romper el Estado de Derecho. 
Saludos,



miércoles, 24 de junio de 2020

Carta a los electores: Está en juego nuestra Constitución. De Paolo Luers

 

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 25 junio 2020

Estimados amigos:

Los magistrados de la Sala de lo Constitucional le han mandado al presidente una carta de 5 páginas, tratando nuevamente de explicarle la necesidad de cumplir con la Constitución. Al señor Bukele no le gustó la carta. No puede alegar que no entendió las explicaciones, porque la carta fue escrita para dummies. Solo faltaban los dibujitos.

Al presidente no le gustó, simplemente porque no comparte los principios constitucionales que los magistrados le plantearon. Sobre todo el principio de que todo funcionario, incluyendo el presidente de la República y sus ministros, está sujeto al control constitucional que ejerce la Sala. Además el principio de que ningún funcionario, tampoco el presidente, puede tomar acciones para las cuales no está facultado por una ley. Y que las leyes las aprueba exclusivamente la Asamblea Legislativa.

En resumidas cuentas, a Bukele no le gusta que su poder, como jefe del órgano Ejecutivo, tenga límites. Quiere deshacerse de estos límites y de los controles que ejercen otros órganos del Estado sobre su gestión. Ha tratado constantemente a desafiar los límites de su poder y a burlar los controles que ejercen la Asamblea, la Sala, la Fiscalía, la prensa libre y la ciudadanía, pero resulta que no ha logrado doblarles el brazo, ni neutralizar a estas instancias de control y limitación de su poder.

Por tanto, comienza a preparar el terreno para cambiar la Constitución y remover de ella los límites al poder presidencial. Solo en este contexto se entiende que últimamente está lloriqueando permanentemente que la Sala y la Asamblea le han dejado sin poder de acción contra la epidemia.

Solo así se entiende que su vicepresidente, a quien tuvo calladito durante meses, vuelva a hablar de su tema favorito: la necesidad de una nueva Constitución, que refleje el nuevo país que este gobierno está creando. Y el mandatario, que hasta ahora ha sido más bien cuidadoso de no entrar en esta controversia fundamental, comienza a darle cuerda a sus ‘ideólogos’ anti-constitucionales, como Geovani Galeas y Marvin Aguilar, quienes juntos con Félix Ulloa hablan de este tema desde sus tiempos en la campaña electoral del 2014 de Tony Saca.

La diferencia a los tiempos de Saca es que ahora, en tiempos de los Bukele, el ataque a la Constitución se vuelve línea del partido oficial para la campaña electoral. Y pasa lo que siempre pasa: Una vez que los populistas comienzan a imaginarse una Constitución a la medida de sus ambiciones de poder, surge el tema de la reelección presidencial…

Ojalá que los partidos de oposición, los movimientos cívicos, los generadores de opinión y los electores conscientes entiendan el peligro que esto contempla. Si lo entendemos, solo hay una conclusión lógica: Hay que evitar que en las elecciones legislativas del 2021 y del 2024 los partidos de los Bukele (Nuevas Ideas y Gana) logren las mayorías necesarias para cambiar la Constitución, pero también para ganar el control de la Asamblea, de la Corte Suprema, de la Sala de lo Constitucional, de la Fiscalía, y de la Corte de Cuentas….

En el fondo, las elecciones que ya tenemos enfrente, en febrero 2021, serán un primer referéndum sobre nuestra Constitución y el sistema político que representa, que es pluralista y republicano, basado en las división de poderes y la alternancia en el poder.

Es hora de presionar a los partidos opositores, los antiguos y los nacientes, para que entiendan y asuman esta prioridad. Prioridad significa que el objetivo común de defender y fortalecer nuestro sistema plural y republicano va encima de las diferencias entre derecha e izquierda, conservadores y progresistas. Solo logrando defender juntos nuestra Constitución, tendremos los mecanismos democráticos y pacíficos para después dirimir nuestras diferencias, en vez de tener un gobierno que se convierta en árbitro plenipotenciario.

Esta presión solo la podemos ejercer los ciudadanos. 

Saludos, 




lunes, 22 de junio de 2020

Carta a Nayib Bukele: Un hospital no se improvisa. De Paolo Luers

21 de junio 2020, CIFCO

Publicado en MAS! y EL DIARUO DE HOY, 23 junio 2020


Estimado ciudadano presidente:
Nuevamente, usted ha logrado conectar con las expectativas y sue
ños de la gente. En este caso, el sueño de tener un hospital público que atienda con dignidad y calidad a los que no podemos costear los servicios privados de salud.

Las imágenes transmitidas en la cadena nacional del nuevo hospital instalado en el pabellón Centroamérica de la Feria Internacional llenan de esperanza a un pueblo históricamente privado de un sistema de salud público digno. Disculpe que haga de aguafiestas.

Lastimosamente, no sabemos si estas imágenes transmitidas son representativas para el real progreso del proyecto. El hecho que usted no permitió que la inauguración del hospital fuera presenciada por la prensa, deja amplio espacio para dudar si en el CIFCO todo es realmente tan maravilloso como lo presentan su discurso y las imágenes de las cámaras oficialistas. 

Pero apartemos estas dudas hasta que haya indicios que nos obliguen a retomarlas. Demos el beneficio de la duda a lo que están haciendo en el CIFCO. Si logran poner esta semana, así como anunciaron, al servicio de los enfermos del Covid19 una instalación hospitalaria con 105 unidades de cuidado intensivo y 295 unidades de cuidado intermedio, y dotarlas de personal calificado, será un aporte importante para manejar la crisis de la epidemia. Salvará vidas. Y si en un mes, como usted anunció, se pone en operación la fase 2 de este proyecto, y en dos meses la fase 3 (en el edificio que están construyendo en el parqueo), ¡enhorabuena! Pondría fin a la saturación peligrosa que ahora sufren los hospitales nacionales y del Seguro Social, que actualmente no les permite dar abasto ni a los enfermos del Covid ni a los que sufren de otras enfermedades graves.

Quiero decir: Si todo va bien en el CIFCO, y ojalá que sea así, se logra dar una respuesta hospitalaria adecuada a la epidemia. Un poco tarde, pero hay respuesta. 

Se podría decir que una serie de improvisaciones, con suerte, habrán producido un resultado bueno. Y no lo digo por criticar. La epidemia obligó a todos los gobiernos del mundo a improvisar. Unos han logrado rápidamente articular una respuesta planificada y ordenada, otros no.

La improvisación, bien hecha, puede terminar dándonos las camas, las UCI, los equipos necesarios para atender la emergencia. Pero ojo: Ni con la mejor de la suerte, las improvisaciones van a producir, por arte de magia, un Hospital El Salvador, que más allá de la emergencia provea al país de servicios integrales de salud. Por esto, nos tomó de sorpresa y nos provocó preocupación su anuncio que lo que estaba inaugurando era la primera fase de un hospital permanente de alta calidad, que iba a llenar un vacío histórico en el sistema de salud pública.

Fue un anuncio muy atrevido, si no irresponsable, resultado de querer sustituir con la improvisación la planificación seria y científica que exige el diseño, la construcción y la puesta en operación de un hospital general. Los hospitales son organizaciones complejas, donde todos los elementos tienen que formar un engranaje lógico y orgánico.

Usted puede encargar al MOP que se haga cargo de crear facilidades donde pueden acomodarse mil camas con sus implementos técnicos para responder a una emergencia. Pero no puede encargar al MOP inventarse un hospital permanente y completo. Para esto se necesita estudios y diseños hechos por expertos. No es por decreto que se crea un hospital, es un proceso fundacional.

Un hospital no es la suma de sus camas con sus respectivos servicios técnicos. Para funcionar, necesita de todas las especialidades que necesitan trabajar juntos. Cuando operan a alguien del corazón, intervienen en el proceso neumólogos, cardiólogos, cirujanos, anestesistas, nefrólogos e internistas.

Usted puede decir: Ya verán, todo esto vamos a instalar en el CIFCO, una vez que pase la crisis. ¿Y el Rosales? Están aprobados los fondos para la ampliación del Rosales, que es EL Hospital Nacional. Hay avance de diseños. Todo esto usted lo heredó, pero no ha avanzado en nada durante un año. 

¿Quiere sustituir el Rosales por el Hospital El Salvador en el CIFCO? Mejor recoja la opinión de los médicos, de los especialistas internacionales en diseño de hospitales, antes de tomar decisiones improvisadas con tantas consecuencias.

Saludos,