Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 2 mayo 2020
Los días de las cuarentenas generales, impuestas en la mayoría de los países al inicio de la pandemia Coronavirus se han agotado. Más bien, se han agotado las economías (de los países y de las familias) y la paciencia de los ciudadanos. En algún momento de mayo, todos los países van a flexibilizar o suspender las cuarentenas obligatorias, porque necesitan que la gente vuelva a trabajar y producir.
En muchas de las discusiones sobre cómo reactivar las economías gradual y sectorialmente, surge la idea de dejar en cuarentena por lo menos a los viejitos y a los ciudadanos con enfermedades crónicas. Que vayan a trabajar los papás para reactivar la producción y el comercio; que regresen a la escuela los niños, para que los papás puedan trabajar; que se queden encerrados los abuelos, quienes ya no tienen importancia productiva y quienes además, todo el mundo lo sabe, constituyen el grupo más vulnerable para la epidemia.
Aquí un amigo, representante de la generación más productiva, publicó una propuesta, que por lo menos en Twitter recibió mucho apoyo:
“Medida para abrir la economía de inmediato basado en sistema de puntos.
- Mayores de 60 años: 3 puntos
- Condiciones de hipertensión, cardíacos, respiratorios, embarazadas, obesos: 1 pto
- 40-60 años: 2 ptos
-18-40 años 1 pto
- 0-18 años: 2 ptos.
3 ptos: puede salir a pasear domingos
4+ ptos: no puede salir
2 ptos o menos: puede salir, con distanciamiento social.”
Tengo que confesar que esta propuesta me encachimbó, me hizo reflexionar, y me provocó escribir esta carta. Mi respuesta inmediata en Twitter fue: “Si la idea es proteger a los viejitos encerrándolos, ¡no gracias!”
Hasta ahorita, lo que todos los días hemos escuchado (tanto de expertos médicos como de políticos) era que a los viejitos hay que cuidarnos, para que no nos contagien los niños y familiares. Nunca se habló de que a los viejitos hay que aislarlos para que no contagien a los demás. Por esa razón en todo el mundo han decretado aislamiento total a los asilos, no permitiendo que los viejos reciban visitas de sus hijos y nietos. Entonces, está claro que los viejos no constituyen un peligro para los demás, sino al revés son el sector que hay que proteger.
Estamos agradecidos los mayores por que la sociedad nos quiera proteger. Pero como lo dije en el tuit, si la manera de protegernos es el encierro prolongado y el aislamiento, mientras que el resto de la sociedad recupera sus libertades, rechazamos la oferta.
No son el Estado y su gobierno que nos puede imponer la manera de protegernos. Yo tengo el derecho de decidir cómo protegerme y crear un equilibrio entre protección y calidad de vida. El gobierno puede imponer medidas para proteger a los demás, pero no dictarme qué parte de la calidad de vida debo de sacrificar para protegerme de un potencial peligro para mí mismo.
Tampoco hay que permitir que el Estado provoque en nuestras familias y en la sociedad un conflicto artificial de generaciones.
Saludos,