martes, 18 de septiembre de 2007

BATERIAS RECORD

Baterías de El Salvador S.A. de C.V. ha contaminado y ha puesto en peligro la vida de algunos niños y personas que habitan en el municipio de San Juan Opico. Supongo que por desconocimiento y simplemente falta de controles adecuados en la forma de manejar sus vertidos. Se ha encontrado plomo en la sangre de al menos tres niños del cantón Sitio del Niño por arriba de la norma (10 miligramos por decilitro de sangre), este plomo viene de los vertidos de dicha fábrica. Un estudio del Centro de Investigaciones y Aplicaciones Nucleares de la UES reveló que en el punto de descarga existía 134 partes por millón de plomo, siendo la norma que ese tipo de descargas no podía ser mayor a 0.69 partes por millón.

Supongamos que no solo estos tres niños son los afectados, sino que existe un amplio segmento de la población que potencialmente estaría afectado. Esto significa una afectación sería e importante que se conoce desde los primeros reportes en el 2005, donde se hacen las primeras inspecciones del Ministerio de Salud, más o menos al mismo tiempo que el Ministerio de Medio Ambiente reportaba anomalías en el cumplimiento del permiso ambiental otorgado a esta fábrica. Han pasado dos años ya y no se ha aplicado ninguna sanción a la fábrica, pese a que ha salido muchas veces ya en los medios de comunicación, que es cuando normalmente el gobierno y las empresas se comienzan a preocupar. Pero aun así, todo lo que parece haber es una tibia preocupación del gobierno y la sociedad en general. ¿Como es posible que la recomendación del Ministerio de Salud sea remover a los niños de la fuente exposición, lo cual está bien, pero ¿qué del resto de familias que ahí viven? ¿Esperarán a que estén contaminados más allá de la norma?

Los efectos de la contaminación por plomo en los seres humanos son serios, puede provocar problemas renales, anemia, trastornos de comportamiento y muchos otros factores. Hay estudios que hasta ligan la contaminación por plomo con disminución en el Coeficiente Intelectual (C.I.) de los niños. Los cuales son daños permanentes. (Vega et. al 1990). Además dicho artículo y otros más mencionan que, aunque los problemas severos a la salud ocurren con niveles por arriba de 50 Pb mg por dl de sangre, ya a partir de los 10 pueden tener efectos permanentes.

La revista Enfoques de La Prensa Gráfica, en un artículo del 15 de abril de 2007, reconoce que estudios del Ministerio de Salud han comprobado que existen por lo menos dos casos por arriba de la norma (10 Pb mg por dl de sangre). Es claro entonces que es un problema real y grave, el cual no se le ha dado la atención adecuada. ¿Porqué tendríamos que tener consideración por la empresa? y por no perjudicar sus ganancias, si al comprar baterías Record estamos contribuyendo con los daños severos a la salud a los pobladores de Sitio del Niño. Hay que ser claros que estas cosas no pueden pasar y no pueden pasar desapercibidas. En El Salvador necesitamos que no solo se haga un escándalo por los muñecos con pinturas que contienen plomo, sino que de verdad paremos la afectación de las fábricas que contaminan. Además de esta fábrica, habría que preguntarse con cuantas fábricas más contribuimos, deberíamos de tener conciencia que al consumir productos contaminantes, estamos haciéndonos cómplices de estos abusos.
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Cuando escribí estas líneas no había leído que mi colega de página, Paolo Luers, había escrito preguntándose por los gritos de indignación sobre este caso. Pues bueno, aquí está algo más que un grito, sino una propuesta. No contribuyamos a que empresas como estás puedan seguir impunes. Si el gobierno no hace nada al respecto, tal vez los consumidores sí. ¡No compren baterías Record!

lunes, 17 de septiembre de 2007

Columna transversal: WHERE IS THE OUTRAGE?

Pregunta famosa de Bill Bennett, icono des conservadurismo norteamericano, secretario de educación de Ronald Reagan. Bennett preguntó a la nación “Where is the outrage?”, cuando se dio cuenta que al presidente Bill Clinton no le hizo ningún daño en la opinión pública su affaire en la Casa Blanca. Una forma de traducir esta pregunta es: ¿Dónde está la indignación? Pero “outrage” es mucho más que indignación. Es rabia, es impotencia, es grito.

Pregunto a los conservadores de El Salvador, a los activistas pro vida, a los que siempre están en campaña defendiendo el derecho de los niños a la vida: ¿Where is the outrage, dónde está el grito de indignación, dónde está la erupción de rabia en el asunto de Baterías Record? No entiendo lo que está pasando: Hay 4 mil personas en riesgo de intoxicación por el plomo, con el cual Baterías Record contamina su hábitat. Hay niños intoxicados. Escucho hablar del problema, pero no escucho el grito, no siento la rabia. ¿Qué pasa?

La izquierda expresa indignación y rabia ante la presencia del Batallón Cuscatlán en Irak, mucho más que sobre el plomo en Opico. En Irak han muerto 5 soldados salvadoreños, más o menos uno al año. Hombres que están allí voluntariamente. Pero en Opico están en peligro las vidas de cientos de niños. Involuntariamente, sólo porque viven en este lugar.

Las iglesias expresan indignación y rabia sobre el aborto y la pérdida de valores, en voz mucho más alta que sobre el plomo que mata niños. ¿Cuál es, entonces, el verdadero valor de la vida de un niño en comparación con los intereses de la empresa Record?

Los empresarios expresan indignación y rabia siempre cuando se trata de pagar más impuestos, pero mantienen un sospechoso silencio sobre los pecados fatales de una empresa como Record. La derecha expresa indignación y rabia siempre cuando alguien en América Latina que no sea de derecha atenta contra la libertad de expresión de los medios, pero no se expresa cuando el golpe contra la libertad de expresión proviene de una empresa mediática. Y tampoco cuando una empresa amiga atenta contra el derecha a vida y salud de miles de vecinos.

¿Y el gobierno? Los ministerios de Salud de Medio Ambiente dicen que hay que hacer pruebas de sangre. Pero el país no está en condiciones de hacer las 4 mil pruebas de sangre, las autoridades dicen que se van a tardar varios meses. En caso de duda y traba administrativa, deciden en favor de la empresa, no en favor de los niños. Mientras no se terminen los exámenes, sigue la contaminación.


Pero los primeros exámenes ya dieron resultados claros: la mitad de la gente ya examinada se encuentra intoxicada. Pero nadie cierra la fábrica de Record. Nadie está preso por este crimen, ni acusado, ni siendo investigado por la fiscalía. Los medios informan, la Procuraduría de Derechos Humanos alerta, los medioambientalistas andan señalando – pero, “where is the outrage?” Rage significa rabia. ¿Dónde está el grito de rabia sobre niños intoxicados?

Pregunto a Tony Saca, quien como presidente de la República tiene un mandato a proteger la población salvadoreña de ataques y daños masivos: Where is your outrage, Mr. President? ¿No siente el dolor de los padres?

Where is my outrage? Escribimos sobre los problemas del país, pero mientras tanto hay un empresa que en estos momentos -y por lo menos para varios meses más, hasta que se terminen de efectuar los 4 mil exámenes de sangre- está intoxicando a miles de personas, causando enfermedades. Hay un grado de indiferencia en nuestra sociedad y cultura que es intolerable. La denuncia no es suficiente. Outrage es otra cosa. Tiene que ver con rabia. Significa: No voy a tolerar que esto siga pasando. Punto.

No entiendo porque el presidente de la República no emite una orden a su ministro de Medio Ambiente a cerrar esta fábrica. No entiendo porque el fiscal general no instruye a sus fiscales a abrir investigaciones criminales. Tampoco entiendo porque todos nosotros no nos expresamos de la manera que obligue al gobierno a actuar.

Bill Bennett, para mi, es un tipo de conservador detestable. Nunca entendí porque su “outrage” se encendió con una trivialidad como la vida sexual de Bill Clinton, y no con asuntos mucho más intolerables, como el racismo, la corrupción, los pecados contra el medio ambiente, las intervenciones militares. Pero Bill Bennett inventó esta pregunta rigurosa “Where is the outrage?”, y ahora sus correligionarios conservadores en todo el mundo tienen que contestarla. También en El Salvador.

* dedicado a mi amigo Alex K., quien me incomodó con esta pregunta...

Columna transversal: ¿CANDIDATOS A SANTA O A PRESIDENTE?

Si un candidato, para saber cuáles son los problemas del país y para entender qué necesita la gente, tiene que hacer una gira por los 262 municipios del país, mejor que ni se postule. La decisión de querer ser presidente es demasiado seria para que la tome alguien que todavía no conoce el país y sus problemas. No sé si este procedimiento de la gira por los municipios, al cual ARENA somete a sus precandidatos a la presidencia, es porque son personas que en su vida no han llegado al norte de Cabañas, Morazán o Chalatenango ni a los barrios marginados de Ilopango, Tonacatepeque o Soyapango, o si la gira más bien es una prueba de resistencia parecida a la que hacen a los nuevos modelos de carros...

Igual el “Dialogo social abierto” que plantea el FMLN. En vez de presentar un programa que diga claramente qué es lo que quieren hacer, están convocando a todo el mundo a aportar y crear consensos. Me temo que es, igual que la gira de ARENA, una gran pérdida de tiempo – y un truco populista.

Partidos grandes e históricos como ARENA o el FMLN no deberían tener necesidad de hacer acrobacias como las giras o diálogos abiertos para aterrizar en un programa de gobierno. Un programa de gobierno serio no es resultado de encuestas, consultas y giras. Un programa de gobierno serio no necesariamente es el reflejo de los deseos de la gente o de las mayorías. Más bien, un programa de gobierno no sirve si no incluye medidas altamente impopulares. No sirve, si no se atreve a priorizar las necesidades de unos –no siempre de las mayorías- por sobre las necesidades de otros. Un gobierno no puede satisfacer las necesidades y aspiraciones de todos.

Las giras, consultas, diálogos y cabildeos no son otra cosa que campañas adelantadas. Son esfuerzos populistas de quedar bien con todos, en vez de decirles la verdad, aunque sea amarga y exija sacrificios. Un gobierno no es una oficina recibiendo y procesando cartas a Santa Claus.

Es tiempo que los partidos y sus candidatos nos digan, con cristalina claridad y cruel franqueza, lo que piensan necesario hacer. Y cómo, respondiendo a qué sistema de prioridades. Punto por punto, en seguridad, en economía, en política fiscal, en salud, en educación, en medio ambiente, para generar empleo e inversiones, para combatir corrupción...

Los ciudadanos decidirán, el día de las elecciones, qué paquete de medidas apoyan y a quién le creen capaz y suficiente honesto para definir prioridades. La consulta participativa es la misma votación, no todos estos mecanismos seudo-participativos, seudo-democráticos que no producen otra cosa que programas populistas, demagógicos y mentirosos.

Una población que ha perdido la credibilidad en su clase política no necesita más consultas, sino más transparencia y honestidad a la hora de presentar candidatos y programas de gobierno.

Estoy claro que los partidos, en las campañas electorales modernas, no pueden prescindir de los instrumentarios de mercadeo, sondeos, encuestas, etc. No soy tan ingenuo para no saber esto. Y está bien que usen estos instrumentos para poder comunicar sus programas. Para poder explicarlas mejor. Para ganar apoyo para medidas necesarias. Pero antes tienen que saber qué quieren hacer con el país. Antes de diseñar el empaque, tienen que tener un producto que vale la pena y que no es fraude.