lunes, 30 de diciembre de 2019

Carta para el 2020: el gran reto para los partidos (I). De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 31 diciembre 2019


Estimados lectores:
El gran reto del 2020 será para los partidos políticos. No sólo para los partidos tradicionales, que tendrán que transformarse para sobrevivir, sino igual para los partidos nuevos que quieren ocupar los espacios perdidos o abandonados por los que han sido mayoritarios durante décadas. Aunque tal vez no lo tengan claro, el reto más difícil tal vez lo tendrá la gente de Nuevas Ideas, el partido llamado a consolidar el poder de su fundador y líder, Nayib Bukele, y de extender el control del Ejecutivo a la Asamblea y otros órganos del Estado. Por esto el delirio con los 90% de apoyo al Gobierno…
Muchos nos confundimos pensando que el movimiento de Bukele no podía ganar las elecciones presidenciales del 2019, ya que ni siquiera hizo el intento de construir organización local y desarrollar campaña territorial. Bueno, pudo, porque sólo había que promover a un líder (y todos los mitos y leyendas alrededor de él). Pero si Nuevas Ideas piensa que el mismo esquema les va a funcionar para la elección de liderazgos departamentales (diputados) y municipales (alcaldes y concejales) de febrero 2021, esta vez los equivocados serán ellos.
Bukele y Nuevas Ideas se juegan en el 2021 el todo o nada. Debido al estilo de gobierno que escogió el presidente (un gobierno que rechaza la concertación y la negociación con la oposición y apuesta plenamente a confrontarlos con la supuesta ‘voluntad popular’ que apoya incondicionalmente a la figura presidencial), están obligados a construir una nueva mayoría legislativa entre Nuevas Ideas, GANA, y los sectores de ARENA que piensan poder arrastrar en su corriente golondrina.
Para poder avanzar en esta dirección, Nuevas Ideas tendrá que aprovechar las 52 semanas del 2020 para construir partido, liderazgo local, candidaturas sólidas y legítimas. El Movimiento Bukele no es un partido. Para elegir presidente era correcto no definir ninguna posición política, solo insinuando transformaciones. Pero para convertirse en partido mayoritario con control de alcaldías y de la Asamblea tienen que elaborar una plataforma política que unifique al partido. 
Irónicamente, el otro partido que padece de la misma enfermedad (falta de personalidad política) es ARENA. Luego de 39 años de existir como partido, 20 de ellos gobernando, ARENA se encuentra en un estado lamentable de descomposición. Los resultados electorales del 2018 le dieron el rol de principal fuerza de oposición, pero nunca lo asumieron, porque ante el fenómeno del populismo triunfante de Bukele, ARENA perdió la capacidad de debate y de construcción de unidad y propósito compartido. 
Hicieron complicadas elecciones internas para renovar su COENA, pero al asumir sus cargos el nuevo liderazgo se encuentra tan dividido como nunca. Su fracción legislativa ya no funciona como tal, sino que se reduce a intercambios de criterios, en el mejor caso, con grupos o incluso individuos teniendo agendas legislativas diferentes. Hay un grupo de legisladores que prefiere buscar orientación afuera del partido, en Casa Presidencial. Y hay otro grupo de legisladores y dirigentes que acuerpa al alcalde de San Salvador como la única figura con potencial liderazgo en ARENA. Lamentablemente, muchos que profesan lealtad y apoyo a Neto Muyshondt, también lo hacen a las iniciativas del gobierno de Bukele. Es una estrategia de mejor imitar lo que no se cree posible vencer…
La confusión dentro y alrededor de ARENA no podía ser más grande. Si los diferentes liderazgos, grupúsculos y egos no logran construir una plataforma auténtica y compartida para las elecciones de febrero 2021, entrarán en esta contienda sin identidad partidaria y sin capacidad de recuperar su rol de oposición.
Las consecuencias serán fatales no solo para ARENA, sino para la defensa de la institucionalidad democrática del país. Quisiera que a una Asamblea arenera entrara algún joven gritando a los areneros (y sus votantes y financistas) como lo hizo Greta Thunberg en Naciones Unidas: “Quiero que tengan pánico. Es de vida o muerte. ¡No pierdan ni un día más!”
Ante el mismo reto está el FMLN. Sin brindar ninguna resistencia permitió que en el 2019 un oportunista mimado dentro de sus propias filas le quitara la mayoría de sus votos, incluyendo los de sus excombatientes. El truco: un difuso discurso de izquierda y denunciar al Frente como ARENA 2.0.
Si el Frente no logra redefinir un proyecto político de izquierda, depurado de sermones ortodoxos, chavistas y populistas un proyecto socialdemócrata progresista que puede aliarse con liberales y humanistas, no podrá recuperarse en el 2020. Si el Frente no se convierte en la oposición más coherente y consistente al gobierno de Bukele, no recuperará ni uno de los votos que se dejó robar en el 2019. Solo un Frente encarando al populismo de Bukele con racionalidad y realismo puede defender el espacio electoral de la izquierda. 
Los tres partidos que podrían ser mayoritarios en el 2021 tienen solo un año para resolver su problemas, el 2020. En una segunda parte de esta carta veremos los retos para los partidos pequeños…
Saludos, 

Vea también la segunda parte de esta carta:
Carta para el 2020 (II): el mayor reto es para los partidos emergentes. De Paolo Luers




viernes, 20 de diciembre de 2019

Carta a diputados, transportistas y otros activistas: Calma. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 21 diciembre 2019


Detesto los debates que se escenifican cargados de pasiones y moralismo, pero sin un análisis completo del problema a solucionar. Este tipo de debates se arman, más o menos un año sí y el otro también, sobre el transporte público. 

Todos sabemos que el transporte público no funciona. De todos los requisitos que debe cumplir cualquier forma que demos al sistema de transporte público urbano, el existente solo cumple uno: ser económicamente accesible, Lo cumple porque el Estado gasta millones en subsidiarlo, con un solo fin: mantener fijas y bajas las tarifas.

Todos los demás requisitos no los cumple: no es eficiente, ni seguro ni cómodo para los usuarios - por tanto no logra sustituir el uso individual del carro para movilizarse al trabajo; no es ecológicamente sostenible; no es moderno ni integral. 

Hablar mal de los motoristas y empleados de los buses se ha vuelto deporte nacional, y cada vez que se desata el debate en la Asamblea, aparecen diputados que se presentan como justicieros contra estos ‘cafres al timón’ y ‘empresarios mafiosos’ del sector transporte. Hablan en tono de indignación sobre los pecados  de los buseros en el  cotidiano caos vehicular. Predican contra los subsidios que ‘nosotros los ciudadanos honestos y respetuosos de la ley” les pagamos año con año a “estos criminales que ni siquiera pagan sus cientos de multas de tránsito”… Populismo legislativo. 

En todo este debate ya nadie se acuerda que el subsidio es para las tarifas. Los reciben los buseros para compensarlos, porque el gobierno no deja que reflejlen todos sus costos en la tarifa que cobran. En este sentido es absurdo, exigirles ahora a los empresarios de buses que, para mantener el subsidio, asuman nuevos costos e inversiones: que pongan GPS a las unidades, que introduzcan un sistema digital verificable de cobro, que contraten seguros…

Las únicas dos cosas que dentro del sistema actual se puede exigir a los buseros son: que mantengan las tarifas; y que cumplan con sus obligaciones de ley. Y por supuesto la autoridad competente (el VMT) tiene los instrumentos legales y administrativos para enforzar estas dos reglas. No requiere de unos debates apasionados en la Asamblea, y ciertamente no de una nueva ley…

Todo este debate sobre -si dar otra prorroga a los subsidios; si crear nuevos requisitos para ganarse o para perder el subsidio- no tiene ningún sentido, mientras que nadie presente propuestas de cómo organizar, modernizar y hacer eficiente el sistema de transporte público. ¿Se necesitan nuevas tecnologías, por ejemplo un metro subterraneo o trenes elevados? ¿Se necesitan nuevos modelos de gestión empresarial, empresas nacionalizadas o municipales, o APPs entre gobierno, municipalidades y empresarios privados?

¿Cuánto estamos como Estado dispuestos a invertir en un nuevo sistema? Ahora gastamos sólo en subsidiar las tarifas, pero si el Estado quiere controlar también la sostenibilidad medioambiental y la eficiencia técnica del sistema, ¿cuánto podrá asumir y de qué fuentes lo pagará durante años? En muchas ciudades del mundo ya están discutiendo en serio que el sistema de transporte público tendrá que ser gratis si realmente se quiere que disminuya el uso del carro particular…

Sobre esto nadie habla, porque nadie tiene nada que decir. Ni el gobierno, ni los partidos, ni la sociedad civil. No nos vengan a tratar de tapar este vacio con sus debates populistas sobre los subsidios, y con unos discursos hipócritas que ponen a los motoristas y empresarios al margen de la sociedad. Que hay malos motoristas, sí. Pero en las condiciones del sistema y del tráfico es difícil esperar que sean ejemplares. Que hay empresarios mafiosos en el transporte, sí, igual que en la construcción, los mercados, las consultorías, etc.

Seamos serios. Saludos,



miércoles, 18 de diciembre de 2019

Carta a un país en el cual nada funciona y la economía está hecha pedazos, según el presidente. De Paolo Luers



Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 19 diciembre 2019


Para un presidente decir en público que “nuestra economía entera está hecha pedazos y nada funciona” es inusual, provocador e irresponsable, sobre todo, cuando no es cierto, como en el caso de El Salvador.
Nayib Bukele lo dijo en “60 Minutes”. Si “60 Minutes” todavía tuviera el estilo incisivo que lo convirtió en el clásico programa de periodismo investigativo de la TV de Estado Unidos, los productores hubieran inmediatamente convertido esta frase en el eje central de su investigación. Hubieran hablado con expertos, empresarios, sindicalistas para ver si es cierto que la economía salvadoreña está en un estado de caos donde nada funciona. Y al darse cuenta de que obviamente no es así hubieran preguntado: ¿Por qué el presidente lo dice? ¿Qué hay detrás de semejante afirmación?
La entrevistadora sí se reparó en el carácter disruptivo de la frase de Bukele y dijo: “Eso no es poca cosa que lo diga un presidente…”, pero se lo dejó pasar. No tomó lo dicho por el presidente como razón para cambiar en enfoque de todo el reportaje y entrevista.
¿Qué hubiera hecho Mike Wallace, el legendario reportero de “60 Minutes”? Hubiera dicho: “¡Wow, señor presidente! Entonces veamos más de cerca lo que realmente está pasando en su economía…”.
Luego de la entrevista, hubiera hecho un diagnóstico realista de la economía salvadoreña, obligadamente con el resultado que el presidente de El Salvador está “badmouthing” (haciendo aparecer mal) su propio país y su economía, que tienen muchos problemas pero están lejos de encontrarse en ruinas.
Y de alguna manera, alguien tan experimentado como Mike Wallace con encarar a políticos que dicen cualquier cosa para impresionarlo hubiera llegado a descubrir (no solo en su mente, sino en pantalla) lo que hay detrás de una mentira tan dañina del presidente: un personaje que está profundamente convencido de que este país estará mal mientras él (su familia, su círculo interno) no tome control del resto del Estado (Asamblea, Justicia, Fiscalía) y de los círculos que dirigen la economía.

Pero aun así, con la conductora de “60 Minutes” yendo a otros temas luego de escuchar respuestas tan insólitas por parte de Bukele, el programa comienza a pintar el retrato de un presidente que se siente más importante que el país que le toca presidir: un hombre comido por la ambición de poder.
Aparte de la frase sobre nuestra economía, Bukele confirmó, sin despeinarse y sin abandonar la permanente sonrisa, que las maras se han constituido como “gobierno paralelo”. Otro oportunidad que “60 Minutes” no aprovecha para dar un viraje a su programa sobre El Salvador y su presidente, haciéndose una nueva pregunta: ¿quién está entonces ganando la batalla madre proclamada por el mismo Bukele sobre el “control territorial”?
Invito a los mejores entrevistadores del mundo, gente como Cristiane Amanpour o Anderson Cooper, a ver el programa de “60 Minutes” con Nayib Bukele y a terminar la tarea de entrevistarlo como Dios manda. Aquí nadie lo va a hacer.

Saludos, 


martes, 17 de diciembre de 2019

Carta a los comités de aplauso: ¿luego del chino, un cuento árabe? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 17 diciembre 2019


Luego de la gira en China, nuestro presidente desapareció del mapa mediático por unos días, cosa extraña para un gobernante tan publicitado, quien viaja con tanto equipo de prensa y propaganda.
A los cuatro días de haber aterrizado en Qatar, Bukele apareció en Doha, la capital del Emirato, en una foto con el ministro de energía de Qatar. Hablaron de cooperación, pero sin dar detalles.
La ciudad estaba en los últimos preparativos para el Foro de Doha, un encuentro anual que los jeques de Qatar organizan para que dirigentes políticos, económicos y académicos del mundo discutan problemas y retos de importancia mundial. A esta altura, faltando dos días para su apertura, el presidente de El Salvador no estaba incluido en la agenda del Foro.
Le costó cinco días en Doha para finalmente conseguir que lo incluyeran al Foro. O sea, nuestro presidente no fue a Qatar para responder a una invitación al Foro Doha, sino fue a Qatar para conseguir una invitación. La consiguió. Cuando el Foro se inauguró, el 14 de diciembre, en la agenda actualizada aparecieron, en la sesión de clausura, unos 5 minutos (de 18:20 hasta 18:25) para un discurso del presidente de El Salvador. Horas después, cuando apareció la última versión de la agenda, le habían aumentado a 15 minutos, siempre dentro de la sesión de clausura. A estas alturas, ya el jefe del Estado de Qatar, el Emir Tamim bin Hamad Al Zani, se ha reunido con el presidente Bukele y dado instrucciones al presidente de Qatar Airways de discutir con la delegación salvadoreña sus planes de construir un segundo aeropuerto internacional.


El equipo de prensa de Bukele (y en consecuencia los medios salvadoreños) interpretó muy de su manera el hecho de que a su jefe le acomodaron simplemente agregándole al Foro 15 minutos al final: en la versión publicada en El Salvador, las palabras de clausura del Foro de Doha estaban al cargo del recién invitado presidente salvadoreño.
Si un Foro de este tipo tiene la suerte de contar con un invitado que sea capaz para semejante reto, a veces le encomiendan dar las palabras del cierre, o sea el resumen de lo debatido. En este Foro no había palabras de cierre de este tipo. Lo que había es un invitado de última hora…
Incluso sus críticos señalaron que el discurso de Bukele en Doha fue mejor que su accidentada aparición en la Asamblea General de Naciones Unidas. Esto es cierto, pero no significa mucho.
En Doha, Nayib Bukele se paró ante líderes de todo el mundo con una fórmula simplista, que bien haría honor a un estudiante de bachillerato, quien explica cómo se imagina que debe funcionar el mundo. Pero alguien que luego de 7 años en política está sentado en Casa Presidencial, ejerciendo el poder, teniendo interlocución con otros gobernantes, no puede darse este lujo de ingenuidad y simplismo. Tiene que tener la capacidad de hablar sobre el mundo como es, visualizando opciones de cómo mejorarlo.
La tesis de Nayib en Doha: Hay tres condiciones para construir un mundo mejor, que nunca antes estaban dadas. “Ahora estamos totalmente globalizados, totalmente interconectados y producimos más de lo que necesitamos consumir. Entonces, no hay más excusas, no hay más tiempo que esperar. Así que ahora podemos acabar con la pobreza, con el hambre, cuidar la salud de todos, proporcionar una excelente educación para todos, detener el cambio climático, detener todas las guerras. Solo necesitamos la voluntad política de los líderes del mundo”.
Pero, señor presidente, no es tan simple la cosa. La suya no es un conclusión, es el punto de partida mil veces discutido que todos conocen. Foros como el Doha sirven para construir caminos; para ver qué formas de liderazgo y gobernanza y democracia se necesitan para avanzar; para ver cómo reconstruir y mejorar los mecanismos multilaterales; cómo erradicar los nacionalismos que quieren destruir estos mecanismos…
Pero bueno, nuestro presidente tuvo otros 15 minutos de fama, se codeó con jeques (que no son famosos precisamente por su altruismo y su compromiso con las libertades) y aquí en casa esto es suficiente para los comités de aplauso, que a esta altura incluyen medios de larga tradición, para escribir un capítulo nuevo de los famosos cuentos árabes de las 1001 noches….
Saludos,
Posdata: ¿Cuánto le costó al país tener al presidente, su familia, su personal de apoyo a la familia, su comitiva gubernamental y su equipo de comunicación durante una semana en el Hotel Marsa Malaz Kempinski de Doha? ¿O lo pagó el Emir?

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Carta a la oposición: Prepárense para batallas que pueden usar para crecer. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY


El presupuesto nacional es el reflejo de la esencia del gobierno, su plan de gobierno expresado en cifras. Y el debate sobre este presupuesto es el reflejo del estado de la oposición. Ambos no se ven muy bien: el gobierno se ve con mucha improvisación, muchas inconsistencias en su presupuesto – pero con una arrogancia que se niega a negociar con la Asamblea. Pero aun teniendo la razón en muchas de sus observaciones, la oposición se ve sumamente débil. Se le nota la resignación: Por lo que hagamos, el gobierno nos va a ganar políticamente. Si ofrecemos poca oposición y el final aprobamos el presupuesto, sin reparar sus deficiencias e inconstitucionalidades, nos pintan de inútiles, incapaces de sostenerle una batalla al flamante presidente. Si condicionamos nuestros votos a los cambios que estamos proponiendo en el presupuesto, el gobierno no nos hará caso, sino aprovecharía la situación para seguir atacando y deslegitimando no solo a los partidos, sino a la Asamblea como órgano controlador del Ejecutivo, por ejemplo en materia presupuestaria. Pareceríamos como boicoteando los beneficios que el gobierno quiere llevar al país.

Así que yo les recomiendo: Si no tienen la fuerza real para descalificar ante la opinión pública el presupuesto así como Bukele lo mandó a presentar, mejor bajen el tono, enfoquen en dos que tres cambios que han logrado imponer, aprueben el presupuesto lo más calladito posible – y vayan a vacaciones. Es una cuestión de realismo. En este sentido, ARENA y el FMLN pueden aprender de Mario Ponce, quien está haciendo buena figura como nuevo presidente de la Asamblea. Hombre de realismo.

Hay que buscar las batallas que se pueden ganar, o por lo menos perderlas luego de una buena batalla. Las buenas batallas son aquellas que, aunque no se ganen, fortalecen la unidad, aportan a la autoestima, ganan respeto. Esta oportunidad, en el conflicto sobre el primer presupuesto del gobierno Bukele, ya la perdieron.

Cuando digo que hay que ser realistas, también me refiero a que hay que tener conciencia que este gobierno, por la manera como no sólo ganó las elecciones sino dejó a los demás partidos en serias crisis internas y en su relación con la ciudadanía, va a hacer lo que le da la gana. Sin pedir permiso a nadie, mucho menos a la Asamblea. En esta situación, la oposición tiene que marcar una línea de defensa que ya no sea de sus intereses y visiones políticas, sino estrictamente de la institucionalidad u constitucionalidad – por que este es el único campo donde tendrá apoyo en la sociedad civil.

El gobierno tiene el derecho -y actualmente también el poder- de definir con amplia libertad las políticas públicas a implementar. Una oposición tan débil como la actual no tiene capacidad de cuestionarle al gobierno sus propuestas de políticas públicas (en Seguridad, Educación, Salud, etc.), ni tampoco la manera como estas se reflejan en el presupuesto. Si el gobierno dice que va a combatir la delincuencia fomentando un tramado subcultural que llama 'reparación del tejido social' – ni modo, que lo intenten, y que así se refleje en el presupuesto con gastos que otros dicen que tienen nada que ver con seguridad.

Lo que deberían hacer los diputados de oposición, junto con organizaciones de la sociedad civil, es enfocar el debate sobre el presupuesto estrictamente en un par de inconstitucionalidades que contiene: la reaparición de la partida secreta en un presupuesto inflado de la Inteligencia del Estado; los exagerados rubros de gastos financieros en todas partes; la inclusión de ciertos gastos previsibles en el presupuesto.

Expongan estos puntos, traten de comunicarlos bien a la opinión pública, y luego voten por este presupuesto, en vez de crear un conflicto que tal vez no puedan sobrevivir.

Saludos, 




lunes, 9 de diciembre de 2019

Carta sobre los "cuentos chinos". De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 10 diciembre 2019


El país que queremos no nos lo van a construir los chinos.”Es la primera frase de la última columna de Cristian Villalta. Una frase envidiable, que por si sola dice más que todo lo que hasta ahora hemos leído sobre la movida china con Bukele ¿O la movida de Bukele con China? - No lo creo.

Es impresionante la frialdad con la cual actuó nuestro presidente con sus dos noviazgos, el gringo y el chino. Veremos luego cómo vamos a vivir con las consecuencias. Uno puede negociar con Washington, adoptando el propio lenguaje de Trump sobre el peligro chino, y al mismo tiempo mandar a alguien (¿algún hermano?) a Pequín para negociar con el gobierno chino. No es tan difícil hacerlo de manera que nadie se da cuenta. Pero al fin la jugada se destapa el día que va a China a cobrar los favores - ¿y entonces, cómo arreglarse con la otra novia?

El silencio de Washington, incluso de @realdonaldtrump, sobre el tema es estrepitoso. Veamos cuando se traduzca en medidas.

Ahora la onda es con los chinos. Y el discurso obviamente es otro: Ya nada como el ‘cuento  Heritage’ de “No vengo para pedir nada regalado, olvídense de la cooperación del desarrollo, vengo para que hagamos negocios”, que tan drásticamente cambió la percepción de nuestro flamante presidente en los círculos conservadores de Estados Unidos – y algunos incluso aquí.

Hoy el cuento es chino: “Un par de miles de millones de dólares son nada, los podemos regalarles así no más, con tal que hay una visión común para el futuro de nuestros negocios en Centroamérica...”

Entonces, desde Pequín nos enteramos de la lista de los regalos, pero no hemos escuchado nada sobre la segunda parte: la visión china sobre sus negocios en y desde El Salvador. Ni idea tenemos, igual que cuando el gobierno del FMLN comenzó estas negociaciones.

¿Cómo habrán llegado a la ‘lista de Santa’? ¿Son necesidades prioritarias de El Salvador el Estadio y la Biblioteca Nacional? ¿Por qué nadie dijo: señores, como ya nos ofrecen el sistema de tratamiento de aguas para limpiar al Lago der Ilopango, háganlo completo: el tratamiento de aguas negras de todo el Gran Salvador, y quedarían limpios también el Rio Lempa y el Cerrón Grande, que ya está al punto de morirse?

Es un poco difícil imaginarse a Nayib Bukele negociando esta lista de Santa con la cúpula del Partido Comunista más grande del mundo. “Quítenme esto, pónganme aquel otro...” ¿Y al final alguien pone sobre la mesa de extra el doctorado honoris causa? – No, no puede ser tan trivial. Espero.

Creo que fue al revés. La lista de Santa la prepararon los chinos, son parte del cuento chino. Estudiaron bien a nuestro presidente, sus debilidades, sus complejos de inferioridad, la manera como maneja el populismo. Claro que se sabe también en la China que un Estadio Nacional –obviamente más grande que el de Costa Rica- le gana más apoyo popular que una onda tan poco sexy que el tratamiento der aguas negras. Claro que se sabe también en la China que un palacio de cristal para la Biblioteca Nacional  llama más la atención a su invitado que una planta productora de carros eléctricos para abastecer desde El Salvador a toda América Latina...

Nunca sabremos cómo negociaron esta lista de Santa – y ¿contra qué? ¿Qué vendrá después? ¿Qué está ya comprometido? ¿A qué visión del desarrollo de El Salvador corresponderá todo esto?

Escucharemos ‘cuentos chinos’ por ratos.

Saludos, 


viernes, 6 de diciembre de 2019

Carta de reconocimiento a los que me trataron en el Hospital MQ. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 7 diciembre 2019

Nos estamos auto-convenciendo de que en los cargos de responsabilidad nunca tenemos a las personas idóneas, preparadas, previstas de ética, profesionalidad y compromiso con el bienestar. Y que es por esto el país no avanza.
Si solo vemos el desempeño y comportamiento de la clase política, es una percepción correcta —y no se refiere exclusivamente al actual período legislativo o presidencial—. Durante décadas hemos visto desfilar por el poder, por la televisión y últimamente por las redes sociales, a políticos y funcionarios incapaces, corruptos, o arrogantes, que nos han defraudado. No todos, pero demasiados y de todos los colores.
Pero no permitamos que esta frustración nos lleve a caer en una generalización de este juicio, que nos inhiba ver, reconocer y apoyar a los liderazgos sanos, capaces, que pese a todo han mantenido este país a flote. Tal vez sean pocos en política, pero si vemos la sociedad en su conjunto, más allá de la política, veremos que se ejercen miles de cargos importantes —que y se ejercen bien, con profesionalidad, compromiso y éxito.
Por suerte para uno, cuando se enferma, no lo llevan a la Asamblea, la alcaldía o Casa Presidencial, sino a un hospital.
A mí me llevaron al Hospital MQ del Seguro Social, porque necesitaba una operación de corazón. ¿Cuántos en nuestro país saben que ahí funciona, desde hace como 30 años, un equipo de lujo para operaciones de corazón de calidad internacional, con médicos altamente especializados y experimentados, a quienes los hospitales privados quisieran contratar tiempo completo? Muchos de ellos también operan en los hospitales privados, para completar un salario decente, pero no dejan de operar en el Seguro Social por su vocación ética.
Yo no sabía nada de esto. Hasta que me tocó operarme. Lo hicieron exitosamente y pasé ocho días y noches en la Unidad de Cuidados Intensivos asociada al Centro de Cirugía Cardiovascular del MQ.
La próxima vez que alguien me diga que aquí en El Salvador no tenemos gente idónea para encargarse de las funciones con alta responsabilidad, le voy a decir que se lo digan al Dr. José Roberto Maldonado, el jefe de esta unidad, o a la técnica que durante las intervenciones maneja la máquina corazón-pulmón que mantiene la circulación y oxidación de la sangre, mientras los cirujanos ponen los bypass o la válvulas que el corazón necesita. Ellos, igual que las 10 enfermeras de Cuidados Intensivos, han mantenido este Centro trabajando, cumpliendo bajo los protocolos internacionales (de selección de pacientes, de su preparación y sus cuidados), con cuotas de éxito comparables con Estados Unidos y Europa, y lo han hecho bajo gobiernos de ARENA y del FMLN, y ahora de Nuevas Ideas, con los ministros de salud y los directores del ISSS que les pusieron —los muchos malos y los pocos buenos…
Para entender la ética de trabajo en este lugar hay que vivir la hora crítica que diariamente se repite en la Unidad de Cuidados Intensivos: el regreso del paciente de la sala de operaciones. Es un momento mágico, que corresponde a un momento muy crítico para el paciente. Se nota cómo la energía de todo el equipo se combina en un solo objetivo: facilitar que el paciente despierta de la manera menos traumática.
Escribo aquí sobre un ejemplo, porque es el que recién viví. Pero el mismo profesionalismo lo encontraríamos en muchas partes de la empresa privada, que también ha tenido que aprender a funcionar e incluso prosperar con malos y buenos gobiernos. Si no, el país hubiera colapsado bajo las políticas erradas de Duarte, bajo el peso de la guerra, o durante los 10 años que gobernó el FMLN. Pero por arte de magia (que no es otra cosa que el espíritu profesional de los salvadoreños) la economía nunca dejó de funcionar, igual que los hospitales del Seguro Social y su equipo especial en MQ. Y van a seguir funcionando, sea lo que sea que nos venga encima con este nuevo gobierno que quiere jugar a Dios reinventando todo sin haberse preparado para nada.
Lo único que pido a este gobierno es que no estorbe donde el país está funcionando.
Saludos de 


viernes, 22 de noviembre de 2019

Carta a los que nos enfrentamos con argumentos. De Paolo Luers


Publicado en MAS!y EL DIARIO DE HOY, 23 noviembre 2019


Mis amigos, críticos, adversarios:
En enero 2020 voy a cumplir 39 años de vivir en El Salvador y hace 11 años me juramenté como ciudadano salvadoreño, sabiendo que mi país natal Alemania me iba a retirar el pasaporte porque no acepta que sus ciudadanos acepten otra nacionalidad.
Lo hice para adquirir en el país donde vivo y trabajo, donde nacieron mis hijos, donde vi a amigos morir por la libertad, el derecho de ejercer todos los derechos de un ciudadano, sobre todo el derecho irrestricto de expresar mis ideas y críticas y de participar en política.
Me hice parte de un país, en el cual estalló una guerra civil por la restricción sistemática de estos dos derechos, pero que al terminar la guerra lo hizo con un consenso nacional amplio y sólido de garantizarlos por siempre y para todos.
Me hice parte de un país en el cual ya no existía la vieja práctica del destierro, de obligar a los opositores demasiados críticos a dejar atrás su tierra y vivir en el exilio.
A pesar de todo esto, cada vez que una de mis columnas o cartas toca un punto sensible de quienes actualmente gobiernan, las redes sociales se llenan de amenazas de sacarme del país y de invitaciones de abandonarlo “antes de que sea tarde”. Este regreso de la intolerancia en gran parte es resultado de la contaminación de las redes sociales con troles. Digamos que los troles le dan volumen a esta nueva intolerancia, pero solo son los altavoces de mensajes que provienen, de manera sistemática y planificada, de los propagandistas profesionales que se dedican a proteger al presidente, su gobierno, su partido y sus aliados de la crítica y del escrutinio público.
Esto es lo que vuelve esta nueva intolerancia sistemática un fenómeno que requiere atención. El mero hecho de que algunos propagandistas como Walter Araujo o Ernesto Sanabria están tratando de intimidarme a mí con mensajes de odio es tan irrelevante como son sus autores como personas. Se vuelve relevante porque no son unos locos que tratan de compensar sus traumas y frustraciones emitiendo mensajes de odio. Son funcionarios del Gobierno, algunos, y otros son personajes muy ligados al movimiento gobernante, asumiendo papeles de cheerleaders.
El resto que no estamos en este negocio de la difamación, intimidación y de echar excrementos al ventilador, sino que nos dedicamos al debate político, a la crítica o la construcción de propuestas políticas, debemos tener un sumo cuidado de no dejarnos contaminar por la intolerancia y la violencia verbal que se está promoviendo, pero tampoco de dejarnos intimidar y abstenernos de la crítica necesaria en una sociedad democrática.
Podemos representar corrientes de pensamiento diferentes, podemos disentir mutuamente en nuestros planteamientos, podemos incluso criticarnos de manera dura, pero siempre con argumentos y con respeto a la dignidad del otro, aunque sea adversario intelectual o político.
Yo pego fuerte en mis cartas y no tengo ningún problema con que me critiquen de la misma manera. Así generamos debate, que es el combustible de la democracia. Si un funcionario y líder político, en este contexto de un debate franco, me quiere decir “pluma pagada”, que por lo menos no sea para luego pasarse a insultos que por su carácter lesivo rompen el diálogo.
Pero quiero dejar una cosa clara: Digan lo que digan en redes sociales, no van a lograr intimidarme. No fui a una guerra luchando por la libertad de expresión para luego dejarme intimidar o callar por gente armada de iPhones.
Saludos, 


2019: el año del descontento. De Manuel Hinds


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 22 noviembre 2019


La ola de protestas que está asolando a Latinoamérica evoca las que asolaron a Europa continental en 1848 y 1968. En 1848, el objetivo de las protestas era la instalación de la democracia liberal. En 1968, el objetivo era la instalación de gobiernos de izquierda radical.
En 2019 las motivaciones de las protestas latinoamericanas son enormemente dispersas y en muchos casos han ido cambiando con los eventos. En Honduras las protestas fueron disparadas por el descubrimiento de la asociación del hermano del presidente con cárteles de la droga. En Nicaragua, Venezuela y Bolivia las protestas comenzaron con trampas en las elecciones y la negativa de los que hicieron la trampa a abandonar el poder. En Perú y Ecuador comenzaron, en el primero porque el presidente del país disolvió el Congreso y llamó a elecciones de diputados (algo explícitamente contemplado en la Constitución) y en el segundo como oposición a medidas de estabilización económica pasadas por el Estado. En Chile, comenzaron por un alza en el precio de los pasajes del metro y se convirtieron luego en una protesta general contra la Constitución. En Colombia, los que protestan lo hacen por muchas razones distintas, que podemos esperar que, como en Chile, evolucionen hacia un objetivo más general como quitar al presidente.

En Europa en las dos ocasiones que he mencionado no hay duda de que hubo un contagio. Gentes que deseaban la instalación del liberalismo en cada país se sintieron apoyadas en otros países al ver las revueltas en ellos y justificadas en su deseo de salir a luchar por sus ideas.

¿Se puede hablar de contagio en Latinoamérica cuando las motivaciones son distintas? Ciertamente, el contagio no puede ser ideológico, porque hay revueltas de ambos bandos. Pero tampoco puede tomarse como una casualidad el surgimiento de tantas protestas en el Continente. Aquí el contagio pasa por mostrar a las personas que están amargamente descontentas con algo que está haciendo el gobierno que hay otras personas que están gravemente descontentas, por esa o por alguna otra razón en su país o en otros. Esto causa contagios locales e internacionales.


¿Qué tantos cambios podemos esperar de estas revueltas? En 1848, los rebeldes derrocaron al Rey Luis Felipe de Francia y eligieron presidente a Luis Napoleón Bonaparte, que muy rápidamente se proclamó emperador de los franceses. En otros países los gobernantes prometieron instalar democracias liberales para quitarle el viento a las velas de las protestas y luego no hicieron nada. En 1968 no pasó nada, excepto fortalecer el régimen de Charles de Gaulle que los rebeldes en Francia querían derrocar.

Esto no quiere decir que no hay peligro en estas protestas. En la fase del contagio éstas pueden alcanzar magnitudes y niveles de violencia tales que pueden romper el orden institucional, como pasó con Luis Felipe en Francia, en donde derrocaron a un rey para obtener un emperador, igual que con la Revolución Francesa. Todos los países que tuvieron revueltas en 1848 salieron peor que antes, con más represión y menos democracia.

La historia confirma que las probabilidades de salir peor que antes son muy altas. En “La Sicología de las Multitudes”, Gustave Le Bon describe cómo las multitudes organizadas presentan características que son bien distintas a las de los individuos que las forman. Se forma una mente colectiva, transitoria pero muy definida, y se genera una homogeneización de sus miembros hacia el mínimo común denominador, que contiene los más básicos y primitivos elementos de nuestra naturaleza. Unidos por ese nexo primitivo, los individuos adquieren una sensación de poder invencible, y entregan su voluntad al líder que se encuentre en esa posición en ese momento. Eso va cambiando las motivaciones de la protesta, dando unidad de propósito a la insurrección. Los que comenzaron protestando por algo, tornan a protestar por otra, más amplia y radical. En este estado, se vuelven anónimos y, por tanto, irresponsables y capaces de cometer crímenes y estupideces que jamás harían de uno en uno. Se vuelven fácil presa de los líderes que toman control de ella y se convierten en instrumentos de sus ambiciones.

Es por esto que seguir los impulsos de las multitudes por sobre los mecanismos institucionales de gobierno es una mala idea. En la fiebre de esas revueltas se pueden tomar decisiones que los pueblos mismos luego lamentan por generaciones.