sábado, 13 de abril de 2019

Carta sobre los presidentes indeseables

Pocas veces me alegro con una decisión de nuestro presidente electo. Con esta sí: No va a invitar a su toma de poder a presidentes ilegítimos como Nicolás Maduro, de Venezuela; Daniel Ortega, de Nicaragua, y Juan Orlando Hernández, de Honduras. Me encanta. Pero yo no soy presidente electo. Puedo decir lo que quiero, sin generar complicaciones al país. 

Además, no invitar a alguien es una cosa, pero otra es publicitar esta decisión en Twitter. Es como restregarles a los presidentes en la cara su exclusión de la lista de invitados. Bukele lo hizo, y como presidente tendrá que liderar con las consecuencias diplomáticas.
Si yo hago una fiesta en mi casa, tengo el derecho de no invitar a los vecinos que me caen mal. Pero no voy a poner un anuncio en el periódico diciendo: Fulano, Zutano y Mengano no son invitados a mi fiesta, porque maltratan a su hijos, perros y esposas. Mucho menos cuando tengo intenciones de convertirme en el presidente de la Asociación de Vecinos de mi colonia, donde los 3 indeseados también son miembros y pagan su cuota mensual. ¿Con qué cara los voy a convocar luego para discutir los problemas de basura y seguridad?

Esto es más o menos lo que va a pasar al futuro gobierno salvadoreño. Muy pronto le tocará asumir la presidencia rotativa del SICA – y por más que nos caigan mal ciertos vecinos, hay que invitarlos, atenderlos y escucharlos en la cumbre centroamericana.

Pero luego de restregarles en la cara que son personas ‘non grata’, ¿cómo los va a recibir nuestro presidente después, cuando le toque la presidencia rotativa del SICA?

Me surgen otras preguntas: ¿Al emir de Qatar lo invitaron para la toma de poder? Su régimen es altamente cuestionado por su carácter autoritario y las violaciones a derechos humanos, laborales, religiosos? El presidente electo ya se reunió con el embajador de Qatar, hablando de planes ambiciosos de inversión en El Salvador?
¿A los gobiernos de Rusia y China Popular se les va a incluir en la lista de ‘indeseables’, por su apoyo Daniel Ortega y Nicolás Maduro para mantenerse en el poder?

¿Nos conviene provocar que los gobiernos de Nicaragua y Honduras se unan para atentar contra los intereses de El Salvador en el Golfo de Fonseca y en Centroamérica?

Parece que en materia de relaciones internacionales hay muchas cosas que el presidente electo tendrá que aprender rápido si quiere evitar complicaciones serias a nuestro país.

Saludos,


jueves, 11 de abril de 2019

Carta a los renovadores: No se dejen distraer de populismos

No es nada nuevo que los partidos tienen que renovarse, principalmente ARENA y FMLN. El error principal (y posiblemente fatal) que pueden cometer es focalizar el debate sobre su renovación en la competencia con Bukele y Nuevas Ideas, tratando de competir con su supuesta “nueva forma de hacer política” – o sea con la demagogia anti política. Lo peor que pude pasar al país es que para las elecciones legislativas del 2021 se desate una carrera entre diferentes formas de populismo. Parece que estamos en este camino, con muchos retomando propuestas o exigencias demagógicas, o incluso tirándole los calzones al presidente electo. Esto es rendición, no renovación.

La necesidad de ARENA y el FMLN de renovarse no surge del hecho que Bukele los haya vencido en la elección presidencial. Este debacle solo fue la factura que pagaron por no atender a tiempo la necesidad de renovación.


Tanto en la izquierda cono en la derecha, la renovación, la democratización y la definición ideológica de los partidos están en discusión desde hace muchos años. En vez de buscar cómo competir contra Bukele en su propio terreno, el populismo, los partidos tienen que retomar el hilo de su propio desarrollo interno y finalmente refundarse con claras definiciones ideológicas. No hay que complicar tanto este asunto. Es mucho más sencillo que parece.

El FMLN tiene que refundarse como partido socialdemócrata, reformista, progresista, con fuerte énfasis en el Estado del Bienestar al modelo de países como Canadá, los países de Escandinavia y Alemania – pero al mismo tiempo rompiendo la barrera ideológica que le ha impedido adoptar la defensa de las libertades y de la institucionalidad republicana.


ARENA tiene que refundarse como partido liberal, republicano, constitucional, con especial énfasis en la defensa de las libertades (no solo económicas, sino también sociales) – pero al mismo tiempo rompiendo la barrera ideológica que le ha impedido adoptar como su propósito histórico la erradicación de la pobreza en El Salvador.


Que en el camino tienen que democratizarse, fomentar nuevos liderazgos, cambiar sus estatutos, el lógico – pero lo más importante será que definan con claridad su proyecto político, su razón de ser.


Si los partidos no logran producir este salto cualitativo, se van a reducir a remanentes de un mapa ideológico desfasado – y otros partidos o movimientos nuevos tomarán su espacio para representar una derecha liberal y una izquierda reformista. 


No tienen que reinventar la rueda. Retomen los debates de ruptura dentro del FMLN (ERP/RN; Renovadores; FDR), y las discusiones en ARENA luego de perder el poder en 2009 (incluyendo el documento que en el 2010 surgió para renovar el ideario de ARENA). Olvídense de Nuevas Ideas y definan, bajo su propia lógica, su identidad política. Si lo logran, todos ganamos. En un país con un partido liberal fuerte y uno socialdemócrata consolidado, no cabrá una tienda de variedades populistas como Nuevas Ideas.


Saludos,





martes, 9 de abril de 2019

Carta a los intolerantes: Tienen derecho de opinar, mas no se censurar

¿Hasta qué punto realmente somos tolerantes? Se demostrará con el grado de nuestra tolerancia con los intolerantes.

¿Hasta qué punto estamos dispuestos a defender la libertad de expresión? Se demostrará cuando quieren callar a alguien cuyas opiniones rechazamos. ¿Defenderemos su derecho de expresarse libremente?


La señora Julia Regina de Cardenal se destaca por su manifiesta intolerancia en temas de religión, feminismo, y sexualidad. Rechazo casi la totalidad de las opiniones que ella publica. Sin embargo, no me causó ninguna gracias cuando en Twitter apareció una señora llamada Sofía Gretti anunciando orgullosamente “Acabé con la Julia Homofóbica Regina Cardenal”. Resulta que la usuaria @sofiagretti95 había hecho las gestiones con el servicio de denuncia de Twitter para que temporalmente restringieran la cuenta de la señora de Cardenal. Y ella y sus seguidoras lo estaban celebrando en esta red social como “triunfo contra la intolerancia”.




Sin embargo, era lo contrario: otro triunfo de la intolerancia. El que lo resumió bien fue Marvin Galeas. Reprodujo en su cuenta de Twitter el triunfante tuit de Sofía Gretti, y lo comentó así: Se puede o no estar de acuerdo con las opiniones de Julia de Cardenal, lo que no se vale es acallar una posición y celebrarlo de esta manera.”

100% de acuerdo con Marvin Galeas.



La que no estuvo de acuerdo fue Sofía Gretti. Inmediatamente bloqueó a Marvin Galeas. Hay que detenerse en este: La que en nombre de la lucha contra la intolerancia pidió a Twitter que cierre la cuenta de Julia Regina de Cardenal bloqueó a Marvin por desacuerdo con su opinión.


Es más, cuando Marvin publicó en su cuenta en Twitter el anuncio que Sofía Gretti lo había bloqueado, ella tomó una medida aun más radical: Puso candado a su cuenta de Twitter, o sea la bloqueó al público. Terminándose la tolerancia, se terminó la comunicación…

El mismo día detecté en el periódico español El País una columna de Almudena Grandes, titulada “Estómago”. Casi siempre leo sus columnas, aunque casi nunca estoy de acuerdo – y muchas veces me enojo encendidamente con ella, como cuando escribió que había tantas opiniones sobre Venezuela que ella ya no sabía a quién creer, a Nicolás Maduro o a Juan Guiadó.

Casualmente, Almudena escribió este día sobre el mismo tema: la intolerancia y la libertad de expresión. Como para provocarme, en la primera parte de la columna le echó una gran regañada a una mujer y dirigente política que yo adoro: Inés Arrimadas, la dirigente del partido opositor “Ciudadanos” en el parlamento catalán. Y cuando ya me tenía encendido, Almudena dio un inesperado giro a su columna, describiendo como el presidente del Parlament, de manera grosera, trató de callar a Ines, quitándole la palabra. La moraleja de la columna: “Si democracia no es una palabra hueca, ser demócrata consiste en defender los derechos y las libertades de personas que dan dolor de estómago. En mi caso, sin ir más lejos, Inés Arrimadas.”

Bueno, a mi me da dolor de estómago la Santa Inquisición en todas sus formas. La católica de la señora Julia Regina, arremetiendo contra las feministas – e igual la inquisición feminista de la señora Sofía Gretti, que trata de callar a las voces que no le gustan. Pero nadie debería censurar a doña Julia – y tampoco debería autocensurarse doña Sofía. Con la censura y con la autocensura se corta toda posibilidad de comunicación.
Saludos,





domingo, 7 de abril de 2019

Ficción y política. Columna Transversal

Volodymyr Zelenskiy. El Candidato.

Todo comenzó con un chiste. Faltaban casi dos años para las elecciones presidenciales y había que hacer encuestas. Entonces, a alguien se le ocurrió medir en esta encuesta, a la par del presidente que buscaba su reelección y de los candidatos ya declarados de los diferentes partidos, también al actor que juega el papel del presidente de la República en una telenovela muy popular. Resulta que el actor ganó la encuesta. La ficción venció la realidad.

El segundo paso: Los productores de la telenovela “Servidor Público” crearon un partido político con el mismo nombre.

El tercer paso: El actor se inscribe como candidato a la presidencia.

En las elecciones presidenciales del domingo 31 de marzo el actor ganó la primera vuelta. Se llama Volodymyr Zelenskiy. Luego de ganar más del 30% de los votos en primera ronda, contra un 18% del actual presidente Petro Poroshenko, entra como favorito a la segunda ronda.

El chiste se está haciendo realidad. ¿O nunca fue un chiste, sino desde el principio hubo un plan magistral de mercadeo político, hecho en las entrañas del mayor consorcio mediático del país, el que produce la telenovela y cuyo dueño es un oligarca y adversario declarado del presidente actual?



Esta historia que pasó en Ucrania es demasiado buena para no convertirla en tema de mi Columna Transversal. Nos debe llevar a reflexiones serias sobre la incursión del showbusiness en la política – o más bien del fenómeno de candidatos populistas que surgen fuera del esquema tradicional partidario, catapultados por campañas novedosas que aprovechan al máximo las nuevas tecnologías de comunicación – pero sobre todo explotan la frustración de la gente con los partidos que los representan.

El actor de presidente tiene cero experiencia política, a menos que contemos como experiencia su papel de presidente en una telenovela. Durante su campaña no se presentó en vivo a ningún público; no dio discursos; no participó en debates y no dio entrevistas. Pero tuvo una fuerte presencia en redes sociales (adivinen con qué discurso: “los mismos de siempre” plus “la corrupción”) – y obviamente en televisión. Todavía en la recta final, cuando por ley las campañas electorales ya estaban en silencio, se transmitió su telenovela…


No presentó ningún programa de gobierno. Nadie tiene idea de cómo y con quiénes va a conformar su gobierno. Pero salió claro ganador de la primera vuelta.


Zelenskiy no sería el primer actor convertido en presidente. Tampoco el primer cómico. El ejemplo más reciente es Jimmy Morales, quien está exitosamente arruinando el proceso de democratización en Guatemala. El ejemplo más famoso: Ronald Reagan. Arnold Schwarzenegger llegó por lo menos a gobernador de California, y los expertos todavía tratan de averiguar si la gente votó por Terminator o por el bodybuilder


Pero que yo sepa, nunca nadie se volvió presidente por haber sido presidente de la República en una telenovela. Sería como si Kevin Spacey se hubiera lanzado de candidato a presidente de Estados Unidos y la gente hubiera votado por Frank Underwood.


Nosotros en El Salvador hemos elegido tres presidentes provenientes del showbusiness. Primero Toni Saca, quien construyó su popularidad como narrador de fútbol. Luego Mauricio Funes, quien se hizo popular como entrevistador, enfrentando a los poderes. Y luego de un intermedio con el profesor Sánchez Cerén, los salvadoreños eligieron a Nayib Bukele, una especie versión moderna del flautista de Hamlin. Hasta ahora no nos ha ido nada bien con los showmen en Casa Presidencial…

Volodymyr Zelenskiy. El actor.





Regresemos a Ucrania. Es un país en permanente crisis. Su vecino Rusia mandó  sus tanques para expropiarle una provincia (Crimea) y tiene a otra región (Donetsk) sumergida en una guerra civil interminable. Es un país que quiere ser parte de la Unión Europea, pero no logra salir de la órbita rusa. Tiene enormes problemas económicos, energéticos y de corrupción. ¿Cómo pensar que un actor de comedias sin partido y sin programa político será el más indicado de dirigir este país?

A lo mejor nadie piensa esto, ni siquiera los que lo lanzaron y los que lo votaron. A lo mejor lo único que piensan es que este hombre es carta ganadora porque no es de los mismos de siempre y nadie lo puede vincular a la corrupción, porque nunca administró nada. Este truco tampoco es nada nuevo: Así llegaron al gobierno Hugo Chávez, Donald Trump, Jair Bolsonaro, Jimmy Morales. Y Nayib Bukele.