Sobrevivir, escribir y librar la batalla legal del proceso que se instruye en mi contra, han sido en los últimos días las cuestiones que más han consumido mi tiempo, energías y neuronas, y hasta
pareciera ser, que son los causantes de mi silencio ante graves hechos acaecidos en la región y en nuestro país, digo pareciera ser, porque no es así, es más bien una actitud prudente, paciente y optimista la que ha privado en mi actuación.
No me he pronunciado sobre el arribo al poder del Estado por parte de la izquierda conservadora en El Salvador y de su candidato el hoy ya presidente Mauricio Funes, porque en su momento fui partidario que había que concederles a ambos el beneficio de la duda, que no había que condenarlos precipitadamente al fracaso y que por el contrario había que apoyarlos para el cumplimiento de las sobradas promesas que hicieron en campaña, por ser estas por las cuales el pueblo les voto.
Tampoco me he pronunciado sobre el problema de la delincuencia y criminalidad que tiene sojuzgado al país y que ya alcanza índices tan alarmantes, propios sólo de una situación de guerra (16 muertos por causas violentas por día), porque la actuación nerst del gobierno con su sobrada autosuficiencia, pareciera ser que no requiere ni de la opinión ni del apoyo de los ciudadanos comunes que no somos parte del círculo de amigos, convertidos hoy en la nueva argolla que dirige el pais. Sobre el particular de La delincuencia, hoy que lo comento, me limitare a expresar que la superación de tal problemática no se logra caminando por la dirección que se va, ¡ No es por ahí señor presidente y antiguos amigos hoy ministros de seguridad pública y defensa, que se superará el problema delincuencial!, se los dice alguien que contribuyo al combate y la erradicación de la delincuencia común en las zonas conflictivas durante de la guerra, zonas en las que 18 años después, muy poco se escucha hablar de maras y son Departamentos y Municipios que no figuran entre los mas peligrosos del país.
Tampoco me exprese públicamente en solidaridad con los afectados por el huracán Ida, pero si me solidaricé en lo limitado de mis posibilidades en privado, porque lo peor y más detestable en la actuación de un político es pretender hacer política explotando con sobrado cinismo el dolor de las víctimas, llegando al extremo de ir a los lugares donde han ocurrido las desgracias a tomarse fotos con las personas afectadas.
Sobre los sucesos que desde el mes de junio se desarrollan en la hermana república de Honduras, también he mantenido un prudente silencio con la esperanza de que se le encontrará una solución pacífica y civilizada a ese conflicto.
En su momento, no compartí las Pretensiones del Presidente Zelaya de perpetuarse en el poder mediante mecanismos que posibilitaran su reelección, porque me parece poco consistente el que se considere que un modelo y un proyecto social de todo un país, sólo sea posible sostenerlo con el mismo líder a la cabeza, porque eso aparte de ser otra forma de dictadura, en la práctica no es el proyecto del pueblo, sino el del líder y eso de democracia no tiene absolutamente nada porque son los miserables intereses del líder los que prevalecen, quien hace del ejercicio del poder su forma de vida y eso se llama y parasitismo, no democracia.
Pero tampoco compartí la forma retrograda y gorilesca con la cual actuó el ejército hondureño, por mandato de la oligarquía catracha, al cesar de forma violenta el mandato presidencial del señor Zelaya, ese golpe de Estado ha hecho tambalear el incipiente proceso democrático que desde “”Esquipulas Dos”” está en marcha en la región. Ha colocado un lunar blanco (micheleti) en la mera frente del sonriente presidente Obama, quien con su condescendiente actitud a favor de los golpistas, se ha desnudado de su ropaje de demócrata y ha actuado como todo un vulgar retrogrado imperialista, favoreciendo el interés de las burguesías locales y no del proceso democrático que con creces se edificaba en la región. Ese golpe de estado, también reafirmo el carácter anacrónico de organismos internacionales como el SICA,PARLACEN, OEA Y ONU que han sido incapaces de restablecer la constitucionalidad democrática en ese hermano país, y han develado el cinismo con el que se ha actuado para intervenir en otros países del mundo so- pretexto de restituir la democracia, cuando todos sabemos que en verdad son los intereses voraces de unos pocos que quieren apropiarse de importantes reservas naturales que descansan en esos subsuelos los que los motivan.
Desde su arribo violento, el gobierno de facto y el Congreso hondureño han dado cátedra de truqueros a todos los políticos del istmo latinoamericano, cuantas veces pudieron faltaron a su palabra, engañaron a su contraparte, se burlaron de importantes personalidades como el ex presidente Lagos de Chile y el mismo Oscar Arias de Costa Rica y mediante argucias y leguleya das han pretendido legitimar los frutos de un árbol torcido, porque eso es el gobierno que encabezara Lobo, el fruto de un árbol torcido.
Lo que está pasando en Honduras es un desafío a las convicciones que los demócratas latinoamericanos tenemos, Zelaya y el movimiento social hondureño que se fajo en esta coyuntura tienen la misión histórica de llevar su lucha por la democracia hasta las últimas consecuencias: La guerra civil. Y los demócratas vecinos, la obligación de acompañarlos. Honduras que fue el único país que en la década de los ochentas no maduraron las condiciones para la lucha revolucionaria, hoy si las tienen: una dictadura que enfrentar, un ejército confrontado con su pueblo, restringidas muchas de sus libertades, pisoteado su orden constitucional, profundización de la pobreza y principalmente un robusto y combativo movimiento social; como diría Lenin, “”tanto las condiciones objetivas como subjetivas para la lucha están dadas”” y no las ha hecho madurar la izquierda, ni tan siquiera Chávez y su socialismo del siglo xxi y su quinta internacional, en Honduras es la misma derecha y su aliado Obama quienes pusieron el carburo para que maduraran rápido, o sea pues, lo que en adelante pase es de su exclusiva responsabilidad.
La cita con la democracia para todos los latinoamericanos esta en Honduras, pero es Zelaya y los hondureños que nos deben de invitar, Zelaya debe salir y organizar la resistencia en la montaña ó en la clandestinidad, la época para las acciones diplomáticas, el dialogo y la negociación ya pasaron, habrá que crear mediante la guerra civil una nueva correlación de fuerzas para sentarse nuevamente y buscar salidas civilizadas. Yo por mi parte, que me considero un veterano luchador por la democracia, no me puedo excusar si se me invita de asistir a ese encuentro, es posible que mis gastadas rodillas no me permitan escalar todas sus montanas, mis pulmones no almacenen el oxigeno suficiente para la carrera y el trote, mi no espalda no pueda cargar con la mochila de campana y mis ojos no me permitan afinar bien la puntería, pero tengo 20 años de experiencia en la lucha guerrillera en sus diferentes formas, que puede ser mi aporte en la formación de nuevas generaciones de luchadores por la democracia, y no cobrare nada por eso porque no soy mercenario ni aventurero, esa será la forma de pagar mi deuda histórica con Francisco Morazán, el general hondureño que combatió en suelo salvadoreño por la patria centroamericana y los derechos individuales del hombre, y esa participación, nos permitirá a los salvadoreños honrar a los héroes de Gualcho y la Hacienda Cuscatlan en Sesori y los de San Pedro Perulapán en Cuscatlan.
Como verán, mi prudencia, mi paciencia y mi optimismo tenían como límite la decencia, no puedo seguir en silencio porque ello me convertiría en cómplice del suicidio que se comete contra la democracia en la región.