Es muy común la crítica a las cúpulas y su manera vertical, autoritaria,
corrupta de conducir los partidos y por ende, el país. Pero de repente
algunos salen con la sorprendente idea de que Elías Antonio Saca, el
expresidente que quiere regresar al poder, podría ser el dirigente
político que finalmente va a liberarnos del secuestro de la política por
parte de las cúpulas partidarias.
Escucho estas ideas donde
difícilmente me las hubiera imaginado —de gente de larga trayectoria de
izquierda: primero de Ana Guadalupe Martínez y Joaquín Villalobos, y más
recientemente de Félix Ulloa y Dagoberto Gutiérrez y su gente de la
Tendencia Revolucionaria.
No es nada sorprendente el hecho que
Saca pudo convencer a mucha gente de derecha que él es el redentor
luchando contra una cúpula arenera vendida a la gran empresa. La
tradicional indefinición ideológica y la falta de debate y análisis
críticos dentro de la derecha salvadoreña forman el caldo de cultivo
fértil para este tipo de leyendas.
Tampoco es sorprendente que
Saca, quien más allá de sus reconocidos dotes de discurso y comunicación
sabe cómo manejar el dinero y el poder para ganarse (y si fuera
necesario: comprarse) la lealtad de mucha gente, haya logrado convertir
la frustración, desorientación y la desesperación de mucha gente dentro
de la derecha en un movimiento, y al fin, en una candidatura.
Lo
que sí es sorprendente es que el discurso de Saca haya llegado a
trascender la crítica a la cúpula del partido ARENA y comience a
plantear la lucha contra "la oligarquía" y "la gran empresa". Se
entiende la necesidad de Saca y Gana de hacer alianzas con los enemigos
de su enemigo. Pero es inexplicable que en este afán de destruir ARENA
hayan ido tan lejos de convertirse en instrumentos dóciles de Funes y
del FMLN en sus ataques a la empresa privada, la institucionalidad del
país y las libertades cuya defensa supuestamente define el concepto de
derecha. Es este el error principal que puso al movimiento electoral de
Saca un techo de 20 a 25 % que no podrá superar. En su afán de destruir a
ARENA se alejaron demasiado del sentir de la población de derecha que
querían atraer. Al fin, no lograron destruir a ARENA, pero quedaron
aislados del mainstream de la ciudadanía. Exceso de táctica, falta de
estrategia...
Pero lo más sorprendente es que esta mala estrategia
de Saca de repente encuentre aliados en sectores de la izquierda. O más
bien: en ciertos personajes provenientes de izquierda, porque dudo que
logren jalar a contingentes considerables de la izquierda al proyecto de
la reelección de Saca.
Algunos de los argumentos de los
personajes de izquierda que endosan a Saca suenan, a primera vista,
válidos: que Saca está liderando un movimiento que puede al fin superar
la confrontación entre dos cúpulas partidarias, del FMLN y de ARENA.
Sueno válido, porque indudablemente es cierto que las cúpulas mantienen
el control de sus partidos; que imponen candidatos, alcaldes, diputados;
que sirven de tapón contra el relevo generacional, la participación
ciudadana y la renovación de las agendas políticas. Y es cierto: Detrás
de Saca no hay ninguna cúpula.
Lo que no dicen Félix Ulloa y
Dagoberto Gutiérrez es que en Unidad el lastre de la cúpula que controla
todo ha sido sustituido por uno peor: el caudillismo. No es que en el
caso de Unidad el régimen cupular haya sido superado por mecanismos
democráticos. Todo lo contrario: Frente a la falta de democracia en el
FMLN y en ARENA, donde unas cúpulas imponen al candidato, en Unidad es
peor: El candidato se autoproclama y luego alinea a los partidos
alrededor de su campaña. Incluso en comparación con la práctica
autoritaria dentro de FMLN y ARENA, esto marca un retroceso: la
institucionalidad al servicio de una persona y bajo el mando de una
persona. Si es así, mejor quedemos con el control colectivo de una
cúpula. Dentro de la cúpula incluso más autoritaria existe algún grado
de pluralismo y equilibro de intereses y poderes —dentro del caudillismo
ya no existe nada de esto. Ellos mismos lo dicen: "Saca es Unidad".
El
otro argumento de los personajes de izquierda en defensa de Saca es aun
más burdo: Hay que apoyarlo porque se ha confrontado a la oligarquía.
Me da pena ajena que un demagogo como Saca sólo tiene que aprenderse un
par de términos del tradicional discurso de izquierda, aunque sean
obsoletos y trillados como "la oligarquía" y "las 14 familias" —para que
personas de larga trayectoria de izquierda le pueden dar su bendición.
Es difícil creer que Dagoberto, el gurú de la izquierda fundamentalista,
se cree el cuento que a Saca lo expulsaron de ARENA porque sus
políticas sociales atentaron contra los intereses del gran capital.
Ulloa, Villalobos y Gutiérrez saben perfectamente que a Saca lo
expulsaron por el exceso de control al que había sometido al partido; y
en última instancia, por negociar con Funes y el FMLN la repartición de
las instituciones (Fiscalía para Saca, Corte Suprema para el FMLN...).
ARENA expulsó a Saca cuando se dio cuenta de que su presidente llevaba
adelante esta negociación, lejos de pensar en el interés del país o del
partido, para asegurar su impunidad personal —y para poner el fundamento
de su alianza con el nuevo gobierno. Esto fue el punto de ruptura.
Cada
uno tiene derecho de aliarse con quien le parece conveniente. Pero que
no inventen leyendas para justificar sus adhesiones a candidatos.
Apostaron a Saca porque pensaban que con su apoyo tendrá la fuerza para
romper el bipartidismo y abrir la puerta para todos los demás que hasta
ahora han fracasado a establecer una tercera fuerza. Está bien, es una
apuesta errónea, pero no es pecado. Pero que no inventen a un redentor
democrático Saca y una alternativa democrática que no existen. Y que no
revivan en este siglo el fantasma de la oligarquía. ¿No se dan cuenta,
camaradas, que al orden oligárquico lo derrotamos en la guerra?
Posdata:
Iba a escribir sobre el evento de la presentación del plan de gobierno
de Saca. Para esto fui a la feria —sólo para darme cuenta, que no vale
la pena: Mientras no hay prioridades no hay plan de gobierno. Nos
quieren meter en un debate interminable y superficial de cientos de
promesa, programa, acciones... Por lo que se escucha, así será en las
tres campañas: mucho detalle, falta de rumbo.
(El Diario de Hoy)