sábado, 19 de octubre de 2019

México y el duopolio de la fuerza. De Cristina López


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 19 octubre 2019


Una de las primeras cosas que aprende un estudiante de ciencias jurídicas en cualquier curso introductorio de Teoría del Estado es que el Estado mantiene el monopolio de la fuerza, por la sencilla razón de que en una república la sociedad otorga de manera voluntaria el poder a las instituciones estatales para hacer cumplir la ley. Y tiene sentido que sea un poder monopólico: ¿cómo preservar el Estado de Derecho y el cumplimiento de la ley si múltiples entidades, en competencia, pelearan por el ejercicio de la fuerza para ejecutar los propios intereses? 
Hasta ahí la teoría, porque la realidad de muchos de nuestros países latinoamericanos, comprobadamente, dista mucho del ideal de mantener el monopolio de la fuerza en el Estado. La falta de institucionalidad, el debilitamiento del Estado de Derecho, la falta de políticas de Estado, las inequidades estructurales, etcétera, hacen que en muchos países lo que se lleva a cabo es más bien un duopolio de la fuerza, en el que los intereses que se ejecutan dependen de quién tiene el dominio del poder. A veces este dominio se expresa a través de la violencia; otras veces se expresa a través del poder económico.
En México, la semana pasada quedó demostrada en Culiacán la existencia de un duopolio de la fuerza, en la que las autoridades y el gabinete de seguridad del Estado mexicano compite (y en desventaja) con el poder belicoso del cartel de narcotráfico del Chapo Guzmán. Según reportes periodísticos, el hijo del Chapo, Ovidio Guzmán, tiene una orden de captura para ser extraditado a los Estados Unidos. Intentando ejecutar esta orden de captura, las fuerzas armadas decidieron usar el monopolio de la fuerza y se encontraron con que en Culiacán ese monopolio lo ejerce un cartel de narcotráfico. La balacera que resultó obligó a los muchos habitantes de Culiacán a buscar refugio por horas en tiendas y otros espacios cerrados. Y el despliegue de violencia resultó en dejar a Junior en libertad, decisión que el Estado mexicano justificó diciendo que era para salvar vidas inocentes. De la estrategia o visión que usó el gabinete de seguridad para ejecutar esta orden de captura usando las fuerzas armadas, o de la decisión que se tomó de dejar en libertad a uno de los criminales más buscados a nivel internacional, se sabe poco puesto que las declaraciones públicas de las autoridades han estado llenas de contradicciones e inconsistencias que el Andrés Manuel López Obrador de hace un par de años (ese que criticó al gabinete de seguridad de 2015 luego de que el Chapo escapara de prisión por un túnel) habría condenado como vergonzosas.
Aparte, según Ernesto López-Portillo Vargas (analista de la revista Animal Político), en México no existen “medios de verificación confiables para distinguir que es cierto y qué no con respecto al sector de la seguridad”. En otras palabras, a la sociedad civil no tiene recursos institucionales algunos que le permitan saber qué decisiones se tomaron, si hubo negociaciones, si las decisiones se tomaron a nivel de calle y durante el enfrentamiento, o si se dieron a nivel presidencial.
Lo que queda claro es que el suceso deja un pésimo precedente: el incentivo para grupos poderosos de que armándose de maneras más efectivas que la fuerza armada pueden desafiar el monopolio estatal de la fuerza. Y para los ciudadanos, otra pieza de evidencia de que el Estado al que le cedieron poder ha fallado y que ganaron los malos, evidencia que también tenemos en tantas colonias y barrios de El Salvador dominadas por las maras.
@crislopezg

Carta para tratar de entender Culiacán y AMLO. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 19 octubre 2019


Luego de leer lo poco que hasta la fecha se sabe sobre lo que el jueves pasó en Culiacán con la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán, capo narco e hijo del Chapo, me arriesgo a interpretar, más por lógica que por conocimiento de detalles, lo que pasó.
Es obvio que los militares de la Guardia Nacional que se agarraron a balazos con los matones que cuidaban a Ovidio Guzmán no tenían órdenes de buscar y detener a este jefe del Cartel de Sinaloa.
Me atrevo a decir que no solo no tenían ni idea de con quién se toparon, sino que en general las órdenes que reciben del gabinete de Seguridad de AMLO no son topar con los narcos, mucho menos arrestar a sus jefes, sino mostrar presencia.
¿Les parece conocido? Bueno, a mí también, aquí es muy parecido. Los policías y soldados que patrullan, patrullan y patrullan en el marco del Plan Control Territorial no tienen órdenes de topar con las pandillas. Muestran presencia, pero no en los lugares donde chocarían con las pandillas.
Así es en México. Solo que en Culiacán pasó algo fuera del plan militar de la Guardia y del plan político de AMLO. Toparon con los narcos, y no con cualquier narco, sino con el heredero del Chapo.
Toparon por accidente, o porque algún mando medio se hizo el bravo y armó un gran relajo, sin tener la capacidad, los hombres y las armas para controlar la situación y las fuerzas superiores de los narcos.
Arrestaron al capo di capi y agarró fuego el cañal, o sea la ciudad de Culiacán, capital de Sinaloa y de los narcos. Muertos, fuego, camionetas con ametralladoras patrullando las calles. La policía y la Guardia perdiendo el control.
Hasta que viene la contraorden de la capital: suelten a los arrestados, incluyendo al hijo del Chapo. El presidente AMLO ya no quiere que sea vean imágenes de caos, guerra y de la impotencia de su gloriosa Guardia Nacional…
Vuelve la calma a Culiacán. ¿Pero qué calma es? Es una calma basada en mentiras, en una evasión del problema, no en su solución.
En una situación de confusión, falta de información y muchas mentiras, así es como me atrevo a interpretar lo de Culiacán, lo de AMLO y sus política de Seguridad, y lo de Ovidio, el heredero del Chapo.
¿La moraleja de la historia? Políticas de Seguridad basadas en apariencias y mentiras no resuelven los problemas. Ni en México, ni en El Salvador.
Saludos, 


viernes, 18 de octubre de 2019

¿Qué quiere el Gobierno del presupuesto? De Manuel Hinds


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 18 octubre 2019 


La discusión del presupuesto que se está llevando a cabo en la Asamblea parece más bien un esfuerzo para resolver una adivinanza que un análisis de las políticas subyacentes en el documento. Éste no puede realizarse porque el Gobierno no ha dejado claro que es lo que quiere hacer con los recursos del presupuesto. Esta dificultad puede tener dos motivos: primero, que el gobierno sepa lo que quiere hacer y no quiere decirlo; y, segundo, que el gobierno no sabe lo que quiere.
La evidencia apunta a que la segunda describe la realidad, por varias razones. Una, que el protocolo bajo el cual los ministros y altos funcionarios del gobierno parecen actuar, el de realizar visitas a las poblaciones para “identificar necesidades” no les deja tiempo para forjar planes concretos de desarrollo.
Las políticas de Estado no pueden consistir de hacer un puente aquí y poner un chorro allá, ni siquiera los diagnósticos pueden consistir sólo de listar los puentes y los chorros que faltan. Los problemas que tienen que abordarse para promover el desarrollo del país incluyen no sólo esas listas con todas las deficiencias que tiene El Salvador (no sólo los puentes sino, por ejemplo, el estado de salud y de educación de la población) sino también el establecimiento de prioridades entre ellas, el entender las cadenas de causalidad (qué problemas son causados por otros de tal forma que al resolver éstos se resuelven también los otros), y definir las acciones que hay que tomar para lograr las prioridades.
La segunda razón por la cual parece claro que el Gobierno no sabe lo que quiere es que, en efecto ninguno de sus funcionarios ha podido expresar coherentemente ninguna idea, de ningún tipo, con respecto a sus planes.
De hecho, el problema no está sólo en los ministros y funcionarios. El Presidente tampoco ha establecido una política general con objetivos nacionales y sectoriales que pudieran servir a los diputados a realizar la evaluación que tienen que hacer para aprobar o no el nuevo presupuesto.
La discusión del presupuesto, en realidad, se efectúa de atrás para adelante y nunca se llega a adelante. Como es en los países desarrollados la discusión del presupuesto se debe iniciar con una declaración de objetivos del gobierno, de las políticas que se pretenden poner en práctica y de las reformas institucionales que se pretenden realizar para poder obtenerlos. En estas declaraciones es que se insertan las cifras, que vuelven concretas las políticas del Estado. La discusión en el Legislativo se enfoca en los objetivos y las políticas del Estado. Las cifras sólo se chequean para ver si son realistas y si van a contribuir de una manera efectiva a lograr los objetivos deseados.
Entre las políticas por discutirse, debe, por supuesto, incluirse una política fiscal que demuestre que los gastos pueden cubrirse de una manera prudente y consistente con una trayectoria también prudente de la deuda gubernamental. Esta política debe estar respaldada por cifras también realistas, dado que, mientras que los gastos se vuelven ciertos al aprobarse, los ingresos por impuestos sólo son estimados que pueden variar de acuerdo con las circunstancias.
Si al gato de Cheshire, que supuestamente le dijo a Alicia, la del País de las Maravillas, “Si no sabes a dónde ir, cualquier camino te lleva allí”, le tocara analizar el presupuesto de El Salvador, podría decirle al Gobierno con toda propiedad, “Si no sabes qué hacer, cualquier presupuesto te ayudará a lograrlo”.
Pero los problemas no se limitan a éste. Como lo discutí hace un par de semanas en un artículo llamado “El Presupuesto Capturado” el presupuesto esconde enormes rigideces en el sector público, que hacen que gastos que se comienzan a hacer en un año terminan volviéndose imposibles de reducir, como las contrataciones de personal, con lo cual en cada presupuesto los gastos suben sin que se aumenten o mejoren los servicios prestados por el gobierno.
Esto recuerda un chiste irlandés en el que un motorista pregunta a un campesino a la vera del camino: “Voy para Tipperary. ¿Por dónde me voy?”. El campesino le contesta: “Si yo fuera para Tipperary, no saldría desde aquí”. Si se quiere que el país llegue a tener políticas de desarrollo bien hechas, no debería partir de esa manera de hacer y analizar el presupuesto.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Carta a los funcionarios que cada año se toman fotos en chumpas y botas a la última moda. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 17 octubre 2019


Estimados ministros, directores y comisionados presidenciales: 
Dos días de lluvia y el país está en emergencia. No son huracanes, ni siquiera son grandes tormentas tropicales, solo es un temporal como son habituales en Centroamérica durante los inviernos. Así como hay países donde siempre cae nieve en enero o febrero, aquí siempre llueve en octubre.
Nunca entendí como un país que cada año tiene inviernos con temporales cada añse deja sorprender por lluvias. 
Los huracanes son imprevisibles, igual que los terremotos. Lo único que pueden hacer los países en zonas propicias a estos desastres es construir un sistema profesional de emergencia, con buenas comunicaciones y con estructuras claras de ejecución de planes. 
Pero los desastres que cada año se repiten de la misma forma, pegando duro a las mismas poblaciones, en las mismas zonas del país, no deberían agarrarnos nunca sin preparación y sobre todo, sin prevención. La gente en la zona baja del Lempa cada año tiene que abandonar sus casas y pierde sus cosechas. En las colonias suburbanas, pero también en comunidades cerca de las playas, las mismas quebradas cada año se convierten en ríos salvajes inundando las comunidades. Uno se pregunta: ¿Y por qué cada invierno las lluvias encuentran a las comunidades y las familias en las mismas condiciones de vulnerabilidad?
Hoy se ha puesto de moda hablar de las inversiones que hay que hacer en las comunidades y hablar del 'tejido social' que hay que reparar para asegurar el 'control territorial'. Pero lo primero que habría que controlar es la extrema vulnerabilidad que se manifiesta cada año en las mismas zonas, como si fuera un asunto de destino tener que perder cada añsu casa y sus pocas pertenencias y sus cosechas.
Cada octubre nos demuestra cuáles deberían ser las prioridades para prevenir que las lluvias se conviertan en emergencias: construir diques donde hacen falta; diseñar para las aguas de lluvia sistemas confiables de desagüe que no se tapen cada año con basura, causando inundaciones perfectamente evitables; construir bóvedas en las quebradas donde se pueda; construirle casas seguras a la  gente que vive donde nadie debería vivir arriesgando cada año su vida; dar a los municipios las competencias y los fondos necesarios para invertir en la prevención y mitigación…  
Esto es la intervención y presencia del Estado que esperan las comunidades precarias y vulnerables del país, igual que acceso a agua potable y sistemas limpios de aguas negras. Claro que las canchas deportivas y las bibliotecas o ‘cubos‘ son importantes, pero como dicen los gringos, "first things first": primero las cosas prioritarias.
No necesitamos a políticos que anden exhibiendo sus prendas de moda ‘outdoors’, celebrando reuniones en medio de un río (y de un mar de fotógrafos oficiales); necesitamos funcionarios profesionales que elaboren y coordinen planes eficientes e intervenciones estatales a largo plazo.
Si entienden esto como un reclamo, lo entendieron bien. No es un reclamo solo a los funcionarios actuales, igual han fallado los gobiernos anteriores. 
Y una pregunta: ¿qué pasó con Protección Civil? Da la impresión de que fue desmantelada para no dejar ni huella del trabajo de 10 años de Jorge Meléndez. No son los gobernadores cuya ausencia preocupa, sino la de un aparato nacional de Protección Civil. 
Saludos, 
Ministro de Gobernación Mario Durán en reunión de emergencia
(Foto: cortesía del Twitter de Mario Durán)


El ministro de Gobernación Mario Durán y su equipo
(Foto: anónimo en Twitter)



El ministro de Defensa como guardaespaldas
(Foto: Twitter del Ministerio de Defensa)


lunes, 14 de octubre de 2019

Carta a los golpistas del 15 de octubre 1979: Son héroes trágicos, pero héroes. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 15 octubre 2019


Estimados amigos:
La patria a veces es ingrata. No siempre reconoce a sus héroes. Ustedes son de estos héroes olvidados porque fracasaron. Pero el heroísmo y el patriotismo no depende del éxito, depende de haber hecho lo correcto, de haber por lo menos intentado salvar el país de una catástrofe. Esto es lo intentaron quienes un 15 de octubre hace 40 años hicieron un golpe de Estado para evitar la guerra fratricida. Ustedes trataron de parar la represión, abrir espacios políticos para la oposición y reconciliar la sociedad.
Estoy hablando tanto de los elementos disidentes de la Juventud Militar que derrocaron al presidente Romero y desbancaron al alto mando, y también de los intelectuales de izquierda quienes se metieron en la aventura de formar junto con estos militares democráticos un gobierno de transición.
Son héroes trágicos porque fracasaron. El militarismo sobrevivió el golpe y muy rápido recuperó el control de la Fuerza Armada. 
Son héroes trágicos los del 15 de octubre del 79, tanto los militares como los civiles, porque cometieron muchos errores. Pero los errores, la ingenuidad y la falta de capacidad política no quitan ni lo heroico, ni lo ético, ni lo patriótico.
Pensaron que podían erradicar el militarismo pactando con militares corruptos y autoritarios. Ya sabemos no era realista. Pensaron que podían hacer sostenible el gobierno revolucionario pactando con la Democracia Cristiana, y tuvieron que ver con impotencia que Duarte, una vez instalado en la Junta, pactó con la cúpula militar, empoderándola para recuperar el control del Ejército y marginar a los oficiales del 15 de octubre.
Quién sabe si era realista evitar estos errores, hacer ‘lo correcto‘ y evitar la guerra. Muy poco espacio quedaba para la racionalidad, la moderación, la reconciliación. Haberlo intentado, aun con alto riesgo de cometer errores, de fallar y de recibir de la patria la condena de traidores, los vuelve héroes y patriotas.
Las vidas de muchos de los protagonistas del 15 de octubre son accidentadas o incluso trágicas. Algunos de los militares protagonistas del golpe, una vez que la guerra estalló, se pasaron a la guerrilla, otros se fueron al exilio, otros se quedaron en un complicado exilio interno, participando en la Fuerza Armada en guerra, siempre bajo cierta sospecha.

De los líderes civiles e intelectuales del 15 de octubre de 1979, varios terminaron presos o asesinados; otros se hicieron guerrilleros; otros trataron de mantener viva, en plena guerra, la opción de una fuerza civil, centrista, dialogante. Era en sí un propósito imposible, algunos radicales lo criticaron como falta de consecuencia, pero al final de la guerra, en el proceso de negociación y la posguerra resultó de gran valor disponer de ellos.
Aparte de los errores que pudieron haber cometido, los protagonistas del 15 de octubre de 1979 se pelearon entre ellos, nunca se convirtieron en una opción política o de poder, siempre fracasaron… y aun así fueron indispensables para que el país, a pesar de la guerra, pudiera mantener abierta la opción de regresar a la racionalidad y negociar la paz y la democratización. 
En este sentido, saludo entre los sobrevivientes del 15 de octubre a Rubén Zamora, Héctor Dada y Salvador Samayoa, pero igual a los capitanes del ejército y posteriores comandantes guerrilleros Francisco Mena Sandoval y Marcelo Cruz Cruz; a un coronel que en medio de la guerra me identificó como cuadro del ERP, pero que en vez de proceder a la captura me contó sobre su participación en el golpe y me encargó saludos a Mena Sandoval; y a los cientos de héroes anónimos y olvidados de la trágica gesta del 15 de octubre ’79.
Con mucho respeto,



Ley es ley. De Erika Saldaña


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 14 octubre 2019


Ley es ley, se cumple o se cumple. Sin embargo, hace unos días el diputado Juan José Martell, de Cambio Democrático, afirmó, sobre su obligación de presentar la declaración de patrimonio, que “estos son métodos viejos de una ley de 1959, que ya no tiene sentido, una institución que maneja esas declaraciones a criterio propio y elige casi por sorteo o por órdenes a quienes va a afectar o a quienes no (…)”. Sobre si iba a presentarla en el futuro o no, contestó: “Voy a pensar si tiene sentido continuar con métodos obsoletos que no combaten a la corrupción, que, al contrario, contribuyen a encubrirla”. En corto, quien juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República manifestó que no las iba cumplir. Quizá por presión ciudadana, de su partido o de su propia conciencia, se retractó de lo dicho.
Martell no estaba solo en su posición sobre la presentación de la declaración patrimonial. La organización Acción Ciudadana presentó una investigación sobre las declaraciones de patrimonio de funcionarios y empleados públicos, obligación prevista en el artículo 240 de la Constitución y en la Ley sobre Enriquecimiento Ilícito. En dicho informe se detalla que 283 exfuncionarios del gobierno anterior, 50 nuevos funcionarios y varios diputados no han presentado su declaración a la Corte Suprema de Justicia. Todos estamos llamados a cumplir la ley; pero parece que quienes deben dar el ejemplo, en muchas ocasiones, son los primeros en incumplirla.
En el caso de Martell, sus declaraciones fueron realizadas —irónicamente— el mismo día que dicho diputado participó como impulsor de una iniciativa para crear una comisión permanente de transparencia y combate a la corrupción al interior de la Asamblea Legislativa. Como mencioné, el legislador ya se disculpó; pero a pesar de esto, la primera impresión sobre el tema ya quedó sobre la mesa. Es contradictorio que un diputado de la Asamblea Legislativa, a quien le compete crear leyes, sea quien manifiestamente se resista a cumplir una. Que una ley sea vieja, desfasada y no atienda a los problemas de estos tiempos no es justificación para invocar su incumplimiento si no ha sido derogada. Abrir la puerta para que un funcionario o cualquier ciudadano decida cuál ley cumple y cuál no es sumamente peligroso en cualquier Estado de Derecho y es el primer paso para caer en la anarquía.
Si alguien no está de acuerdo con una ley o la considera obsoleta, el camino que debe seguir es presentar una propuesta de reforma ante la Asamblea Legislativa para actualizar, modernizar o corregir el contenido de la misma. La corrupción que sufre nuestro Estado no es producto de la manera en que están organizadas nuestras instituciones o de las leyes; tenemos legislación que aunque es vieja, resulta funcional. El problema son las personas que han llegado a aprovecharse de su posición para beneficio propio, que no ven a la función pública como un trabajo sino como un privilegio.
Una disculpa pública no basta. La manera correcta de enmendar el error cometido por el diputado Martell es presentando su declaración de patrimonio a la Sección de Notariado de la Corte Suprema de Justicia. Luego, apoyar y dar impulso a la iniciativa de ley que ejerza la Corte en pleno para modernizar los mecanismos de combate a la corrupción y el enriquecimiento ilícito a través de una nueva Ley de Probidad. Ojalá que con esta experiencia les quede claro a los funcionarios que no depende de su decisión cuál obligación cumplir o cuál no; los ciudadanos no están dispuestos a permitir que haya alguien por encima de la ley.

Artículo 6 de la Constitución. De Cristina López


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 14 octubre 2019 


En la mayoría de países en el continente americano pocos accidentes conllevan tanta consecuencia jurídica como el lugar donde se nace. Sin que medie en lo absoluto la propia voluntad, queda uno atado al lugar dónde uno nace por vía de la nacionalidad, que en la mayoría de naciones americanas se transmite por vía del territorio. A este “derecho”, a ser del lugar de donde se nace, se le conoce como ius soli, o derecho del suelo, y es de las maneras más generosas en que los ordenamientos jurídicos de un país conceden la nacionalidad. Como contraste, en casi toda Europa y muchos países de Asia y África, la ciudadanía se concede por medio de la sangre (ius sanguini, o derecho de la sangre), es decir, se hereda la nacionalidad de los padres.
Y como ninguna de estas considera la voluntad del sujeto del derecho es que los ordenamientos jurídicos contemplan la naturalización como una forma de adquirir la ciudadanía.
En mi opinión, el acto de naturalización en muchos casos representa una de las más alta formas de patriotismo, pues el compromiso de querer pertenecer, la convicción que implica peticionar ante las autoridades extranjeras para decir “de aquí quiero ser”, es mayor que el de muchos ciudadanos por “nacimiento”, que no tuvimos que hacer nada para recibir el caudal de derechos que el ordenamiento jurídico amarra a la nacionalidad.
Y es que fuera de aspiraciones a cargos públicos como la presidencia, una vez concedida la nacionalidad por naturalización, viene con toditos los derechos y obligaciones que la nacionalidad por nacimiento. Esto incluye el goce de la libertad de expresión, protegido por el artículo 6 de la Constitución de la República, en el que se lee que “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás”. Y esto quizás se le olvidó al Director General de Migración y Extranjería, Ricardo Cucalón (olvido vergonzoso para cualquiera, pero especialmente para alguien que se presenta como abogado y notario), que dejó en evidencia en Twitter su propensión por el autoritarismo cuando dijo que la Ley de Migración debería contemplar la revocación de la ciudadanía y la expulsión del territorio para ciudadanos naturalizados que expresen opiniones que no le gustan.
El ciudadano naturalizado en ese caso era el columnista de este periódico (y mi buen amigo) Paolo Lüers, que con el tono irónico que le caracteriza estaba criticando los métodos que la actual administración está usando para atraer al turismo. Si tiene razón o no Paolo no es parte de la discusión: en mi opinión, en la larga lista de razones para criticar y auditar a este gobierno que ha desplegado más de una manifestación de autoritarismo junior, la de usar baile folclórico para atraer al turista está bastante baja en la lista de prioridades. Pero es cuestión de opiniones, y la de Lüers, ciudadano salvadoreño de origen alemán, ni subvierte el orden público ni lesiona la moral, honor, ni vida privada de nadie. Por lo que es un insulto a la mera institución de la naturalización que Cucalón expresara semejante sandez, y más penoso aún resulta que hubiera diputados como Milena Mayorga que le aplaudieran.
En un país como el nuestro, que exporta más migrantes que los que acoge, el buen trato a los inmigrantes (naturalizados o no) debería ser un elemento cultural importante. Que el Director de Migración y Extranjería piense que los derechos pueden usarse como martillos para castigar a opositores políticos debería preocuparnos a todos los salvadoreños, sin importar el lugar donde nacimos.
@crislopezg
Lo noticia detrás de la columna: 

Director de Migración amenaza a columnista con retirarle ciudadanía

domingo, 13 de octubre de 2019

Light. De Cristian Villalta

Nunca creí que la recomendación de no escribir sobre el gobierno, el círculo en el poder o los comediantes del gabinete me vendría de una persona que bien me quiere.


Cristian Villalta, director de EL GRAFICO y columnista de LA PRENSA GRAFICA

Publicado en LA PRENSA GRAFICA , 13 octubre 2019


Ocurrió hace poquito, mientras nos tomábamos un café y conversábamos de otra cosa.
"Al menos no lo hagas tan seguido", me dijo. Y claro, ya que cada es más común la noción de que criticar al gobierno es recibir el protocolo Wálter de hostigamiento digital, que incluye insultos de la peor ralea, no quieres ver a alguien que amas sometido al escarnio de los troles, al fusilamiento digital en plaza pública, al temible youtuber de la muerte y otras versiones contemporáneas  de de las diez plagas.
Aún así el consejo no me cayó muy bien, demo admitir. Me puse una pizca menos imbécil de lo que puedo, que no es poco. Esta, pues, es como una disculpa, torpe probablemente.
Es cierto, hay muchos temas más apasionantes que la ausencia de dirección de este gobierno, sus manierismos intolerantes o los impúberes excesos de su presidente. Me gustaría escribir sobre los tigres de Borges, o sobre por qué el terror y el romanticismo son géneros hermanos en la literatura alemana, o sobre el dadaísmo y el teatro del absurdo. O sobre si la lucha libre es entretenimiento deportivo o únicamente kitsch. Y bien sabes que llenaría páginas diciendo lo que hay en los ojos de Mary.
Pero pasa que estoy cada vez más preocupado por lo que oigo, por lo que veo, y siendo que lo único que puedo hacer al respecto es escribir, ¿qué hago sino escribir?
Me preocupa que otros que creen en las mismas cosas que nosotros, que es en defender la vida, la paz, la tolerancia y la democracia, estén más amedrentados que preocupados. Algunos han renunciado a tener una voz, y los más evalúan ofrecer sus opiniones pero de un modo que no sea incómodo.
Eso no me es posible. Soy un mamífero, ya sabes: sangre caliente, cinco sentidos. De reptil, nada; de invertebrado como las ligosas, menos. Por eso no puedo ofrecer una versión light de mi mismo, de mis ideas, ni evitar que esta época en la que algunos quieren preservar el equilibrio a costa de su conciencia me enferme el estómago. ¿Quién aspira a vivir sólo sobreviviendo?
Al igual que los que me honran leyendo estas líneas cada dos semanas, no pertenezco al círculo del poder ni al de las grandes decisiones. Al igual que estas personas, soy gente de la calle, de alegrías sencillas y aspiraciones sencillas, una de ellas vivir con libertad de criterio, aceptando las diferencias entre nosotros. Bueno, casi todas las diferencias, excepto las que tengo con los que el último año han pregonado que en el país sólo caben quienes creen en lo mismo. Ni siquiera durante los gobiernos del FMLN la intolerancia tuvo una maldita primavera como ahora.
Sí. Tristemente, el presidente está muy confundido, sin entender un carajo su deber constitucional y girando carta blanca a algunos burócratas de su gabinete con ínfulas de dictadorcillos. Son los que hostigan a su personal, humillándolo por haber trabajado para administraciones anteriores; son los que se comunican de modo vulgar, abusivo y matón cada vez que pueden.
Por eso en las filas militares se percibe un tufito ochentero; por eso un funcionario se atreve de lo más fresco a ofrecerle la extradición a un periodista. Es un germen cochino, infeccioso, que se esparce por contacto directo en cócteles y juntas. Pero para combatirlo hay que abrir la boca, no cerrarla.
Claro que sin un abrazo tuyo, no vale la pena ;)