Publicado en EL DIARIO DE HOY, 8 septiembre 2019
Hace poco parecía imparable la ola del populismo ultra nacionalista, con sus campañas contra los migrantes, que buscan trabajo, y los refugiados, que buscan asilo. Parecía que no había antídoto contra su capacidad de explotación de los resentimientos y de los miedos de mucha gente ante la globalización y la revolución digital. Se observaba resignación entre los politólogos, y los gurús comenzaron a hablar de retrocesos de la democracia.
Figuras como Mateo Salvini en Italia, Boris Johnson en Gran Bretaña y Donald Trump en Estados Unidos (para solamente hablar de los países de larga tradición democrática) parecían invencibles. (Podríamos también hablar de Brasil, México y El Salvador, siempre salvando las diferencias…)
De repente la tendencia cambió. Primero en Italia, luego en Gran Bretaña, en Estados Unidos y en Alemania.
De repente la tendencia cambió. Primero en Italia, luego en Gran Bretaña, en Estados Unidos y en Alemania.
Italia
El líder de la derecha italiana y hombre fuerte de la coalición entre los populistas de derecha (’La Lega’) y los populistas de izquierda (’Movimento 5 Stelle’) dinamitó el precario equilibrio dentro de este gobierno con la intención de forzar nuevas elecciones y hacerse de todo el poder. Las encuestas le decían que ‘La Lega’, que hace un año entró a la coalición como el socio minoritario, iba a ganar o podrá encabezar un gobierno de unidad de la derecha que incluiría a los neo-fascistas. Pero la movida le salió por la culata: Ante el peligro desde la ultraderecha, se formó una nueva mayoría antes impensable de centroizquierda. Los socialdemócratas del PD ofrecieron a ‘5Stelle’ una alianza para parar a la derecha antieuropea y racista y para salvaguardar la democracia. Este sorprendente acercamiento es resultado de un extraordinario ejercicio de racionalidad y responsabilidad democrática (’Staatsräson’/razón de estado), no de cercanía personal, política o ideológica. Un año de jugar con el populismo y sus peligros llevó a la clase política italiana, y sorprendentemente una parte del espectro populista, a razonar, a buscar una solución antes descartada, y a reparar los daños antes de que destruyan el rol de Italia en la integración europea.
El líder de la derecha italiana y hombre fuerte de la coalición entre los populistas de derecha (’La Lega’) y los populistas de izquierda (’Movimento 5 Stelle’) dinamitó el precario equilibrio dentro de este gobierno con la intención de forzar nuevas elecciones y hacerse de todo el poder. Las encuestas le decían que ‘La Lega’, que hace un año entró a la coalición como el socio minoritario, iba a ganar o podrá encabezar un gobierno de unidad de la derecha que incluiría a los neo-fascistas. Pero la movida le salió por la culata: Ante el peligro desde la ultraderecha, se formó una nueva mayoría antes impensable de centroizquierda. Los socialdemócratas del PD ofrecieron a ‘5Stelle’ una alianza para parar a la derecha antieuropea y racista y para salvaguardar la democracia. Este sorprendente acercamiento es resultado de un extraordinario ejercicio de racionalidad y responsabilidad democrática (’Staatsräson’/razón de estado), no de cercanía personal, política o ideológica. Un año de jugar con el populismo y sus peligros llevó a la clase política italiana, y sorprendentemente una parte del espectro populista, a razonar, a buscar una solución antes descartada, y a reparar los daños antes de que destruyan el rol de Italia en la integración europea.
Mateo Salvini y su derecha nacionalista y antieuropea quedan afuera del juego, marginado del poder cuyo esplendor necesita para seguir seduciendo a la gente. Si el nuevo gobierno se mantiene en el poder por el resto de la legislatura, el globo del populismo redentor de Salvini se desinfla.
Gran Bretaña
Boris Johnson, el nuevo líder de los Torys británicos, quien quiere convertir a los conservadores en un partido nacionalista y antieuropeo, todavía está en el poder, pero con las alas cortadas. Para un líder populista, esto es tal vez peor que perder el poder. La demagogia puede funcionar también desde la oposición, pero no desde un gobierno impotente, al cual el parlamento amarra las manos. Esto es lo que los diputados británicos han hecho a Johnson, recuperando el control del parlamento sobre el gobierno.
Boris Johnson, el nuevo líder de los Torys británicos, quien quiere convertir a los conservadores en un partido nacionalista y antieuropeo, todavía está en el poder, pero con las alas cortadas. Para un líder populista, esto es tal vez peor que perder el poder. La demagogia puede funcionar también desde la oposición, pero no desde un gobierno impotente, al cual el parlamento amarra las manos. Esto es lo que los diputados británicos han hecho a Johnson, recuperando el control del parlamento sobre el gobierno.
Es un proceso muy diferente al italiano, pero hay algunas coincidencias. La más importante es que se está imponiendo una nueva racionalidad que lleva a grupos ideológicamente muy distintos a unirse contra la amenaza populista y un Brexit sin ningún tipo de acuerdo con la Unión Europea. No puede haber una coalición sólida entre los partidarios de quedar en la Unión Europea y los partidarios de un Brexit, pero regulado, ordenado y consensuado con Bruselas. Son dos posiciones racionales, aunque divergentes, pera conjuntamente opuestas a la locura demagógica de Johnson de un Brexit a cualquier costo, pero en el fondo de debilitar al control parlamentario sobre el gobierno.
Estados Unidos
Al mismo tiempo que estos dos procesos se dan en Europa, en Estados Unidos se publica la primera encuesta nacional seria que muestra a Trump en desventaja contra por lo menos 6 de los precandidatos demócratas, indistintamente si son moderados (como Joe Biden) o exponentes de izquierda (como Bernie Sanders), e incluso contra los candidatos relativamente poco conocidos. Esto significa que el exceso de polarización y de discursos y actitudes irracionales, con los cuales gobierna Trump, está entrando en crisis, aun cuando no existe un candidato con programa claro y liderazgo fuerte que lo rete. Imaginémonos la situación de Trump si los demócratas lograsen una convergencia racional y responsable entre sus ala moderado-centrista y su ala de izquierda con muchos ingredientes populistas…
Al mismo tiempo que estos dos procesos se dan en Europa, en Estados Unidos se publica la primera encuesta nacional seria que muestra a Trump en desventaja contra por lo menos 6 de los precandidatos demócratas, indistintamente si son moderados (como Joe Biden) o exponentes de izquierda (como Bernie Sanders), e incluso contra los candidatos relativamente poco conocidos. Esto significa que el exceso de polarización y de discursos y actitudes irracionales, con los cuales gobierna Trump, está entrando en crisis, aun cuando no existe un candidato con programa claro y liderazgo fuerte que lo rete. Imaginémonos la situación de Trump si los demócratas lograsen una convergencia racional y responsable entre sus ala moderado-centrista y su ala de izquierda con muchos ingredientes populistas…
Alemania
Aunque los medios enfocan en el vaso un cuarto lleno de populismo y no en los 3 cuartos que se unen para vencerlo, las últimas elecciones regionales en dos estados del oriente de Alemania no son una historia para asustar con el petate de la ultraderecha sino lo contrario. Se paró el avance de la AfD, la nueva derecha alemana. En sus bastiones más fuertes, no pasaron del 25% de los votantes, y los partidos democráticos, en vez de derrumbarse, hicieron un frente común contra le racismo y el autoritarismo que predica esta nueva derecha. Regresó la racionalidad al debate político, y el espacio del populismo comienza a estrecharse.
Aunque los medios enfocan en el vaso un cuarto lleno de populismo y no en los 3 cuartos que se unen para vencerlo, las últimas elecciones regionales en dos estados del oriente de Alemania no son una historia para asustar con el petate de la ultraderecha sino lo contrario. Se paró el avance de la AfD, la nueva derecha alemana. En sus bastiones más fuertes, no pasaron del 25% de los votantes, y los partidos democráticos, en vez de derrumbarse, hicieron un frente común contra le racismo y el autoritarismo que predica esta nueva derecha. Regresó la racionalidad al debate político, y el espacio del populismo comienza a estrecharse.
En ninguno de los cuatro casos, el populismo con tendencias autoritarias se encuentra derrotado. Pero ya no parece, como hace poco, imposible detenerlo e incluso derrotarlo, siempre cuando sea retado por fuerzas plurales que converjan alrededor de una nueva racionalidad como alternativa a la anti-política.