sábado, 14 de septiembre de 2019

Reducción de los homicidios: oportunidad para la paz. De Mario Vega

Mario Vega, pastor general de la Iglesia ELIM

Publicado en EL DIARIO DE HOY, 14 septiembre 2019


El pasado 1 de septiembre, el periódico digital argentino Infobae dio a conocer una investigación en la que indaga sobre las razones detrás de la reducción de los homicidios en nuestro país. La investigación incluye una entrevista a un líder de pandilla en la que manifiesta que el “calmarse” es una decisión unilateral que tomaron a partir del inicio de la nueva administración ejecutiva. El 2 de septiembre el periódico español ABC Internacional publicó otro reportaje en el que reafirmó la resolución conciliadora que las pandillas mantienen a pesar de las presiones recibidas. Esa información hace más sentido como explicación a la reducción de los homicidios que el aceptar acríticamente que las cosas han cambiado tan radicalmente como resultado de hacer exactamente lo mismo que se ha hecho en los últimos veinte años. Sobre todo, porque existe un antecedente que es el proceso de pacificación de los años 2012 y 2013, cuando el descenso de homicidios fue similar al que ahora vivimos.
La situación muestra, en primer lugar, que existe una voluntad de parte de las dirigencias de las pandillas de buscar un cambio en las condiciones de seguridad nacional y, segundo, que poseen la estructura y coordinación como para sostener por tiempos prolongados un estado de relativa tranquilidad. Hasta ahora, según las investigaciones mencionadas, no hay ninguna solicitud a cambio. Pero, es obvio que la situación no podrá sostenerse a menos que se actúe en correspondencia con el gesto que vienen enviando. De acuerdo con lo que han expresado en otras ocasiones a medios de prensa, no esperan otra cosa más que oportunidades de inserción y superación para sus comunidades. Es decir, desmontar las causas de la violencia.
Ante este nuevo estado de cosas que a todos nos consta, la pregunta esencial es si estamos preparados como sociedad para caminar por la senda de la resolución pacífica del conflicto. Condición indispensable para ello es el desenfado electoral del tema. Mientras se continúe utilizando para elogiar o condenar a los responsables de la seguridad, presentes y pasados, difícilmente se alcanzará la serenidad que se necesita para una reflexión muy seria que implica vidas sagradas y únicas. No se trata de ser blandos con el delito y tampoco de exonerar a culpables de homicidios y abusos. Los culpables deben enfrentar las consecuencias de sus decisiones. De lo que se trata es de poner fin al ciclo vengativo que nos ha llevado a matarnos unos a otros. Se trata de evitar otros 23,000 asesinados para el presente quinquenio.
Si las medidas de fuerza ya se probaron abusivamente por dos décadas con los resultados que conocemos ¿no es tiempo ya de dar pasos audaces e innovadores? De manera directa o indirecta ya casi no quedamos salvadoreños que no hayamos sido alcanzados por la muerte de alguien muy querido. Pero si somos capaces de sobreponernos a la venganza y buscar salidas alternas, podremos escapar de la esclavitud de pagar crueldad con crueldad, inhumanidad con inhumanidad. De ese afán nadie saldrá ganador. Todos terminaremos perdiendo y siendo iguales a lo que más aborrecemos. Si Dios quiere vivir en el hombre y ser amado y servido en el hermano, sobre todo, en el hermano pobre, es ya tiempo que honremos nuestro cristianismo y actuemos en consecuencia.
Pastor General de la Misión Cristiana Elim

viernes, 13 de septiembre de 2019

Los políticos y la rueda del destino. De Manuel Hinds


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 13 septiembre 2019


El mes pasado Mauricio Macri se convirtió en el más reciente de los políticos latinoamericanos que subieron al poder en las últimas dos décadas con enormes apoyos populares sólo para luego sufrir catastróficas derrotas políticas y personales. Hay pocos que recuerdan el brillo con el que subieron al poder Lula en Brasil, Tony Saca en El Salvador y varios presidentes de Perú que ahora están en la cárcel, o que, como Ricardo Martinelli, de Panamá, pasaron por ella, o que como Mauricio Funes y Alan García trataron de evadir la justicia, uno para mientras exiliado en Nicaragua, y el otro cometiendo suicidio, o como Dilma Rousseff, que perdió el poder antes de tiempo, o como Rafael Correa y tantos otros que simplemente se marchitaron en el olvido.
Los períodos del poder son tan efímeros en comparación con los subsiguientes años de declinación que los políticos latinoamericanos podrían parafrasear a Pablo Neruda diciendo: “Es tan corto el poder y es tan largo el olvido”. Pero es muy indicativo de la naturaleza humana que los nuevos, los que vienen ganando, siempre piensan que a ellos no les va a pasar, que lo que ellos van a decir al final de sus vidas es: “Fue tan largo el poder, y no existió el olvido”.
Para estos casos, “El consuelo de la filosofía”, escrito por Boethius, un ciudadano romano, es un libro muy apropiado. Boethius escribió el libro en una celda, esperando por un año la ejecución de su condena de muerte. El había alcanzado una posición altísima de comando en el imperio pero luego cayó verticalmente, vencido por sus enemigos políticos, que siempre existen, y que siempre tienen poder, aunque se vean pequeños.
En el libro una gran dama lo visita en su celda y lo hace que enfrente su realidad, para que luego se abra al consuelo. Le dice que no piense que la Fortuna le ha jugado una mala pasada. Le hace ver que no ha entendido que la vida es cambio, y que si bien ese cambio lo había llevado al pináculo, de igual manera con el tiempo lo tenía que llevar para abajo.
Tomando la identidad de la Fortuna, la mujer le dice: “La inconstancia es mi pura esencia; es el juego que nunca ceso de jugar mientras giro mi rueda en su siempre cambiante círculo, llena de alegría mientras llevo lo que está en el fondo al tope, y lo que está en el tope al fondo. Sí, sube en mi rueda si así quieres, pero no cuentes como una injuria cuando con la misma lógica tú comienzas a caer, como las reglas del juego van a requerir”.
Esto es muy difícil de entender para los políticos que creen que el cambio es algo que ellos han generado, cuando en realidad el cambio está en la vida, y nunca se detiene. Los errores más grandes los cometen cuando tratan de detener ese cambio continuo. Se vuelven reaccionarios porque no pueden entender que en la lógica de la vida ya el cambio no son ellos, sino otros. Aferrándose al poder cuando la Fortuna ya lo ha prometido a otros, cometen errores que aceleran y vuelven peores sus caídas. El no entender el cambio los hace rígidos y soberbios, a ellos y a sus partidos. Entonces los nuevos dueños del cambio los destrozan, como tantas veces ha pasado aquí.
La Fortuna le da un consejo que lo hubiera salvado y que hoy le dará consuelo.
“En realidad, mi misma mutabilidad te da causa para esperar mejores cosas. Así tú no te debes desgastar poniendo tu corazón en vivir de acuerdo a una ley que sólo sea tuya en un mundo que es compartido por todos”.
Así dice la Fortuna que, en este mundo, la única manera de evitar el desastre es regirse por las leyes de todos, por las instituciones, que son las que le dan estabilidad a una vida que siempre está sujeta a la rueda de la Fortuna. Los políticos que comienzan su camino del poder deben entender desde el principio que en la política nada es eterno, y que llegará un día en el que tendrán que bajar con esa rueda que los subió al principio.
Sabiendo esto no cometerán los errores que llevaron a Boethius, y a tantos otros, a sus tristes finales.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Carta a los críticos de nuestra Asamblea: No tiremos al bebé con el agua sucia. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 12 septiembre 2019


No es demócrata quien, dándose cuenta que el parlamentarismo tiene una crisis de credibilidad, hace todo a su alcance para profundizarla, para sacar provecho político, partidario y personal.
Para los demócratas es obligatorio criticar los errores, negligencias, corrupciones de diputados o de fracciones partidarias, pero también es obligatorio defender a la Asamblea Legislativa como institución y como órgano de control al poder y al concepto del parlamento como representante plural del pueblo. 
En política pueden producirse vacíos, pero no se mantienen. Siempre hay quién los llene, quién los ocupe, quién se apodere de ellos. Si en una sociedad el parlamento pierde credibilidad -y por tanto poder-, el vacío resultante lo llenan los gobernantes. Un gobierno con menos control es un gobierno con más poder, más de lo que la Constitución le da. Se vuelve un gobierno peligroso.
Por esto es correcto ver el conflicto que el primer ministro británico Boris Johnson creó, queriendo eliminar el control parlamentario sobre su política del Brexit (o sea su propósito de sacar a su país de la Unión Europea, al costo que sea), como una crisis constitucional y de la democracia británica. Conociendo la tradición parlamentaria inglesa, Johnson va a perder esta batalla.
Aquí no tenemos esta tradición democrática y parlamentaria tan arraigada, y tampoco un sistema de gobierno parlamentario como Gran Bretaña. Tenemos un sistema presidencialista, que da más poder al presidente y menos a la Asamblea Legislativa. Y tenemos una cultura política donde se ha convertido en deporte nacional hablar mal de la Asamblea, de los diputados y de los partidos. Hablar mal no es lo mismo que criticar.
No me entiendan mal: hay mucho que criticar a los diputados, a las personas y los partidos que tienen diputaciones, pero no a costa del concepto republicano de un parlamento representativo de la diversidad y pluralidad política, social y cultural del pueblo.
El discurso que Bukele dio con motivo de los primeros 100 días de su gobierno, nuevamente estuvo lleno de menosprecio para la Asamblea. Ya conocemos su intención de movilizar al pueblo contra su parlamento y contra la idea del parlamento como instancia de control del gobierno. Para Bukele, el mandato mayoritario que ‘el pueblo’ le dio a él está encima de la voluntad parcial que representa cada diputado y cada partido.
Ante esta situación y el éxito que por el momento tienen los ataques del presidente contra el parlamentarismo, es necesario que la sociedad civil, sus organizaciones, voceros y creadores de opinión asuman la defensa del parlamento y del parlamentarismo.
No se trata de defender a los diputados, al presidente de la Asamblea, a sus comisiones, a sus decretos. Por lo contrario, para defender el concepto del parlamentarismo hay que pasar por la crítica racional, sostenida y solidaria a los diputados, las fracciones, las comisiones legislativas y sus actuaciones. Se trata de crear una cultura republicana donde se critica a los funcionarios para fortalecer la institución.
La parte de la sociedad civil que se articula políticamente, que genera opinión, que participa en iniciativas ciudadanas, tiene que entrar en un diálogo crítico con la Asamblea, sus miembros y liderazgos. Tenemos que contribuir a que la Asamblea pueda asumir su rol de contrapeso al Ejecutivo y de fuente de sabia legislación. Es la manera más eficiente de blindar nuestra democracia contra las tentaciones de una nueva clase de gobernantes populistas que está dispuesta a dañar la institucionalidad para fortalecer su poder.
La Asamblea necesita mucha ayuda porque no está haciendo bien su trabajo. Pero parte del desprestigio fatal que enfrenta en la población se debe a nuestro deporte nacional de hablar mal de ella. Sustituyamos este deporte infantil por una cultura que desarrolle la crítica y el diálogo con los diputados y sus partidos.
Saludos, 


miércoles, 11 de septiembre de 2019

La reflexión de los 100 días. De Manuel Hinds


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 11 septiembre 2019


Hay tres maneras de ver los primeros cien días de una presidencia. Una, la que está más de moda en este momento, es verlos como un período para el cual los candidatos hacen promesas como muestra de lo rápido que van a actuar una vez en el poder. Cuando pasa el período la gente contrasta esas promesas con los resultados que el candidato ganador ha logrado. Esto da una idea de hasta cuánto el nuevo presidente logra cumplir con sus promesas, lo cual es un indicador de cuánto logrará de lo que prometió para su periodo completo. Visto desde esta perspectiva, lo que se puede esperar del equipo presidencial al final del período son muchos esfuerzos para argüir frente a la población que el nuevo presidente ha cumplido con todas sus promesas para los primeros cien días.
Otra manera de ver los primeros cien días es considerarlos como el período de la luna de miel, en el cual todo se perdona y se ve con gran optimismo. Visto de esta manera, el fin de este periodo marca el momento en el que el nuevo presidente puede esperar un cambio de humor en la población, que va a comenzar a ver su administración con un ojo más crítico.
La tercera manera es verlos como un periodo razonable de ajuste, en el cual las nuevas autoridades conocen en detalle los problemas del estado, dan un diagnóstico, y dan forma a una estrategia y se integran con el servicio civil para poder resolverlos. En esta manera de verlo, el final de este período debe ser un momento de reflexión para considerar los aciertos y los errores inicialmente cometidos y para realizar un ajuste de las ideas y de las personas para poder enfrentar el resto del período presidencial.
En la realidad, aunque últimamente se da mayor importancia a la primera interpretación de los primeros cien días, el gobierna haría bien en realizar que estos tienen algo de cada una de las tres maneras de verlos. Especialmente, debe darse cuenta de que dan una oportunidad de calibrar sus planes y sus expectativas de lograrlos dadas las limitaciones que inevitablemente la realidad impone. Dada la especial tolerancia de esos primeros cien días, la oportunidad es de oro, porque todavía el gobierno no está inmerso en uno de los procesos que pueden ser más destructivos para una administración: las cadenas que errores previos van estableciendo para acciones subsecuentes si estos errores iniciales no son reconocidos, y más bien se trata de justificarlos o negarlos. A través de estos procesos de justificación y negación, estos procesos se convierten en multiplicadores exponenciales de los errores iniciales, o de cualquier error en el camino, de tal manera que un error que pudiera haberse corregido en un instante, termina desviando al fracaso proyectos, programas o el accionar del gobierno entero.
Por eso, los gobernantes sabios siempre se han cuidado de mantener abiertos sus canales de comunicación, de tal manera que pueda conocer las opiniones buenas y malas, las alabanzas y las criticas que sus acciones están provocando en la población, y así, identificar los errores apenas se cometen. Saben que esto es sano no sólo porque estas críticas les permiten calibrar mejor sus políticas y acciones, sino también porque dan una salida segura y moderada a los sentimientos de descontento. Todo el mundo sabe que cuando esas salidas no existen los descontentos no desaparecen sino que revientan de pronto en resultados no esperados en las elecciones.
Pero hay otras tres razones por las cuales los gobernantes sabios dejan que la crítica y las confrontaciones con la realidad fluyan sin impedimentos. Como en el caso de poder corregir errores, estas tres razones actúan como mecanismos de defensa para la presidencia misma. Son defensas esenciales para mantener el poder en el funcionario que ha sido electo, evitando su captura sicológica por grupos cercanos a él. Los ejemplos de estos peligros pueden tomarse de toda la historia universal.
Las guardias pretorianas 
Es de todos conocido que cuando hay un funcionario que detenta poder (digamos, el Presidente), mucha gente siente la tentación de rodearlo no solo para ir compartiendo el poder con él sino también para írselo arrebatando poco a poco y trasladándolo a lo que en El Salvador se ha llamado históricamente “la rosca”. Lo esencial en ese proceso es aislar al presidente de toda influencia externa a la rosca, con lo cual le controlan toda la información que le llega y toda la gente que se le acerca. Controlarle la información lleva inevitablemente a controlarle sus acciones y decisiones.
En este punto es esencial notar que cuando se habla de la sabiduría de mantener la libertad de información esta es más importante para el Presidente que para el pueblo. Al fin y al cabo, el pueblo tiene infinitas maneras de mantenerse informado aún en los regímenes más tiránicos. El que fácilmente se puede aislar cuando se reprime la libertad de expresión es al Presidente mismo, que no tiene manera de contrastar lo que le dice su rosca.
Así, pues, la regla número uno para evitar la usurpación del poder es mantener la libertad de prensa. La número dos es estar al día con la critica y las observaciones allí expresadas.
La segunda razón adicional para dejar que fluya la crítica para evitar la usurpación del poder se orienta a cortar uno de los mecanismos principales usados por las roscas para dominar al que tiene el poder legítimamente —aunque haya libertad de prensa.
Memento Mori
Este mecanismo es la adulación, que puede ser tan fuerte como un muro de piedras para aislar del contacto con la realidad a cualquier líder legítimamente electo. Es tan fuerte que puede funcionar aun con libertad de prensa. Es tan fuerte que solo personas con mucho carácter y seguridad en ellos mismos lo pueden controlar, y eso solo haciendo esfuerzos muy conscientes para apartarse de la dulce tentación de la soberbia. Es bueno que lo hagan porque la adulación es el camino más fácil para arrebatarle el poder a alguien que lo tiene.
Los romanos, que conocían mucho las debilidades humanas, tenían métodos muy propios para combatir la adulación. Cuando sus generales tenían un triunfo decisivo para Roma, les dedicaban un “Triunfo”, en el que el general del caso desfilaba por la ciudad con su guardia y los tesoros y prisioneros que había conquistado, mientras toda la población lo vitoreaba. La impresión de cientos de miles de personas vitoreándolos, enmarcados en la grandeza de Roma, con las águilas doradas brillando al sol, era capaz de sacar a cualquiera de sus cabales. El homenajeado confrontaba esto en una cuadriga en la que solo iba él con un hombre atrás que le decía continuamente, Memento Morí  (recuerda que eres mortal). Ese mensaje era para beneficio de él, para que no se perdiera en las selvas sin salida de la vanidad.
Este no es el primer artículo en el que menciono Memento Mori. Lo he usado un par de veces como advertencia a personajes y partidos salvadoreños que se sintieron invencibles cuando yo estaba escribiendo estos artículos y que, por sentirse así, fueron vencidos. Todo el mundo ha visto pasar esto, no una sino varias veces, en nuestro país, y todos los que lo entienden saben que ellos no hubieran perdido como han perdido como partidos y como personas si no se hubieran cegado por la adulación. No hay remedio más bueno contra la adulación que la libertad de prensa.
Las defensas institucionales 
La tercera razón adicional para apoyar la libertad de prensa en términos del poder presidencial es que la mejor defensa de este, cuando ha sido obtenido legítimamente, está en todas las instituciones constitucionalmente establecidas del estado. El poder lo da el pueblo no directamente, sino a través de la Constitución, condicionado en el juramento de la presidencia al cumplimiento de ella. Sabiamente, la Constitución defiende la libertad de prensa. Subvertirla es subvertir la fuente misma de la legitimidad de la presidencia. Es abrir la puerta para los usurpadores. Sin la legitimidad de las instituciones, cualquiera puede usurpar el poder.
La Reflexión
Estos son temas sobre los que el Presidente Nayib Bukele puede reflexionar ahora que sus primeros 100 días han terminado, con algunos resultados prometedores —como la reducción de los asesinatos y las desapariciones, como el nuevo ambiente positivo para la inversión y los negocios, como la reorientación positiva de la política exterior—, con algunos no tan prometedores y con una perspectiva ominosa: los ataques que han recibido la crítica, la oposición y la libertad de prensa en estos primeros 100 días. Estos ataques se han encarnado no sólo en la prohibición de entrada de dos medios opositores a una importante conferencia de prensa del Presidente sino también en la actitud agresiva contra cualquier persona que exprese aún dudas sobre lo que el Gobierno está haciendo.
Los primeros 100 días no son determinantes. La presidencia Bukele todavía tiene frente a sí una página en blanco. Es crucial que vea su experiencia en estos primeros 100 días, acentúe sus éxitos, corrija sus errores y mantenga maduramente el mandato que legítimamente le ha dado la población, protegiendo los derechos de ésta y su propio derecho de conocer la realidad.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Hoy más que nunca: no a la autocensura. De Carmen Aída Lazo

Carmen Aída Lazo, decana de Economía de la ESES.
Ex-candidata a la vicepresidencia de la República

Publicado en EL DIARIO DE HOY, 10 septiembre 2019


A poco más de 100 días de inicio del nuevo Gobierno, hay decisiones y posturas de la administración Bukele que merecen ser aplaudidas y otras que merecen ser cuestionadas. Es normal que haya quienes enfaticen lo positivo, y otros resalten lo negativo, en función de su afinidad o no con los que ahora ostentan el poder, o a partir de su conocimiento o familiaridad con las diferentes políticas públicas anunciadas o en proceso de formulación.
En lo particular, percibo como aspectos positivos en estos primeros 100 días: las buenas intenciones que se han expresado con el fin de mejorar el clima para hacer negocios en el país, la mayor importancia que parece haber tomado el combate al crimen e inseguridad en las prioridades de política, la identificación de algunos proyectos con potencial de incidir positivamente en el país (como Surf City o el impulso al comercio electrónico). Como aspectos negativos, en cambio, puedo señalar: la no presentación de las declaraciones de probidad a tiempo por parte de la mayoría de funcionarios, persistencia de nepotismo y amiguismo en la designación de puestos clave, uso nuevamente de la partida de gastos reservados (partida secreta) y la reciente decisión de impedir la entrada a Casa Presidencial de dos medios digitales (El Faro y la revista Factum) a la conferencia de prensa en la que se anunció el proceso de creación de la CICIES. Esto último es una clara y alarmante amenaza a la libertad de expresión.
Este no es un artículo sobre la valoración de los primeros 100 días de este gobierno, por ello no pretendo que la lista de aspectos positivos y negativos sea exhaustiva. Es un artículo que tiene como objetivo hacer un llamado a buscar la racionalidad y ecuanimidad en los análisis que se realizan sobre el rumbo del país, pero sobre todo una exhortación a evitar la autocensura, es decir, a no expresar nuestras opiniones y valoraciones críticas por temor a las consecuencias que ello nos pueda acarrear.
Hay dos principales razones por las cuales muchas personas —inclusive en posiciones de liderazgo e incidencia— han optado por evitar cualquier cuestionamiento público a las decisiones gubernamentales. Una primera razón es el temor a los ataques y críticas en las redes sociales que se generan cada vez que uno osa hacer un señalamiento cuando se percibe que éste va en contra del gobierno en turno. Hay personas que se me han acercado y me han dicho frases como “quisiera decir lo que pienso, pero al ver el nivel de agresividad en las redes, me desanimo”. Mi respuesta es que no podemos permitir que nos ganen la moral. Todo lo contrario, las redes sociales fueron concebidas inicialmente como vehículos de expresión, no como campos de batalla en los que la ridiculización y las ofensas contra quienes piensan diferente están a la orden del día. A pesar de que los ataques de los partidarios del nuevo gobierno muchas veces rayan en lo absurdo, no nos podemos dejar intimidar.
A manera de ejemplo, hace algunas semanas señalé lo innecesario e indebido del nepotismo y recibí más de 600 comentarios, la mayoría de ellos sin estar siquiera relacionados con el tema en cuestión, sino solo enfocándose en descalificaciones e insultos. El nivel de toxicidad es tal que uno puede sentirse tentado a dejar de opinar, cuando más bien debería ser lo contrario: deberíamos dejar de tomar en serio la mayoría de esos comentarios y desarrollar una verdadera inmunidad ante esta agresividad digital, que, como alguien me dijo, por ratos nos hace recordar el esplendor del fascismo y el nazismo. Armémonos de valor y no sucumbamos ante el miedo a ser víctima de comentarios, muchas veces anónimos, que buscan herir y autocensurar.
Si bien es cierto el miedo a los ataques digitales es una razón relativamente nueva para la autocensura, la otra razón ha estado ahí siempre: el temor al daño que puede tener en los propios intereses expresar nuestra opinión, daño que se puede traducir en denegar un permiso gubernamental, alargar innecesariamente el otorgamiento de un permiso, aislar a una empresa o institución de ciertas oportunidades, etc. Lo cierto es que quienes ejercen el poder tienen diferentes mecanismos para desalentar la crítica, aun cuando esta crítica sea justificada. Es importante tener muy claro que no es lo mismo afirmar “demos el beneficio de la duda y acompañemos al nuevo gobierno en los proyectos que beneficien al país”, a sostener: “no digamos nada mientras no dañe nuestros intereses, aun cuando se amenace el balance de poderes y se vulneren las instituciones”. En otras palabras, no es lo mismo apoyar manteniendo una postura crítica, que adoptar una política de autocensura.
Todos esperamos de los liderazgos de la sociedad civil, de las gremiales, de los tanques de pensamiento, una posición de apertura, de objetividad, de apoyo al nuevo gobierno en los proyectos que ayuden a sacar adelante al país. Pero no esperamos sumisión e incondicionalidad, no esperamos que renuncien a su responsabilidad de señalar los errores, más aún cuando estos pueden vulnerar aspectos tan centrales sobre los que se construye nuestra democracia, como la libertad de expresión.
Defendamos la libertad de expresión, comenzando por ejercer la propia. Evitemos autocensurarnos.

Carta sobre la CICIES: ¿parto prematuro o aborto? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 10 septiembre 2019


El presidente Bukele repitió varias veces que la Comisión Internacional contra la Impunidad iba a comenzar a investigar la corrupción antes de terminar los primeros 100 días de su gobierno. Incluso ahora, que ya venció este plazo (el domingo 8), sigue diciendo que cumplió su compromiso y que la CICIES ya está creada.
Es una mentira. Lo que el viernes 6 de septiembre firmaron la OEA y el gobierno Bukele en Casa Presidencial no fue el convenio de creación de la CICIES. Firmaron nada más una “Carta de Intención.“
Luego de un montón de considerandos, esta Carta dice:
Han convenido en suscribir la siguiente Carta de       Intención:
1.1. Las partes manifiestan su intención de establecer una CICIES y se comprometen a firmar un Convenio con este propósito dentro de los tres meses siguientes a la firma de esta Carta de Intención, el cual entrará en vigencia una vez se cumplan los procedimientos legales internos correspondientes.
1.1.1. No obstante su establecimiento definitivo conforme al artículo anterior,  con la suscripción de esta Carta de Intención, las partes instalarán la CICIES a efectos de avanzar la cooperación con las instituciones nacionales competentes…
Cito textualmente este párrafo, porque es una joya de lenguaje de engaño. Me parece increíble que el Secretario General de la OEA haya autorizado este párrafo, que tiene un solo propósito: salvarle la cara a Nayib Bukele y permitirle decir que cumplió su compromiso de los 100 días de “instalar“ la CICIES (según artículo 1.1.1.), aunque no esté “establecida” (vea artículo 1.1.). Así que nos instalaron un volado inexistente…
La CICIES no existirá hasta que exista un Convenio (en 3 meses), y hasta que este cobre vigencia “una vez se cumplan los procedimientos legales internos correspondientes”; o sea, hasta que lo haya ratificado la Asamblea Legislativa, previa negociación con los partidos representados en ella y con la Fiscalía.
Aquí no mencionan el punto clave: existe un requisito para que la CICIES pueda iniciar su misión de investigar la corrupción, la luz verde de la Fiscalía General de la República, que tiene el privilegio constitucional de la investigación y acción penal.
Y no es un simple aval que necesita una CICIES de la Fiscalía. Necesita que la Fiscalía le delegue transitoriamente parte de sus facultades. Pero como la Constitución dice que son facultades indelegables, la Fiscalía sólo puede autorizar a una CICIES que las ejerza conjuntamente con la ella. Quiere decir que la CICIES va a trabajar de la mano con los fiscales, o no va a poder trabajar, a menos que se quede a nivel de un organismo de propaganda como la difunta Secretaría de Transparencia de Funes y Sánchez Cerén.
Aquí la lista de las cosas esenciales que la CICIES, así como la concibe el gobierno Bukele (sin convenio con la Fiscalía General) NO podrá hacer, porque la Constitución no se lo permite:
-citar testigos 
-ordenar arrestos 
-allanar oficinas y casas 
-decomisar documentación o bienes 
-solicitar información bancaria 
-solicitar datos financieros a organismos extranjeros 
-dirigir investigaciones policiales
-acusar ante tribunales 

Todas estas son facultades y deberes exclusivos e indelegables de la Fiscalía. Una CICIES que no nace de un convenio con la Fiscalía no tendría esta facultades, lo que significa que no podrá dedicarse a investigación penal. Solo dispondría de los elementos, documentos, pruebas que el Gobierno les proporcione. Sería una Comisión Presidencial nada más. 

Otra vez nos hicieron fraude de etiqueta, esta vez con la complicidad Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Firmaron una carta de intención y nos la vendieron como el lanzamiento de una CICIES. Pero esta, así como la conciben, nunca funcionaría como arma contra la corrupción.
Saludos,













Los primeros cien días. De Cristina López


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 9 septiembre 2019 


Es de humanos lo de buscarnos atajos. Es lo natural, en un mundo de constante dinamismo y complejidad, que intentemos en la medida de lo posible idear y construirnos heurísticas que nos permitan simplificar lo complicado y hacerlo más digerible. El problema se da cuando convertimos estos conceptos arbitrarios en criterios sólidos para medir o apreciar situaciones complejísimas. Ejemplo de lo anterior es el concepto, completamente mediático por cierto, de tomar “los primeros cien días” de una administración presidencial como un marcador para evaluar desempeños. No es único de nuestros paraísos tropicales: de hecho, es posible que el fetiche original (no por ello menos vacuo y arbitrario) de ver los “primeros cien días” como un hito estándar para calificar el desempeño de una nueva administración presidencial venga de la prensa política estadounidense, cuyo principal pecado ha sido cubrir la política como entretenimiento y con tal de satisfacer la voracidad de la demanda por entretenimiento, convertir cualquier cosa en noticia.
Por si no quedaba claro en lo dicho anteriormente: por supuesto que considero lo del hito de “los primeros cien días” una medida absurda. ¿Por qué cien? Constitucionalmente, valen lo mismo en términos de límites de poder y alcance administrativo cien días, diez días, y trescientos días. Y los problemas de este tipo de “hitos” inventados por los medios para juzgar administraciones presidenciales no terminan en la arbitrariedad de su naturaleza. En lo que a expectativas se refiere, introducen un incentivo absurdo para quienes están en el poder para inflar la burbuja de logros con puro aire, respondiendo a la demanda mediática de contenido con una oferta de superficialidades.
Superficialidades, sí. Porque cuando los principales problemas de una nación como la nuestra son de naturaleza estructural (inequidad, pobreza, delincuencia, impunidad, etc.), cien días y un par de reformas legislativas no alcanzan para “arreglar” ningún problema. La mejor vara para medir a populistas y demagogos, de hecho, es la cantidad de “arreglos” que prometen. En realidad, es posible argumentar que un período presidencial completo no alcanza para solucionar del todo la totalidad de problemas que aquejan a un país. Lo anterior no justifica períodos presidenciales más largos, sino políticas de Estado, de las que trascienden períodos presidenciales y partidos políticos, de las que más bien marcan rumbos que deben seguirse de manera consistente y no soluciones equivalentes a pegarle un parche a una llanta perforada.
Por eso es necesario tomarse los “logros” publicitados en la marca inventada de los primeros cien días con una buena dosis de sano escepticismo —del sano, del que no peca de cinismo, obstruccionismo o sabotaje, sino que se ancla en realidades—. Por ejemplo, el mero anuncio de que tendremos nuestra propia Comisión Internacional Contra la Impunidad no amerita agregar un cheque de promesa cumplida a la larga lista de expectativas que pesan sobre nuestras autoridades. El cheque deberán ganárselo y será cuando quede verdaderamente demostrado y documentado que dicho organismo será, principalmente, independiente en su capacidad investigativa y segundo, que sus hallazgos y conclusiones tendrán consecuencias jurídicas que ejecute el Ministerio Público y el Órgano Judicial. La simple firma de un acuerdo, como tal, no es más que un cascarón que podemos llenar de peticiones y expectativas, pero no constituye en sí mismo un hito que merezca alabanzas mediáticas. Darle importancia inmerecida a “los primeros cien días” distrae de la realidad de que en un sistema transparente, la evaluación de la adm inistración presidencial debe ser una tarea de todos los días.
@crislopezg

El precio de la ira. De Erika Saldaña

Erika Saldaña, ex-presidsenta del Centro de Estudios Jurídicos CEJ

Publicado en EL DIARIO DE HOY, 9 septiembre 2019


Somos una sociedad violenta. Lo vemos cada día en las noticias de El Salvador, donde no falta el prójimo que irrespeta a los vecinos, que maltrata a su familia, que llega al punto de matar a otro. También lo vemos en las calles, en la persona que le “tira” el vehículo que maneja al resto de carros o peatones, el que pita sin ningún sentido, el que insulta y los que se comportan de manera poco civilizada. Todo es reflejo de refleja la rebeldía e incivilización de una parte de la población salvadoreña, que no ha comprendido las reglas de vivir en sociedad.
El último ejemplo representativo de esta incivilización fue el conductor que agredió físicamente a un gestor de tránsito, a quien las buenas costumbres y educación no le alcanzaron en ese momento; no fue hasta que lo detuvo la policía por el delito de lesiones que pidió perdón y entendió que a la autoridad se le debe respeto. Nos cuesta entender de civilidad por las buenas.
Ese breve incidente de violencia en los alrededores del monumento al Divino Salvador del Mundo le costó a la persona iracunda una sanción bastante relevante: tres días de detención en bartolinas y $600 dólares en concepto de indemnización. Como reza un popular refrán, “el vivo a señas, y el tonto, a palos”. En una sociedad violenta y en la que hemos estado muy acostumbrados a que este tipo de incidentes no pasan de ser un video viral en redes sociales, esta situación demuestra que cuando se quiere hacer cumplir la ley, se puede. Y todos deberíamos sacar una lección de la misma.
En El Salvador no necesitamos más leyes ni que se endurezcan las penas para la infinidad de delitos y faltas que ya han sido creados. Lo que más urge a nuestra sociedad es que las leyes existentes se hagan cumplir sin peros, sin brindar prerrogativas, privilegios y sin hacerse del ojo pacho. Es sumamente necesario que las sanciones ya establecidas sean ejecutadas y que de verdad se conviertan en disuasivos a los infractores para realizar los actos que se encuentran prohibidos. Si no sabemos comportarnos de manera civilizada por educación y convicción propia, es hora que las leyes se hagan cumplir para obligarnos a respetar a los demás.
El caso de la agresión al gestor de tránsito debería servir de ejemplo para todos los ciudadanos, que si incumplimos la ley y no nos manejamos de manera adecuada dentro de la sociedad, eso tendrá una consecuencia, pagaremos un precio por no saber respetar los derechos de los demás. El mismo suceso debería servir de ejemplo a las autoridades, que cuando quieren centrar esfuerzos en hacer cumplir la ley y volver efectivas las penas, pueden hacerlo. Esa es la lógica de las leyes: si alguien comete una conducta prohibida, se le sanciona. Y esto sirve de disuasivo para que el resto de personas nos comportemos de manera civilizada.
Insisto, todas las personas debemos comenzar por dar el ejemplo desde nuestro círculo cercano, para después exigirle cumplimiento a toda la sociedad. Irrespetar las leyes de tránsito, de convivencia, evadir impuestos, entre otras responsabilidades individuales, son semillas que posteriormente pueden desembocar en actos que afectan a la sociedad. Ahora es momento que adquiramos conciencia, por las buenas, de que existen reglas de conducta que se deben respetar y su incumplimiento acarrea una sanción. Con suerte, el precio de la ira o de las infracciones a la ley no pasa de ser un tema monetario o sanciones leves; no permitamos que estas actitudes se conviertan en tragedias graves para las familias salvadoreñas.

domingo, 8 de septiembre de 2019

EL DIARIO DE HOY exhibe repudio a censura de Casa Presidencial contra Factum y Faro



OEA y periodistas rechazan bloqueo de Bukele a medios


El relator de libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Edison Lanza, condenó que se impidiera acceso de periodistas de El Faro y Factum a conferencia de prensa.



 
SEP 07, 2019- 20:45

Un grupo de periodistas a quienes la Presidencia les negó el ingreso a un evento donde Nayib Bukele anunció el lanzamiento de una comisión contra la impunidad y corrupción calificaron el hecho como un acto grave y preocupante contra la libertad de prensa que marca un retroceso en la búsqueda de la democracia en el país.
Los profesionales, junto a sus jefes de redacción, exigieron ayer al presidente una explicación sobre las restricciones que tuvieron para entrar a Casa Presidencial a un evento de carácter internacional.
Al llamado también se unió el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Edison Lanza, quien comentó desde su cuenta de Twitter “que los gobiernos deberían ser neutrales frente a la línea editorial de los medios”.
“El día que el Presidente de El Salvador @nayibbukele presenta comisión para investigar corrupción con @OEA_oficial, Casa Presidencial impide acceso de @_ElFaro_, uno de los principales medios de investigación”, expresó el especialista en libertad de prensa.
El viernes por la tarde, militares del Batallón Presidencial y empleados de la Secretaría de Prensa de la Presidencia impidieron el ingreso a Gabriel Labrador y Víctor Peña, periodista y fotoperiodista de El Faro, respectivamente, y al periodista Fernando Romero de la Revista Factum.
Los periodistas detallaron que a las 3:25 de la tarde, cuando se ordenaron para hacer el ingreso al último portón, antes de llegar al salón donde el mandatario brindó la conferencia de prensa junto a una misión de la OEA para lanzar la CICIES y explicar sus detalles de funcionamiento, se les negó el acceso sin ninguna justificación.
Sin embargo, a las 9:57 de la noche, el presidente Bukele publicó un tuit donde escribió : “Los de Factum y El Faro se están haciendo las “vístimas”, pero esta es la realidad”. Junto al mensaje, Bukele envió un comunicado donde justificó la restricción a los periodistas aduciendo “un mal comportamiento”.
“Desafortunadamente en la última conferencia del gabinete de Salud, un periodista de El Faro irrumpió en el evento con gritos sin motivo alguno y sin control. Este mal comportamiento no ha sido el único, ya que en otra conferencia de prensa, también se tuvo un hecho similar con un periodista de la Revista Factum, quien se dirigió de manera irrespetuosa y petulante a personal de la Casa Presidencial”, reza el comunicado.
Agrega que “esta medida se mantendrá en firme hasta que no exista un compromiso serio por parte de los medios de comunicación restringidos este día“.
Para el jefe de redacción de la Revista Factum, César Fagoaga, la actitud del Ejecutivo se debe al malestar sobre preguntas incómodas que se le realizan a un gobierno que es alérgico a la crítica.
Fagoaga añadió que en varias ocasiones los periodistas de Factum han tenido que alzar la voz porque se les ha negado el derecho a preguntar a pesar de estar anotados en la lista y seguir protocolos establecidos.
“Nos preocupa mucho que se venda la idea en el comunicado que ese es un castigo por hacer nuestro trabajo. Alzar la voz para cuestionar no es una falta de respeto, lo vamos a seguir haciendo. Es lamentable que en un evento donde se persigue la transparencia, donde se busca echar luz donde hay oscuridad y corrupción, se limite a los periodistas a realizar nuestro trabajo”, expresó el jefe de redacción de Factum.
Fagoaga lamentó la actitud del presidente en ridiculizar el tema y la actitud infantil en publicar ese tuit junto al comunicado.
“Queremos que se rectifique y se nos diga cara a cara una explicación clara y precisa. Hoy fuimos nosotros, mañana serán otros colegas y eso no puede ocurrir para el periodismo libre. El presidente está mintiendo y eso es preocupante”, razonó.
Por su parte el director de El Faro, José Luis Sánz, declaró que es un precedente gravísimo, sobre todo si considerando que el Gobierno apenas está dando sus primeros pasos, además de que se trataba de un evento en el cual se iba a presentar una de las principales apuestas del presidente actual.
“Vamos a tomar las medidas a nuestro alcance para que esto no se repita y trataremos de hacer valer nuestros derechos y los de nuestros lectores. Y esperamos que el ejecutivo rectifique y además se disculpe en público por lo sucedido”, señaló Sánz.
La organización Acción Ciudadana difundió un comunicado donde calificó la decisión del gobierno como “una censura gubernamental a medios de comunicación que vulnera los derechos y principios constitucionales y que no promueve una sana convivencia democrática”.
“Exhortamos al presidente a que respete irrestrictamente la libertad de prensa, manteniendo un posicionamiento neutral ante la línea editorial de los medios, tanto como los que son afines como aquellos que no”, detalla el documento.


No es democrático excluir a los medios que incomodan. De Salvador Samayoa


No está claro si excluir de la conferencia de prensa en casa presidencial a dos relevantes medios digitales, El Faro y Factum, fue una orden del presidente o de su secretario de prensa. En cualquier caso es inaceptable.
Si fue el presidente debe rectificar. Si fue el secretario, lo deben reprender. La exclusión completamente antojadiza vulnera en su esencia el derecho a la información y la libertad de expresión.
Es una conducta antidemocrática. Es un mensaje nefasto a través del cual se deja claro a todos los medios que si hacen reportajes incómodos para el poder serán castigados por el poder. Eso es censura. Es una conducta propia de los que rechazan el pluralismo, de los que quieren sepultar cualquier forma de oposición, de los que temen la crítica de los independientes y la rebeldía de los valientes, de los que saben que su posición se desmorona si se somete a una buena argumentación. Además es una señal de cobardía política y debilidad. Los gobiernos que así proceden, aquí o en cualquier parte, luego toman otras medidas para suprimir la prensa independiente.
Además, deben saber que esas conferencias de prensa a las que no dejan entrar no son fiestas privadas que dan en su residencia particular. Son actividades que pagan con nuestro dinero, el de todos, no solo el de sus amigos, cuyo único propósito legítimo es que la gente se informe a través de los medios que más le gusten, no a través de los medios que más le gusten al gobierno. Las puertas de la presidencia no deben tener matones de discoteca decidiendo a quién no dejan pasar.
El presidente Bukele no necesita estos enfrentamientos con los medios de comunicación. Ha arrancado con buena imagen nacional e internacional. Tiene todo para triunfar, pero la prepotencia de sus asesores lo puede perjudicar.

#YEstoApenasEmpieza. De Paolo Luers


Las tendencias autoritarias de los gobiernos prosperan hasta donde nosotros (los ciudadanos, los medios de comunicación, las organizaciones civiles, la oposición) estemos dispuestos a permitirlo.
La decisión de Casa Presidencial de negar el acceso a una conferencia de prensa conjunta de la presidencia con la OEA a dos medios (El Faro, Revista Factum) es una grave restricción a la libertad de prensa. La forma en la que Casa Presidencial luego justifica esta medida en un comunicado oficial y declara que la va a sostener en el futuro la vuelve aun más preocupante. El hecho que el presidente de la República reprodujo este comunicado con el comentario cínico “Los de Factum y el Faro se está haciendo las ‘vístimas’, pero esta es la realidad” convierte un error de su secretario de prensa en un escándalo de su presidencia.
Los periodistas de otros medios, a quienes hasta la fecha no se ha negado el acceso a la conferencia de prensa, podríamos decir que Revista Factum y El Faro son medios que han criticado fuertemente lo que llaman el ‘periodismo tradicional’ que ejercen nuestros medios, y por tanto que no tenemos porque defender sus derechos.
Esto sería una muestra de gran miopía. Si nos pronunciamos en contra de esta actitud autoritaria del gobierno, no lo hacemos en favor de El Faro o Factum, sino porque nosotros seríamos los siguientes blancos de este tipo de atropellos. Las diferencia de concepción editorial entre nuestros medios no tiene ninguna relevancia a la hora de pintarle la raya a un gobierno que está probando hasta dónde puede llegar con sus tendencias autoritarias.
Por esta razón, es nuestro deber como comunicadores enfrentarnos juntos, sin consideración de diferencias políticas o competencia editorial, a cualquier intento de restringir la libertad de prensa, como en el caso de la exclusión de dos medios de las conferencias en Casa Presidencial.



La democracia muere en la oscuridad. De Ricardo Avelar


En materia de libertad de prensa, al igual que en otras actitudes democráticas como la probidad o la honestidad, o se es respetuoso siempre o simplemente no se es. La apertura con los medios equivale a la disposición de transparentar la gestión pública y mostrar cómo se transforman las ideas en proyectos para la ciudadanía y el país. Esta apertura no admite peros o excusas y no debe ser circunstancial o utilitaria, dando la cara únicamente a quienes hacen coberturas amigables y cerrando las puertas a quienes incomodan con buenas preguntas en los momentos adecuados.
El rol del periodismo no es quedar bien con quienes gobiernan o ser caja de resonancia de las iniciativas presidenciales sin matices o contrastes. Por el contrario, su rol y contribución a un sistema democrático es el de llevar luz a la ciudadanía en temas esenciales, como la forma en que se ejecutan los fondos públicos, las prioridades del gobierno, cómo pretenden solucionar los principales problemas o quiénes proveen bienes y servicios al Estado, entre muchas otras áreas.
Un gobierno que bloquea a medios incómodos no está afectando a periodistas o editores, sino a una ciudadanía que tiene derecho a saber cómo se maneja la cosa pública. Además, al obstaculizar la luz que trae el periodismo, abre la puerta a abusos, excesos y contubernios. En resumen, como dicta el lema del Washington Post: “la democracia muere en la oscuridad”.