sábado, 28 de junio de 2014

Carta a Luis Suárez

Estimado Luis:
Por culpa de vos el equipo de Uruguay será eliminado de la Copa Mundial. Si no hoy, a manos de los colombianos, el 4 de julio a manos de Chile o Brasil…
Esto es tu verdadero castigo por esta estúpida mordida: el cargo de conciencia de haberte cagado en tu equipo, en tu gente de Uruguay, que pensaban que con vos liderando el equipo, Uruguay podría haber llegado lejos. Por ahora tu gente te apoya, hasta tu presidente, pero detrás de esta solidaridad está la rabia, que primero se dirige a la FIFA por una sanción injusta que castiga no solo a vos, sino a todo tu equipo - pero a la larga este rabia se va a convertir en resentimiento con vos.

Aunque tu coach y tu federación no están sin culpa. Si ellos inmediatamente después del partido contra Italia te hubieran sancionado, a lo mejor la FIFA no hubiera intervenido, mucho menos con una sanción tan drástica. La FIFA se vio obligada a intervenir para evitar la percepción de impunidad – y de hecho, una falta tan grave como la que vos lo cometiste no podía quedar impune.

¿Cuál hubiera sido la sanción adecuada? Muy sencillo: La misma que el árbitro te hubiera dado, si hubiera visto la escena del delito. El arbitro te hubiera dado la roja, con todas las consecuencias que esto tiene para vos tu equipo: No hubieras jugado octavos de final contra Colombia. Punto. Lo que en el momento pareció buena suerte tuya -que el arbitro no vio nada- termina siendo la peor de sus suertes. Si te hubiera expulsado, ahí se hubiera quedado el caso. Al no expulsarte, y al tampoco sancionarte tu propio equipo, la FIFA tuvo que intervenir.

La sanción que te dio la FIFA, bajo gran presión por el asunto de la impunidad, es a todas luces exagerada e injusta. Y a partir de ahí, casi todos caen en posiciones absurdas: Unos defendiéndote, como si nunca hubieras hecha nada, otros celebrando que te hayan eliminado. Hasta tu presidente
Pepe, haciéndose el ridículo, Maradona apareciendo con una camisera de solidaridad con Luisito en su programa político-deportivo De Zurda en TeleSur. Los perfectos idiotas latinoamericanos hablando de la mafia FIFA, como si se tratara de una conspiración geopolítica contra el derecho de un país gobernado por la izquierda, como Uruguay, de ganar el mundial…

¿Por qué no se te ocurrió a vos reconocer la falta y pedir disculpas (¡no sólo al italiano ofendido, sino principalmente a tu afición!), en vez de esconderte detrás del árbitro que no vio nada? ¿Por qué Pepe Mojica, en vez de solidarizarte con vos, no levantó su vos tan respetada en el mundo para que vos te disculparas y la federación uruguaya hiciera justicia y te sancione?

Ahora vos te has convertido (te han convertido, mejor dicho) en el chompipe en una batalla politizada sobre la corrupción en la FIFA – la cual lamentablemente existe, pero con la cual vos nada tenés que ver.

Me uno a los que piden a la FIFA que revise la sanción y la reduzca a lo justo. La cagaste al morder al jugador italiano. La cagaste al no pedir disculpas. Pero con todo esto no merecés que destruyan tu carrera.

Y de último, un consejo, Luis: Cuidado con los falsos amigos que quieren sacar raja política de tu desgracia.



Saludos, Paolo Lüers
 (Mas!/EDH)

jueves, 26 de junio de 2014

Carta a un joven que se metió en la jaula de los lobos

Querido Rodrigo Molina Rochac:
Me encanta tu decisión de, a pesar de todo, aceptar el reto y aceptar la invitación de incorporarte al COENA de ARENA. A pesar de toda tu crítica a la manera como funciona este partido; a pesar de que sos un convencido liberal y ARENA no supera su pasado conservador y a veces reaccionario; a pesar de los riesgos que este paso puede acarrear a tu carrera profesional y empresarial como publicista que apenas se está abriendo campo…

Sin embargo, de vos no hubiera esperado (ni aceptado) que claudicaras a la hora de la verdad. Sé que te costó la decisión, pero era entre: callarse para siempre o subirse al ring y cambiar las cosas…

Por años tu generación de jóvenes profesionales críticos e independientes ha exigido a los partidos que abran sus puertas al relevo de sus liderazgos e ideas. Por años algunos viejos les hemos retado y jodido a ustedes que no se queden esperando que las puertas se abran, sino que mejor las boten y se tomen los espacios que les corresponden.

Ahora que en ARENA se dan los primeros signos de apertura, tienen que entrar algunos para probar si es cierto o si es mentira. Sabemos que algunos en Arena quieren abrir las puertas a la juventud, pero más bien para mediatizar y neutralizar el espíritu de rebeldía y renovación. Para que ellos no tengan la razón, lo que tenés que hacer es quedarte parado en la puerta y mantenerla abierta para que entren gente nueva, aires nuevos, ideas frescas. Si vos controlás la puerta, para que nunca más se vuelva a cerrar, tu entrada es el inicio de la renovación. Si no, es la proverbial paloma que no hace verano.

Conociéndote a vos, estoy seguro que no te pueden ni comprar ni neutralizar ni separarte de los movimientos cívicos donde nació tu liderazgo. Más bien estoy seguro que vos vas a dar credibilidad al partido frente a los ciudadanos críticos, y que adentro del partido vas a dar ánimo a los que toman en serio los compromisos de cambio, democratización y institucionalización del partido proclamados en el último Congreso.

Tu tarea inmediata no será hacer los grandes cambios, para los cuales ahora no hay condiciones ni tiempo, porque ya comienza la siguiente campaña electoral donde se trata de restablecer el equilibrio y los contrapesos para que la democracia siga funcionando. Pero vos, junto con otros, puedes asegurar que sí se den los cambios pequeños, y en la dirección correcta: más transparencia en la selección de candidatos; espacio para nuevos liderazgos a competir por alcaldías y diputaciones; combatir los conflictos entre intereses de los funcionarios a mantener su poder personal y el partido y su necesidad de definir políticas públicas…

Mantener el debate vivo y la puerta abierta, estas son tus tareas. No tienes que hacer milagros, solo mostrar que vale la pena meterse y que existe un nuevo liderazgo, basado en principios y honestidad intelectual.

No estarás solo, Rodrigo. Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)



Columna transversal: El peligroso miedo a la inclusión

Siempre me ha fascinado la figura de Álvaro Uribe. Sostengo esta tesis muy controversial: A veces ciertas estructuras de violencia sólo pueden ser desmontadas por los que han sido parte de ellos. La experiencia dice que muchas veces, para superar el mal, no es suficiente la voluntad de los buenos. En Colombia, el monstruo del paramilitarismo sólo pudo ser desmontado por Uribe, quien ha sido parte del problema y se volvió parte indispensable de la solución

Sigo convencido que en El Salvador la violencia política y la represión solo podían ser desmontadas por los que anteriormente han sido protagonistas de ella. O por lo menos no sin ellos. Hoy todo el mundo (menos unos locos) está de acuerdo que la paz necesitaba del protagonismo activo de los comandantes guerrilleros. Pero cuando el proceso de diálogo comenzó, esta idea fue tan controversial para muchos como ahora es la idea que los pandilleros y sus jefes tienen que ser parte de la solución del problema de la violencia que actualmente vivimos.

Y muchos todavía no quieren reconocer que sin la decisión firme de Roberto D’Abuisson hubiera sido imposible alcanzar la paz negociada. Pero viéndolo fríamente, es obvio: el líder de la derecha no sólo tuvo que dar luz verde (e incluso apoyo) al presidente Cristiani en su política de negociación con la guerrilla, sino como fundador de los escuadrones de la muerte tuvo que desmontar los aparatos de represión,  para que la paz funcionara.

Así en Colombia: Sin Álvaro Uribe, cuya familia fue íntimamente ligada al surgimiento del paramilitarismo, nadie hubiera podido desmontar las estructuras de los paramilitares y sus vínculos con el Estado.

Lo irónico es que el que menos entiende esta lógica histórica, es el mismo Uribe. La reciente batalla anticomunista, en la cual el ex-presidente Uribe perversamente convirtió la campaña electoral contra José Manuel Santos, demuestra que este hombre tan astuto, que en otras ocasiones ha sabido responder a la historia, no acepta que la paz en Colombia requiere la inclusión de las guerrillas de las FARC y del ELN en el sistema político del país.

No solo es cierto que sin una inclusión de la guerrilla a la vida política, social, productiva y cultural, no habrá paz en Colombia. Es más: sin un papel protagónico de los jefes guerrilleros será imposible este proceso de desmovilización de los guerrilleros, su desvinculación del narcotráfico y su inserción a la vida política y social.

Esto es lo que no quiere aceptar Álvaro Uribe y su movimiento contra la solución negociada y la plena inserción de la izquierda al sistema político. Por que esto ha sido el eje central de la campaña electoral de Iván Zuluaga y de la cruzada anticomunista de Uribe.

Una victoria de Zuluaga y Uribe hubiera significado un veto contra la plena inclusión de la izquierda al sistema político. Por tanto, un veto contra la paz. También un veto contra la democracia y el pluralismo.

Es cierto: las FARC de Colombia son el fenómeno más pervertido de la historia de las insurgencias latinoamericanos. Han perdido, me imagino por siempre, legitimidad moral y política. Si se incorporan al sistema democrático, lo harán sin apoyo popular, como minoría marginal. ¿Cuál es el miedo de incluirlos, entonces?

Pero por otra parte siguen teniendo la capacidad de mantener a Colombia en estado de guerra, son una realidad, y es claro que sin y contra ellos, no habrá  paz en Colombia. Ni plena democracia. No porque las FARC sean un factor positivo de la democracia, por lo contrario. Pero la existencia de las FARC y la guerra misma han sistemáticamente pervertido al democracia colombiana, han provocado respuestas represivas de los terratenientes (paramilitarismo) y del mismo estado y sus fuerzas armadas.

Si luego de cumplir su mandato histórico (debilitar a la guerrilla y desmontar el paramilitarismo), Uribe se hubiera ido a su casa, hubiera sido, por siempre, un padre de la patria. Tuvo dos opciones honrosas: quedarse en casa, retirado de la política, como lo hacen los presidentes mexicanos una vez terminan su mandato. Y si esto le resultara imposible, sea por su protagonismo o sea por su genuina preocupación por la manera de como su sucesor Santos llevaba el proceso de paz con la guerrilla, había la otra opción: luchar por un camino diferente y más seguro hacia la paz. Si para esto tenía que volver a meterse en campaña, incluso contra Santos – bien, perfecto, legítimo. Pero Uribe escogió la tercera opción: una cruzada contra la negociación. La campaña que hizo Uribe no dibujo otro camino hacia la paz, sino denunció las negociaciones entre el gobierno y las FARC como pacto político de Santos con el comunismo. Para esto, Uribe dibujó un mapa político totalmente distorsionado de Colombia, reduciéndolo a una caricatura: los anticomunistas dirigidos por Uribe versus una coalición Santos/Liberales/Izquierda/Farc que crearía en Colombia un régimen chavista-castrista.

Los que buscan soluciones mediante el diálogo y la inclusión de los que están fuera de la ley y del sistema político siempre corren el riesgo de ser acusados de hacer pactos oscuros con fuerzas irregulares. Tanto Duarte como Cristiani fueron acusados de hacer pactos con terroristas en el momento que abrieron negociaciones con el FMLN y visualizaron que el sistema se abriera para que la izquierda se incluyera al sistema político-partidario. Lo mismo le pasa hoy a Santos. Y lo mismo pasa a quien en El Salvador dice que la única solución al problema de las pandillas es buscar su inserción a la sociedad. El miedo a la inclusión, magnificada de esta manera tan absurda como en la campaña de Uribe (y aquí en la campaña contra la tregua), supera el miedo a la continuidad de la violencia y la exclusión.

lunes, 23 de junio de 2014

Carta al presidente de la Corte de Cuentas

Lic. Rosalio Tócchez:
Déjeme decirle: Usted es el presidente más folclórico e incompetente que hemos tenido en la Corte de Cuentas de la República. Y esto significa mucho luego de tantos personajes inadecuados que han desfilado por este cargo, como Ciro Cruz Zepeda, Hernán Contreras, Francisco Merino, y Andrés Rovira.

Quiere decir, antes de que llegara usted, ya estábamos acostumbrado a funcionarios haciendo politiquería con la Corte de Cuentas, chantajeando a alcaldes, protegiendo a presidentes y ministros, dando finiquitos express a unos y negándoles finiquitos a otros.  Luego de llegar los diputados del FMLN y de Gana al colmo de cinismo de poner al cargo de la fiscalización de los fondos públicos al presidente del partido que recibía fondos negros para votar por las iniciativas del gobierno, la Sala de lo Constitucional puso un candado y prohibió que la Corte de Cuentas estuviera en manos de militantes de los partidos. Todos pensábamos que esta era la hora del cambio y que la próxima Corte de Cuentas iba a ser compuesta por profesionales independientes y competentes.

No contamos con la capacidad del bloque oficialista en la Asamblea Legislativa de pervertir cualquier cosa que tocan – ni con la ingenuidad (si no complicidad de los diputados de oposición). No contamos con usted, don Rosalio. Francamente, nos faltaba la fantasía…

Todavía no sé qué parte de los errores de usted se debe a incompetencia profesional, qué parte a un desequilibrio mental, qué parte a corrupción, y qué parte a su menosprecio por los principios de la transparencia. Cuesta creer que usted no esté consciente que no puede extender un finiquito al ex-presidente Funes, con el insólito argumento que él como jefe del estado no ha manejado fondos estatales. Usted sabe perfectamente que, aunque tal vez nunca haya firmado un cheque, como presidente fue el último responsable de las decisiones sobre el uso de más de los 700 millones de dólares que podemos llamar partida secreta, caja chica de la presidencia, maletín negro, fondos discrecionales…

Hechos notorios como el viaje a Disneylandia y el uso privado de carros, relojes, residencias y otros artículos de lujo por parte del entonces presidente de la República, lo obligan a usted a investigar a nombre de quién y con qué fondos fueron adquiridos, antes de ni siquiera pensar en extender un finiquito.

Si sumamos su actitud de guerra sucia contra dirigentes opositores como Ana Vilma de Escobar y Norman Quijano, su insólita campaña publicitaria para promover su candidatura para la siguiente Corte de Cuentas, y el régimen de intimidación al que está sometiendo a los empleados de su institución, llegamos a la conclusión que el supuesto profesional independiente, que los diputados eligieron para cumplir con la sentencia de la Sala, resulta más incompetente y parcializado que todos los militantes partidarios que le precedieron en la Corte de Cuentas.
A esta altura me doy cuenta que la principal crítica hay que hacerla a los diputados que lo eligieron, y no a usted. Usted simplemente hizo lo que corresponde a su personalidad. La culpa es de los políticos que ponen la Corte de Cuentas en manos de un personaje tan desequilibrado como usted.

Tal vez la estadía suya en la Corte de Cuentas era necesaria para que, a partir de la experiencia con usted, cambie la forma de elegir a los magistrados de la Corte de Cuentas. Esta institución no puede seguir siendo parte del botín que se reparten los partidos que forman el bloque oficialista. ARENA y el FMLN han desgastado la institucionalidad del país componiendo Cortes de Cuenta con corruptos e irresponsables. Es hora que ambos ahora se pongan de acuerdo para buscar a magistrados verdaderamente independientes y que les den el respaldo de su voto unificado.

Paolo Lüers
(Mas!/EDH)