sábado, 6 de enero de 2018

Carta a la diputada que quieren linchar

Estimada Cristina López:
Parece un deporte nacional querer lincharte. Desde que llegaste a la Asamblea surgieron voces cuestionando con qué derecho una corredora ocupara una diputación. Cuando tuviste un conflicto con uno de tus asesores, te atacaron con insinuaciones de carácter sexual. Cuando en diciembre 2016 no lograron aprobar el presupuesto para el 2017, por que vos no diste el voto número 43 que necesitaban, te colocaste en el ojo del huracán. O más bien te colocaron, aunque tuviste no solo el derecho, sino toda la razón de negar tu voto a un presupuesto que luego fue declarado inconstitucional por la Sala de lo Constitucional.

Siempre asumí que todo como reflejo de la actitud sexista, pero también clasista, que sigue dominando nuestro clima político. Todo regresa al punto inicial: ¿Qué hace en la Asamblea una mujer sin apellido de familia pudiente, una deportista sin formación académica?

Pero lo que pasa ahora es aun más grave. Te acusan, sin prueba ninguna, de haberte vendido a Enrique Rais, el empresario prófugo acusado de tráfico de influencias. Dicen que te dejaste sobornar por Rais o sus defensores para que pidieras a la Asamblea una interpretación auténtica de la Ley Especial para Intervención de las Comunicaciones – y que esta interpretación, que de hecho fue aprobada por la Asamblea en diciembre del año pasado, puede hacer caer el caso contra Rais.

Entonces, sos cómplice de una mafia. Así de fácil.



A nadie se le ocurre considerar que la ley que regula las intervenciones telefónicas de la fiscalía tiene unos artículos que protegen a la ciudadanía de abusos. Las escuchas telefónicas solo pueden ser autorizadas por un juez. Y el juez solo las puede autorizar en un caso específico, dando oportunidad a la fiscalía a recabar pruebas para sustentar una sospecha concreta y presentar su acusación ante la justicia. La fiscalía no puede usar los datos recabados en la escucha telefónica para otros fines o en otros casos. Tampoco puede acumularlas para ver si en el futuro les sirven. Si no presenta en seis meses la acusación en el caso específico, para el cual fue autorizada la intervención telefónica, la fiscalía está obligada a destruir las grabaciones y sus transcripciones.

Esto dice la ley, y esto vino a reafirmar la interpretación auténtica que solicitaste. ¿Entonces, cuál es el pecado? ¿Cómo puede ser un pecado insistir en una regla necesaria para proteger a la ciudadanía de posibles abusos?

El supuesto pecado es que con esta interpretación se le puede caer a la fiscalía el caso contra Rais. Momento, ¿cómo es esto? Si el caso contra Rais está sustentado en unas grabaciones, a pesar de que el plazo de 6 meses estaba vencido, y si por esto se cae el caso, la culpa es exclusivamente de la fiscalía.

Todos consideramos al señor Rais culpable de manejos mafiosos. Pero no podemos defender una práctica incorrecta de la fiscalía para facilitar su condena. Legitimando esta práctica en este caso, le damos a la fiscalía un arma que puede usar contra cualquier ciudadano. Por eso era correcto que la Asamblea emitiera su interpretación auténtica, marcando a la fiscalía el límite legal de sus actuación.

No te dejés ahuevar, diputada, hiciste lo correcto.
Saludos,

44298-firma-paolo
(MAS! / El Diario de Hoy)

jueves, 4 de enero de 2018

Carta al presidente de la República: Usted es el responsable

Presidente:
Nuestra policía está enferma. Su unidad élite, el GRP, está tan enferma que el director general tuvo que ordenar la suspensión total de sus operaciones. Lo que pasó en el GRP en la noche vieja es insólito: Hubo un crimen grave, cometido por un miembro del GRP contra una agente policial: lesión con arma de fuego, secuestro, probablemente violación y asesinato – y nadie dentro del GRP actuó apegado a la ley. TODOS actuaron apegados a un mal entendido código de honor: cubrirse mutuamente las espaldas. Hubo alteración de la escena del crimen, incumplimiento de deberes, asistencia a la fuga, posiblemente asistencia a asesinato y secuestro.

Además hay suicidios de agentes, agentes asesinados por agentes, agentes cometiendo delitos; hay agentes acusados de ejecuciones extralegales y detenciones arbitrarias.

Son tantos “incidentes” que ya no se explican como fallas personales y excepcionales. Es una falla estructural. Es el monstruo que ustedes han creado. Ustedes han militarizado la PNC, sobre todo las unidades élite, como el GRP. Las han convertido en maquinarias para matar. Primero a pandilleros, pero luego ¿cómo y por qué parar? El costo: la erosión gradual de la moral, la perversión del espíritu del cuerpo. Los resultados se expresan en los hechos que hemos visto en estos días.

Urge revertir este proceso. ¿Quién puede revertir esto? Requiere de un esfuerzo coordinado de los jefes policiales, de sicólogos, de la Sociedad Civil. Pero nadie puede hacer nada, si usted, como presidente, no toma en sus manos el problema y su solución.

La Constitución es clara: Usted es el responsable de “organizar, conducir y mantener la Policía Nacional Civil”. Usted es responsable que la PNC actúe “con estricto apego a los Derechos Humanos y bajo la dirección de autoridades civiles.”

Mientras usted delega la dirección de la seguridad pública a los mismos policías, y no a autoridades civiles como manda la Constitución, nada va a cambiar.

Mientras usted obliga a la PNC a desarrollar una guerra, en la cual solo puede sobrevivir (ni siquiera ganar) haciendo del lado los derechos humanos y los procedimientos de una policía democrática, nada va a cambiar.

Mientras usted no aplique una política de seguridad, dentro de la cual la PNC puede lograr eficiencia en su función de protección y de investigación sin recurrir a abusos y sin causar daños colaterales a sectores enteros de la población, tampoco el deterioro interno dentro de la PNC no va a parar, mucho menos sanarse.

Aparte de un cambio del concepto del plan de seguridad, la PNC requiere de una reingeniería que tiene que empezar en su estructura de mando. Y de un ministerio que recupere su carácter civil y su capacidad de supervisar a la PNC. Todo esto depende de una sola persona: usted, señor presidente.

Saludos, 

44298-firma-paolo
(MAS! / El Diario de Hoy)


martes, 2 de enero de 2018

Carta a los ciudadanos: Lo que necesitamos lograr en el 2018

Amigos:
No voy a poner simplemente lo deseable, sino solamente lo que a la vez es realista. Lo realista no es necesariamente lo probable, sino lo factible, siempre y cuando todos asumamos nuestras responsabilidades.
  1. Una Asamblea Legislativa, donde el partido del gobierno pierda la llave para bloquear decisiones que necesitan mayoría calificada. O para decirlo de manera positiva: que todos los partidos que no están en el gobierno, si es que logren ponerse de acuerdo, puedan elegir magistrados de la Corte Suprema y del Tribunal Electoral, y al nuevo fiscal general. Esto significa que el FMLN no debería tener más de 28 diputados. Digo esto como una regla sana, no solo para hoy que el FMLN está en el gobierno. Es el principio del balance del poder.

  2. Una Asamblea Legislativa lo más renovada posible. Los votantes deben eliminar de la Asamblea a las figuras corruptas y las que frenan la renovación de la política. En todas las fracciones. No necesariamente las caras nuevas serán mejores, pero lo importante es el mensaje: La ciudadanía puede castigar a los malos diputados.

  3. Que la nueva Asamblea elija, en un proceso transparente y no contaminado por intereses partidarios, a 5 magistrados de Corte Suprema idóneos, 4 de ellos para la Sala de lo Constitucional; y a un fiscal general capaz y dispuesto de convertir a la Fiscalía General en una institución eficiente y en garante del Estado de Derecho.

  4. Que los partidos elijan a sus candidatos presidenciales en elecciones primarias transparentes, basadas en debates de calidad y competencia de ideas. Solo así, electo por una ciudadanía informada y consciente de las diferentes opciones y sus implicaciones, tendremos en 2019 un presidente vestido de la legitimidad y autoridad requerida para componer al país.
Todas estas metas son difíciles, pero son factibles de alcanzar, si la sociedad civil, organizada o no; los medios de comunicación; los generadores de opinión; y los liderazgos académicos, culturales y sociales asuman activamente su papel. Ninguna de esta metas será alcanzada si los partidos no sienten la presión y vigilancia de la ciudadanía y de la opinión pública.

En el año 2018 se trata de volver a introducir a la política y al servicio público, y antes al debate público, los tres imperativos que estamos al punto de perder: racionalidad, ética y empatía. Y cuando hablo de empatía, me refiero a la empatía con los ciudadanos, y en especial con los sectores marginados y más afectados por las malas políticas de las últimas décadas.
No necesitamos líderes que se quieren perfilar apostando a la anti política. Necesitamos ciudadanos y liderazgos que apuestan a mejorar la política. 

Feliz Año Nuevo,


44298-firma-paolo
(MAS! / El Diario de Hoy)