viernes, 23 de septiembre de 2016

Columna transversal: Habló Pino y se acabó la locura

El FMLN ha desatado una campaña, pidiendo la renuncia del magistrado Belarmino Jaime de la Sala de lo Constitucional, por presunta evasión de impuestos. En un comunicado, el abogado José Eduardo “Pino” Cáceres, rechaza estas acusaciones contra una empresa, en la cual él forma parte de la Junta Directiva, pero no el magistrado Belarmino Jaime.

Irónicamente, Pino es hermano del ministro de Hacienda, Carlos Cáceres. Pero esto no es lo que lo define. Lo define su lucha contra la corrupción. Pino Cáceres es el exjefe de la Sección Probidad de la Corte Suprema de Justicia quien en 2005, para investigar las declaraciones patrimoniales de Francisco Flores, pidió a los bancos información sobre cuentas y transacciones de los ex-funcionarios. La Corte Suprema de Justicia, presidida por el magistrado Agustín García Calderón, tomó la decisión de quitar a la Sección Probidad el derecho de pedir información bancaria. Con esto quedó sin dientes la Sección Probidad – hasta que el año pasado la actual Corte Suprema le volvió a dar a su Sección Probidad las facultades necesarias para investigar las declaraciones patrimoniales de los funcionarios y ex funcionarios, para buscar indicios de enriquecimiento ilícito. En consecuencia, ahora la justicia está viendo los casos de Mauricio Funes, Vanda Pignato, Toni Saca, Leonel Flores y otros.

Pino Cáceres renunció a su cargo, en mayo del año 2006. El Centro de Estudios Jurídicos CEJ escribió entonces:
“En el país no hay intención de combatir la corrupción. La semana pasada nos enteramos cómo la petición hecha por el Dr. René Fortín Magaña a la Fiscalía General de la República para que solicitara la nulidad de la increíble resolución de la Corte Suprema de Justicia que nulificó las funciones de la Sección de Probidad fue declarada sin lugar por el nuevo fiscal general en uno de sus primeros actos. ¿Cómo podemos creer en la voluntad del Gobierno si vemos que la corrupción realmente no se persigue?

Aún hay signos de esperanza en este país. La semana pasada también vimos un dignísimo acto protagonizado por un funcionario público de este país, con la pública renuncia del Dr. José Eduardo Cáceres, jefe de la Sección de Probidad, ante la resolución del fiscal que, con la resolución de la Corte, destruye toda posibilidad de combatir la corrupción a través de la oficina que presidía. Nuestras felicitaciones y nuestro agradecimiento a un funcionario salvadoreño bueno y patriota. ¡Pino Cáceres ha hecho patria!”
Cito todo esto para que quede claro quien es el hombre que ante la campaña del FMLN contra el magistrado Belarmino Jaime decidió tomar la palabra para defenderlo y expresar su disgusto con el FMLN.

El comunicado de Pino Cáceres ya es ampliamente conocido, no tengo que citarlo aquí. Rechaza las acusaciones falsas contra el magistrado Jaime; acusa al ministerio de Hacienda de fuga y manipulación de datos confidenciales; y acusa al presidente de la República de complicidad. Pero hay una frase en el comunicado de Pino que tal vez muchos no lo entendieron: “Todavía existen jueces en Berlin”. Para explicarlo, cito una columna de Antonio García-Pablos publicada en EL PAIS:
Cuenta la leyenda Federico II de Prusia, molesto porque un molino cercano a su palacio Sans Souci afeaba el paisaje, envió a un edecán a que lo comprara por el doble de su valor, para luego demolerlo.

Al regresar el emisario real con la oferta rechazada, el rey Federico II de Prusia se dirigió al molinero, duplicando la oferta anterior. Y como este volviera a declinar la oferta de su majestad, Federico II de Prusia se retiró advirtiéndole solemnemente que si al finalizar el día no aceptaba, por fin, lo prometido, perdería todo, pues a la mañana siguiente firmaría un decreto expropiando el molino sin compensación alguna. Al anochecer el molinero se presentó en el palacio y entregó a Federico II una orden judicial que prohibía a la Corona expropiar y demoler un molino solo por capricho personal. Concluida la lectura de la resolución judicial, y ante el asombro de todos, Federico el Grande levantó la mirada y declaró: “Me alegra comprobar que todavía hay jueces en Berlín”. El “juez de Berlín” representa, en el mundo del Derecho, la independencia judicial frente a la arbitrariedad y el despotismo; la primacía absoluta de la ley, expresión de la soberanía popular, y la garantía de igualdad de todos los ciudadanos ante ella, exigencias ambas inseparables del Estado de derecho.
¿Será que el gobierno de El Salvador ni siquiera cumple con los estándares de derecho ya aceptados por un monarca absolutista como Federico el Grande de Prusia?
(El Diario de Hoy) 



jueves, 22 de septiembre de 2016

Carta al gobierno: ¿Quieren resolver su crisis? Negocien, pero de verdad

Señores gobernantes del FMLN:
La crisis fiscal en que ustedes han metido al país no la pueden resolver a pura extorsión. Están hablando permanentemente de diálogo y de concertación, pero olvídense: no se llega a un acuerdo de país extorsionando a la oposición y la sociedad.

Como gobierno tienen la responsabilidad de diseñar las políticas públicas, lo que incluye la política fiscal y el presupuesto. Y la Constitución (pero también la lógica y la decencia) les demanda que diseñen estas políticas de manera que el presupuesto de la nación salga equilibrado. También la Constitución les demanda que tienen que ir a la Asamblea para aprobar el presupuesto y conseguir mayoría calificada para cualquier préstamo, en caso que sus políticas requieran financiamiento adicional. Estas son las reglas.

Si las políticas que ustedes han puesto en marcha no les permiten equilibrar las finanzas públicas (para que los ingresos cubran los egresos) y si para evitar que su gobierno caiga en impago (como ustedes mismos dicen que están al punto de caer) ustedes necesitan préstamos, entonces tienen que negociar. Pero negociar de verdad. No pueden simplemente decir a la oposición: Si no nos aprueban el presupuesto y los préstamos así como los presentamos, ustedes serán culpables del grave daño que esto hace al país entero, a la economía y al bolsillo de los más necesitados. Esto no es negociación, sino extorsión y ARENA tendría que ser estúpido, irresponsable y políticamente suicida para ceder ante esta extorsión.

Si ustedes solos, como gobierno a cargo de la elaboración y ejecución de las políticas públicas, no pueden resolver la crisis y evitar la situación del impago (a empleados, pensionados, servicio de deuda, proveedores de medicinas, uniformes, etc.), entonces tienen que sentarse con la oposición, pero con la disposición de cambiar sus prioridades y modificar sus políticas públicas, hasta que puedan llegar a un acuerdo. Esto se llama negociación.

Mientras exijan que la oposición les firme cheques para que ustedes sigan ejecutando sus políticas, con sus prioridades, nunca van a llegar a un acuerdo. La oposición no puede a aceptar este chantaje, y mucho menos el Fondo Monetario Internacional…

Un gobierno tiene que diseñar sus políticas públicas y sus prioridades, no con el criterio único que correspondan a sus propios postulados ideológicos e intereses electorales, esto solo funciona en dictaduras. Tienen que corresponder a lo políticamente factible en un régimen republicano, donde no es el Ejecutivo quien decreta presupuestos y endeudamiento, sino el parlamento. Es decir, con el aval de la oposición. Ya sabemos que a ustedes no les gustan estas reglas de la democracia, que ustedes llaman ‘burguesa’ pero esto es lo que dicta la Constitución. Y por suerte en El Salvador no la podrán cambiar, como lo hicieron sus amigos en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.

Así que, camaradas, a dejarse de actitudes de chantaje y sentarse a negociar de verdad. Una vez que ustedes tengan esta disposición, la oposición no se puede negar a trabajar con ustedes para buscar soluciones a la crisis. Primero, porque como próximo gobierno necesitan que el país no se hunda. Y segundo, porque la sociedad civil se encargaría de corregirles la plana. Así como la vamos a corregir a ustedes, mientras siguen buscando acuerdos de país por la vía de la extorsión.

Lo que realmente está en la agenda es el inicio de la negociación de transición entre el gobierno actual y el siguiente. Solo asumiéndolo así dará resultados.

Saludos,

44298-firma-paolo

(MAS/El Diario de Hoy)

 

    martes, 20 de septiembre de 2016

    Carta a los Estados Unidos: No boten con una mano lo que construyen con la otra

    Estimada señora embajadora, que representa el gobierno y pueblo de Estados Unidos:
    Hasta el 7 de agosto de este año, la administración Obama había deportado 11,520 ciudadanos salvadoreños. Si esta tendencia se mantiene igual, al final del año serán unos 17,280 salvadoreños deportados por el gobierno de Estados Unidos.

    El monto, que en el marco de Fomilenio II el gobierno de Estados Unidos pone a disposición de El Salvador, es de $277 millones. El objetivo central de Estados Unidos para esta donación es que en El Salvador se crean condiciones para que los salvadoreños no se vean obligados a emigrar ilegalmente a Estados Unidos.

    O sea, Estados Unidos nos paga $16,030 por cada deportado, para que nosotros podamos combatir las causas socioeconómicas y de inseguridad que provocan la migración. Falso: los fondos de Fomilenio II corresponden a 5 años, y en cinco años, si las políticas migratorias de Estados Unidos no cambian, este país deportará unos 86,400 salvadoreños. Habría que dividir los $277 millones del Fomilenio II entre 86,400 para saber cuánto Estados Unidos nos paga por cada deportado: resulta que son unos miserables $3206. Este es el monto que vía Fomilenio II, en el transcurso de 5 años, Estados Unidos está dispuesto a aportar para que resolvamos los problemas del país. Para no decir: la cuota por cabeza que nos dan por cada deportado, porque esto suena muy feo.

    Estoy claro que esta matemática no es realista. Estados Unidos hace, aparte del Fomilenio II, otras importantes contribuciones a nuestro desarrollo: mediante el Asocio por el Crecimiento, el Plan de Prosperidad para el Triángulo Norte, CARSI (Central American Regional Security Initiative- Iniciativa Regional de Seguridad para Centroamérica) y la AID. Es muy difícil estipular en cuánto aporte financiero para El Salvador se traducen todas estas loables iniciativas. Pero incluso si duplicamos el monto de Fomilenio II, llegaríamos a unos $554 millones en el transcurso de 5 años. Esto correspondería a $6,412 por cada ciudadano salvadoreño que Estados Unidos deporta.

    ¿Alguien cree que con $6,412 por cabeza de deportado El Salvador podrá resolver los problemas de desempleo, falta de crecimiento económico, inseguridad y debilidad institucional que supuestamente están provocando las olas de emigración? Sobre todo cuando restemos de estos ingresos las remesas que estos 17 mil salvadoreños mandarían a El Salvador si no fueran deportados, y los costos sociales que nos causa su reintegración en el país, y nuestra incapacidad de reinsertarlos adecuadamente.

    No estoy haciendo esta matemática para argumentar contra los proyectos de apoyo que nos brindan los Estados Unidos de América. Bien ejecutados, podrían hacer un valioso aporte y provocar un mejor clima de inversión, seguridad pública y seguridad jurídica que a la vez se puede traducir en lo que todos deseamos y necesitamos: más y sostenido crecimiento económico.

    Mi argumento es otro: Estos programas de desarrollo no van a tener el éxito deseado, mientras no estén acompañados por una profunda reforma migratoria en Estados Unidos. Mientras entre Estados Unidos y Centroamérica tengamos libre movimiento de capitales y productos, pero al mismo tiempo (literalmente) muros de contención y leyes represivas contra el libre movimiento de personas y de la mano de obra, el desarrollo deseado no se va a dar. La mano de obra de inmigrantes, incluyendo los 3 millones de salvadoreños, no causa daños o costos a Estados Unidos, sino por lo contrario aporta al desarrollo de ambos, Estados Unidos y los países de origen.

    Los países centroamericanos necesitan de Estados Unidos políticas de apoyo a su desarrollo, pero al mismo tiempo políticas que faciliten y regulen el componente olvidado de la globalización: integrar también el mercado laboral, no solo el mercado de capitales y del comercio.

    No es casualidad que este tema esté en el centro del debate político y electoral de Estados Unidos. El nuevo aislacionismo que predica Donald Trump no sólo va contra la migración, sino al mismo tiempo contra el libre comercio. Tal vez Trump sea el único que realmente ha entendido que los dos están relacionados y no deben verse separados. Solo que saca la conclusión equivocada: cortar ambos, migración y libre comercio.

    Espero que estas reflexiones necesarias abonen al debate entre dos países amigos. Con todo respeto,

    44298-firma-paolo

    (MAS!/El Diario de Hoy)

     

    domingo, 18 de septiembre de 2016

    Parar a Trump

    Un triunfo electoral de Trump -posible según las recientes encuestas- sería fatal para Estados Unidos. Pero más fatal aún para el Partido Republicano. Si Trump llegara a ganar, tomaría control del partido, no dejando espacio para los conservadores moderados y comprometidos con los ideales históricos de este partido. “Winner takes all” – el ganador se queda con todo. Un presidente Trump cambiaría el ADN del partido, por lo menos por una década – si no es que el daño ya esté hecho en el transcurso de la destructiva campaña interna. Esto puede ser, pero todavía el daño no es irreversible. Con Trump en la Casa Blanca, esta transformación del GOP en una fuerza antidemocrática, anti-inmigración, aislacionista , anti-libre comercio, y racista se volverá irreversible a mediano plazo, o indefinidamente…
    Muchos republicanos saben esto, como los Bush y la gran cantidad de personas que gobernaron con ellos; los ex candidatos Mitt Romney y John McCain; casi todo los ex precandidatos como Marco Rubio y John Kasich; el speaker Paul Ryan y todo el liderazgo del partido en el Congreso… Algunos han criticado a Trump, otros se han quedado callados a partir de la coronación de Trump como candidato. Pero no se han puesto de acuerdo para agresiva y conjuntamente parar a Trump, para salvar su partido. Varios republicanos, viendo el peligro, han decidido a concentrarse en las elecciones para el Congreso. No se meten en la campaña presidencial, para no contaminarse, y esperan que muchos votantes conservadores, que tal vez no votan por Trump, apostarán a crearle al próximo presidente -sea Clinton o Trump- un poderoso contrapeso republicano en el Congreso. Pero es una estrategia muy peligrosa, que tiene sentido en caso que gane Clinton, pero es ilusoria en caso que gane Trump. Este, desde el poder de la Casa Blanca, rápidamente tomaría control de las bancadas republicanas en el Senado y la Cámara de Representantes. “Winner takes all”.

    Si los republicanos quieren salvar su partido, tienen que mostrar bandera y salir a bloquear la avalancha demagógica que ha impulsado Trump y que va a destruir la identidad y el futuro de su partido. Claro que esto también tiene riesgos y costos, pero estos riesgos son más calculables y los costos menos irreversibles que los que se producirían si se quedan callados y dejan ganar a Trump.

    Para parar a Trump, no necesariamente tienen que apoyar a Clinton. Tienen dos alternativas: La primera sería no apoyar a nadie, pero enfrentar públicamente a Trump, dejando a sus bases la libertad de escoger entre abstención, votar por Clinton o votar por unos de los dos candidatos minoritarios; la otra sería hacer campaña contra Trump y Clinton y llamar al votante a manifestar su frustración con ambos candidatos votando por el libertario Gary Johnson. Este no tiene oportunidad de ganar, pero sí de parar a Trump. Ya tiene unos 10% de apoyo en las encuestas, que ya son expresión del voto anti Trump. Si este voto por Johnson se eleva a 15%, Trump pierde.

    Ahora la alarmante noticia es que Trump está superando a Clinton en dos de los estados claves para ganar la presidencia: Florida y Ohio. Si Marco Rubio, senador republicano por Florida, y John Kasich, gobernador republicano de Ohio, rompen su silencio y en la recta final articulan públicamente su oposición a Trump, este no puede ganar a estos dos estados.

    El otro que no se puede dar el lujo de quedar inactivo es Bernie Sanders. Trump está incursionando en el vacío que dejó Sanders entre los sectores demócratas que se sienten amenazados por la globalización y las consecuencias de las políticas de libre comercio. Hillary Clinton tiene serios problemas de llenar este vacío, por que está siendo percibida como representante del continuismo. Otra vez está haciendo estragos este concepto malditamente vacía y ambigua del ‘change’ (‘el cambio’, aquí en El Salvador de ingrata recordación de la campaña de Funes): pero esta vez no a favor de los demócratas, como en la campaña de Obama, sino a favor de Trump: “Usted no está contento – yo (y solo yo) soy el cambio.”

    El antídoto a esto se llama Bernie Sanders, el otro dueño de la palabra ‘change’. Solo que ya no es candidato, y no le gusta la señora Clinton. Bueno, si Sanders no quiere un presidente Trump, que se ponga a la par de Clinton, mucho más activo que ahora, para no dejar un vacío que Clinton no puede llenar, pero que Trump ya está capitalizando.

    Esta elección ya no es entre republicanos y demócratas. Es entre demagogia y racionalidad; entre sociedad cerrada y sociedad abierta; entre resentimientos y unidad-pluralidad. Si los Sanders, Rubio, Kasich y Ryan no entienden esto, Estados Unidos y el mundo corre peligro.

    (El Diario de Hoy-Observador)