viernes, 31 de enero de 2025

Carta a la comunidad jurídica: ¡Ojo al Cristo! De Paolo Luers


"Con la reforma ratificada por la bancada cian y sus satélites, el oficialismo bukelista, mientras tenga esta mayoría, puede de un día al otro cambiar la Constitución a su antojo. Más bien, al antoje de su amo en Casa Presidencial..."

Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, sábado 1 febrero 2025

Estimados letrados:


El Diario de Hoy salió el jueves con un titular en su portada que dijo: “ELIMINAN CANDADOS QUE PROTEGEN LA CONSTITUCIÓN”. 


Suena alarmista, pero es la esencia de lo que hizo la Asamblea: Ratificaron la reforma a la Constitución aprobada por la Asamblea anterior, modificando el artículo 248, que regulaba que para cualquier modificación de la Carta Magna se necesitaba la aprobación de una Asamblea y la ratificación de la siguiente. Esto era un candado sólido para evitar que una mayoría legislativa coyuntural pueda adaptar la Constitución a las necesidades, ambiciones y fiebres de corto plazo. Nos ha funcionado bien este candado. No ha permitida ni a los gobiernos de derecha ni de izquierda manipular a su gusto nuestra Constitución.

 

Con la reforma ratificada por la bancada cian y sus satélites se ha quitado este candado. Con esto, el oficialismo bukelista, mientras tenga esta mayoría, puede de un día al otro cambiar la Constitución a su antojo. Más bien, al antoje de su amo en Casa Presidencial...

 

Ustedes, los letrados de leyes, sean jueces, abogados o catedráticos, están obligados a levantar su voz, porque saben en qué va a terminar esto: En un manoseo de la Constitución con el fin de darle a la dictadura su propia institucionalidad y legitimación. O levantan la voz ahora o aceptan callarse para siempre.

 

¿Cuáles son los escenarios previsibles a raíz de esta reforma, que deja nuestra Constitución sin ninguna protección y en manos de una Asamblea que dice abiertamente que su única función es apoyar y legitimar cualquier barbaridad que ordene el presidente?

 

Pueden, en una sola sesión, sin análisis, sin debate público y sin ninguna consulta con ustedes, hacer las siguientes reformas constitucionales para consolidar su régimen:

 

·      Pueden introducir elementos del estado de excepción en la Carta Magna: los plazos en que se tiene que presentar a un detenido a un juzgado; la autorización a Policía y Fiscalía de efectuar sin orden judicial detenciones y violar la morada y las comunicaciones del ciudadano; restricciones al derecho a la defensa, etcétera. Porque en algún momento tendrán que levantar el estado de excepción...

·      Extender el mandato de la Asamblea Legislativa hasta el 2029, para evitarse el riesgo de unas elecciones legislativas en el 2027, en las cuales los puyabotones cian tendrían que enfrentarse al pueblo solos, sin campaña presidencial. Confían que, si Bukele está en la papeleta presidencial, él va a arrastrar hasta los diputados más inútiles a la reelección. Harían esta reforma con el pretexto de simplificar a abaratar el sistema electoral, sincronizando los mandatos de presidente y diputados. Esta reforma les conservará su actual mayoría legislativa por 4 años más.

·      Quitar definitivamente los candados a la reelección presidencial indefinida.

 

Además de estas reformas, que son claves para legitimar la dictadura, pueden en el camino hacer cualquier arreglo, siempre que se topen con un artículo constitucional que les haga estorbo.

 

Las dictaduras modernas ya no se establecen por golpes de Estado, sino por elección democrática, seguida por la creación paulatina de un sistema de leyes, incluso reformas constitucionales, que legitima la arbitrariedad, la falta de transparencia y los mecanismos de represión y persecución. Terminan con un sistema legal adaptado a su fin principal: la centralización y prolongación del poder.

 

A esa altura del juego, es poco probable que ustedes, los letrados de leyes, puedan detener lo que viene luego de quitarle a la Constitución los candados que la protegían. Ni siquiera si todos ustedes hablaran con una solo vos y sin miedo. Cosa que no pasará.

 

Pero lo que sí pueden lograr, junto con la sociedad civil y los medios independientes de comunicación, es que por lo menos exista un debate público sobre cada uno de los pasos hacía la dictadura. Pueden crear consciencia de los peligros que existen para nuestras libertades. 

 

El silencio, la falta de transparencia y la desinformación son los mecanismos de protección de cualquier dictadura. Juntos podemos arrebatarles estas armas, creando debate público. No creo que todos ustedes estén comprometidos con el nuevo régimen o paralizados por el miedo. Estudiaron derecho para hacer justicia. Sin justicia su profesión pierde sentido.

Saludos, 




* * *
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El jueves 30 de enero, se terminó la publicación de los 38 capítulos del Libro I: La Guerra. Los pueden buscar en este blog, comenzando con el capítulo 1, publicado el 25 de octubre 2024.

De la misma foma, se publicará el Libro 2: La Tregua, la segunda parte de Doble Cara. Se está preparando la publicación, revisando los archivos fotográficos.

El primer capítulo del Libro 2, sobre La Tregua, saldrá publicado a finales de febrero.














miércoles, 29 de enero de 2025

Carta a los amigos gringos: ¿Serán otra República Bananera? De Paolo Luers (+captulo 38 del libro 'DOBLE CARA')


"Ustedes en Estados Unidos observaron lo que pasó en El Salvado como otro experimento exótico en una República Bananera. Si no lo detienen, Estados Unidos se estará convirtiendo en otra República Bananera, con una oligarquía corrupta administrándola." 

Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, jueves 30 enero 2025

En El Salvador pasó lo mismo: Le gente votó por una cosa y recibió otra. Votaron por más seguridad, pero lo que recibieron era seguridad a costo de la democracia y los derechos civiles. Votaron por menos corrupción y recibieron un gobierno cuya esencia es la corrupción. La gran pregunta es: ¿Hasta cuándo vamos a tolerarlo?

 

Hoy ustedes en Estados Unidos están en la misma situación. Una mayoría votó por las promesas de Trump: Menos despilfarro y burocracia en el gobierno; rescate de la industria; restablecer el orgullo nacional. Pero ahora se dan cuenta que la Casa Blanca está suspendiendo todo desembolso de fondos federales para municipios, estados y organizaciones no gubernamentales. Quedan sin financiamiento programas sociales, de salud, de educación, de protección para grupos vulnerables, de medio ambiente, y en especial los programas de inclusión social.

 

El memorándum que ordena todo esto, firmado por un tal Matthew J. Vaeth,  director en funciones de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, dice que se trata de “recursos federales usados para la agenda marxista de equidad, de derechos de transexuales, del Nuevo Pacto Verde y de políticas de ‘reingeniería social.”

 

El mismo memorándum dice que se trata de “alinear todos los gastos y actos federales con la voluntad del pueblo americano expresado en las directrices del presidente.” Así de claro y pelado: El Estado se alinea con el presidente. El hecho que todos estos programas y gastos han sido aprobados por el Congreso, ya no importa. Tampoco importa que el bienestar de amplios sectores de la población, en gran medida, depende de estos programas financiados con fondos federales, ahora suspendidos. Hasta la asistencia de salud mediante Medicare está afectada. Por eso, varios estados y sus fiscales generales están presentado demandas contra la suspensión de todas de la asistencia financiera federal.

 

Previamente, la Casa Blanca ya había ordenado la congelación inmediata de toda la ayuda internacional, con excepción de la asistencia militar. Están afectados todos los programas de asistencia en Salud, Educación y preservación del medio ambiente en países pobres – ni hablar de la asistencia que la AID está brindando al fortalecimiento de la sociedad civil en países bajo gobiernos autoritarios – por ejemplo en El Salador. Para la Casa Blanca, todos estos son programas de carácter marxista que no caben en la ideología, ahora oficial, del ‘America First’.

 

Pregunté a un ex funcionario de la AID sobre los alcances de esta nueva política exterior. Me dijo que “el impacto serádevastador, es una ‘política de tierra arrasada’, como en los manuales de contrainsurgencia, y no dejará nadie de pie.” 

 

Le pregunté cómo se está implementando este cambio radical y me explicó: “Están desarmando la AID, despidiendo a todos los funcionarios de alta y mediana responsabilidad. Los fondos están bloqueados, supuestamente mientras se haga una evaluación política de cada programa. Pero la ‘evaluación’ se hará en Casa Blanca, con los criterios ideológicos del nuevo staff de Trump. Será un desastre. Pueden quedar sin medicina millones de pacientes de SIDA y de otras enfermedades en África. A los amigos en El Salvador diles que ya no habrá fondos para organizaciones de Derechos Humanos, medioambientales, transparencia y de inclusión social. Ni un dólar más para el fortalecimiento de la sociedad civil, que trata de resistir a una dictadura. La futura ayuda para El Salvador será a la medida de las necesidades de Nayib Bukele.”

 

‘Política de tierra arrasada’ es un comparación bastante radical, pero define bien lo que está pasando. En países como El Salvador y ahora también Estados Unidos, todos los recursos de los gobiernos están en función de alinear el actuar de todo el Estado con la ideología de la nueva derecha autoritaria. 

 

Cuesta creer que en un país como Estados Unidos se reproduzca el mismo guion de centralización del poder, el mismo recorte de gastos sociales, la misma filosofía de la ‘medicina amarga’, que en El Salvador ya están en plena marcha.

 

Ustedes en Estados Unidos observaron lo que pasó en El Salvado como otro experimento exótico en una República Bananera. Si no lo detienen, Estados Unidos se estará convirtiendo en otra República Bananera, con una oligarquía corrupta administrándola.


Saludos, 

Posdata: El memorándum de suspensión de todos los fondos federales de asistencia fue revocada por la Casa Blanca el día 29 de enero. Sin embargo, las órdenes ejecutivas firmadas por Trump, que ordenan que todos los gastos del gobierno sean alineados a las nuevas visiones del presidente, siguen validas. Igual la congelación de la ayuda internacional y el desmantelamiento de la AID.





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1992. Paz. En las afueras de la terminal de carga del aeropuerto internacional de El Salvador. Estamos esperando un vuelo especial cubano, que traerá de regreso a los niños salvadoreños exiliados en Cuba. Ya hay paz y pueden regresar a su país, a sus familias. Los que tienen. Entre los que estamos esperando hay muchos conocidos, miembros del FMLN, excombatientes ansiosos de volver a ver a sus hijos. Muchos tienen años de no verlos. Yo estoy en un grupo, donde están los abuelos de Kharis, María y Nelson, los padres de su papá asesinado. Papá Luis y Mamá Lauri, profesores retirados, que como muchos familiares ese día, no pueden contener las lágrimas.

Para esperar a Charito están sus abuelos maternos, sus abuelos paternos, y su padre. No hablan entre ellos, no más allá de pelearse sobre “con quién se va a ir la niña.” De todos ellos, sólo conozco a la abuela, madre de su mamá caída en 1981. Ella ha ido a Cuba a ver a su nieta, y yo la he visitado un par de veces en San Salvador, dándole noticias de la niña. 

El avión aterriza y se parquea a la par de la terminal de carga. Los funcionarios de ACNUR, la agencia de Naciones Unidas a cargo de la repatriación, se suben al avión, junto con oficiales de migración. Al rato comienzan a bajar los pasajeros. No veo a nadie de la familia de Carla. De último bajan Carla, Nelson, Kharis y María, pero no veo a Charito. Carla me ve y me hace señas. Me acerco a alguien de ACNUR, y al fin consigo que me dejen entrar a la pista. Carla me cuenta que Charito no se quiere bajar. Tiene miedo e incertidumbre. Quiere regresar a Cuba. Una funcionaria de ACNUR me acompaña al interior del avión. Ahí está Charito. Ahora tiene 14 años, pero sigue diminuta, y en su asiento de avión se hace aún más pequeña. “No conozco a nadie en este país. No es mi país. Mejor me quedo en Cuba.”

Le explico quienes están esperándola. Y le aseguro que nadie la va a obligar a nada, y si no quiere ir con los abuelos ni con su padre, siempre puede ir a mi casa. Esto al final la convence, y juntos bajamos del avión.

Es un encuentro raro de Charito con sus familiares desconocidos. Todos la bombardean con grandes sermones, tratando de convencerla con quién debe ir. Ella no me suelta, se abraza de mí. Al fin me dice: “Tengo que tomar una decisión. Voy con mi padre. ¿Verdad que si no funciona, siempre puedo vivir con vos y Daniela?” Las chicas han conocido a Daniela, cuando ella fue a Cuba a trabajar con el ECIFAR. Se quedó en la casa de Carla y se hizo amiga de las bichas. Cuando regresó de Cuba, me dijo: “Son maravillosas. Para vos serán hijas, pero para mí serán amigas. Nos van a necesitar.” 

Carla, Kharis y Nelson terminan viviendo en la casa de Papá Luis y Mamá Lauri, y María decide vivir con nosotros en nuestra casa recién comprada en la colonia Centroamérica. 

 

Unos 15 años más tarde, voy con Charito a Morazán. Ya es egresada de arquitectura. Su padre fue víctima de la violencia de la postguerra, murió en 1993 cuando lo asaltaron, un año después de que ella regresara de Cuba. Ella decidió ir a vivir con su abuela materna. “No va a ser fácil convivir con ella, pero siento que me necesita,” me dijo poco después de la muerte de su padre. Así que nunca vivió conmigo, pero sigo siendo su papá. 

Últimamente, Charito ha preguntado mucho sobre su mamá. Quiere saber cómo era, cómo murió. Quiere conocer a alguien que anduvo con ella en la guerrilla. No es fácil. El compa que me ha dado alguna información, se ha ido a vivir a Australia. He ido varias veces a Morazán y Usulután para averiguar más sobre la muerte de Gina. Al final alguien me dijo: “¿Nunca has hablado con el Viejo German? Creo que él fue el jefe de la escuadra que fue emboscada en el Cerro de Conchagua. Creo que fue en esta emboscada donde Gina murió...”

Nunca se me ha ocurrido hablar con German sobre Gina. No tenía idea que se cruzaron sus vidas. Lo conozco muy bien, fue el jefe de seguridad del campamento de la Comandancia y la Venceremos. Y claro, él es de La Unión, perfectamente pudo haber estado en el Volcán de Conchagua cuando Gina murió.

Vamos camino a Morazán a buscar al Viejo German. Charito está nerviosa. No sabe qué le espera, qué información encontrará. No sabe qué imagen va a tener al fin de su madre. No sabe si le va a contar algo a su abuela, quien no habla con ella de su hija perdida. Guarda rencor de que su hija se haya ido a la guerrilla solo para que la maten…

German tiene una casita en la comunidad Segundo Montes en Meanguera, donde se han asentado muchas de las familias que estaban refugiadas en Honduras durante la guerra. No logré avisarle a German de nuestra visita. Una vecina me enseña la casa que buscamos y me dice: “Ahí está el viejo, debe estar descansando.” La puerta está cerrada. Toco y al rato escucho a alguien decir “entre.” Abro la puerta y veo al Viejo German, hoy ya realmente viejo, tendido en una hamaca. Entro y lo saludo. Tenemos años de no vernos. De repente se pone pálido y con los ojos pelados ve hacía la puerta. Contra la luz ve la silueta de Charito. Se levanta y se acerca: “¿Gina? No puede ser...”

Resulta que Charito se ve igual que su madre. Tiene la edad que tenía su madre al morir. German se llevó el susto de su vida al ver esta aparición. “No puede ser,” repite, “¿sos la hija de Gina?”

Tomando café, estamos sentados con German. “Quiero que le cuentes todo lo que sabés. Ella necesita saber todo.” Y nos cuenta German. Gina fue la brigadista de Salud de la unidad guerrillera móvil que él comandaba. En la ofensiva de enero 1981, participaron en el ataque a al Puerto La Unión y al final se retiraron al cerro de Conchagua. El ejército los perseguía. Cayeron en una emboscada, medio lograron parapetarse detrás de unas piedras. Respondieron el fuego y lograron evitar que los soldados se acercaran. Gina fue malherida de una bala. Le dijo a German: “Yo de esta no salgo. Si nos quedamos, al rato nos van a caer y nos van a matar a todos. Váyanse ustedes, y yo me quedo cubriéndoles la retirada.” German no quiso aceptar. Para él era imposible dejar atrás a un herido. Era imposible permitir que una muchacha le iba a cubrir la retirada —y morir. “Pero tu mamá fue una mujer muy fuerte. Insistió. Casi me da órdenes. Y tuvo razón, no hubo otra opción. Nos retiramos todos, dejándola, con bastante munición. Todavía de lejos escuchamos los tiros de ella. Tiro por tiro, nada de ráfaga. Luego silencio, y era obvio que había muerto.”

“¿Qué pasó con el cuerpo? ¿Lo recuperaron ustedes después?”, le pregunta mi hija. 

“No hubo forma, no pudimos regresar. Pero me consta que unos campesinos de la zona la enterraron.” 

“¿Sábes adónde?”, le pregunto. 

“No sé. Pero sí me contaron que la enterraron. Esto es todo lo que sé.” Más tarde dijo: “Yo nunca quise hablar de esto, porque siempre me sentí mal de haberla dejado ahí. Fue una gran persona, tu madre. Puedes estar orgullosa de ella.”

La guerra también terminó para mi hija.

 

 


 

 

Con esto, concluye el Libro I : La Guerra 

Sigue Libro 2: La Tregua


lunes, 27 de enero de 2025

Carta a Gustavo Petro y Nayib Bukele: Son patéticos los dos. De Paolo Luers (+capítulo 37 del libro 'DOBLE CARA')

 

"No sé cuál de ustedes dos actuó de manera más vergonzosa. Uno de izquierda retórica, el otro de discurso neo derecha al estilo Trump y Musk."


Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, martes 28 enero 2025

Presidentes:

Es un espectáculo vergonzoso como ustedes se comportan ante la imposición del nuevo imperialismo tipo Trump. Uno, Nayib Bukele, actúa como el chucho que se pone patas arriba antes de que su amo se enoje. La rendición preventiva. “Si me quiere mandar a los deportados, que en sus países se niegan a recibir, mándemelos a mi, aunque sean delincuentes. Soy el mejor carcelero del mundo y no me cuesta convertirme en su carcelero. He derrotado la Mara Salvatrucha y la 18, déjeme a mi lidiar con el tal Tren de Aragua venezolano.”

 

El otro, Gustavo Petro, es el chucho que ladra envalentonado, pero mete la cola cuando su amo levanta la mano. Que vergüenza ajena leer el gran rollo anti yanqui que publicaste en la tarde del lunes, sabiendo que a estas horas tu canciller ya estaba negociando con la gente de Trump las condiciones de rendición de Colombia. Sólo que no hubo condiciones, fue incondicional. En un solo día transitaron de: “No vamos a recibir a los deportados colombianos en vuelos militares y en condiciones indignas” a “Mándenos a los deportados como quieran, los vamos a recibir...”

 

Al fin ambos chuchos enrollaron la cola y se pusieron patas arriba, uno preventivamente, sintiendo que comportándose bien podría hacer un deal con Trump – aunque era claro que ahí no es cuestión de negociar, sino simplemente de obedecer. El otro, diciendo a Trump: “Si conoce a alguien terco, ese soy yo... Puedes dar un golpe de Estado... Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo... No nos dominarás nunca!” Tono original Gustavo Petro. Cualquiera que tenga el estómago para digerirlo puede leer la carta entera a Trump en Twitter/X. Repito, un rollo escrito y tirado al mundo cuando ya había enrollado la cola...

 

No sé cuál de ustedes dos actuó de manera más vergonzosa. Uno de izquierda retórica, el otro de discurso neo derecha al estilo Trump y Musk. A ninguno de ustedes se le ocurrió buscar, antes de hacer un deal (Bukele) y antes de abrir boca (Petro), una alianza entre todos los países amenazados por la política de deportación masiva de Trump, para negociar en bloque con Washington.

 

Al final, Bukele se quedó como un vende patria, dispuesto a cualquier deal con Trump, en la ilusión que a él lo va a tratar como amigo, o por lo menos como aliado útil. Pero Trump no tiene amigos y no busca aliados, busca obediencia.

 

Dejemos que hable solo Petro -cosa que más le gusta- y veamos qué significa la rendición preventiva de Bukele para nuestro país.

 

Obviamente jamás vamos a conocer los términos del deal migratorio con Trump. Pasará a la pila de documentos declarados información reservada, igual que los estudios de factibilidad minera y los acuerdos con consorcios internacionales de minería.

 

Usted, Nayib Bukele, ya se ha convertido en el carcelero por excelencia. Ningún país del mundo tiene un porcentaje tan alto de su población privado de libertad. Los deportados originarios de otros países que Trump le va a mandar, los despachará con etiqueta de delincuente. Algunos habrá cometido delitos más allá de su estadía ‘ilegal’ en Estados Unidos, otros no. Sus autoridades de seguridad van a tratar a la gran mayoría como delincuentes - y encarcelarlos. De todo modos, sus países de origen, que no los recibieron de la mando de Trump, tampoco los recibirán de la suya.

 

Entonces, unos van a las cárceles, tengan condenas o no. Esto de todos modos ya es común en El Salvador. Y los otros, ¿qué hará con ellos? ¿Los va a integrar en la sociedad salvadoreña? No me jodan, su gobierno no puede (y tampoco quiere) integrar a los pobres de su propio país, mucho menos a los familiares de los 100 mil presos. Entonces, ¿los va a tener en campos de concentración, con condiciones inhumanas, alimentación mínima. y sin atención médica y acceso a trabajo?

 

¿Y si Trump no cumple? Puede haber prometido que, si usted recibe a los inmigrantes que él no tiene adónde mandarlos, repensaría el plan de deportación masiva de salvadoreños. ¿Usted tiene esto en escrito? ¿Realmente confía en la palabra de Donald Trump? Puede repensarlo y llegar a la decisión de deportarlos de todos modos. ¿Y qué?

 

Entonces, ¿qué haría si de repente El Salvador se llena también de compatriotas deportados?

 

No se si tiene idea en qué convertiría esto a nuestro país. No creo que le interesa. 

 

Dejo esta pregunta en el aire...


Saludos, 

 

          



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Capítulo 37: De la guerra a la paz (1990/91)

La decisión de la dirigencia del Frente de buscar una salida negociada a la guerra encuentra muchos obstáculos. Cuando regreso a San Salvador en 1990 para comenzar a armar la empresa publicitaria, decido meterme en la gran discusión entre los compas sobre el tema de la negociación. Comenzando en la Universidad de El Salvador. Una mayoría de los militantes entre los estudiantes no entienden y por tanto rechazan el hecho de que el Frente esté negociando con el gobierno de Cristiani. Con algunos de nuestros compas en la U, liderados por Sebastián, nos metemos a explicar la lógica de una paz sin perdedores ni vencedores. Sebastián, con el cual he trabajado en la producción de Doble Cara, es mi contacto en la U y con la guerrilla urbana del ERP.

Luego planteamos hacer una gira por varios campamentos. La dirección no está muy convencida de esta idea, y no logramos articular un esfuerzo sistemático para llevar esta discusión a los campamentos. De todos modos, voy para Morazán y promuevo esta discusión como puedo. Jonás, al principio muy escéptico, se incorpora en las negociaciones. Raúl Mijango, muy partidario de seguir empujando la guerra para buscar una victoria, tampoco puede contestar la pregunta: ¿Cómo piensas que podemos ganar la guerra? Él y otros comienzan a dar a la negociación el beneficio de la duda. Con reservas, pero sin actitud de obstrucción. El argumento que cualquier solución negociada pasa por desmantelar el militarismo y la represión, comienza a ganar terreno.

Jonás (Jorge Meléndez) y Raúl Mijango


En el fondo todo el mundo está cansado de la guerra, mucho más luego del esfuerzo de la ofensiva de noviembre 1989, que ha costado mucho sacrificio a las bases del FMLN. Algunos ven la ofensiva como fracasada, simplemente porque no se definió la guerra. Ofrecerles la alternativa de analizar la ofensiva como la muestra de que el ejército no puede ganar la guerra y que por esto se vuelve posible una salida negociada, por lo menos pone a pensar a muchos.

En todo esto, la negociación avanza, lenta pero sin interrupción. Comienza a producir resultados y apoyo internacional. Este apoyo a la negociación se convierte en presión sobre la Fuerza Armada a dejar de boicotear el proceso. Una vez que no sólo Alfredo Cristiani, sino también el líder de ARENA, Roberto D’Aubuisson y el gobierno de Estados Unidos apoyan el proceso de paz, los militares comienzan a perder poder de veto. 

 

La empresa que estamos armando ya tiene nombre: PublicArt. Hemos reunido los fondos necesarios para instalarla, hemos comprado los equipos técnicos necesarios, hemos reclutado al personal profesional. Daniela ya está en San Salvador, luego de más de10 años en el exilio. Salió del país para terminar el bachillerato en Costa Rica, cuando el trabajo clandestino de su madre ya no permitía tener las hijas con ella. 


Daniela Heredia, fundadora de PublicArt

Yo también estoy de regreso en San Salvador, pero no podemos actuar juntos. Ella es la cara ‘limpia’ de un emprendimiento creativo, porque salió hace  años del país y nadie la vincula con la guerrilla. Comienza a hacer contactos en el mundo de la publicidad y los medios. Se junta el camarógrafo y reportero mexicano Roberto Pineda. En México están preparados para mudarse a San Salvador e incorporarse a la empresa la editora Katia Lara, un experto gringo en animación digital, y un productor mexicano. 


Katia Lara, la editora. Roberto Pineda, el camarógrafo

A Daniela le ayuda bastante su apellido: Heredia. Su papá, Leonardo Heredia, es un hombre muy reconocido en el mundo de radio, televisión y publicidad. También su madre Mercedes Suárez. A los publicistas les parece normal que su hija quiera entrar en este mundo, y algunos la apoyan generosamente. Sebastián Alejo es parte del equipo, pero igual que yo no puede mostrar su cara.


Leonardo Heredia; Mercedes Suárez

Es el tiempo extraño, fascinante, pero también peligroso, de la transición de la guerra a la paz; de la clandestinidad a la vida pública; de guerrilleros a empresarios; de propagandistas a publicistas. Todavía hay que moverse con mucho cuidado. Para una reunión para ultimar detalles mejor nos encontramos en Guatemala. Daniela y Sebastián vienen de San Salvador, pero separados. Yo desde México, en bus. Cuando el bus tiene que cambiar una llanta en medio de la nada, todos nos bajamos y esperamos a la orilla de la carretera. De repente, sobrevuela un helicóptero. Instintivamente me tiro al suelo debajo de unos arbustos. Todos me ven con extrañeza.

Cuando ya la oficina de PublicArt está trabajando y todos los integrantes del proyecto se han incorporado, se convoca una reunión con algunos compas de la dirección del ERP. Tiene lugar en la playa de Amatecampo, en una casa que alguien nos presta. En un receso vamos a bañarnos en el mar, que en este lugar es muy traicionero. Pero esto no me consta —hasta que de repente me encuentro arrastrado por la corriente. Me doy cuenta que es imposible nadar contra la corriente, así que decido dejarme arrastrar y luego intentaré nadar de regreso en otro ángulo. Lo logro, pero a duras penas. Cuando llego a la orilla, me espera un señor con un lazo y me ayuda salir. En la playa me desmayo. Cuando abro los ojos, veo encima de la mía la cara de Roxana Lemus. Cierro los ojos. “¿Por qué diablos estoy soñando con la novia de Joaquín Villalobos?” La relación entre Joaquín y Roxana es un secreto, no del Estado, pero sí del ERP. Nadie de nosotros, incluso los que la conocemos como periodista, podemos relacionarnos con ella. Y ahí está ella, cuando vuelvo a abrir los ojos. 

“¿Qué estás haciendo aquí, Roxana?” 

“¿Qué estás haciendo vos aquí, ahogándote enfrente de la casa de mi papá?”


Roxana Lemus

Su papá es el hombre que me alcanzó cuando apenas logré tocar fondo. Tienen su casa en esta playa. Una vez que ven que estoy vivo, se retiran Lemus y su hija. Y Daniela me cuenta que ya me estaban dando por muerto, que parecía un cadáver flotando. Los compas ya se habían ido, incluso antes de que volviera a la tierra. No podían correr el riesgo de estar en la escena del ahogamiento de un turista alemán. Sólo Alejo ha quedado.

Así es el clima de incertidumbre en estos meses de transición. Uno no camina en las calles de San Salvador sin chequear si alguien le sigue. Uno se encuentra con compañeros y no los saluda. Me consigo una pistola, pero nunca sé si es mejor llevarla o no llevarla. Recuerdo el consejo que me dio un compa, a quien pregunté en 1981 si era conveniente andar armado. Me dijo: “Quien va armado sin la firme determinación de usar el arma y matar cuando sea necesario, se muere.” Me deshago de la pistola. 

 

El 31 de diciembre de 1991, a medianoche, se cierran las negociaciones del cese al fuego en la oficina del secretario general de Naciones Unidas en New York. Tenemos ganas de salir a la calle a celebrar. Pero no hay nadie celebrando. De lejos escuchamos música y gritos. “Ahí está la fiesta, ¡vámonos!” Pero resulta que son unos aficionados del equipo nacional de fútbol uruguayo, quienes celebran un partido ganado en frente del restaurante de un futbolista uruguayo. Nos tomamos unas cervezas con ellos y regresamos a la casa. Los salvadoreños todavía no creen en la paz.

 

Ha llegado a San Salvador Santiago, “la voz de la Venceremos.” Lo mandan con la tarea de preparar las condiciones para que Radio Venceremos emita en vivo desde Catedral el día 16 de enero de 1992, cuando en México se firmará la paz en el Castillo de Chapultepec. Como todavía no hay cese al fuego, mucho menos paz, a Santiago hay que esconderlo y moverlo sólo lo necesario y con mucho cuidado. No queremos correr el riesgo de que se convierta en el último trofeo del ejército en esta guerra.


Santiago (Carlos Consalvi)

Lo alojamos en nuestra casa en el Reparto 2 de Abril. A los días, se aburre de estar encerrado. Además necesita ropa nueva. No quiere ir a la fiesta de la paz con la ropa lamentable con la cual llegó. Tiene razón. Daniela y yo lo llevamos a Simán, a comprar ropa. Le digo: “Habla lo menos posible y nunca fuerte. Si a vos te reconocen será por tu voz.” No nos imaginamos que a Santiago, aunque era una voz de radio, también le conocen su cara, por fotos o videos. Lo reconocen casi de inmediato. Veo a varias vendedoras reuniéndose, susurrando y viéndonos. Mientras Santiago anda con Daniela por las cabinas donde uno se prueba la ropa, una muchacha se me acerca: “¿Verdad que el señor que anda con usted es Santiago, el de la Venceremos?” No le digo nada, sólo pongo el dedo sobre mis labios. “Pssst...” Ella entiende, se va de regreso a la ronda de sus colegas y ellos me dan, de lejos, un thumps up. Cuando Santiago pasa cerca de ellas, recibe las sonrisas más iluminadas del mundo. 

“¿Qué pasó, por qué me sonrieron todas?” 

“Porque quizás sos guapo, cabrón...”

 

16 de enero. Santiago ya ha salido de la casa tres días antes. Está con la gente que va a armar el equipo de transmisión en una de las dos torres de catedral. También han llegado compas de seguridad. Salimos hacia la Plaza Barrios. No me imaginaba que iba a estar tan llena. Un mar de gente —y de banderas. Mucha gente lleva banderas del Frente, o pañuelos rojos, algunos llevan gorras o camisetas con las letras “fmln”, así en minúsculas, como la nueva bandera que en PublicArt hemos diseñado para el Frente de la postguerra. Yo hubiera preferido que cambiara de nombre, pero nadie está listo para esa discusión. Así que cambiamos por lo menos la forma de las letras. Rompimos con las letras mayúsculas, les dimos una forma menos cuadrada, más irregular, más moderna. “Algo es algo,” dice Alejo.

Me encuentro con vecinos de la colonia con banderas del Frente. Nunca intercambiamos palabras, pero ahora nos abrazamos. De repente aparece Leo, el papá de Daniela. Viene a celebrar la paz. En la tribuna, Fiebre Amarilla toca la versión rock del himno a la alegría de Beethoven, luego Alux Nahual toca Cese al fuego, una balada de rock dedicada a la paz.

Y de repente de las bocinas sale la voz de Santiago: “¡Transmite Radio Venceremos, hoy desde la Plaza Barrios en San Salvador, de la torre de Catedral, saludando la paz! Llegamos para quedarnos.” Aplausos que nunca terminan.


Santiago transmitiendo desde el campanario de Catedra;
16 enero 1992

La Plaza Gerardo Barrios enfrente del Palacio Nacional,
vista desde el campanario de Catedral

La foto de Paco Campos, que se convirtió en el símbolo
de la paz y conquistó las portadas del mundo