Estimados amigos:
Todos estamos contentos con la salida
del FMLN del poder. Pasaron los peligros de un gobierno que apostaba
más al crecimiento del Estado que al crecimiento productivo.
Entiendo que ustedes celebran que ya no
tendrán un gobierno hostil a la empresa privada, amenazándola con
impuestos y multas, acosándola con impuestos y regulaciones.
Parece que vienen mejores tiempos para los negocios. ¿Pero qué tiempos vienen para la democracia?
¿En serio piensan que se han desvanecido
los riesgos para las libertades, para la institucionalidad
republicana, para la independencia de los poderes del Estado, para el
funcionamiento adecuado de los contrapesos al poder?
El FMLN, luego de 10 años en el poder
ejecutivo, entregó el poder sin reparos, y un país con muchas
deficiencias en los servicios públicos de salud, educación y seguridad,
pero con independencia de poderes, con libertad sindical y
empresarial, con respeto a la libertad de prensa, con más transparencia
y más juicios contra la corrupción que cuando llegó al gobierno. Y
esto no es debido a la vocación democrática del FMLN, sino a una
ciudadanía, un empresariado y unos medios de comunicación que estaban
conscientes de los riesgos y vigilantes de la institucionalidad. Y el
FMLN lo aceptó. Ha gobernado mal, con impacto negativo sobre la
seguridad ciudadana y la economía, pero no ha hecho transitar al país
al autoritarismo.
Quien piensa que hoy, solo porque el
FMLN está derrotado, ya no necesitamos que la ciudadanía, los sectores
productivos y los medios mantengan esta vigilancia, está muy
equivocado.
Acordémonos de Nicaragua…
Daniel Ortega dijo a los empresarios
nicaragüenses: No tengo ningún problema que sigan haciendo negocios.
Concéntrense en hacer plata y tendrán mi apoyo. Sólo les voy a exigir
una cosa: Dejen de meterse en política. Vamos a estar bien todos…
Todos sabemos qué pasó: Los empresarios
nicaragüenses hicieron plata, el país creció más que el resto de
Centroamérica – y dejaron la política a Ortega. Primero la política
partidaria, dejaron sola la oposición. Pero no solo esto: No dijeron
nada cuando Ortega violó la Constitución tomando control de la corte,
del tribunal electoral, de la fiscalía. No se metieron en política
cuando Ortega hizo legal su reelección. Tampoco cuando impuso control
partidario sobre el ejército y la policía. Ya cuando despertaron en un
país sin democracia, sin partidos de oposición, sin libertad de prensa,
el país entró en una crisis social y política que hizo daño a ambos:
al régimen político de Ortega y al crecimiento económica y las
ganancias de la empresa privada.
Aquí en El Salvador se rumora de reuniones donde a los empresarios
están tratando de vender uno pacto parecido: Ustedes harán buenos
negocios, porque nosotros derrotamos al FMLN y sus políticas anti
empresa privada. Harán buena plata, porque nosotros los vamos a apoyar –
pero con una condición: Dejen de meterse en política. No rescaten ni
armen partidos de oposición. Dejen que ARENA se muera o que nosotros
recojamos sus restos. Confíennos, somos pro empresa, somos quienes
derrotamos al enemigo común, el FMLN, la izquierda – cosa que ARENA no
era capaz de hacer…
De alguna manera se entiende que esto de ‘dejar la política al presidente’ incluye dejar pasar transformaciones en la relación entre el ejecutivo, la asamblea y el poder judicial. Aunque de esto mejor no se habla…
Algunos temen que incluye dejar pasar limitaciones a las
libertades de prensa y sindicales. Y algunos tienen toda la buena
intención de inmediatamente actuar cuando se atente contra la
constitucionalidad y las libertades. La pregunta es: Una vez que
funciona el pacto y da buenos resultados económicos, ¿habrá voluntad y
capacidad de actuar?
Pregunten a sus homólogos en Managua.
Saludos,