Es populismo barato (no sólo de este gobierno, sino de varios anteriores) querer llevar la universidad a la gente, en vez de llevar a los estudiantes a las universidades. Suena bonito, pero lo que necesitamos es invertir para que las 3 sedes universitarias de la UES (San Salvador, Santa Ana y San Miguel) se conviertan en universidades integrales, profesionales, con todas las carreras, con un cuerpo de docencia excelente, con docencia e investigación –y con dormitorios para los estudiantes que vienen de los pueblos.
Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 20 junio 2021
Ahora en La Unión están peleando si la nueva sede de la Universidad de El Salvador será en la ciudad de La Unión, en Santa Rosa de Lima o en Pasaquina. Es una discusión absurda. Ninguno de estos pueblos debería ser sede universitaria, porque en ninguna existen las condiciones mínimas para establecer un centro de estudios superiores con la excelencia e integralidad, que los estudiantes y el país necesitan y merecen.
Es populismo barato (no sólo de este gobierno, sino de varios anteriores) querer llevar la universidad a la gente, en vez de llevar a los estudiantes a las universidades. Suena bonito, pero lo que necesitamos es invertir para que las 3 sedes universitarias de la UES (San Salvador, Santa Ana y San Miguel) se conviertan en universidades integrales, profesionales, con todas las carreras, con un cuerpo de docencia excelente, con docencia e investigación –y con dormitorios para los estudiantes que vienen de los pueblos. Sólo así vamos a formar profesionales que podrán responder a los retos de la digitalización, la globalización y de la competencia regional.
Por razones de clientelismo, la tendencia va a en la dirección contraria. Aparte de la sede de La Unión, ya decidieron que van a establecer dos sedes departamentales más: Chalatenango, Morazán – y ya está funcionando la de San Vicente. Ciudades como Usulután, Zacatecoluca, Sonsonate, Sensuntepeque y Ahuachapán ya están exigiendo que se les tome en cuenta. Esta descentralización de la educación universitaria puede poner contento a algunos alcaldes y empresarios locales, pero brindará formación mediocre e insuficiente. Ante los retos que enfrenta el país, serán pésimas inversiones.
El argumento es que hay que abrir a los jóvenes del interior del país el acceso a la educación superior. Es correcto. Dicen que los estudiantes de familias de clase baja y media baja no tienen los recursos para costear los pasajes para asistir a clases en San Miguel, Santa Ana o San Salvador. También correcto. Pero la solución no es llevar una mini universidad con poca calidad académica a cada departamento. Hay otras soluciones. Básicamente son tres, que en su conjunto resolverán el problema:
1) El Estado asume el costo de transporte para los que viven no tan lejos de las universidades;
2) Para los que vivan más lejos y no pueden viajar todos los días, se construyen villas estudiantiles con dormitorios, instalaciones deportivas, y servicios de salud y comida;
3) El estado invierte fuerte en las 3 sedes de la UES y sus instalaciones; se aumenta el presupuesto para contratar más y mejores docentes; y se agregan institutos de investigación científica en las disciplinas esenciales para el desarrollo tecnológico, ecológico y social.
Los dos primeros rubros salen más baratos que construir sedes departamentales. Y el financiamiento del rubro 3 es la inversión extra que el país necesita con prioridad absoluta, si quiere conectar con la sociedad global del conocimiento.
La descentralización suena progresista, participativo y democrático, pero es una ilusión y un fraude. Lo mediocre nunca es progresista, ni emancipativo ni democrático. El acceso a educación excelente es participativo de verdad, no una educación de baja categoría cerca de su casa.
El mismo debate habrá que hacer sobre para analizar el futuro del bachillerato. La doctrina es que lo más democrático es llevar el bachillerato a los cantones. Tiene el mismo impacto negativo: Salen más bachilleres, pero pésimamente preparados y con grandes desventajas frente a los egresados de los colegios privados y de los institutos nacionales en las ciudades. El Instituto Nacional de Suchitoto garantiza una buena preparación a un bachillerato integral, pero no así las escuelas rurales, que en los últimos años se han extendido y ahora van hasta el bachillerato. Lo mejor sería ampliar, profesionalizar y mejorar sistemáticamente los institutos en las ciudades y cabeceras municipales, para que puedan incorporar a los alumnos de las zonas rurales – y que el Estado asuma el transporte escolar.
No todos van a estar de acuerdo, y seguramente el Ministerio de Educación no tomará en cuenta ninguna propuesta de este tipo. Pero es una discusión que tenemos que llevar, para preparar consensos sociales amplios para una futura reforma educativa.