Resulta difícil e impopular cuestionar la
nueva ofensiva contra las pandillas, lanzada por el nuevo gobierno. La gente
quiere que el Estado actúe contra la delincuencia, porque sufre de ella – y la
respuesta más fácil de un gobierno es desplegar a soldados y policías adónde la
gente los vea. Resulta que en este sentido el gobierno de Bukele no es
diferente a los gobiernos de Paco Flores, Toni Saca, Mauricio Funes y Salvador
Sánchez Cerén. Hace exactamente lo mismo.
Y ahí es donde precisamente comienzan las
dudas. Es una verdad innegable que el Estado ha perdido control de buena parte
de su territorio, y que esto es el origen del problema de la violencia y del
poder de las pandillas – y todos los presidentes mencionados la han enfrentado equivocadamente.
El vacío que dejó el estado abandonando
las comunidades marginales urbanas y rurales no se llena con miles de policías
y soldados invadiendo los territorios con fusiles, ametralladoras y tanquetas.
Se llena con escuelas y profesores; con centros de salud, doctores y
enfermeras; con canchas y entrenadores; con inversiones y jobs; con buenos
servicios de agua, desagüe, de energía, de transporte y de comunicación; con
fondos para cultura y deporte. Y también con una policía al servicio de la
comunidad.
Lo que hasta ahora se ha visto del plan
de seguridad del gobierno Bukele es más de lo mismo: Un gran despliegue de
fuerza, multiplicada por el despliegue de propaganda – pero es una fuerza
invasora que viene de afuera para tomar control, no una fuerza de seguridad que
tenga arraigo en los territorios. La historia ha demostrado que esto no
funciona contra una fuerza, como las pandillas, que nació, creció y vive
adentro de las comunidades.
El presidente Bukele rompió ya con una de
los discursos centrales de su campaña, que la violencia no se combate con la
fuerza sino con inversión social y creación de empleos.
Rompió radicalmente con esta promeso y
regresó al enfoque militar del problema: despliegues masivos, invasión y control
militar de territorios en vez de transformación de barrios.
Para poder hacer esto, el nuevo gobierno
tuvo que apostar a la continuidad y profundización de la militarización
de la Seguridad, ya bastante avanzada en el último gobierno del FMLN. Militarización en sus dos dimensiones: prolongar, ampliar y profundizar
la participación de la Fuerza Armada en todos los aspectos de seguridad;
y crear dentro de la PNC unidades y procedimientos de carácter militar,
en detrimento del concepto de policía comunitaria y comprometida con
los derechos humanos y el desarrollo local.
A esta hora, reunidos con el Gabinete de Seguridad.— Nayib Bukele (@nayibbukele) 19 de junio de 2019
Jueves a las 0:00 horas comienza nuestro plan contra la delincuencia:
PROYECTO CONTROL TERRITORIAL. pic.twitter.com/NmT2ARy5nA
Quien tiene dudas, cuando vea la foto que la presidencia publicó
de la reunión de planificación de su campaña ‘Control Territorial’: 4
coroneles de la Fuerza Armada y el único oficial policial es el
comisionado Arriaza Chicas, cuya mayor experticia es la construcción de
unidades militarizadas dentro de la PNC. No van a encontrar en esta foto
a una sola persona que tenga vocación y experiencia en la reparación de
los tejidos sociales de las comunidades afectadas por el abandono del
Estado y la violencia. Más de lo mismo y más mano dura bajo la bandera
de Nuevas Ideas…
Anunciaron que el plan ‘Control
Territorial’, en su primera fase, se concentrará en 12 municipios: el
centro de San Salvador, Santa Ana, Colón, Santa Tecla, Ciudad Delgado,
Mejicanos, Soyapango, Apopa, San Miguel, Ilopango, San Marcos y San
Martín. Pero esta lista no coincide con la de los municipios con más índices de violencia
y delincuencia. De los 12unicipios seleccionados, solo 4 figuran entre
los 12 más conflictivos: San Salvador, San Miguel, Mexicanos, y Apopa.
En cambio, varios de los municipios ‘líderes’ en violencia no está
siendo tomados en cuenta: Quezaltepeque (#1), Nahuizalco (#2), Perulapán
(#3), Usulután (#7), Jiquilisco (#9), Izalco (#10) y Chalchuapa (#11).
¿Por qué razón darle prioridad a Soyapango, que a pesar de su mala fama
solo ocupa el lugar #25 en el rating de violencia, Ilopango (#25), San
Marcos (#29) o Santa Tecla (#31)?
Ranking de las ciudades salvadoreñas con más de 50 000 habitantes ordenadas por su tasa de violencia homicida. A mayor violencia, el rojo es más vivo; a menor, el azul es más oscuro. Fuente: @PNC_sv, con datos al 31 de mayo. pic.twitter.com/B6jN44JkRD— Roberto Valencia (@cguanacas) 8 de junio de 2019
¿Será
que esta incongruencia del plan ‘Control Territorial’ se debe a que los
criterios y objetivos con los cuales fue diseñado no son técnicos, sino
prioritariamente de comunicación e impacto mediático? ¿Se trata de
cachetadas de payaso?
Saludos de
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)