"Para defender la democracia, primero hay que saber respetar y defender el pluralismo, la convivencia pacífica entre conservadores y progresistas, derecha e izquierda, la búsqueda o construcción de acuerdos de nación – y al mismo tiempo aceptar que no habrá unidad posible con quienes no aceptan las reglas democráticas, sino que buscan sustituirlas por un orden autocrático"
Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 4 octubre 2020
Cuando en una democracia se rompe toda posibilidad de llegar a acuerdos nacionales, porque han surgido fuerzas populistas y anti democráticas que apuestan a la división como vía al poder o para mantenerlo, no hay que abandonar la búsqueda de unidad. Hay que redefinir el concepto de unidad y de acuerdos nacionales.
Los populistas también redefinen el concepto de unidad y acuerdos: Su concepto de unidad es la adhesión de la mayoría al movimiento, o voluntaria o mediante amenazas y acoso, al proyecto político de ellos, para luego marginar o incluso reprimir la minoría.
En El Salvador, el movimiento/gobierno/partido de los hermanos Bukele sistemáticamente ha roto todos los canales y mecanismos de entendimiento, diálogo y administración civilizada de conflictos de interés, no sólo entre fuerzas políticas opuestas, sino adentro de la misma ciudadanía y entre los órganos fundamentales del Estado cuya cooperación en bien de la armonía social el presidente está obligado por la Constitución a facilitar.
En esta situación, seguir buscando acuerdos para llegar a una unidad nacional que incluya las fuerzas de oposición y las que dan sustento al gobierno, demócratas y anti demócratas, o es ingenuo o es engaño.
Pero esto no significa que hay que abandonar la búsqueda de acuerdos y de unidad – pero la unidad entre todos los que están dispuestos a defender el Estado de Derecho, el carácter pluralista de la democracia, el sistema de contrapesos y controles al poder ejecutivo.
En Alemania, cuando surgió la Alianza por Alemania (AFD), un movimiento-partido ultraderechista, racista y abierto para los neonazis, también surgió un consenso entre los demás los partidos (centroderecha, socialdemocracia, liberales, verdes, izquierda), que no sólo incluía el compromiso de que nadie pactara alianzas o coaliciones con la AFD, sino una re-confirmación generalizada entre partidos, movimientos sociales, academia y ciudadanía de los valores democráticos compartidos. Resultado: La AFD tiene representación en todos los parlamentos de Alemania, pero cero posibilidades de acceder al poder. La democracia se fortaleció, porque hay unidad de los demócratas.
No así en España. La socialdemocracia, de manera muy oportunista, formó gobierno con dos fuerzas anti democráticas: los separatistas catalanes y los populistas de izquierda de PODEMOS. Y la centroderecha y el centro (Partido Popular y Ciudadanos) pactaron gobiernos regionales con VOX, la nueva derecha populista anti migrantes, anti integración europea. No hubo construcción de una unidad nacional basada en consensos sobre los valores democráticos compartidos. La democracia, en vez de fortalecerse, se debilitó.
La lección que hay que aprender: Para defender la democracia, primero hay que saber respetar y defender el pluralismo, la convivencia pacífica entre conservadores y progresistas, derecha e izquierda, la búsqueda o construcción de acuerdos de nación – y al mismo tiempo aceptar que no habrá unidad posible con quienes no aceptan las reglas democráticas, sino que buscan sustituirlas por un orden autocrático.
El gobierno de NI GANA sabe que lo único que en febrero 2021 (y después) podrá detenerlo en su afán de tomar el poder total es que los partidos de oposición, a pesar de sus diferencias ideológicas, lleguen a líneas estratégicas compartidas para defender la democracia, y además sepan incluir en estos acuerdos a buena parte de las fuerzas sociales vivas del país. Por esto, cualquier muestra de unidad de la oposición la tildan como “pacto de los mismos de siempre”o “pactos de corruptos”. Llegan a la tontería de aplicar esta etiqueta incluso a los Acuerdos de Paz, aquel acto de refundación de la República y de la democracia salvadoreña.
No aceptan las reglas del juego consensuadas a partir de los Acuerdos de Paz y las reformas constitucionales del 1992, que permitieron poner fin a la guerra fratricida, al militarismo y a la exclusión política. Por esto hablan de un nuevo capítulo de la historia a partir de la llegada al poder de Bukele, de la necesidad de refundar nuevamente la República a medida de Nuevas Ideas, y de una nueva Constitución. Es tiempo de que quienes queremos defender lo logrado por los Acuerdos de Paz nos unamos para defender nuestro Estado de Derecho y nuestra sociedad pluralista y tolerante.