El miércoles pasado vi en televisión a
Joaquín Villalobos, mi máximo jefe durante la guerra. Un hombre que siempre he
respetado por su capacidad de tomar posiciones y decisiones audaces. Un hombre
sin miedo a equivocarse. Y por supuesto, se equivocó varias veces. Pero cuando
acertó durante la guerra, lo hizo con mucho éxito.
Verlo analizar ahora el país, me causó
una sensación extraña: Chis, me dije, así se siente la hormiga en un
laboratorio, observada por científicos que quieren descifrar el sentido de sus
movimientos y entender la red social en que se mueven...
Una vez firmada la paz y cuando se dio
cuenta que no cabía en el mapa político partidario de la pos-guerra, tomo la
decisión sabia de irse para Oxford, a estudiar y trabajar con los mejores
politólogos del mundo. Hoy, transformado en académico y consultor de organismos
internacionales y presidentes (México y Colombia), nos asesora a nosotros. Y de
choto. Sus consejos se traducen a uno solo: Apoyen a Elías Antonio Saca. No
porque les caiga bien (seguramente no le cae bien a Villalobos); no por que
estén convencidos que no es corrupto (Villalobos no lo niega, aunque lo señala
como la estrategia de siempre de la oligarquía de pintar de corruptos a los
representantes de una tercera vía; estrategia que según Villalobos igual
aplicaron a Duarte y ahora a Funes y Saca); no porque les convenza alguna de
sus promesas (Villalobos ni siquiera menciona el programa de gobierno de Saca).
No, Joaquín apuesta a Saca simplemente para romper la polarización, para abrir
espacio para una tercera fuerza, para “equilibrar la política”. En el fondo la
intención es muy pragmática: Yo nunca he logrado ni lograré abrir espacio en el
sistema para una tercerea fuerza - dejemos que Saca con su ambición, su dinero
y su carisma abra la puerta para que nosotros pasemos...
La tesis que el país necesita una tercera
fuerza no es nueva y la compartimos muchos desde el principio de esta nueva
república creada por los Acuerdos de Paz. Yo la sigo apoyando desde el año 1993
cuando salí del FMLN.
Lo que no le compro a Villalobos es su
tesis que necesitamos esta tercera fuerza a cómo dé lugar, a cualquier precio.
A muchos que hemos tratado de establecer una alternativa de izquierda
democrática, nos indigna la idea que ex-dirigentes como Villalobos y Dagoberto
Gutiérrez ahora nos presenten a Saca como precursor de la alternativa política;
y que no importa en qué pantano nazca esta alternativa - con tal que surja.
Villalobos ya está tan lejos de su país
que lo ve como tablero de ajedrez, o como laboratorio de teorías políticas
abstractas. Parte de su análisis es correcto (El país necesita una tercera
fuerza), pero sus conclusiones son totalmente equivocadas: Hay que apoyar a
cualquiera que tenga el potencial de romper el bipartidismo entre ARENA y FMLN.
Puede ser Will Salgado o Tony Saca, o Mauricio Funes, o Guillermo Gallegos, o
Francisco Merino. O todos estos juntos, como en el caso de Unidad. No importa su
esencia populista y corrupta. No importa el corte caudillista del “movimiento”–
con tal que sea “tercera fuerza” hay que apoyarla.
Y lo mismo nos dice Villalobos en cuanto
al poder económico: Hay que apoyar el surgimiento de nuevos capitales y grupos
financieros capaces de romper el control de la oligarquía - no importa que
estén naciendo de alianzas con gobiernos autoritarios (caso Venezuela, Alba...)
o de otras fuentes oscuras, por ejemplo la corrupción. No importa porque según
su visión, todo capital tuvo su origen en fuentes oscuras...
Regresemos al origen de toda esta
historia: Joaquín Villalobos salió de la guerra y de las negociaciones de paz
como uno de los principales líderes de la izquierda no ortodoxa, no
autoritaria. Fue, dentro del Frente, el polo contrario al Partido Comunista y
al grupo de Sánchez Cerén dentro de las FPL. Pero fue incapaz de construir, a
partir de la mayoría no comunista dentro de la izquierda, una opción política
de la izquierda democrática – sea tomando control del FMLN, o sea desplazándolo
con una tercera fuerza de carácter reformista. En su impaciencia y soberbia,
Villalobos fue uno de los responsables de que la izquierda democrática
fracasara en. Todos fallamos ante esta responsabilidad y oportunidad histórica,
no sólo Villalobos. Unos por impaciencia y soberbia, como Joaquín, otros por
indecisión, miedo de separarse de la liturgia revolucionaria, o oportunismo.
Y ahora viene el hombre de afuera, con
mucho nuevo bagaje intelectual, pero lastimosamente con recetas abstractas. Su
discurso está abstrayendo de la realidad: Trata de vendernos como la tercera
fuerza, que durante 20 años no supimos construir, un movimiento basado en el
pacto perverso de tres partidos desprestigiados que quieren regresar al poder,
y que para este fin se ponen a disposición incondicional de un caudillo, bajo
la consigna: Unidad es Saca. Saca es Unidad... Imagínense: un ex-estratega
insurgente y ahora miembro de la elite de Oxford apostando a un caudillo
sostenido por una coalición de corruptos y derrotados...
Con todo esto, Villalobos por lo menos
legó a una conclusión correcta e importante: Ya no se trata de desplazar al
FMLN con un partido de izquierda democrática, sino de fomentar el proceso
gradual pero inevitable de transformación del Frente en una izquierda plural,
abierta y democrática. Pero extrañamente no logra ver la misma verdad en la
derecha: No se trata de desplazar a ARENA, mucho menos con una “tercera fuerza”
que reunifica lo peor de la historia de las derechas salvadoreñas, sino de fomentar
la transformación de ARENA en una derecha plural, abierta y democrática.
Anda perdido, comandante.
(El Diario de Hoy)