Ya recibió una carta abierta que le dedicó mi amigo y colega Federico Hernández Aguilar en este mismo Diario. Leyendo esta carta, me provoca agregarle otra misiva complementaria. No para defender mi terreno como escribidor de cartas -nadie tiene monopolio de escribir a los poderosos-, sino simplemente porque hay un par de cosas importantes que hasta ahora nadie le ha dicho a usted.
Mi colega ya le dio las explicaciones
pertinentes sobre las dificultades que tiene nuestro señor presidente de entrar
en debate con quienes osan de criticarlo. Tengo nada que agregar y nada que
quitar a esta parte de la carta de Federico.
Usted tiene todo el derecho de expresar
dudas y críticas a nuestro país y su gobierno. Por supuesto. Incluso, como
senador, tiene todo el deber de analizar la situación de nuestro país antes de
aprobarle un donativo que pagarán sus contribuyentes. Pero como formador de
opinión pública y de debate tengo el derecho (y tal vez el deber) de señalar
cuando sus declaraciones demuestran que está mal informado. Claro, es
inaceptable que esto lo diga el presidente al senador de una nación que nos
apoya... Pero algún beneficio tiene que tener no ser presidente y poder hablar
francamente, incluso con senadores.
Como ya le hizo saber Federico: Todos
estamos de acuerdo que usted señale los graves peligros que aquí enfrentamos en
cuanto a la institucionalidad democrática y la independencia de los órganos del
estado. Federico y este servidor lo hemos señalado en incontables columnas.
Gracias por su apoyo en esta lucha. Y gracias por informase bien sobre el
asunto, y no sólo escuchar a nuestro gobierno.
Pero usted está mal informado en cuanto a
otros problemas que usted señala y que pueden ser razones para no aprobar el
proyecto Fomilenio 2. Las agencias de seguridad de Estados Unidos (y algunos
periodistas como Douglas Farah y Héctor Silva) le informaron mal: No hay una
creciente influencia de los cárteles del narcotráfico en El Salvador, por la
simple razón que nuestro país, diga lo que diga la DEA-CIA-ICE-FBI, no forma
parte de las rutas principales de la droga en su camino de Suramérica al Norte.
Y tampoco es cierto, digan lo que le
digan sus “contactos”, que la presencia del ministro de Defensa David Munguía
Payés ponga en duda el compromiso de nuestro país de combatir el narcotráfico.
Los pecados del ministro son diferentes: Primero es militar, y sabemos que a
usted no le gustó cuando lo nombraron ministro de Seguridad; y segundo: Es de
los funcionarios que han rebatido la tesis de los anteriores ministros (y de
Estados Unidos) que el crimen organizado internacional relacionado al
narcotráfico sea el principal problema de Seguridad en nuestro país, y que las
pandillas sean parte de este problema.
Yo sé que usted recibe reportes (algunos
de ellos también los recibimos aquí, otras serán confidenciales) que dicen todo
esto. Por esto no digo que usted está distorsionando la verdad. Pero insisto:
Usted está mal informado en esto dos puntos. Estoy seguro que a raíz de este
debate, usted hará lo responsable: Pedir otros informes, poner a su staff a
analizarlos, y llegar a una evaluación más realista de los peligros que
enfrenta nuestro país. Al hacer esto, usted podrá dar un aporte esencial para
conseguir que los apoyos de Estados Unidos sean mejor dirigidos para ayudarnos
a resolver nuestros reales problemas.
Gracias por preocuparse de nosotros.
Paolo Lüers
(Más!/EDH)