"No extraña que este incremento de la represión a movimientos sociales esté pasando ahora. La aprobación popular del presidente, de su gabinete, de sus diputados y de sus políticas está bajando como nunca antes en sus 6 años de gobernar."
En la voz del autor: Represion-abierta.mp3
Los observadores críticos del ascenso al poder absoluto del bachiller Nayib Bukele siempre hemos advertido que la militarización de la seguridad pública, el régimen de excepción y la toma de control del sistema judicial, supuestamente instrumentos para combatir la delincuencia, tarde o temprano serán utilizados contra la ciudadanía y para suprimir protestas sociales.
Esto está a plena vista ahora: La muerte de un empresario de transporte en custodia del Estado, luego de su captura arbitraria junto a otros dirigentes de su gremio, es una muestra. Otra es el uso de la Policía Militar contra una manifestación pacífica de miembros de la cooperativa El Bosque.
Desde los oscuros tiempos de la guerra no ha habido en El Salvador unidades élite del ejército disolviendo manifestaciones y capturando a dirigentes de movimientos sociales. No hay manera de justificar la represión en ambos casos citados con la lucha contra las pandillas.
Los transportistas fueron detenidos -y uno de ellos murió- para obligar a su gremio a prestar servicios gratuitos a la población afectada por la incapacidad, improvisación y corrupción del gobierno en su fracasado mega proyecto de Los Chorros. Los cooperativistas de El Bosque no querían hacer otra cosa que pedir ayuda al presidente de le República en la lucha contra su desalojo. Mientras policías y soldados estaban asediando día y noche su comunidad, ellos se atrevieron a acercarse a la colonia en la cual vive Nayib Bukele y el gobierno planifica construir la residencia presidencial para su siguiente ‘mandato’. El presidente de la cooperativa y un pastor de ELIM y abogado de la comunidad están presos.
No extraña que este incremento de la represión a movimientos sociales esté pasando ahora. La aprobación popular del presidente, de su gabinete, de sus diputados y de sus políticas está bajando como nunca antes en sus 6 años de gobernar. Según la última encuesta del Centro de Opinión Pública de la Universidad Gavidia, realizada el 25 de abril 2025, el 68% de los Salvadoreños está en contra de la minería metálica que el gobierno quiere volver a implementar; el 63% está en contra del pacto que Bukele tiene con Trump para encerrar en el CECOT a migrantes y criminales deportados de Estados Unidos; el 56% dice que el costo de la vida es más alto que el año pasado. Y por primera vez, la mayoría de los salvadoreños culpa personalmente a Nayib Bukele y su gobierno de estos problemas: el 39%culpa al presidente y un adicional 28% culpa a su gobierno. Sólo un 14% se cree la propaganda oficialista que culpa de todo a los gobiernos anteriores.
Al fin ha llegado la hora que la gente entiende que el culpable de los problemas que aquejan al país y la población es Nayib Bukele, no la oposición, no la prensa con sus críticas al gobierno, no el fantasma de un anciano de 94 años llamado George Soros. Luego de 6 años de mal gobierno, la gente ya no se enfoca en la corrupción e incapacidad de ‘los mismos de siempre’, sino en el hecho que ‘los de ahora’ son peores.
El régimen de Bukele y Hnos. se ha preparado para este momento crítico. Ellos sabían que con sus políticas, su enriquecimiento y sus pactos con diablos (primero con las pandillas, luego con Trump) era inevitable que creciera primero el descontento social y luego la protesta social. Es por esto que 37 veces ha sido prorrogado el régimen de excepción con la suspensión de los derechos civiles de los salvadoreños, a pesar de que la emergencia de seguridad pública ha dejado de existir. Ahora es la emergencia política-partidaria de un gobierno antisocial y antidemocrático que requiere que funcione el aparato de represión construido sistemáticamente durante 6 años.
Los hechos represivos de los últimos días no pueden sorprender a nadie. Se anunciaron en incontables acciones contra los Derechos Humanos y contra la Constitución. Hace varios años hay presos políticos y persecución de opositores. Hoy la represión se quitó la máscara y opera abiertamente. No es una muestra de fuerza, es una muestra de debilidad – y de miedo.
Ahora toca a los múltiples sectores agraviados por este mal gobierno organizarse para luego poder movilizarse, defender sus derechos y dar vida a una nueva oposición.
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