Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 27 septiembre 2020
Los salvadoreños tuvieron múltiples razones de desencantarse con la política. Todas tuvieron que ver con la corrupción, la falta de transparencia y la insatisfacción de necesidades básicas de la población. Por esto surgió Nayib Bukele y llegó al poder. Pero luego de 15 meses existen aun más razones de desencanto.
Es lo que quieren: Un pueblo sumido en desesperación, resentimientos y anti-política. Una oposición que habla sola. Un movimiento-partido-gobierno conectado con los resentimientos.
Pero no pasa así necesariamente. El gobierno, con esta estrategia de las crisis calculadas, corre un enorme riesgo. Si la oposición, en vez de paralizarse, logra comunicarse con los ciudadanos, antes de que estos se resignen; si una nueva generación entra a la política y logra introducir en ella racionalidad, empatía y ética; si surgen políticos, académicos, empresarios y ciudadanos que ofrecen soluciones viables a las crisis, las múltiples razones de desencanto comenzarán a trabajar contra el gobierno – y ya no contra la política. Entonces, los problemas no resueltos (sociales y económicos, de salud y educación, medio ambiente y vivienda, pensiones y empleo) dejarían de hacer crisis al sistema democrático, como ahora es el caso, sino al gobierno, como debe ser.
A 15 meses de haber asumido el poder los Bukele, se abre a la oposición y a la ciudadanía la oportunidad de salir de la letargia, levantar la cabeza, tomar la iniciativa y salir a la ofensiva. La gente ve amenazada su calidad de vida: sus empleos, sus pensiones, el futuro de sus hijos mediante la educación, sus libertades. Ven las amenazas más fuertes que hace 2 años, cuando muchos voltearon a ver a Bukele para buscar soluciones. Comienza, entonces, la batalla decisiva: ¿A quiénes la gente va a cobrar el costo por tanta crisis sin soluciones? ¿Al sistema democrático o al gobierno?
Como en cualquier batalla, también en esta, la ofensiva es la mejor defensa. Ganará el que sepa aprovechar el momento y tomar la iniciativa con propuestas claras. Entre muchos, hemos avanzado bastante en la crítica sistemática al gobierno, su corrupción, su incapacidad, su irrespeto a la institucionalidad y la Constitución. Pero nadie ha avanzado en mostrar soluciones, esbozar las reformas necesarias, e identificar cómo financiarlas.
La alternativa al plan nihilista de los grupos detrás de NI-GANA de destruir la democracia, la economía y la cohesión social del país para poder establecer un régimen autoritario, no puede ser simplemente la defensa de la democracia. Tiene que ser la defensa de los intereses básicos de la gente.
Si la oposición muestra que, encima de sus diferencias ideológicas y partidarias, puede llegar a acuerdos que permitan hacer las reformas necesarias para resolver las necesidades básicas de la población, puede vencer a los que no apuestan a la búsqueda de acuerdos sino a la imposición. Hay que mostrar que el pluralismo político es más potente para resolver problemas que el caudillismo. ¿Cómo demostrarlo? Es simple: Comenzar, en medio de la campaña electoral, un debate entre los partidos democráticos, los antiguos y los nuevos, de derecha y de izquierda, conservadores o progresistas, sobre cómo resolver los problemas de educación, salud, empleo, pensiones y bienestar. Un debate de altura y sustancia. Un debate contundente a acuerdos, para luego unir todas las fuerzas para implementar las soluciones acordadas. Debatir democráticamente y dejar a Bukele con sus monólogos.
Los partidos nuevos, así como los candidatos nuevos que en los partidos tradicionales comienzan a desplazar a los dinosaurios, tienen una gran oportunidad. Como dicen en inglés con más contundencia: Seize the moment! En español serían tres conceptos: Aprovechen el momento. Tomen la iniciativa. Vayan a la ofensiva. Hay un vacío que llenar. Hay una democracia que llenar de contenido social y ético. Hay una ciudadanía que exige soluciones.