Desde mi visita a Venezuela me queda el vicio de seguir la telenovela protagonizada por el teniente coronel Hugo Chávez. Frecuentemente sintonizo Globovisión o Telesur, para tener las dos versiones de la historieta, la opositora y la oficialista.
La razón para decretar cadena nacional obligatoria es un discurso del comandante de la revolución bolivariana en ocasión de la repartición de fondos estatales a los bancos comunales.
Una sala de teatro llena de los representantes de unos mil bancos comunales promovidos por el gobierno. Los "compañeros", como saben que van a salir en cadena nacional, se visten como se debe: todos de camisetas rojas y con gorros rojos.
El único en la sala que está vestido diferente es el ciudadano presidente Hugo Chávez, quien lleva, encima de la camisa roja, el verde olive militar. Para mostrar que es el comandante en jefe de este régimen militar.
Los uniformados de rojo tienen que resistir dos horas de un discurso que divaga de la crisis "terminal" del capitalismo a la muerte del mariscal Sucre; del sistema de bancos comunales a los medios de comunicación privados al servicio del imperialismo; de un saludo al nuevo "presidente negro de Estados Unidos" a la carta de 20 páginas escritas a mano que acaba de recibir de Fidel Castro.
El comandante, presidente y líder deja claro que en estos actos no sólo se trata de hablar al pueblo de asuntos del Estado, sino de "compartir con ustedes y en cadena nacional los pensamientos que me llegan en la noche, cuando se va el stress y paso pensando, o cuando leo las recomendaciones que me manda mi padre Fidel Castro..."
Claro, sería injusto negar al pueblo el derecho de conocer estos pensamientos de su máximo líder. Después de años de encachimbarme con las cadenas nacionales de Francisco Flores y Tony Saca, al fin entiendo y acepto la necesidad y el profundo sentido de esta institución democrática, participativa y educativa que es la cadena nacional.
Tengo la certeza que el gran comunicador que aquí compite por la presidencia, en caso que gane, sepa aprovechar bien este recurso. Y su partido seguramente ya tiene suficiente existencia de camisetas y gorras rojas para el vestuario adecuado del público asistente. Para poner este show en escena como se debe...
Los vídeos de los eventos electorales en estadios y plazas públicas demuestran que el FMLN ya está ensayando. Claro, mientras no ganen y no tengan en Casa Presidencial a un comunicador popular adecuado, no pueden aplicar esta coreografía a los actos escolares, desfiles nacionales, reuniones del presidente con los beneficiarios de programas del Estado.
Hace una semana vi otra cadena nacional de Hugo Chávez. Esta vez la ocasión fue la inauguración del nuevo ciclo de la Misión Sucre, que es una especie de universidad para adultos, cuyos alumnos son becados por el Estado. Disculpe, por el presidente.
Unos 300 estudiantes en el departamento de Táchira tuvieron el privilegio de conocer los pensamientos del señor presidente.
El extra en esta ocasión fue que también pudieron hablar los alumnos. Uno por uno el jefe de la revolución les preguntaba sobre su vida, sobre sus sueños, y aprovechó de darles consejos individuales de vida y revolución.
Todos vestidos de rojo, esta vez con un logo de la Misión Sucre, algunos con caras como ponen los feligreses en los cultos del hermano Toby, otros con cara de aburridos o de no me hablés, por favor. Buen, a estos últimos habría que decir que al fin el tipo les paga una beca mensual bonita, tiene derecho de explicarles el mundo, la historia, el arte, el capitalismo y el socialismo...
Ya que a mi me han criticado de darles consejos de campaña a Rodrigo Ávila, ahí van dos más. Primero, grabar y reproducir en sus spots estos actos oficiales venezolanos, y preguntar a los salvadoreños si esto es lo que realmente quieren.
Segundo, firmar un compromiso que en su gobierno no habrá cadena nacional, a menos que haya terremoto, guerra, aumento de salario mínimo o carnaval de San Miguel.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)