sábado, 4 de julio de 2009

Carta a Ricardo Martinelli, nuevo presidente de Panamá

Estimado señor presidente:

En su discurso de la toma de poder, el pasado 1 de julio, usted dijo una frase que me llamó mucho la atención: “En mi gobierno se puede meter la pata. Pero no se puede meter la mano.”

¡Le felicito por esta frase, presidente! Nosotros escuchamos, hace un mes, otra frase totalmente contraria a la suya: ”Proclamo en voz alta para mí mismo, para mis compañeros, y para toda la nación: nosotros no tenemos el derecho de equivocarnos. Repito: nosotros, definitivamente, no tenemos el derecho de equivocarnos.” Dijo el presidente Funes en su discurso de toma de poder.

Me quedo con la frase suya, presidente. Me parece más honesta, más realista, más simpática.

Claro que los presidentes, incluso los buenos, meten la pata y se equivocan. Prefiero tener un presidente que está conciente de sus limitaciones.

Usted puede ser demasiado de derecha para mis gustos, pero yo confío más en un presidente que dice a su pueblo: “Yo no soy perfecto”, como Usted hizo en su discurso, que en presidentes que se sienten infalibles y piensan que la democracia comienza con ellos. A esos les tengo miedo.

Bienvenido, el continente necesita presidentes cuerdos.

Saludos, Paolo Lüers

viernes, 3 de julio de 2009

Apóstoles de la democracia

Estando ya claro el repudio universal al golpe militar en Honduras, incluyendo el de este editorialista, vale la pena ahora echar un vistazo sobre algunos de los "árbitros" de la democracia en América Latina. En la reunión de la ALBA, en Managua, el democráticamente elegido presidente de Cuba, Raúl Castro, se permitió pedagogizarnos en la asignatura democrática. El no menos democrático Daniel Ortega, quien viene de protagonizar un escandaloso fraude en las elecciones municipales de su país, también habló como si estuviera poseído por el espíritu de Thomas Jefferson.

La guinda de este torneo de hipocresía la puso, por supuesto, Hugo Chávez, cuyo gobierno, ha
declarado, a través de esa jurista eminente, Doña Luisa Estella Morales, que las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos no valen en Venezuela. O sea, la OEA sirve para unas cosas y para otras no.


En algún momento Chávez calificó públicamente a Insulza de "pendejo". Ese "pendejo" ahora es el
gran garante de la democracia.

Chávez declara que está dispuesto a hacer valer, hasta con la guerra, los 999 mil votos que sacó Zelaya, hace tres años y pico, pero los 700 mil votos de Ledezma se los puede pasar por el forro con toda tranquilidad. Cualquier demócrata concuerda con que los votos de Zelaya no pueden ser pateados por la bota militar, pero ese mismo demócrata afirma que los de Ledezma, Pérez Vivas, Rosales, Pablo Pérez, Capriles Radonski (quien anteayer, mientras el Gran Demócrata se rasgaba las vestiduras en Managua en defensa de la democracia, fue atacado a palos y pedradas por los dulces y tolerantes muchachones del PSUV en la misa de San Pedro, en Guatire) tampoco pueden ser pateados por la misma bota que calza el comandante en jefe, militar reactivado por gracia de la reforma a la medida de la Ley Orgánica de la FAN.

Es el colmo del fariseísmo que este golpista que nos gobierna, quien protagonizó dos sangrientas
tentativas sediciosas en 1992, por las cuales jamás se disculpó ante el país, pueda hablar, ante el mundo, como si jamás hubiera quebrado un plato. Dio a su intentona del 4F el carácter de fecha patria, celebrada con desfile militar y demás yerbas.

¿Con qué cara podría cuestionar que los golpistas de Honduras dieran ese mismo carácter a la fecha de su alzamiento? Verdaderamente , saca la piedra este torneo de fariseísmo protagonizado en en Managua, por algunos de los asistentes a esa "misa negra", entre ellos el Golpista Mayor.

La única voz respetable y lúcida que se oyó en esa reunión fue la de Leonel Fernández, presidente de República Dominicana, quien repudió el golpe, citó a Rómulo Betancourt como uno de los padres de la democracia continental (cuya "Doctrina Betancourt", de no aceptar dictaduras militares, está implícita en la Carta Democrática de la OEA y en el rechazo al golpe hondureño) y reivindicó los gobiernos civiles.

Entre los no tan tácitamente aludidos estaba uno que llegó de uniforme militar, el cubano (a quien no se le puede negar, en todo caso, que se lo ganó en combate contra una dictadura) y otro que no se lo quita ni para ir al baño, el venezolano, quien lo deshonró alzándose contra un gobierno tan democráticamente elegido como el de Zelaya.

(Tal Cual, Venezuela)

Biografía política de Mel Zelaya

Manuel Zelaya Rosales, pertenece a una familia de origen vasco que forma parte de la oligarquía hondureña desde el siglo XVIII. De hecho, el padre del actual presidente, Manuel Zelaya Ordóñez, llegó a ser detenido en 1975 poco después del golpe de Estado del general Juan Alberto Melgar, acusado de ser uno de los inductores del asesinato de dos sacerdotes y de trece campesinos que participaban en una marcha de protesta contra la violencia de las bandas que apoyaban a los golpistas. Zelaya Ordóñez, afincado en el departamento de Olancho, contó con el apoyo de las autoridades y fue exonerado de toda responsabilidad pese a indicios y testimonios, determinándose que la aparición de los cadáveres en su finca fue una "desgraciada casualidad".

El hoy presidente, que es el primogénito del presunto inductor de aquella matanza, fue elegido hace cuatro años como candidato del Partido Liberal de Honduras (PLH), formación de ideología confusa pero en la que son mayoría los dirigentes de centro-derecha y en la que también se refugian numerosos ultraderechistas. Sin embargo, desde hace ya más de un decenio Zelaya Rosales se ha ido escorando hacia el centro-izquierda, deriva o maduración (según quien la juzgue) de la que hay decenas de evidencias, de modo que quienes ahora acusan a Zelaya de engañar a sus compañeros de partido y a sus votantes mienten, o bien están ciegos.

En todo caso, el expatriado había cometido un pecado abominable, imperdonable para sus ex amigos oligarcas: Durante los últimos meses el presidente había alcanzado una serie de acuerdos comerciales de marcado sesgo político con los gobiernos de Cuba, Nicaragua y de la odiada Venezuela bolivariana, en un proceso que Pere Rusiñol ha resumido con acierto bajo el título El oligarca que cambió de bando.

1987: En la cumbre de la derecha económica
El joven Zelaya Rosales abandonó los estudios de ingeniería para dedicarse en cuerpo y alma a los negocios familiares, centrando su atención en las explotaciones ganaderas y forestales. En 1987 alcanzó la cumbre empresarial al ser elegido miembro de la directiva del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, así como presidente de una de las patronales integradas en esa confederación, la poderosa Asociación Nacional de Empresas Transformadoras de la Madera.

Afiliado al PLH desde 1970, Zelaya inició su carrera política en 1980 como coordinador de los liberales en el departamento de Olancho, para más tarde asumir similar función en los de Gracias a Dios y Colón. Por aquel entonces Zelaya siguió las huellas de su padre, que pese a su ideología derechista, formaba parte del Movimiento Liberal Modista, la facción más conservadora del PLH y que pese a sus rasgos filofascistas defendía --al menos en teoría-- la instauración de un régimen parlamentario, si bien supeditaba ese objetivo al entendimiento con los militares…

Los Zelaya apoyaron a Roberto Suazo Córdova, que ganó las elecciones presidenciales de 1981, celebradas tras diez años de sanguinaria dictadura y sobre cuyos resultados pesó la sospecha de graves manipulaciones, según observadores internacionales. Con posterioridad, Zelaya hijo se sumó al llamado Movimiento Azconista (los seguidores de José Azcona, líder del Frente de Acción Liberal que colaboró con el régimen instaurado en 1973 mediante golpe de Estado por el coronel López Arellano).

En 1985, Azcona, que había roto con Suazo, ganó los comicios presidenciales y Zelaya Rosales obtuvo su primer acta de diputado, presidiendo la comisión parlamenatria de Recursos Naturales y Petróleo; y a partir de 1987 también ejerció de secretario de la junta directiva de la Cámara. En 1989 renovó su escaño, pero durante esa legislatura estuvo en la oposición, pues había obtenido mayoría el derechista Partido Nacional de Callejas Romero.

1993: Cambio de tercio
En 1993, Zelaya Rosales cambió de familia o facción política, aunque sin abandonar el PLH, y volvió a ser elegido congresista por el departamento de Olancho en las filas del sector más progresista --o menos reaccionario-- de los liberales, el liderado por Reina Idiáquez. Inmediatamente después de que Reina fuera elegido presidente, en enero de 1994, Zelaya renunció a todos sus cargos en la patronal hondureña y asumió por primera vez un cargo en el Ejecutivo, como director del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS), responsabilidad con rango ministerial. Desde su nuevo destino, Zelaya fue el responsable de los programas gubernamentales de lucha contra la pobreza y también coordinó la descentralización administrativa, en un intento de que los criterios y los fondos del Estado llegaran al rural y a los barrios económicamente más deprimidos.

Por aquel entonces, Zelaya dejó constancia de su transformación ideológica al criticar las condiciones que impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a sus créditos; pero a la postre, una vez corregidos algunos detalles, hubo entendimiento y altos cargos del FMI y del Banco Mundial aplaudieron la gestión del director-ministro del FHIS.

2000-2009: Del eclecticismo a la socialdemocracia
Durante los últimos años noventa Zelaya Rosales consolidó su viraje hacia el centro-izquierda desde dentro del partido liberal hondureño, formación que durante varias décadas ha servido tanto para zurcir un roto como para ocultar un descosido…

Extraña, pues, que ahora desde el propio PLH haya quienes afirman con rotundidad que Zelaya Rosales ha traicionado al curioso partido-movimiento liberal hondureño, la mayoría de cuyos dirigentes se han caracterizado por sus bandazos, por sus contradicciones y por sus compadreos con los militares golpistas.

(Blog Im-Pulso)

jueves, 2 de julio de 2009

Comunicado de la Corte Suprema de Justicia de Honduras

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE HONDURAS
COMUNICADO ESPECIAL

A LA COMUNIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL,

se presenta una relación documentada de los hechos acaecidos sobre la situación prevaleciente en nuestro país con motivo de la sustitución constitucional del titular del Poder Ejecutivo, ciudadano José Manuel Zelaya Rosales, en los cuales ha tenido partlcipación, a requerimiento de parte, este Poder del Estado:

1. Con fecha 27 de mayo de 2009, el Juzgado de Letras de lo Contencioso Administrativo, en relación a la cuestión incidental del acto impugnado (Decreto Ejecutivo PCM-QS-2009 del 23 de marzo de 2009), dictó sentencia interlocutoria ordenando la suspensión del procedimiento de consulta a los ciudadanos por parte del Poder Ejecutivo a través del Presidente Constitucional de la Republica o cualquiera de las instituciones que componen la estructura administrativa.

2. Con fecha 29 de mayo de 2009, a solicitud del Ministerio Publico, el Juzgado de Letras de lo Contencioso Administrativo aclaró la sentencia en el sentido de que los efectos de la suspensión ordenada del acto tácito de carácter general que contiene el Decreto Ejecutivo No. PCM·OS·2009 de fecha 23 de marzo de 2009, incluye cualquier otro acto administrativo de carácter general a particular, que se haya emitido o se emita, ya sea expreso o tácita, por su publicación o falta de publicación en el Diario Oficial La Gaceta, que conlleve al mismo fin del acto administrativo tácito de carácter general que ha sido suspendido, así como cualquier cambio de denominación en el procedimiento de consulta o interrogatorio que implique evadir el cumplimiento de la sentencia interlocutoria que se aclara.

3. Con fecha 3 de junio de 2009, al Juzgado de Letras de lo Contencioso Administrativo libra comunicación judicial al Presidente de la Republica, por medio del Secretario de Estado en el Despacho de la Presidencia, para que adopte las medidas que procedan y practique lo exigido en la sentencia interlocutoria de fecha 27 de mayo de 2009, con su respectiva aclaración de techa 29 de mayo de 2009.


4. Con fecha 16 de junio de 2009, la Corte de Apelaciones de lo Contencioso Administrativo, con jurisdicción a nivel nacional, por unanimidad de votos, en nombre del Estado de Honduras resolvió declarar inadmisible la acción de amparo interpuesta por el Abogado Rene Velásquez Díaz, a favor del Presidente Constitucional de la Republica, José Manuel Zelaya Rosales, contra actuaciones del Juzgado de Letras de lo Contencioso Administrativo de fechas 27 y 29 de mayo de 2009, actuando en su carácter de representante privado del ciudadano Presidente, en sustitución de la Procuradora General de la Republica, Representante General del Estado, Abogada Rosa América de Galo.

5. Con fecha 18 de junio de 2009, el Juzgado de Letras de lo Contencioso Administrativo libró segunda comunicación judicial al Presidente de la Republica, por medio de la Secretaria General del Despacho Presidencial, para que se abstuviera de realizar actos de carácter particular o general tendientes a la elaboración de un procedimiento de consulta o interrogatorio que implicara evadir el cumplimiento de la sentencia interlocutoria referida con su respectiva aclaración del 29 de mayo de 2009.

6. Con fecha 18 de junio de 2009, el Juzgado de Letras de 10 Contencioso Administrativo libró tercera comunicación judicial al Presidente de la Republica, por medio de la Secretaria General en el Despacho de la Presidencia, a fin de que dentro del plazo de cinco (5) días informara al Órgano Jurisdiccional que medidas había adoptado para dar cumplimiento a la sentencia interlocutoria y su respectiva aclaración.

7. Con fecha 25 de junio de 2009, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, por unanimidad de votos, emitió resolución dictada con motivo de Amparos presentados por el ciudadano Manuel Rodrigo Mazariegos Zúñiga a favor de Romeo Orlando Vásquez Velásquez y el Fiscal Especial para la Defensa de la Constitución del Ministerio Publico, Abogado Rene Mauricio Aceituno Ulloa, a favor de los intereses generales de la sociedad y del orden jurídico constitucional, ambos contra la resolución dictada por el Presidente de la Republica, señor José Manuel Zelaya Rosales de fecha 24 de junio de 2009, que resuelve separar al señor Romeo Orlando Vásquez Velásquez de su cargo de Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, admitiendo los recursos de amparo de merito y decretando, bajo la responsabilidad de los recurrentes, la suspensión provisional del acto reclamado.

8. Con fecha 26 de junio de 2009, a raíz de requerimiento fiscal de fecha 25 de junio de 2009, presentado par el Ministerio Publico, contra el ciudadano José Manuel Zelaya Rosales a quien se le acusa como responsable, a titulo de autor de los delitos contra la FORMA DE GOBIERNO, TRAICIÓN A LA PATRIA, ABUSO DE AUTORIDAD Y USURPACIÓN DE FUNCIONES, en perjuicio de LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y EL ESTADO DE HONDURAS, cuya SECRETIVIDAD fue suspendida el día de hoy, 30 de junio de 2009, por unanimidad de votos, la Corte Suprema de Justicia, designó a uno de sus Magistrados para que conozca el proceso en las etapas preparatoria e intermedia, quien admitió el requerimiento, dictó orden de captura y de allanamiento.

9. Con fecha 26 de junio de 2009, ante solicitud del Ministerio Publico, el Juzgado de
Letras de lo Contencioso Administrativo Iibró orden a las Fuerzas Armadas para que ante la desobediencia del Poder Ejecutivo, suspendiera toda actividad relacionada con una consulta o encuesta que se levaría a cabo el día domingo 28 de junio, procediera al decomiso de todo el material de la encuesta que se utilizaría en esa actividad previamente declarada ilegal.

10. Con fecha 26 de junio de 2009, mediante oficio PCSJ-451-2009, el Presidente del Consejo Judicial Centroamericano y de la Corte Suprema de Justicia de Honduras comunicó a los Honorables Presidentes de las Cortes Supremas de Justicia miembros de ese Consejo, de la Republica de Guatemala, Doctor Rubén Eliu Higueros Girón, de la Republica de EI Salvador, Doctor Agustín García Calderón, la Republica de Nicaragua, Doctor Francisco Rosales Arguello, la Republica de Costa Rica, Doctor Luís Paulino Mora, la Republica de Panamá, Doctor Harley Mitchell, de Belice, Doctor Dean Oliver Barrow, de la Republica Dominica, Doctor Jorge Subero Isa, las actuaciones del Poder Judicial de la Republica de Honduras, por medio de la Sala de 10 Constitucional, con motivo de los últimos acontecimientos derivados del no acatamiento por parte del Poder
Ejecutivo de decisiones emitidas por el Poder Judicial, declarando ilegal la pretensión de llevar a cabo una encuesta de opinión a realizarse fuera del marco de la legalidad establecida en la Constitución de la Republica, cuya responsabilidad es facultad exclusiva del Tribunal Supremo Electoral.

11. Con fecha 28 de junio de 2009, el Poder Judicial emitió Comunicado al pueblo
hondureño y a la comunidad internacional dejando constancia que si el origen de las
acciones de ese día estaba basado en una orden judicial emitida por Juez competente, su ejecución está enmarcada dentro de los preceptos legales y debe desarrollarse contra todo lo que ilegalmente se anteponga a devolver al Estado de Honduras, el imperio de la Ley.

12. Con fecha 29 de junio de 2009, a raíz de segundo requerimiento fiscal de fecha 26 de junio de 2009, presentado por el Ministerio Publico, contra el ciudadano José Manuel Zelaya Rosales, a quien se Ie acusa como responsable, a titulo de autor, de los delitos contra la forma de gobierno, traición a la patria, abuso de autoridad y usurpación de funciones en perjuicio de la Administración Pública y el Estado de Honduras, la Corte Suprema de Justicia, por unanimidad de votos, ordenó se remitieron las actuaciones al Juzgado de Letras Penal Unificado, para que se continúe con el procedimiento ordinario establecido en el Código Procesal Penal, en vista de que el ciudadano Zelaya Rosales a esta fecha ya no ostentaba el carácter de alto funcionario del Estado.

(Firman el Magistrado Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Jorge Alberto Rivera Avilés, y los 14 magistrados)

Discurso de la toma de poder del presidente panameño

Hoy, ante Dios que nos protege y mi país, estoy parado aquí, honrado por la confianza que el pueblo nos ha dado. Estoy entusiasmado por el trabajo que nos espera. Esta transmisión de mando es algo que todos valoramos.

Lo que celebramos hoy es prueba que en Panamá la voz de cada ciudadano es escuchada. Y que los principios democráticos que nos unen, son más poderosos que cualquier diferencia.

Aunque no están aquí, le quiero dar las gracias al Presidente Torrijos y a la ex Primera Dama, Vivian de Torrijos, por su servicio a nuestro país. Les agradezco a ellos también su cooperación y apoyo tan generoso en esta transición. Juntos hemos demostrado que este pueblo respeta la dignidad política de cada ser humano.

También quiero aprovechar la oportunidad para enviarle al presidente Endara, nuestros deseos de una pronta recuperación.

Aquí en Panamá tenemos una tradición democrática, que es tan sólida como una roca.

Estoy honrado que la comunidad internacional esté aquí para celebrar con nosotros este gran momento. Nunca hemos tenido tantos visitantes, de tantas partes del mundo. Todos son bienvenidos y les damos las gracias por participar hoy, en nuestros primeros pasos hacia el nuevo Panamá, que vemos en el horizonte.

Nuestro país es único en muchas cosas: Tiene la isla inhabitada más grande del litoral pacífico. Panamá es el único lugar en el Caribe que tiene pueblos indígenas. Esta ciudad fue la primera construida por los españoles aquí en el Pacífico. Aquí Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur.

Pero tenemos algo más que nos distingue. Hemos crecido hasta llegar a ser la llave de paso de la economía del mundo. Si Marco Polo hubiera vivido en nuestra época, hubiera utilizado a Panamá como su ruta de las especias modernas.

Desde siempre los panameños hemos jugado un papel importante para nuestros vecinos y el mundo. Y ahora nos toca hacerlo otra vez. En estos 5 años, nos toca demostrar cómo nuestro modelo económico y de gobierno puede ser un ejemplo para todos los que aspiran prosperidad y progreso.

Juan Carlos Varela y yo somos dos empresarios que hemos incursionado en la política, para cambiar la manera de hacer las cosas. Vamos a agarrar nuestras experiencias en el sector privado y ponerlas a trabajar donde nunca se han visto: En el gobierno.

Vamos a desburocratizar el Estado. “Desburocratizar” es una palabra un poco difícil de decir, pero el que va a trabajar conmigo en este gobierno, más vale que la aprenda.

En el mundo de los negocios yo camino en los pasillos, hago preguntas, abro gavetas. Yo aprendí que a los problemas se les da la cara. Tal como lo notó mi gran amigo y mentor político Samuel Lewis Galindo, en el gobierno de Ricardo Martinelli, se va actuar con firmeza y educación, pero sin finezas. Yo creo que el tiempo es oro y muy corto.

Ni Juan Carlos ni yo aceptamos este trabajo para quedarnos sentados detrás de un escritorio. Soy un hombre simple, sencillo y directo. Si fallo en algo de protocolo, les pido que me disculpen. Pero no nos eligieron para sumarle más páginas al libro de protocolo.

Este pueblo nos dio un claro mandato para traer un cambio a este gobierno, de arriba a abajo, y eso es lo que vamos a hacer. La costumbre de que los políticos ponen sus intereses personales sobre los del pueblo, se terminó. El juego de tener un gobierno gordo y un pueblo flaco llegó a su fin. La era de los políticos que entran limpios y salen millonarios se acabó.

En mi gobierno se puede meter la pata. Pero no se puede meter la mano. Por eso hoy, inauguramos un gobierno que va a poner los intereses del pueblo primero. Sabemos que vienen tiempos difíciles. Ahora es cuando el gobierno tiene que ser más ágil, más transparente y más eficiente. No es un secreto que estamos al principio de una crisis económica mundial. Es una crisis que no causamos, pero la vamos a sufrir todos. Es la peor crisis desde la Gran Depresión de los años 30.

En esta tormenta todos estamos en el mismo barco, y en el mismo barco la vamos a enfrentar. La verdad es que nuestro gobierno no va a tener los recursos que tuvo el gobierno anterior. Pero eso nos da más razón de actuar con urgencia.

El panameño trabajador está viendo que la tormenta se le viene encima. Los cambios que hemos propuesto no pueden esperar más. Las promesas que hicimos en campaña son buenas ideas. Son un mandato que este pueblo exige. Pero más que eso, son parte integral de un plan de estímulo que necesitamos para sacar nuestra economía a flote.

Mañana mismo tendremos nuestro primer Consejo de Gabinete. Va a ser donde siempre hemos caminado. Va a ser donde el cambio tiene que suceder. Va a ser en las Garzas de Pacora, no en el Palacio de las Garzas. Ahí es donde se necesitan empleos. Ahí es donde necesitamos el metro. Ahí es donde hace falta seguridad.

Las Garzas de Pacora es el punto de partida de lo que vamos a lograr en los próximos 5 años. Les pido que se preparen conmigo, nos remanguemos las mangas y nos pongamos a trabajar.

Empecemos con esto: Vamos aumentar el salario a toda la fuerza pública, porque están muy mal pagados. Vamos a darle vida a una de las propuestas de Juan Carlos: Daremos 100 balboas mensuales a los viejitos, que no tengan jubilación.

Y para los estudiantes que nos ven por televisión y nos escuchan por radio, ustedes pueden contar con becas, libros y útiles escolares gratis. Eso lo vamos hacer para todas las familias pobres en Panamá.

Empezaremos el plan masivo de titulación de tierras, así es que les digo a todos los que me escuchan que tienen sus derechos posesorios, preparen esos derechos porque van a tener su pedazo de tierra titulado.

Y también vamos a empezar el programa de empleo más grande en la historia de Panamá después de la expansión del canal. Vamos a empezar la licitación para la construcción del nuevo Metro que le dará al pueblo panameño una mejor calidad de vida. Pero esto es solo el comienzo.

Tenemos muchas más cosas que hacer. Nada es más importante que bajar el costo de la comida. Por eso aumentaremos los puntos de venta del programa compita y no más productos casados.

Vamos a darle más crédito al sector agropecuario y apoyar las granjas auto sostenibles. Así vamos aumentar la producción nacional y ayudamos a nuestros campesinos a producir más comida y comida más barata. Hacen 2 años, le construimos una vivienda a un panameño olvidado llamado Newton Rodney. Newton nos enseñó una lección: que como el, existen más de 165 mil familias de panameños olvidados que sufren la tragedia de no tener un techo seguro.

Vamos a comenzar un plan masivo para construir viviendas populares. Este programa no solo va a estas familias un techo digno, sino que va crear empleos para los obreros de la construcción y reactivará la economía. Todos los que viven en Panamá y los que nos visitan, merecen un país más seguro. Vamos hacer que nuestras cárceles sean centros de rehabilitación y no universidades del crimen.

A los menores que cometen delitos como adultos, los vamos a juzgar como adultos. Y vamos a darle más recursos y más soporte de inteligencia a nuestros policías.

Proteger el derecho de los ciudadanos a caminar por calles seguras, es una de las primeras obligaciones de cualquier gobierno. Esta responsabilidad la vamos a cumplir. Y para todos los que quieran venir a invertir en Panamá, les hago saber que nuestras puertas están abiertas.

Quiero dejar bien clara nuestra misión: Vamos hacer de Panamá el mejor lugar en Latinoamérica para hacer negocios. Esta es la mejor manera de generar empleos y tener una mejor calidad de vida para todos los panameños. Y lo vamos a complementar con los Tratados de Libre Comercio, con los Estados Unidos de Norteamérica y todos los otros países del mundo, incluyendo Europa y los hermanos latinoamericanos. Estamos orgullosos de nuestra historia y nuestra herencia; de nuestra libertad de expresión, nuestra libertad de pensamiento, y nuestra libertad de decidir el rumbo de la patria.

Panamá tiene que mantenerse como un líder de libertad y justicia, no solo aquí en nuestra casa, sino en nuestra región y nuestro continente.

Como Presidente, haré todo lo que esté a mi alcance para avanzar los ideales de una economía libre, desafiando el péndulo ideológico distinto que hay en Latinoamérica.

Vamos a ser un socio activo con México y Colombia en la batalla contra los narco-terroristas, que han invadido nuestro país, trayendo crimen, luto y desesperación a nuestra población inocente.

Nosotros empezamos este gobierno con un mandato sin precedente: Un mandato para el cambio. Pero este mandato no viene solo. Viene amarrado con una gran responsabilidad. La responsabilidad de trabajar unidos, hombro a hombro, dejando atrás los egoísmos políticos que nos han dividido. Por eso fuimos elegidos. No solo por nuestras propuestas, sino también para a cambiar la manera de hacer gobierno. Vamos a cambiar el sistema donde un partido político solo busca lo que le puede quitar al otro. Donde el pueblo busca lo que le puede sacar al gobierno. Donde el gobierno busca lo que le puede quitar al pueblo.

Es un círculo vicioso donde todos pensamos que así ganamos. Y créanme que no es así. La verdad es que en este juego, nos dividimos unos contra otros y todos terminamos perdiendo.

El gobierno no tiene que ser partidista. Nosotros vamos a gobernar con los mejores, no importa de donde vengan o su afiliación política. Estamos unidos por algo más importante que un partido político. Estamos unidos por nuestro país. Y así, poniendo los intereses del pueblo primero, vamos a gobernar.

Algunos dicen que los retos que nos esperan, son muchos para una sola persona. Pero no son muchos para un pueblo unido. Este gobierno va a cumplir todas las promesas que hizo. Este es mi compromiso.

La única promesa que probablemente no voy a cumplir, es bajar de peso, pero créanme que voy a hacer todo lo posible Hasta ahora hemos aceptado que el destino de nuestro país esté solo en las manos del gobierno. Pero yo creo que nuestras esperanzas dependen de algo más poderoso que cualquier gobierno. Dependen del sudor y determinación de 3 millones de panameños. Esa es la verdadera fórmula de nuestro éxito. En 5 años, otro presidente estará parado aquí celebrando la transmisión de mando.

Pero lo que empezamos aquí hoy no cambiará, ni en cinco ni en cien años. Desde ahora, este gobierno y los que siguen van a caminar en los zapatos del pueblo. Desde ahora, nuestros gobiernos no se enriquecerán del pueblo. Sino que servirán al pueblo.

Este es un tiempo de grandes retos y oportunidades. La economía del mundo está a prueba. Y la de Panamá también. Quiero decirles: Yo no soy perfecto. La perfección es algo que Dios reservó para los seres humanos en otra vida.

Y yo sé que vamos a encontrar obstáculos en el camino. Pero las dificultades no nos van a detener. Por el contrario: van a demostrar nuestra determinación. Vamos a superar esta tormenta económica. Vamos a salir preparados para competir.

Preparados para ganar. Este es el momento para ser ciudadano de este país, porque las oportunidades que nos esperan son enormes.

Veo un Panamá con más hombres y mujeres trabajando. Veo una clase media creciendo y ganando más dinero. Veo tecnologías nuevas produciendo un crecimiento económico sin precedente.

Veo a un Panamá con mejor salud, mejor educación y más familias unidas y contentas.Nosotros podemos hacer cualquier cosa que soñemos. Entonces, ¿por qué no hacemos con nuestro futuro lo que queremos?

Soñemos en grande. Nuestros mejores días están por venir.Somos panameños, unidos por un cambio.

Y unidos nada es imposible. ¡Unidos nada nos puede vencer!

Les doy las gracias a todos ustedes y que Dios los bendiga y que viva Panamá.

Carta al general David Mungía Payés

¡Mi general!

Felicidades: Al fin el presidente de la República le ascendió a general. Luego de años de andar de civil haciendo campañas políticas, le volvieron a dar el alta, le pusieron uniforme, lo nombraron ministro de Defensa, y le dieron las estrellas deseadas que le habían negado los presidentes de ARENA. Hoy está plenamente restituido su honor. Ya satisfecha su ambición, puede renunciar y gozar de su merecido retiro.

Las estrellas y el uniforme le quedan como símbolo de que al fin se hizo justicia con usted...

A la vez usted le haría un gran favor a la Fuerza Armada y al país, dejando que al fin nombren a un civil como ministro de Defensa. Alguien que no divide a la Fuerza Armada sino la une porque no entra en competencia con los miembros del Alto Mando. Alguien que fortalece la subordinación del ejército bajo el poder civil - sin poner en peligro la institucionalidad interna y los códigos de honor de la Fuerza Armada.

¡Apuesten al cambio, hombre! Un civil al cargo del Ministerio de Defensa, pero respetando el orden interno de la Fuerza Armada - eso sí sería un cambio profundo y progresista para el país. Y a usted como soldado que es no le asustará el hecho que el cambio requiere de un pequeño sacrificio personal.

Nuevamente felicidades, señor general, Paolo Lüers

(Más!)

Gorilas hablando de gorilas

Hugo Chávez y Raúl Castro como protagonistas de la lucha democrática contra el militarismo. Gorilas hablando de gorilas. El jefe del sangriento intento de golpe de Estado venezolano de 1992, denunciando "el regreso al militarismo". ¡Qué espectáculo!

Los únicos dos estados del continente dominados por militares son Cuba y Venezuela. Los únicos presidentes latinoamericanos que son militares y además tienen todo el poder civil contaminado con cuadros militares son Raúl Castro y Hugo Chávez.

El hecho que los dos no dejan pasar la oportunidad de aprovechar el drama hondureño para salir del aislamiento y asumir liderazgo a nivel continental, es fácil de entender. Lo incomprensible es que los demás presidentes latinoamericanos se prestan a este juego, y se dejan reducir a extras en una película cuyo guión está escrito por Castro y Chávez, y para la cual Daniel Ortega y la Chayo prestan su casa como locación.

No hubo ninguna necesidad que todos los presidentes del SICA y del Grupo de Río se prestaran para que Hugo Chávez y Raúl Castro se proyectaran como líderes de un movimiento continental de defensa de la democracia.

No hubo ninguna necesidad que los presidentes y cancilleres reunidos en Managua adoptaran el lenguaje, las medidas y sanciones contra Honduras prefabricadas por la ALBA. Por lo contrario.

Así como los integrantes de la ALBA se reunieron antes para definir estrategia y preparar la emboscada, lo hubieran tenido que hacer los dirigentes democráticos de América Latina. ¿Cómo se les pudo pasar por alto que en el conflicto hondureño, el grupo ALBA es protagonista? Es obvio que Cuba, Venezuela y Nicaragua son parte beligerante y protagonista en el conflicto y tienen mucho qué perder con la salida de Mel Zelaya.

¿Cómo es posible que los presidentes democráticos, que podrían haber jugado un papel de mediación, se dejaran envolver en la estrategia de la ALBA de evitar mediación y pasar directamente a la confrontación?

¿Cómo es posible que el presidente de México, para el cual no está nada en juego en Honduras, no insistió en que primero se hiciera un análisis y se hable con todos los bandos del conflicto hondureño, antes de adoptar sanciones? Mucho menos las sanciones propuestas por los jefes de la ALBA.

¿Y a nadie en esta reunión en Managua le pareció absurdo que Cuba, hace poco en el banco de acusado, hoy se sentara en el banco del acusador contra el militarismo y la represión contra la oposición?

¿Será posible que en Managua ningún presidente planteara que, para hacer un análisis y construir una estrategia de solución del conflicto hondureño, había que rechazar el madrugón que Zelaya, Chávez y Ortega les tenían preparado? ¿Que había que romper el guión escrito en la reunión de la ALBA?

Las reuniones de Managua, más que cumbre de estadistas, parecían la constitución de un sindicato de presidentes. En el centro del debate no estaba cómo resolver la crisis hondureña, sino cómo protegerse mutuamente del peligro de ser derrocados.

¡Qué absurdo! Los únicos presidentes que corren peligro de ser derrocados son precisamente Daniel Ortega, Hugo Chávez y Raúl Castro.

En el caso del teniente coronel Hugo Chávez era evidente: estaba luchando por salvar su propio pellejo. Claro, un presidente que se ha dedicado a cerrar sistemáticamente a la oposición las vías legales para vencerlo en elecciones, por lógica tiene que tener miedo de golpes de Estado, insurrecciones u otras formas de deponer a gobernantes autoritarios.

(El Diario de Hoy)

El cesarismo democrático en América Latina

La última campaña electoral ha confirmado en la Argentina el papel inagotable del cesarismo en las naciones que aún tienen instituciones débiles en América Latina. Es decir, casi todas.

Si se toma la definición de Antonio Gramsci, "el cesarismo expresa siempre la solución arbitraria, confiada a una gran personalidad, de una situación histórico-política caracterizada por un equilibrio de fuerzas de perspectivas catastróficas".

Para el marxista italiano puede haber cesarismos progresistas -Julio César y Napoleón I- o regresivos -Napoleón III y Bismarck-, pero en todos los casos se trata de una salida encabezada por un líder militar, aunque no sólo militar, a una situación desesperada y excepcional.

De ahí que la figura -llámese cesarismo, bonapartismo, bismarckismo- sea tan familiar en América Latina, donde, desde las revoluciones independentistas, la mayor parte de las naciones, castigadas por sucesivas crisis políticas y escenarios de transición, conocieron más caudillos que soluciones institucionales.

Esas tierras han sido fértiles en autócratas de gran popularidad que, en los tiempos modernos, han ido expandiendo y afianzando su poder mediante el control de la corrupción, de la policía y de la facultad para repartir los recursos del Estado como les conviene.

No hay mayor símbolo de cesarismo democrático que el régimen del venezolano Juan Vicente Gómez, uno de cuyos ministros, Laureano Vallenilla Lanz, estableció la validez del término en un libro de 1919. Gómez inspiró a Gabriel García Márquez el personaje del dictador de su sexta novela, El otoño del patriarca, y es la encarnación favorita del hombre fuerte de las tierras pobres para artistas plásticos como Fernando Botero y Pedro León Zapata.

Cuando llegué a Venezuela en 1975, la figura de Gómez seguía ocupando el centro de la imaginación nacional, y ahora, que ha encontrado en Hugo Chávez a su mejor discípulo, casi no pasa semana sin que la oposición invoque el término. Gómez creció al lado de su predecesor, Cipriano Castro, quien inició el siglo XX enfrentando una poderosa amenaza internacional al no poder pagar la deuda contraída con empresas extranjeras expropiadas. Buques de bandera inglesa, italiana y alemana bloquearon el puerto de La Guaira en 1902 y Venezuela logró zafarse de la asfixia cuando invocó la Doctrina Drago, que dictamina la ilegalidad del cobro violento de las deudas por parte de las grandes potencias en detrimento de la soberanía, estabilidad y dignidad de los Estados débiles.

Al convertirse en adalid del nacionalismo, Gómez pudo dar el salto a la vicepresidencia. Cuando Cipriano Castro debió

someterse a una cirugía delicada en Alemania, lo traicionó con un golpe que lo instaló en la jefatura del Gobierno durante 27 años. Allí, en el sillón patriarcal, murió en 1935.

Su ideólogo Vallenilla Lanz, un sociólogo positivista, intentó argumentar que pueblos como el venezolano no estaban capacitados para respirar una atmósfera republicana; sólo "el gendarme necesario" -como definió a su modelo de César- podía sacarlos de la miseria y de la anomia. Dictaminó que "el Caudillo constituye la única fuerza de conservación social" y que "el gendarme electivo o hereditario de ojo avizor" es una necesidad fatal "en casi todas estas naciones de Hispanoamérica, condenadas por causas complejas a una vida turbulenta".

Como eficaz vocero de la ideología oficial, Vallenilla Lanz no se refiere a Gómez en su ensayo de manera directa. Se ampara en cambio en la figura tutelar de Simón Bolívar, quien propuso la presidencia vitalicia. Escribe que Bolívar "nunca abrigó la más ligera esperanza" de que "aquellas constituciones de papel" pudieran establecer el orden. Sus críticos, como el exiliado Rómulo Betancourt, del Partido Revolucionario Venezolano -luego presidente constitucional-, lo llamó "Maquiavelo tropical empastado en papel higiénico". Lejos de ofenderse, Vallenilla Lanz agradeció la comparación con el autor de El Príncipe.

Chávez no es el único heredero de la idea de un César avalado periódicamente por elecciones libres. Decidido a concentrar férreamente todo el poder en sus solas manos, lleva por ahora 10 años en el Gobierno, el mismo tiempo que Carlos Menem.

Figuras como Alberto Fujimori o Álvaro Uribe, por distintas que sean, han visto en la perpetuación presidencial el vehículo para modelar sus países a la medida de sus deseos. Qué decir de Fidel Castro, quien no logró hallar un sucesor que no llevara su sangre.

Si Brasil ha logrado superar, con los Gobiernos de Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva, la herencia del autoritarismo populista de Getulio Vargas, en la Argentina el ejemplo de Perón impregna demasiado al partido que él fundó y que ya se confunde con el Estado.

Ayudan, y mucho, las torpezas de una oposición que muestra menos interés en la construcción de la democracia que en el asalto a los privilegios que confiere la cosa pública, así como parece tener menos convicción para reintegrar a los marginales al mundo de la ciudadanía que en reemplazar a un firmante de los Decretos de Necesidad y Urgencia por otro que haga lo mismo.

Néstor Kirchner, como Gómez, ha intentado prolongar sus planes de hegemonía alternándose con sus parientes en el Gobierno, tal como hizo al decidir la candidatura de la actual presidenta, su mujer. Ahora sale a defender el modelo agitando el fantasma de un conflicto de intereses entre grupos y clases que sólo una figura providencial, el César, podría contener. "Tengan en claro", declaró el líder del justicialismo antes de las elecciones de este domingo pasado, "que (...) no es una elección más. O es la vuelta al pasado para tratar de imponer proyectos que no tienen nada que ver con el pueblo, o es la consolidación de un proyecto nacional y popular que devuelva la justicia social".

Ese juego al todo o nada fue explotado ya por Carlos Menem en 2003. Es, de alguna manera, el juego bonapartista, una de las formas del cesarismo. Luego de las revoluciones de 1848, Luis Bonaparte fue elegido -el primer voto universal en Europa- presidente de la Segunda República Francesa. Sus constantes convocatorias a referendos desnaturalizaron la representatividad republicana y cimentaron su popularidad. El 2 de diciembre de 1851 aplastó a la creciente oposición monárquica al llamar a un plebiscito con la pregunta "¿Queréis ser gobernados por Bonaparte? ¿Sí o No?". Un año más tarde, previa reforma constitucional, se convirtió en emperador autoritario.

La presidenta Cristina Fernández conoce bien la historia de Napoleón III, pues ha citado la obra de Carlos Marx sobre su golpe de Estado, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, evocando la famosa frase según la cual, cuando la historia se repite, primero lo hace como tragedia y luego como farsa. La influencia del estilo cesarista de su marido, para quien disentir equivale a traicionar, amenaza la estabilidad institucional tanto como la falta de ideas de la oposición.

Desde su púlpito partidario, el ex presidente Kirchner no ha vislumbrado otros futuros que el caos o la continuidad del modelo impuesto por la voluntad del César. Nada se ha empobrecido tanto en la Argentina como la imaginación de sus políticos.

(El País, Madrid)

miércoles, 1 de julio de 2009

Golpe en Honduras

Honduras: No hay información porque no hay libertad de prensa

Dice el nuevo régimen hondureño que efectuó el golpe contra Mel Zelaya para defender las libertades cívicas, supuestamente en peligro por la alineación chavista del presidente. Pero desde su primer día, los nuevos gobernantes atentan contra la libertad de prensa.

Se puede entender que un gobierno que llega al poder mediante un golpe decrete limitaciones al derecho a las manifestaciones públicas. Son inherentes al concepto de golpe de estado. Mientras esas limitaciones son provisionales y no incluyen represión violenta, capturas arbitrarias y desapariciones de opositores, no convierten al régimen resultante del golpe en dictadura. No hay suficiente información desde Honduras para tener un juicio al respecto. Eso, precisamente, es el problema: No hay información porque no hay libertad de prensa.

Un golpe que reclama haberse efectuando en defensa de la democracia, no puede atentar contra la libertad de prensa sin deslegitimarse. Sin la posibilidad de los medios de comunicación nacionales e internacionales de realizar libremente su trabajo indispensable de monitoreo, la población nacional y la comunidad internacional están obligados a asumir que detrás del silencio de la censura y de la represión a los periodistas están pasando cosas que no aguantan el monitoreo y la transparencia.

Siempre cuando un gobierno atenta contra la libertad de prensa, hay que asumir lo peor.

Eso está pasando en Honduras, lamentablemente. Se han cerrado medios. Hay amenazas contra periodistas. Hubo capturas de reporteros. Eso es inaceptable. Independientemente de la posición que uno tiene sobre el gobierno de Mel Zelaya y sobre el golpe, como periodista hay que condenar las restricciones de la libertad de prensa y el peligro en que esto pone a los periodistas.

Yo tengo una opinión muy crítica sobre la manera ideologizada en que informa Telesur, pero en el caso de Honduras tengo que admitir: Sin Telesur no sabríamos casi nada sobre lo que está pasando en Tegucigalpa. Es admirable como los equipos de Telesur, a pesar de todos los obstáculos y las agresiones que sufren como cadena vinculada al régimen de Hugo Chávez, se mantienen trabajando, grabando, entrevistando y transmitiendo desde Honduras.

El hecho que Telesur no es objetivo y que sus reportes están llenos de lenguaje partidario, no le quita el mérito de seguir transmitiendo y proveyéndonos de imágenes exclusivas que nos permiten ver lo que está pasando en Honduras. Y tampoco le quita el derecho inalienable de hacer uso de la libertad de prensa.

La libertad de prensa y la inviolabilidad de los periodistas no son condicionados a la objetividad del medio o del reportero. Mucho menos a su buen comportamiento. La misma inviolabilidad gozan los periodistas dóciles que los periodistas que le joden la vida a un régimen. La misma inviolabilidad tienen que gozar los periodistas que dicen la verdad que los periodistas que dicen mentiras. No puede ser que un gobierno decida qué es verdad admisible y qué es mentira – y que en base de eso proceda a censurar, reprimir, sancionar a medios o periodistas.

Y a los señores que acaban de asumir el poder en Honduras hay que decirles: No se metan al negocio de golpes de estado si no aguantan que les pongan cámaras, micrófonos, preguntas hostiles. Quien provoca noticia, es objeto de noticieros y de crítica. Como dicen los gringos: Don’t do the crime if you can’t do the time.

Por otra parte: ¡Qué bueno que los periodistas de Telesur comiencen a sentir –y tal vez entender- qué significa ejercer periodismo de oposición! Tal vez en Honduras, enfrentando gobernantes intolerantes y autoritarios, aprendan a entender a sus colegas de RCTV y Globovisión en Venezuela...

Tal vez aprenden en Tegucigalpa que la libertad de prensa y la protección de los periodistas tienen que ser universales y sin condicionantes políticos. Los equipos de Telesur tienen todo el derecho de transmitir desde Honduras su visión chavista del conflicto. Ojala que esto les lleve, cuando regresen a Venezuela (o cuando viajen a Ecuador, Bolivia y Nicaragua), a defender la libertad de los colegas periodistas opositores...

Aquí en las guerras centroamericanas hemos aprendido esta lección. Hemos defendido a nuestros colegas contra las intolerancias de militares y guerrilleros, de gobiernos de derecha y de izquierda.

Y otra cosa quiero decir a mis colegas de Telesur y a todos los que condenan, con razón, las restricciones al trabajo de la prensa en Honduras: Cosas muy parecidas o peores están pasando en Irán: censura y represión violenta a los medios internos, y serias restricciones a los movimientos de los medios internacionales.

En Telesur, la represión y la censura en Irán aparecen como legítimos instrumentos de defensa de la revolución, y en Honduras son métodos de la dictadura. Pero la verdad, como la libertad, son indivisibles.

Exijo para mis colegas de Telesur plena libertad de movimiento y de expresión en Honduras. Los felicito por su valor y su entrega a nuestra noble profesión. Sé lo que significa trabajar como reportero en territorios controlados por autoridades que te ven como adversario. Lo viví en San Salvador cuando llegué en 1981. Lo viví en Venezuela y en Nicaragua recientemente, en este caso sin correr peligro de perder la vida, sólo el peligro que ningún funcionario te recibe, te habla, te contesta preguntas...

Lo que en cambio les pido a los amigos de Telesur no es objetividad, ni siquiera verdad. No tiene sentido pedirle peras al palo de manzana. Sólo les pido que extiendan la misma solidaridad a sus colegas en Venezuela, Nicaragua e Iran...

(El Diario de Hoy, Observador)

martes, 30 de junio de 2009

Golpe contra el chavismo

El domingo pasado estaba convocado un golpe de Estado en Tegucigalpa. En un país como Honduras, de densidad democrática débil y legalidad de celofán, los poderes transitan sobre el alambre, en riesgo permanente de desplomarse unos contra otros. El presidente hondureño, Manuel Zelaya, del Partido Liberal, que como su nombre indica practica la libertad de explotación, es el último en la ya larga nómina de jefes de Estado latinoamericanos que consideran que un solo mandato -el no reeleccionismo- priva injustamente al pueblo de la repetición de gobernante; de ordinario el mismo que tiene esa preocupación.

La limitación a un solo periodo presidencial tiene gran pedigrí en América Latina. Porfirio Díaz se hizo elegir siete veces presidente de México y gobernó más de tres décadas hasta 1910, y, como él, otros muchos en el continente convirtieron sus mandatos en tiranías corruptas y oligárquicas. Más o menos asegurada la democracia en los últimos 20 años, los presidentes latinoamericanos parecían sentirse de nuevo legitimados para pedir cancha. En 1993, el peruano Alberto Fujimori remendó la Constitución para desempeñar un segundo mandato; al año siguiente, el argentino Carlos Menem hizo otro tanto; le siguió el brasileño Fernando Henrique Cardoso en 1997; y en esta última década, el colombiano Álvaro Uribe, la tripleta chavista formada por Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, y hoy andan dándole vueltas al asunto el nicaragüense Daniel Ortega y el paraguayo Fernando Lugo, ambos en la órbita de Caracas. Y no es la ideología, sino la excelente opinión que los interesados tienen de sí mismos, lo que hace que derechas como izquierdas sueñen con no apear presidencia.

Zelaya experimentó una conversión de instantaneidad paulina: a medio mandato decidió pasarse al socialismo del siglo XXI, y el 25 de agosto pasado firmaba el ingreso de su país en el ALBA, organización creada por Chávez para la integración económica latinoamericana por una vía no capitalista. Sin que eso tenga que desmentir la preocupación social del presidente, únicamente un viraje de este calibre podía facilitarle un nuevo libreto que interpretar; como si fuera un personaje en busca de un autor, que sólo podía ser Hugo Chávez. Y para llevar adelante esa revolución, Zelaya tenía que ganar por pies al establecimiento político y social de su país, que no parece estar para muchos chavismos. Sin esperar a las elecciones presidenciales del 28 de noviembre de este año, el líder hondureño tenía que tratar de poner a sus adversarios ante una evidencia insuperable: un referéndum, anunciado para el pasado domingo 27, en el que la opinión allanara el camino a una futura reelección, que es la que permitiría el desempeño de ese nuevo libreto. El Congreso, en vez de iniciar entonces algún tipo de impeachment, que se demoraría ad calendas, contra el presidente, prohibía el día 23 el referéndum, ante lo que Zelaya destituía de inmediato al jefe de las Fuerzas Armadas, Romeo Vásquez, por no secundar materialmente la votación; y el Ejército, finalmente, cometía el gravísimo delito y terrible error de sacar los tanques, secuestrar al presidente y pasaportarlo a San José. Así es como el domingo estaba convocado un triple golpe: del presidente por querer que hubiera consulta; del Ejército por derrocar al jefe del Estado, y del Congreso por elegir a su presidente, Roberto Micheletti, como sucesor de Zelaya en un interinato hasta las presidenciales.

Pero el combate de fondo se libra entre chavistas y no chavistas. La OEA, la UE, el Parlamento Centroamericano, Estados Unidos, y ¿quién no?, han condenado el golpe y tendrán ahora que poner en cuarentena al nuevo régimen. Hace muy poco no habría costado adivinar la mano de Washington en la asonada, e incluso hoy parece inverosímil que unos militares formados en la Escuela de las Américas actuaran sin conocimiento de la base norteamericana de Soto Cano en Honduras. Pero ni Estados Unidos, ni el Brasil del presidente Lula, ni tampoco media OEA pueden ver con entusiasmo la extensión del chavismo. ¿Ha tendido Zelaya una trampa a sus adversarios? El nuevo régimen hondureño, que sólo aspira a llegar a la cita electoral de noviembre, lo tiene muy difícil. El golpe contra Chávez puede describir una trayectoria de bumerán.

(El País, Madrid)

The Winner in Honduras: Chávez

IN the weeks leading up to Honduras’s coup, President Manuel Zelaya, an ally of Hugo Chávez of Venezuela, knew what he was doing. In pushing the limits of democracy by trying to force a constitutional change that would permit his re-election, he set a trap for the military. The military fell for it, turning an unpopular president who was nearing the end of his term into an international cause célèbre.

Although the coup has popular support in Honduras, it has also allowed Mr. Chávez, who is leading the international response, to claim the moral high ground. The coup leaders, who were trying to prevent Mr. Chávez from bringing Honduras into his fold, may end up giving him more strength in the region.

Mr. Chávez quickly came out in support of Mr. Zelaya. He threatened Honduras with military action and went to Nicaragua, where a meeting of the Bolivarian Alternative for the Americas, the Caracas-led alliance born as an alternative to the American-led Free Trade Area of the Americas, was the perfect opportunity to take charge of the Latin American pro-Zelaya effort.

The Organization of American States later condemned the coup (other Latin American governments followed suit) and its secretary general flew to Nicaragua, where a wider regional meeting was arranged. Mr. Chávez sent an airplane to fly Mr. Zelaya to that gathering, even welcoming him at the airport in Nicaragua’s capital, Managua.

Across the Spanish-language news media, the recurring image of the last two days has been that of Mr. Chávez and his allies working furiously for Honduran democracy. The United States’ more measured response, and the low-profile stance taken by some South American governments, have been lost amid the high-stakes campaign launched by Venezuela’s caudillo.

This is not what Honduras’s establishment, horrified by Mr. Chávez’s increasing influence, intended when it got rid of Mr. Zelaya. It is also a pretty surreal turn of events for those who followed the career of the deposed president. A member of Honduras’s landed oligarchy, Mr. Zelaya came to power in 2006 as the leader of the Liberal Party, a center-right organization. He was a product of the establishment: an heir to the family fortune, he had devoted decades to his agriculture and forestry enterprises, supported the Central America Free Trade Agreement with the United States, and ran for president on a conservative platform, promising to be tough on crime and to cut the budget.

Around halfway into his term, however, Mr. Zelaya had an apparent ideological epiphany and became an admirer of Mr. Chávez. He signed a deal for a generous oil subsidy from Venezuela; last year he incorporated Honduras into the Bolivarian Alternative for the Americas. Soon enough, power went to his head.

As the general elections scheduled for November began to creep up, Mr. Zelaya decided to hold a referendum with the ultimate aim of allowing him to seek re-election. The move violated articles of the Constitution that forbid changes to the presidential limit of one four-year term and establish the legal procedure for constitutional amendments. The electoral court, the Supreme Court, the attorney general, Congress and members of his own party declared Mr. Zelaya’s intention unlawful. Then, on Sunday, the military stepped in.

The ideal solution would be for Mr. Zelaya to return to power and leave office next year, when his successor takes over. However, it is doubtful that the coup leaders will back down. It is also unlikely that, if he were triumphantly reinstated, Mr. Zelaya would give up his re-election scheme. All of this almost guarantees a period of illegitimate rule in Honduras — and of incessant exploitation of the situation by Mr. Chávez, the unlikely champion of Jeffersonian democracy in Latin America.

Álvaro Vargas Llosa is a senior fellow of the Independent Institute and the editor of “Lessons from the Poor.”

(The New York Times)

Héroe por error

Ninguna persona que se precie de tener pensamiento, cultura y compromiso democrático puede apoyar el golpe de Estado en Honduras.

Los hondureños tenían derecho de destituir a Zelaya, pero sin atropellar el ordenamiento legal vigente en ese país. Todas las legislaciones democráticas tienen prevista y regulada la posibilidad de destituir a los mandatarios. A ningún país del mundo se le puede condenar a soportar a un gobernante, si este incurre en flagrantes, graves, tipificadas y comprobadas violaciones de la constitución y de las leyes. Pero una cosa era destituirlo y otra muy diferente fue sacarlo por la fuerza de su casa y expulsarlo del país, porque ninguna legislación democrática permite la condena sin alguna forma orgánica de juicio, y ningún código civilizado establece el destierro como sanción por violaciones a la ley.

Coincidimos, además, con otros analistas al afirmar que el golpe no solo fue ilegal, sino que fue un gravísimo error político. A Zelaya, un gobernante mediocre, sin carisma, en el ocaso de su triste mandato, vergonzosamente servil a los intereses de Chávez y sin respaldo en su propio país, lo hicieron pasar en pocas horas de una indiscutible posición de violador de la ley y usurpador de poderes a una posición de víctima y de héroe, al menos en el plano internacional.

Zelaya no tenía ya en Honduras ni palo en que ahorcarse. Todas las instituciones del Estado habían condenado su actuación: la Corte Suprema, la Corte de Apelaciones, la Fiscalía, la Procuraduría, el Tribunal Electoral y el Congreso, incluyendo a los diputados de su propio partido. Más aún, enfrentaba también la desaprobación de figuras venerables, muy poco sospechosas de veleidades derechistas, tales como el Cardenal Oscar Rodríguez y Don Ramón Custodio, en su calidad de Comisionado Nacional para los Derechos Humanos. Tenía, pues, las horas contadas. Solo había que hacer las cosas bien, aunque no era fácil, para evitar que los acusados se convirtieran en acusadores.

Cualquiera sea su desenlace, la crisis política hondureña deja al menos dos repercusiones importantes para El Salvador: una inmediata, en la medida en que ha exigido un posicionamiento político y diplomático de nuestro gobierno en foros internacionales; otra más de fondo, en clave de futuro y en forma de advertencia del peligro de una estrategia regional bien orquestada en contra del sistema y de las instituciones democráticas de nuestros países.

En relación con la actuación de nuestro gobierno, podemos decir que hasta el sábado la posición era satisfactoria, prudente, sobria, precisa, limpia, lúcida y hasta sofisticada, tanto en las declaraciones del presidente como en el pronunciamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores. Hasta ese momento no hubo apoyo a Zelaya, solo apego al principio de no intervención y cuidadosos votos por el restablecimiento del Estado de derecho. A partir del domingo, la posición siguió siendo respetable pero más complicada y menos limpia, porque se hizo inevitable la condena del golpe y la adhesión a un consenso internacional completamente sesgado hacia la restitución del presidente depuesto.

La segunda repercusión para El Salvador está en el verdadero fondo de la crisis hondureña, que subsiste como grave amenaza para nuestro país. La actuación del gobierno de Funes ha sido respetable, pero la posición oficial del FMLN ha sido desde el inicio una lamentable copia al carbón de las peroratas de Chávez. A la luz de semejante planteamiento, podemos concluir que todavía no estamos vacunados contra el virus de las consultas populares amañadas, contra el virus de la “democracia directa”, que descalifica de un plumazo como “burguesas” a todas las instituciones del Estado y las sustituye por una “voluntad popular” mistificada, cuya expresión se conforma de acuerdo a los designios de los que detentan el poder, sin someterse a mecanismos institucionales o a controles realmente democráticos, efectivos y transparentes.

Cuando se pone en marcha una estrategia de tal naturaleza, a los países solo les queda decidir la forma del suicidio político, tal como ocurrió en Venezuela. A la oposición, aunque sea mayoritaria, solo le quedan dos opciones: participar en la farsa y legitimar la consulta amañada, o abstenerse y allanarle el camino a sus organizadores. El resultado es siempre el mismo: se manipula la consulta, se proclama con bombo y platillo la gran victoria popular, se propone la reforma, se compran los votos necesarios en el parlamento, se aprueba la reelección en la nueva constitución y se instaura la dictadura.

Cuando es posible, como ocurrió en Venezuela, se utiliza una mayoría coyuntural en el parlamento, se utiliza a la Fuerza Armada y se obtiene una resolución de la Corte Suprema. Cuando no es posible, como en Honduras, se inventa otro camino.

En El Salvador tal vez contemos con importantes recursos cuando llegue la hora -que llegará- de resistir el embate. El más importante es el compromiso democrático del presidente y de algunos colaboradores. El otro recurso imprescindible es el fortalecimiento de los partidos de oposición, a los que debe exigirse, a la luz de tan grave desafío, que respondan a las aspiraciones de la gente, que superen sus resentimientos y que supriman de tajo las lealtades oscuras y comprables que los tienen divididos.

(El Diario de Hoy, Observador)

Una segunda carta a Mel Zelaya

Estimado Mel:

cuando te mandé la primera carta el sábado, no creía que te iban a hacer un golpe de Estado. Usted tampoco. Al haberlo sabido, no te agarran en pijamas...

Los dos nos equivocamos: Hubo golpe y te sacaron del país. Y los diputados pusieron a un presidente provisional. Unánimemente. Ni un sólo diputado levantó la mano por vos. Ni siquiera los diputados de tu propio partido.

Igual que vos, no estoy de acuerdo con el golpe. Pero tampoco con vos y tus planes de cambiar la Constitución. Para eso querías hacer el referéndum a huevo, aunque no estaba aprobado por el Congreso, ni por la Corte Suprema, ni por el Tribunal Electoral.

No estoy de acuerdo con el golpe, porque vos y el pueblo hondureño tienen derecho a que te enjuicien como dios y la Constitución mandan. O presentan pruebas que violaste la Constitución - o se callen para siempre.

Los militares no tenían derecho de capturarte y mandarte al exilio. Mucho menos en pijamas. Nadie tenía derecho de ordenar a la Fuerza Armada a romper el Estado de Derecho.

El golpe de Honduras es el típico caso de la medicina que es peor que la enfermedad. La democracia hay que defenderla con más democracia, no con golpes de Estado. El golpe, en vez de salvar la democracia, le termina destruyendo.

Ojala que puedas regresar a Casa Presidencial, para que el Congreso inicie el proceso constitucional para deponerte.

Saludos, Paolo Lüers

(Más!)

De golpes y autogolpes

El 25 de mayo de 1993, el entonces presidente de Guatemala, Jorge Serrano Elías, dio un “autogolpe de Estado” y promulgó las denominadas “Normas Temporales de Gobierno”, por medio de las cuales derogó la Constitución, las cuales fueron invalidadas por la Corte de Constitucionalidad (CC).

Serrano disolvió el Congreso, defenestró a los magistrados de la CC y de la Corte Suprema de Justicia, y destituyó al Procurador de los Derechos Humanos.

Después de dos semanas de resistencia ciudadana, los militares le retiraron el apoyo y lo enviaron a El Salvador. La CC asumió que Serrano había abandonado el cargo y ordenó al Congreso elegir un sustituto que terminara el respectivo período presidencial.

Serrano no había renunciado ni abandonado el cargo. Sin embargo, era un hecho que había incurrido en los delitos de violación a la Constitución y de abuso de autoridad, entre otros, por lo que lo procedente habría sido que el Congreso tramitara en su contra un procedimiento de antejuicio o de desafuero, a fin de que se declarara que había lugar a formar causa penal en su contra. Acto seguido, Serrano habría quedado sujeto a proceso penal y suspenso en sus funciones.

El caso del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, es muy similar al de Serrano, porque se le imputa la comisión de varios delitos. Por ende, lo procedente era que se iniciara el procedimiento de antejuicio o de desafuero en su contra ante el Congreso Nacional, según lo dispone el Artículo 205, inciso 15, de la Constitución de Honduras, a fin de que quedara sujeto a proceso penal y suspenso en sus funciones.

Sin embargo, se siguió el mismo procedimiento que se siguió para defenestrar a Serrano, con la diferencia de que existe una presunta renuncia, con base en la cual se le separó del cargo y se designó al sustituto.

Por consiguiente, si Zelaya es restituido como Presidente de Honduras inexorablemente deberá enfrentar el respectivo procedimiento de antejuicio ante el Congreso Nacional, a fin de determinar si ha lugar o no a formar causa penal en su contra. Si el Congreso Nacional declara procedente el antejuicio o desafuero, Zelaya tendría que enfrentar el respectivo proceso penal y quedaría suspenso en sus funciones.

‘¡Dura lex, sed lex!

(El Periódico, Guatemala)

Honduras


Publicado en Siglo XXI

King Kong llegó a Honduras

Constitución

La Constitución de Honduras establece:

Art. 42.- La calidad de ciudadano se pierde: 5. Por incitar, promover o apoyar el continuismo o la reelección del presidente de la República…

Art. 205.- Corresponden al Congreso Nacional las atribuciones siguientes:

12. Recibir la promesa constitucional al Presidente… concederles licencia y admitirles o no su renuncia y llenar las vacantes en caso de falta absoluta de alguno de ellos…

15. Declarar si ha lugar o no a formación de causa contra el Presidente...

23. Decretar la restricción o suspensión de derechos de conformidad con lo prescrito en la Constitución y ratificar, modificar o improbar la restricción o suspensión que hubiere dictado el Poder Ejecutivo de acuerdo con la Ley…

Art. 237.- El período presidencial será de cuatro años y empezará el veintisiete de enero siguiente a la fecha en que se realizó la elección.

Art. 239.- El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública.

Art. 322.- Todo funcionario público al tomar posesión de su cargo prestará la siguiente promesa de ley: "Prometo ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes".

Art. 374.- No podrán reformarse, en ningún caso … los artículos constitucionales que se refieren al período presidencial, a la prohibición para ser nuevamente presidente de la República, el ciudadano que lo haya desempeñado bajo cualquier título y el referente a quienes no pueden ser presidentes de la República por el período subsiguiente.

Zelaya y Chávez

Manuel Zelaya sigue siendo el presidente legal de Honduras. Luego de los pronunciamientos de la OEA, de la invocación a la Carta Democrática hecha por el embajador hondureño ante la organización y del respaldo de organismos multilaterales al mandatario, su vuelta al cargo es el camino adecuado, el menos traumático y el constitucional.

Aun cuando nadie en la OEA, en los gobiernos latinoamericanos e, incluso, en Estados Unidos, han sido discretos, la vuelta conlleva forzosamente al reconocimiento de los graves errores y extralimitaciones de Zelaya quien, con su desvergonzada entrega a la estrategia internacional de Fidel Castro y Hugo Chávez, sentó las bases de la crisis.

El virus de la reelección presidencial indefinida que contagia a los presidentes de la ALBA es la causa de esta crisis. Zelaya inventó, con ayuda económica y política venezolana, un referéndum personal y como tal lo lanzó contra lo que consagra la Constitución y sostienen los otros poderes del Estado. Desde Caracas llegaron los aviones con el material electoral, un hecho anómalo, intervencionista e inaceptable. ¿Quién dio permiso para eso? ¿Por qué el dinero de los venezolanos se malgasta en exportar el chavismo ruinoso y corrupto? Manuel Zelaya debe regresar, obviamente, pero a someterse a la Constitución y no a seguir los pasos de Chávez, quien le aconsejó alzarse con el poder. En Honduras no se puede ignorar la realidad y lo lógico es que las cosas vuelvan a la misma situación de antes de la crisis. Ello incluye el retorno del jefe militar destituido por Zelaya porque no quiso ser su cómplice en una jugada electoral promovida por los países del ALBA.

Zelaya debe respetar a las Fuerzas Armadas de Honduras que, como en todo país democrático, deben ser apolíticas y no mezclarse en asuntos partidistas como pretendía el mandatario hondureño. No olvidemos que Zelaya perdió el apoyo de su propio partido, del Tribunal Supremo y de la mayoría del Congreso.

No es poca la crisis que generó su desmedida ambición de poder, sus pretensiones de reelegirse indefinidamente y de reformar la Constitución como en Venezuela.

¡Manos fuera de Honduras! (en especial las de Venezuela) sería una buena causa para la OEA. Mientras ese organismo y su secretario general no hablen claro, la democracia irá mal en Honduras. Está bien la prudencia, pero no la abierta complicidad con el golpista Chávez, con el cocalero Morales y el aberrado Ortega.

Está bien que Zelaya regrese a la presidencia, pero a gobernar de acuerdo con la Constitución y no a obedecer consignas dictadas desde La Habana o Caracas. Es el colmo del cinismo que el dictador Fidel Castro alabe la democracia en Honduras y que el golpista Chávez defienda el orden constitucional.

Y algo más es conveniente: que nadie amenace a las Fuerzas Armadas de Honduras, aguerridas y experimentadas, porque esa es la peor receta. A lo mejor le toman la palabra a Chávez y terminan dándonos una paliza porque hoy la FAN está en la carraplana. Dios nos ayude.

(El Nacional, Venezuela)

Defend Democracy

THE ARREST and deportation of Honduran President Manuel Zelaya by the country's military on Sunday was wrong and should be reversed. Quite possibly, it will be: Facing the united condemnation of governments in the Americas, and under heavy pressure from the United States -- on which Honduras depends for aid, free trade and remittances from workers -- the politicians and generals who deposed Mr. Zelaya may not hold out for long. If their goal is, as they declare, to defend the country's democracy, they will have a better chance of doing so if they allow the president to return and at least temporarily resume his post.

The Obama administration, however, shouldn't limit itself to reversing the military's foolish intervention. The crisis in Honduras offers an opportunity to address the more substantial and more serious threat to democracy in the region -- a threat represented, in part, by Mr. Zelaya himself.

Though it might look similar, this was not a 1960s-style Latin American coup in which an authoritarian military toppled popular democrats. Until Sunday, it was Mr. Zelaya who was attempting to undermine democratic institutions, including Congress and the Supreme Court. Elected in 2005 on a right-of-center platform, the Honduran president had lately fallen under the spell of Venezuelan President Hugo Chávez. In an attempt to follow Mr. Chávez's example, he was trying to summon an assembly to rewrite the constitution and overcome the term limits that would have forced him to leave office at the end of this year.

Congress opposed his attempt to hold a referendum, and the Supreme Court ruled it unconstitutional. Yet Mr. Zelaya persisted, trying -- reportedly with Mr. Chávez's material support -- to organize an unofficial poll. When the army commander in chief refused to assist in this effort, the president fired him; the Supreme Court found that unconstitutional as well.

The military's intervention may have the unintended effect of saving Mr. Zelaya. The Congress voted him out of office on Sunday by a large margin; had the generals merely allowed events to proceed according to the rule of law, the president could have been legitimately deposed or isolated. The fear of further intervention by Mr. Chávez may have prompted the rash action; the Venezuelan strongman has made it quite clear that he is eager to meddle in the country's affairs, and he has even threatened military action.

That's one reason the Obama administration should not limit itself to seeking Mr. Zelaya's return to office. It should also speak out more clearly about the abuses that prompted his removal -- abuses that are taking place in other Latin American countries, such as neighboring Nicaragua -- and the people who are actively fomenting the attacks on democracy, such as Mr. Chávez. It's easy enough to join Chile and Brazil in condemning the Honduran military at the Organization of American States. What requires political courage -- and U.S. leadership -- is confronting the forces that brought Honduras to this breaking point.

(The Washington Post)

lunes, 29 de junio de 2009

Obama intenta reinstalar a Zelaya

El Gobierno de Estados Unidos está tratando discretamente de reinstalar en el poder al depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, con el propósito de demostrar su compromiso con la legalidad democrática, y de paso quitarle a Hugo Chávez un argumento con el que amplificar la tensión y la demagogia en la región.

El Gobierno de Estados Unidos está tratando discretamente de reinstalar en el poder al depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, con el propósito de demostrar su compromiso con la legalidad democrática, y de paso quitarle a Hugo Chávez un argumento con el que amplificar la tensión y la demagogia en la región. "Tenemos muy claro que Zelaya es el presidente democráticamente elegido", manifestó ayer el presidente norteamericano, Barack Obama, quien dijo que estaba trabajando con la Organización de Estados Americanos (OEA) y con otros Gobiernos amigos para intentar resolver la situación de forma pacífica.

Las gestiones para detener el golpe se iniciaron ya antes de que éste se confirmara, al conocerse las primeras tensiones entre el presidente y el Ejército, y se intensificaron el domingo, tras las comunicaciones iniciales sobre el arresto de Zelaya, según confirmaron portavoces oficiales estadounidenses.

Desde ese momento, funcionarios norteamericanos han estado en contacto con todas las partes involucradas en la crisis, incluidas las Fuerzas Armadas, en busca de una solución dentro de los cauces constitucionales hondureños, pero esos contactos no han dado frutos hasta el momento. Fuentes oficiales han admitido que, en algún momento, los militares de ese país centroamericano no respondieron a los mensajes procedentes de Washington o del embajador estadounidense en Tegucigalpa, Hugo Llorens.

La prioridad absoluta para la Administración norteamericana en esta crisis es la de despejar cualquier sospecha de que pueda estar involucrada en el golpe, algo que han hecho circular Chávez y sus aliados y que podrían llegar a pensar algunos que aún creen en las teorías sobre la mano negra de EE UU en América Latina.

Para Obama es esencial que el presidente de Venezuela no aproveche esta crisis para extender su poder y su influencia. En su primer comunicado tras el golpe, el presidente norteamericano ya alertó sobre la necesidad de que la situación se resuelva "sin interferencias extranjeras". Existe preocupación en Washington de que Chávez, que ha amenazado varias veces con el uso de la fuerza para frenar el imperialismo, utilice cualquier pretexto para intervenir militarmente en Honduras.

Tal como ahora se contempla, la mejor manera de evitar esos riesgos es la restitución de Zelaya, lo que, aunque no se trata de un personaje que goce de las simpatías de EE UU, demostraría la sinceridad de las intenciones de Obama en el continente.

En ese sentido, Obama dejó claro ayer, en declaraciones a los periodistas tras su entrevista en la Casa Blanca con el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que el movimiento insurgente que depuso de su cargo a Zelaya y lo expulsó del país "no es legal" y representa "un retroceso a los años oscuros" de las dictaduras militares latinoamericanas.

"Sería un terrible precedente si empezamos a retroceder a una era en la que los golpes militares eran el medio de hacer política en lugar de las elecciones democráticas. La región ha hecho un enorme progreso en los últimos 20 años para establecer tradiciones democráticas en Centroamérica y América Latina. No queremos volver al oscuro pasado", afirmó.

Hasta el momento son aún inciertos los pasos que el Gobierno norteamericano está dando para evitar la consolidación del golpe en Honduras. Hoy hay prevista una sesión de urgencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) para intentar una posición común de sus miembros. Una comisión viajará posteriormente a Tegucigalpa.

(El País, Madrid)

De nuevo las repúblicas bananeras

Centroamérica es la región más frágil de Latinoamérica; en ella conviven Guatemala, que fue la dictadura más sanguinaria, El Salvador, el país más violento, dos de los tres más pobres, Honduras y Nicaragua, y, paradójicamente, la más estable de las democracias, Costa Rica. En los 80, Centroamérica sufrió el más sangriento conflicto del continente desde la Revolución Mexicana. Casi medio millón de muertos y varios millones de desplazados en una guerra que duró más de una década. Durante esa guerra se enfrentaron 300.000 hombres entre regulares e irregulares en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En aquellos años Estados Unidos toleró un genocidio en Guatemala, ocupó militarmente Honduras, gobernó El Salvador, hizo la guerra a Nicaragua y terminó invadiendo Panamá con sus tropas en 1989.

Centroamérica fue conocida siempre como tierra de fraudes, cuartelazos, caudillos, dictadores militares, oligarquías voraces, magnicidios y guerrillas. La pacificación de los 90 abrió la esperanza de una institucionalidad democrática duradera, pero el fraude electoral de Nicaragua el año pasado y el reciente golpe en Honduras hacen pensar que las repúblicas bananeras están de vuelta.

Estados muy débiles están recibiendo la embestida simultánea de narco-dólares criminales procedentes de EE UU y de petrodólares ideológicos procedentes de Venezuela. Los primeros compran voluntades para obtener complicidades con el narcotráfico y los segundos compran alineamientos políticos que están rompiendo la unidad de los países: y ambos destruyen a las instituciones. Luego del fraude electoral el Gobierno del presidente Ortega en Nicaragua luce cada vez más como una resurrección del dictador Somoza. Recientemente en Guatemala una víctima acusó al presidente Colom de su asesinato mediante un vídeo grabado previamente. El hecho luce como una perversa conspiración del narcotráfico para derrocar a un Gobierno extremadamente débil.

En El Salvador el primer Gobierno de izquierda de su historia apunta a ser igualmente débil como resultado del conflicto entre un presidente que quiere mantenerse en un centroizquierda, como Lula, mientras su partido, el FMLN, hará todo lo posible por alinearse con Chávez. Pero lo más explosivo ha ocurrido en Honduras, allí la influencia de Venezuela logró polarizar a un sistema de partidos de más de un siglo de existencia, dividiendo como nunca a los hondureños. El resultado ha sido el derrocamiento del presidente Zelaya mediante una acción ejecutada por las Fuerzas Armadas con la aprobación unánime del Congreso, de la Corte Suprema de Justicia y de todos los partidos políticos, incluido el del propio presidente.

En Honduras se ha roto la cuerda de un conflicto geopolítico que viene creciendo en toda Latinoamérica, cuando Chávez se mete lo mismo en Colombia, que en Perú, Argentina o Bolivia. Honduras, una sociedad conservadora, de cultura política provinciana y primaria, de larga tradición golpista y con una izquierda también conservadora y pacifista, fue sometida a los debates del modelo bolivariano de reforma constitucional, reelección y socialismo del siglo XXI. El miedo es el motor de todos los conflictos y Honduras no es la excepción. El miedo que generó el acercamiento del derrocado presidente Zelaya al coronel Chávez condujo a que la clase política hondureña hiciera lo que sabe hacer en esos casos. Enjuiciar al presidente era demasiado sofisticado para Honduras. Ahora el problema se ha vuelto mucho más grave, ya que ningún presidente latinoamericano quiere llegar en pijama a otro país.

Sin duda hay que rechazar el golpe, pero la comunidad internacional debe tener en cuenta que las políticas autoritarias en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela se han convertido en una seria provocación para las fuerzas conservadoras y centristas de toda la región. Las expropiaciones de empresas, los cierres de medios de comunicación, la intimidación callejera, las arbitrariedades judiciales, las reelecciones perpetuas y los fraudes son como golpes de Estado graduales. La polarización ideológica chavista está debilitando sociedades amenazadas por miles de pandilleros y poderosos carteles. Centroamérica puede convertirse en un bastión del crimen organizado que dé refugio a mafiosos y terroristas en medio de un caos y una inseguridad endémica que genere millones de emigrantes.

La comunidad internacional es determinante para salvar a la región, pero el problema es más complicado de lo que parece. No es sólo de instituciones violentadas, sino de provocaciones, miedos y reacciones ya desatadas. La región necesita un plan de despolarización ideológica y otro de defensa integrada de su seguridad. En Centroamérica ya hubo guerras y revoluciones y la desmilitarización acelerada de Guatemala entregó ese país al narcotráfico. En el fondo está la viabilidad de pequeños Estados con economías de juguete manejados como fincas por sus caudillos. Centroamérica hubiese sido mejor como una sola república, pero británicos y estadounidenses se empeñaron hace dos siglos en dejarlas como repúblicas bananeras para poder controlar el Estrecho. Ahora, estos Estados son tan débiles que no pueden defenderse por sí mismos e igual los puede comprar un narcotraficante como el Chapo Guzmán o un dictador petrolero como Chávez.

(El País, Madrid)

Golpe contra la pared

Golpe es golpe. Lo que pasó este domingo en Honduras, ha sido un golpe de Estado. El presidente metió al país en una crisis institucional y atentó contra la Constitución. Pero el parlamento, las cortes y la fiscalía tienen instrumentos legales suficientes para resolver esta situación. No tienen porque involucrar a los militares en una aventura golpista. No tienen porque usar la fuerza militar para expulsar del país al presidente. Recurriendo a estas medidas que rompen con el orden constitucional y con el estado de derecho, los militares y las autoridades civiles detrás de ellos proporcionan al país una medicina que es mucho más dañina que la enfermedad.

La inconstitucionalidad que cometió el presidente Zelaya con la ejecución de su encuesta-referéndum, requería de respuestas estrictamente apegadas a la Constitución. Estas medidas probablemente hubieran llevado a la sustitución del presidente y a su detención. Pero sustituir a un presidente, por las vías establecidas en la Constitución, es una cosa, y el golpe de Estado es otra. Es ilegal y en vez de resolver la crisis, la complica. Ejecutar una orden judicial de captura es una cosa, la captura del mandatario por efectivos militares y su expulsión del país es otra. Es ilegal.

Aparte de ilegal, el golpe es una estupidez política. No existía ningún peligro que Mel Zelaya consumara su intención de pervertir el orden constitucional. El sistema político hondureño estaba suficientemente consolidado -y unido- en torno a la defensa de la Constitución para hacer fracasar los planes de Mel Zelaya de convocar a un referéndum, en noviembre, para establecer una Asamblea Constituyente.

Por más intenciones anticonstitucionales y autoritarias que tenga un presidente, si no controla los demás órganos del estado (Congreso, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Electoral, Fiscalía) y tampoco tienen el apoyo de la Fuerza Armada, ¿qué gran peligro puede representar para la democracia?

Mel Zelaya había perdido el apoyo hasta de su propio partido. No tiene ni un sólo diputado que lo defenda. ¿Cuál es la emergencia nacional que obliga a usar un golpe de estado para pararlo?

Es obvio que este golpe tampoco es el golpe militar clásico, con el cual los militares durante décadas han asumido el poder político y establecido dictaduras militares en muchos países de América Latina. Los militares hondureños no están haciendo nada parecido. No habrá dictadura militar en Honduras. No hay indicios de represión.

Los militares hondureños cometieron el grave pecado de facilitar, con fuerza militar, una sustitución forzada del presidente. Los militares, a esta altura del proceso democrático de América Latina, debieran tener claridad que no tienen el derecho de jugar este rol. Que nadie –ni los poderes legalmente constituidos como la Corte Suprema, la fiscalía o el Congreso- tiene el derecho de exigirles que juegen este rol.

Con la misma legitimidad que los militares se negaron a ejecutar la orden del presidente de apoyar institucionalmente un referéndum inconstitucional, hubieran tenido que rechazar rotundamente la solicitud de servir como fuerza de choque para resolver un problema institucional con medidas ilegales. Independientemente de quien provino esta solicitud, era el deber de los militares rechazarla.

Era el deber de las instituciones civiles de Honduras resolver la crisis con procedimientos constitucionales. Si eso no era posible con Mel Zelaya, había que hacerlo sin él o incluso contra él. Pero sin ruptura del estado de derecho.

Si el Congreso, con la unanimidad impresionante que mostró después del golpe para llenar el vacío de poder, hubiera actuado para resolver la crisis, la democracia de Honduras hubiera salido fortalecida. Hoy resulta debilitada - y el país al borde de la ingobernabilidad.

(El Diario de Hoy, Observador)