Ustedes tienen el poder de marcar rumbo con los premios que otorgan. Detrás de los premios Nobel, sobre todo de Paz y de Literatura, hay una enorme autoridad ética e intelectual. El peso mundial de los Nobel les da un gran poder a ustedes, quienes año por año escogen entre cientos de personalidades a los mejores. Para nosotros, los mortales, resulta difícil criticar los criterios que aplican. Pero nadie es infalible…
A mi humilde criterio, esta vez acertaron con el Nobel de Literatura, y fallaron con el Nobel de Paz.
El jurado noruego al cargo del Nobel de Paz quería premiar los esfuerzos de los colombianos por superar una estúpida guerra de 52 años y alcanzar la paz. Implacable decisión. Pero no es al presidente Santos a quien tenían que premiar. Pocas veces son los poderosos, los presidentes, que merecen ser premiados. Si ustedes hubieran dado el Nobel de Paz 2016 a las víctimas de las FARC, de los paramilitares y de los excesos represivos de la Fuerza Armada que se unieron para apoyar una paz con justicia y reconciliación, mejor servicio hubieran dado al proceso de paz en Colombia.
Valorar el papel de los políticos como Santos o Uribe es tarea del pueblo colombiano – y este jurado todavía todavía no tiene veredicto. Intervenir con el Nobel de Paz para Santos en la disputa interna de los colombianos sobre el cómo de la paz, no es tarea de ustedes, y compromete el prestigio moral del Nobel, igual como lo hizo su decisión de premiar a Barak Obama.
En cambio, me encanta la decisión sabia que tomó el jurado sueco al dar el Nobel de Literatura a Bob Dylan.
Franz Josef Wagner, el columnista alemán a quien robé la idea de las cartas, escribió en su “Correo de Wagner”:
Querido Bob Dylan: Te escribo escuchando “Blowin’ in the wind”. Lo escuché por primera vez en los años sesenta. Fue una locura: Todos escucharon esta canción. Fue nuestro himno. “Blowin’ in the wind” fue un medio de transporte, nos movilizó, nos transformó. La canción resultó más poderosa que las armas. En los años sesenta reinaba la guerra de Vietnam. Ya era tiempo que Bob Dylan recibiera el Nobel de Literatura. “Blowin’ in the wind” es gran literatura. Literatura no es escribir bonito. ¿Cuántos idiotas no figuran en los ranking de los bestsellers?Tuve la suerte de estudiar literatura con un gran escritor y maestro, Walter Höllerer, quien fundó en la Universidad Técnica de Berlin el “Instituto del Lenguaje en el Siglo Tecnológico”. Nos puso a analizar, con los métodos de la lingüística y de la ciencia de la literatura, formatos como películas, reportajes, música Rock, comics, telenovelas, películas, spots de televisión – a la par de novelas, poemas, y obras de teatro. En este instituto se prepararon futuros escritores, catedráticos, dramaturgos, editores, periodistas, directores de cine – y Höllerer nos obligó a todos explorar el potencial de todos los formatos de la literatura.
Me tocó escribir, como tesis, un análisis sobre como el nuevo lenguaje combinado de fotografía, música pop, y reportaje de guerra marcó la manera como mi generación, en todo el planeta, procesó la guerra en Vietnam. En esta investigación, Bob Dylan y el fotógrafo Eddie Adams de AP (quien hizo la foto del jefe de la policía de Sur Vietnam ejecutando a un prisionero) jugaron un papel mucho más importante que Jean Paul Sartre, Bertrand Russel y Julio Cortázar con su “Vietnam Tribunal.
Cité estas líneas de Bob Dylan: “There’s the battle outside raging/It’ll soon shake your windows and rattle your walls/For the times they are a-changing/Come mothers and fathers/throughout the land/and don’t criticize/what you can’t understand/your sons and daughters are beyond your command” (“ahí fuera está rabiando la batalla/pronto sacudirá sus ventanas/y hará temblar sus muros/porque los tiempos están cambiando/vengan padres y madres/de todo el país/no critiquen lo que no saben entender/sus hijos e hijas están fuera de su control”) – y otros versos de John Lennon, Edwin Starr y Jimmy Hendrix…
Felicidades por la valiente decisión del jurado sueco ampliar el concepto de literatura; y un llamado al jurado noruego que no sigan usando criterios de conveniencia política para otorgar el Nobel de Paz.
Disculpen el atrevimiento, pero los premios Nobel son patrimonio de la humanidad.
Saludos,
(MAS/El Diario de Hoy)