Publicado en EL DIARIO DE HOY, sábado 13 febrero 2021
Por unos cuantos votos más, Bukele puso en riesgo las buenas relaciones con los países amigos. Por lo menos fue su cálculo que con la foto una sala de Casa Presidencial llena de embajadores, iba a ganar unos votos y tal vez salir de la crisis, en la cual está su imagen a raíz del 31 de enero. Ese día, encargados de seguridad del ministro de Salud y su vice atacaron a balazos un camión, sólo porque llevaba banderas de un partido opositor. La manera como el gobierno, usando ilegalmente la PNC, obstaculizó las investigaciones de la fiscalía profundizaron la crisis. Y así llegó Bukele al 9 de febrero, día que toda el país revivió las imágenes de los militares, que por órdenes del presidente, tomaron la Asamblea Legislativa. Más crisis. Y para colmo, Bukele cometió el error de principiante de viajar a Washington, sin la debida gestión preparatoria, queriendo hacerse fotos, para su campaña electoral, con funcionarios del gobierno Biden. Como era de esperar, lo dejaron con los colochos hechos. Así que había que producir otras fotos: las de los embajadores acreditados en El Salvador. “Presidente Bukele recibe respaldo internacional a través de embajadores”, titularon los ‘diarios’ digitales de Casa Presidencial.
Algunos votos pudo haber ganado con esta movida. Pero el costo es altísimo.
Un presidente puede convocar con emergencia al cuerpo diplomático acreditado en su país. Pero tiene que tener una muy buena razón. Una emergencia, una crisis, un anuncio sobre una decisión de suma importancia, un informe sobre un asunto de mutuo interés de los países representados.
Pero convocar de emergencia a los embajadores, sólo porque el presidente necesita para su campaña electoral una foto con ellos, es un insulto. Tampoco un presidente puede convocar a los embajadores para darles mensajes tan ridículos como “La prensa internacional miente” y “un diputado opositor está intentando a hacerme un golpe de Estado, pérfidamente solicitando aplicarme un mecanismo contemplado en nuestra Constitución”.
Con este discurso, acompañado con los usuales insultos a la oposición política, a los miembros de la Asamblea y los medios de comunicación independientes y sus periodistas, no sólo hizo el ridículo, sino sembró serias dudas de su capacidad para ejercer su cargo. Irónicamente, una de sus denuncias fue que se propuso someterlo a un examen psicológico para ver si es mentalmente apto para ejercer el poder. Ahora, varios de los embajadores habrán salido de esta reunión admitiendo, por lo menos a si mismos, que comparten estas dudas...
Daría mucho por conocer los informes que los embajadores han mandado hoy a sus respectivas cancillerías sobre esta extraña reunión en Casa Presidencial.
Por unos cuantos votos más, el inquilino de Casa Presidencial está dispuesto a poner en riesgo el respeto de los embajadores y de los gobiernos que representan. Y uno se pregunta: ¿Realmente necesita estos pocos votos adicionales, o todo es asunto infantil de un ego inseguro?