sábado, 19 de mayo de 2018

Carta a los magistrados electorales y muchos otros: No le den pretextos al remedo de redentor

Bukele quiere hacerse la víctima. No le hagan el favor.

Para el que pretende proyectarse como redentor (contra ‘el sistema’, ‘la corrupción’, 'la clase política’, ‘la partidocracia’, ‘la oligarquía’, ‘la dictadura de los medios’…) siempre sale beneficioso poderse presentar como víctima de tales poderes.

Recomiendo al Tribunal Electoral hacer horas extras para ratificar lo más antes posible las firmas que presentó Nuevas Ideas para constituirse como partido. Aprovechar al máximo el plazo que concede la ley sería un torpe abuso de poder, que Bukele puede interpretar -con cierta razón- como obstrucción.

Nadie tiene dudas que en los libros que presentaron hay más de 50 mil firmas válidas. Ratifíquenlas. Al populismo hay que vencer en las urnas, no en la burocracia.

Si la ley permite interpretarse así, dejen que haga sus primarias y se inscriba de candidato de Nuevas Ideas. ¿Qué rédito político tendrán ‘elecciones primarias’ de un movimiento que nació con un líder-candidato, mucho antes de tener cuerpo orgánico, plataforma ideológica, principios y programa político? Hasta las primarias del FMLN entre los Martínez tendrán más credibilidad democrática.

Si la ley no permite que se inscriba como candidato de Nuevas Ideas, no le pongan ninguna traba para inscribirse montado sobre uno de los partiditos. No se les ocurra cancelarlos. Dejen que Bukele se suba a estos barquitos podridos y se hunda con ellos al zarpar al movido mar electoral.

El mismo mensaje va a todos que pretenden inhabilitar la candidatura presidencial de Bukele con juicios. El juicio de la manzana ante el ‘Juzgado Especializado de Instrucción para Una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres’ es una locura. La legislación que dio vida a este tribunal no fue creada para que nadie le pueda decir ‘traidora’ a una política o funcionaria. Es para perseguir abusos serios contra las mujeres, como pasan todos diariamente. Es una farsa aplicar esta legislación al pleito entre Bukele y el FMLN dentro del Consejo Municipal. Apelar la sentencia absolutoria y revivir este caso fue otra decisión torpe del fiscal general. Es cierto que Bukele le ha faltado el respeto con su tarimazo frente a su oficina. Fue de mal gusto, pero está dentro del marco de la libertad de expresión. No trate de desquitárselo reviviendo una acusación ridícula.

A los magistrados de la Corte Suprema y su Sección de Probidad les recomiendo mucho cuidado con el caso Bukele. Si hay indicios de enriquecimiento, procedan. Pero cuidado, no le apliquen criterios que no están aplicando a otros funcionaros. Si no pagó impuestos sobre los pagos que le hizo la empresa familiar de publicidad, déjenlo en manos de Hacienda.

Queda el caso de la clonación de los periódicos. Hasta ahora, a pesar de toda la tinta derramada sobre su troll center, lejos de hacerle daño político le ha ayudado a Bukele proyectarse como hombre que desafía a los poderes facticos y mediáticos. Ya Funes aprovechó esta imagen. Siempre he pensado que estas estrategias demagógicas hay que enfrentarlas políticamente, no en las cortes. Para los medios, esto significa ser acuciosos y no dejarle pasar a Bukele y sus instrumentos de desinformación ninguna mentira. La demagogia se enfrenta con buen periodismo, no corriendo a la fiscalía.

Moraleja: Este hombre desafía a todos, a todo el sistema político, y en las elecciones del 2019 hay que vencerlo entre todos, de una vez por todas. Pero en contienda limpia, como corresponde en el sistema que queremos defender.

Saludos,

(MAS! / El Diario de Hoy)

viernes, 18 de mayo de 2018

Mayo 1968. Columna Transversal

El filósofo y escritor español Fernando Savater, en una columna sobre la rebelión antiautoritaria conocida como “Mayo ‘68”, escribió algo muy cierto: “Las agitaciones del 68 no transformaron el mundo, sino que fueron el síntoma indudable de que el mundo ya había cambiado”. Por supuesto, esto no sabíamos cuando casi de forma sincronizada salimos a las calles en mayo 1968 en París, Berlín, Praga, México DF, Berkeley/California… Claro que queríamos cambiar el mundo, y a cualquiera que expresara dudas sobre esta empresa lo mandamos al carajo.

Hoy, medio siglo más tarde, somos un poquito más sabios y también más tolerantes. Sin embargo, en ese momento no fue un error ser exigentes y hasta arrogantes. No fue un error rechazar las reformas y demandar la revolución. Ese empuje idealista y absolutista fue necesario. De otra manera —más prudente, más moderado, más civilizado y tolerante— nuestro movimiento no se hubiera propagado por el mundo. Empezó en París, se dio en Berlín hasta en Praga, del otro lado de la ‘cortina de hierro’. Sin el empuje radical, no se hubiera propagado de las universidades a las escuelas y hasta las fábricas y sindicatos, como pasó en Francia e Italia.

Las sociedades estaban cubiertas del manto de silencio: sobre los pecados de la generación de nuestros padres, el fascismo, las dictaduras, el colonialismo, las guerras de Argelia y de Vietnam, las dictaduras. Esta prohibición de pensar y cuestionar no la podíamos romper con buenas maneras. Había que gritar fuerte, había que tomarse las universidades – y cuando esto provocó la represión policial, había que tirar piedras. El discurso tenía que ser radical, había que pedir lo imposible, porque la sociedad y la cultura que encontramos habían declarado imposible todo tipo de cambio

Por supuesto que fuimos injustos con muchos que durante toda su vida habían luchado contra las dictaduras de izquierda y derecha: socialdemócratas, cristianos, intelectuales. Pero los vimos acomodados o cobardes, algunos incluso corruptos. Les gritamos para despertarlos, porque los vimos pasivos. Los insultamos, porque nos pidieron paciencia y buenos modales. A dos de ellos, a mi profesor de literatura Walter Höllerer y a Willy Brandt, el gran hombre de la socialdemocracia alemana, les pedí disculpas años después. Ambos me dijeron que no lo tomaron personal y que teníamos derecho de ser exigentes con ellos.

Evidentemente no hicimos ninguna revolución y no botamos ningún gobierno. Pero el movimiento del ‘68 revolucionó la manera como las sociedades trataron la educación, la sexualidad, la relación entre los géneros, el medio ambiente. Fue más una revolución cultural que una política-institucional. Provocamos los cambios culturales necesarios para el progreso de las sociedades, incluso de la productividad y la competencia libre. Nuestro rechazo al nacionalismo y nuestro comportamiento cosmopolita pavimentaron el camino para la posterior globalización, para la integración europea y para el sistema de Naciones Unidas y de los Derechos Humanos.

Todo lo anterior lo logramos apreciar décadas después, luego del fracaso de muchas tendencias erráticas que también surgieron del seno del movimiento antiautoritario del ’68, una vez que su impulsó se agotó: la constitución de absurdas sectas marxistas-leninistas, que pervirtieron el ideal antiautoritario y se alinearon con dictaduras; los núcleos de lucha armada en sociedades democráticas como Italia, Gran Bretaña, España y Alemania, que traicionaron todos nuestros ideales al deslizarse al terrorismo.

Pero también nacieron, de la misma raíz, movimientos indispensables y (como la historia mostró) indetenibles, que lograron poner al centro de la agenda de muchos países los derechos humanos, la igualdad de género, la ecología, la reforma educativa. Muchos de los protagonistas del ’68 fueron fundadores de estos movimientos. Otros ingresaron a los sindicatos o la socialdemocracia, para consolidar y refrescarla cuando tuvo que redefinirse luego de la caída del muro y del imperio soviético. En los países del imperio soviético, como Hungría, Polonia y Alemania Oriental, alimentaron los movimientos ciudadanos que catalizaron la caída de los regímenes comunistas.

En Latinoamérica, la influencia del ’68 fue menor. Sin embargo, fue instrumental para el surgimiento de algunas guerrillas menos ortodoxos y más libertarios, como el ERP salvadoreño, los Montoneros de Uruguay, el M19 colombiano y el PRV venezolano de Douglas Bravo. Son las guerrillas que han sabido construir la paz antes de que su lucha se volviera obsoleta.

El eje central del ’68 fue el enfrentamiento al autoritarismo, de derecha y de izquierda. Esta idea sigue vigente y permite puentes entre la izquierda democrática y los verdaderos liberales. Puentes que todavía hace falta terminar de construir…

Lea también la columna de Fernando Savater:
El 68 visto a los 70

(El Diario de Hoy)

jueves, 17 de mayo de 2018

Carta a los bien intencionados que hacen el mal

Estimados miembros del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia:
Con contadas excepciones, no dudo de su buena voluntad. Decidieron darle el beneficio de la duda al gobierno. Aceptaron su invitación a formar parte de un Consejo participativo supuestamente encargado a diseñar soluciones integrales al problema de la inseguridad, violencia y delincuencia. Es difícil decir no cuando hablan de diálogo, concertación, participación ciudadana y paz.

Lo criticable no es que se hayan incorporado, aunque este Consejo nació con fallas de origen, la principal su falta de autonomía. Fue desde el principio un Consejo de Casa Presidencial, no de la Sociedad Civil. Otra falla fue que el gobierno lo compuso con el principio de representatividad, no de capacidad. La consigna: Por más sectores representados, mejor. Idóneo es quien me cubre las espaldas. Un Consejo con este diseño sirve para dar oxígeno político al gobierno, no para diseñar soluciones.

Lo que cuesta entender es que luego de tres años y múltiples fracasos todavía forman parte de este Consejo y avalan lo que ya se reveló que es una farsa. Bueno, muchos se han retirado, pero esta carta va a los que todavía ayudan al gobierno a mantener viva y vender como logro esta farsa.

¿Por qué digo farsa? Porque el gobierno nunca tuvo intención de supeditar sus políticas de seguridad pública a los debates, planes, propuestas de este Consejo. De hecho, esto sería imposible. Un gobierno puede crear un Consejo de expertos para que le asesore y evalúe sus políticas, pero jamás le puede delegar responsabilidades – mucho menos a un Consejo que no está compuesto por expertos. La función de este Consejo -y por tanto de sus miembros- es meramente política y de imagen: crear la falsa percepción de que las políticas de seguridad (y sus fracasos), no son responsabilidad del gobierno que las impulsa, sino de la sociedad entera. Lo que es falso. Primero porque es una ficción que ustedes representan la sociedad; y segundo porque el gobierno de todos modos implementa otros planes que nunca puso a discusión en el Consejo – porque son planes inconfesables que nacen del mundo de sus equipos de inteligencia política, no de una concertación. Planes de militarización del conflicto y de la PNC. Planes que ante la incapacidad de aplicar adecuadamente la ley contemplan medidas extralegales, incluyendo ejecuciones extralegales. Todo lo que ustedes discuten: prevención, rehabilitación, reinserción, inclusión, atención a las víctimas… es adorno, porque este gobierno no está dispuesto a cambiar sus prioridades. Para hacer prevención de verdad, el gobierno tendría que abandonar su esquema de gasto social clientelista – y no está dispuesto hacerlo. Para facilitar la reinserción e inclusión, tendría que abandonar sus intenciones de golpear a las bases sociales de las pandillas – hasta que se alineen al Frente, o hasta exterminarlas.

Lo que me provocó escribir esta carta es lo que leí sobre la visita que varios de ustedes hicieron a Los Angeles, para estudiar el modelo que en esta ciudad han desarrollado para enfrentar la violencia de las pandillas. Es un modelo diametralmente contrario al implementado aquí por el FMLN. También a las que practicó ARENA cuando gobernaba. En Los Angeles priorizan el diálogo y la mediación, instrumentos que ustedes han permitido y avalado que el gobierno nuestro haya diabolizado y vetado.
Si ustedes realmente han entendido lo que les enseñaron en Los Angeles, a su regreso deberían disolver este Consejo Presidencial, recuperar su autonomía y crear una iniciativa de la sociedad civil para elaborar conceptos alternativos que debería adoptar el siguiente gobierno.


No dejen al próximo presidente la tarea de dar sepultura a esta farsa. Les toca a ustedes hacerlo. Y así dejarían el camino libre a que el próximo gobierno arranque bien.

Saludos,

(MAS! / El Diario de Hoy)

 

martes, 15 de mayo de 2018

Carta sobre Nicaragua: Libertad sin sermón ideológico

Cuando comenzó la crisis nicaragüense, escribí en mi carta a los nicas: “Una vez que el espíritu salió de la botella, no habrá manera de volver a meterlo.”

Hoy, un mes más tarde, esto ya se hizo evidente. Se manifiesta en las calles de las ciudades de Nicaragua, este fin de semana en Masaya. ¿De qué espíritu estamos hablando? Del espíritu de rebeldía que durante años estuvo dormido, y que de repente se volvió a despertar. ¿Por qué estuvo dormido tanto tiempo, a pesar de los evidentes abusos del poder por parte de Daniel Ortega y su clan? Porque una generación entera -la de la post revolución, la post contrarrevolución, la post guerra- estaba paralizada. Estaba entrampada en el esquema revolución-contra, pro soberanía-pro imperialista. No podía haber rebeldía, y ni siquiera una oposición consistente, contra un gobierno vestido del manto del sandinismo y de la defensa de la soberanía nacional.

El gobierno de Ortega hizo todo lo posible para mantener vivo y vigente este esquema de polarización. Cada manifestación de oposición y de crítica fue deslegitimizada de antipopular y pro imperialista – y callada, mientras los opositores fueron empresarios, sandinistas disidentes y liberales progresistas.

Tuvo que crecer una generación que ya no piensa en estas coordenadas. Los que ahora se movilizan en las calles, aparte de aparentemente no tener miedo a la represión, no tienen miedo a las etiquetas políticas e ideológicas. Les dicen ‘burguesitos’ o ‘lacayos del imperialismo’ – y les resbala. Les tildan de ‘traicionar a la patria’ – y no les causa ningún complejo, ni siquiera les provoca defenderse. Simplemente no piensan en estas categorías de patria, soberanía, revolución. Por tanto, no se sienten traidores a nada.

Piensan en otras categorías, donde la libertad no es un concepto político relacionado con la soberanía nacional, sino con los espacios personales y culturales que se sienten amenazados por un gobierno que quiere cubrir todo de una salsa ideológica que les parece insufrible. A esta generación de jóvenes no los van a detener denunciándolos de enemigos de la patria y de la revolución. Los tendrían que parar a pura fuerza, en última instancia de las armas – pero por lo menos la Fuerza Armada ya manifestó que no tendrá parte de esta empresa. Malas cartas para Daniel Ortega y sus cómplices.

Tampoco me parece que hay que idealizar a estos jóvenes. Puedo entender las emociones que esta rebeldía provoca a alguien como Sergio Ramírez, el ex vicepresidente de los tiempos revolucionarios del sandinismo, luego de tanta frustración de ver a esta revolución tan romantizada convertida en una nueva dictadura de un nuevo clan mafioso. Sergio escribe en Twitter: “Al devolvernos la moral, los jóvenes de Nicaragua nos han devuelto la vida. Con esta juventud sin mancha, volvemos a renacer. Con ellos nace por fin el nuevo siglo.”

No sé si estos jóvenes representan una ‘juventud sin mancha’. Es más, no sé si para derribar a un régimen tan obsoleto como el de los Ortega se necesita una ‘juventud sin mancha’, que se sacrifique para ‘devolver la moral’ a una generación que se ha dejado comprar la moral y la dignidad. No es esta la intención de esta generación, sino simplemente ser libres para vivir como quieren, y también liberarse de este interminable e insufrible sermón sobre revolución, patria, y moral que han escuchado de sus gobernantes, pero también de los círculos opositores.



Mancha o no, esta juventud no va responder a llamados ideológicos de ninguna índole. Y esto es lo que la hace tan simpática y fuerte.

Vea también:
Carta a los nicas: Al fin rebalsó el vaso. De Paolo Luers

(MAS! / El Diario de Hoy)


domingo, 13 de mayo de 2018

“La gente quiere cambios, pero también estabilidad”. Una conversación política de Paolo Luers con Sonia Sierra, diputada del ‘Parlament de Catalunya’

En España, Ciudadanos, el ‘Partido de la Ciudadanía’, ha crecido elección tras elección, encuesta tras encuesta. Ya desplazó a los socialistas, los nacionalistas y Podemos, con posibilidad de relevar al Partido Popular de Mariano Rajoy del poder. Para entender este fenómeno se solicitó una entrevista a Inés Arrimadas, una de las principales figuras líderes de este partido. Era mal tiempo para hablar con ella: Como jefa de oposición en el Parlament, estaba inmersa en las últimas negociaciones para resolver la crisis de ingobernabilidad en Cataluña. La conversación al fin se hizo con Sonia Sierra, una profesional de educación convertida en diputada y dirigente de Ciudadanos.
Sonia Sierra, diputada por Ciudadanos en el ‘Parlament de Catalunya’

¿Adonde está situado Ciudadanos en el espectro político? Parece una novedad: el centro reaccionando a la crisis del bipartidismo. Normalmente, para romper al bipartidismo clásico, los movimientos se originan desde los polos, o muy de izquierda o muy de derecha. Pero a diferencia de Podemos, que se ubica a la izquierda del PSOE y cuestiona el sistema político, Ciudadanos se ubica en el centro defendiendo al sistema. ¿Cómo surgió esto?
Ciudadanos nace en Cataluña, como reacción al nacionalismo. Gran parte de los políticos catalanes son nacionalistas, estén en el partido que estén. En el momento que los socialistas alcanzan el poder, después de muchísimos años de gobiernos nacionalistas, los socialistas continúan con el nacionalismo. Pero hay un grupo enorme los ciudadanos que no comulgamos con el separatismo catalán y nos sentimos huérfanos, nadie nos representaba, y surge Ciudadanos. Primero es una reacción al nacionalismo, sobre todo porque los partidos de izquierda son tan nacionalistas como los partidos de derecha llamados nacionalistas. Se forma una plataforma ciudadana, que después dará lugar a en partido. Es una plataforma ciudadana que apunta a ciudadanos provenientes de diferentes espectros en el arco ideológico, y finalmente se acaba constituyendo un partido a nivel nacional, que ocupa un espacio que no tenía representación en España. Es un espacio de centro, liberal y progresista, que lucha tanto contra el populismo nacionalista como contra el populismo de izquierda, que son las dos amenazas que tenemos ahora mismo.


Ciudadanos versus Podemos


Interpreto que Ciudadanos juega un papel de contención frente a tres peligros para la democracia española: la inmovilidad del Partido Popular, combinada con la corrupción y la falta de apertura democrática; los movimientos separatistas, sobre todo en Cataluña; y el populismo de Podemos y su intención de capitalizar el descontento que ha surgido con el bipartidismo para cuestionar todo el sistema político nacido de la transición democrática. ¿Es así?

Sí. Vamos por partes. Podemos hace un diagnóstico, hace protesta, pero no hace ningún tipo de propuesta. No son capaces de pasar de la protesta a las soluciones. En cambio, Ciudadanos hace un diagnóstico de las cosas que funcionan bien y que funcionan mal, y a partir de ahí hacemos propuestas de la regeneración democrática, en contra la corrupción, y para acabar con el nacionalismo y el populismo.


Sonia Sierra con Paolo Luers en el Parlament en Barcelona

Tengo la impresión que en cuanto a confrontar o incluso contener esta tendencia populista de Podemos, que surgió con el propósito de articular políticamente el descontento que se mostró en las manifestaciones masivas y en la crisis social y del empleo, Ciudadanos es un éxito, viendo las encuestas que lo ponen como primera fuerza, tanto en Cataluña como en España entera.
Claro, porque surgimos de la sociedad civil, de personas que no nos dedicamos a la política profesionalmente, y en un momento de crisis económica, social e institucional damos respuestas que no era capaz de dar ‘la vieja política’, o sea, los partidos de bipartidismo – pero tampoco Podemos, porque se queda en la protesta y no es capaz de ofrecer propuestas viables. Los ciudadanos confían en nosotros, porque nos ven reformistas. Ven que no planteamos cosas imposibles y que podemos dar estabilidad. La gente quiere cambios, pero también quiere estabilidad. Somos el partido que mejor ha sabido canalizar todo este contento que se veía en el 15M (el ‘movimiento de los indignados’ del 15 de mayo 2011), resultado de una profunda crisis económica, social, cultural e institucional. Con el paso del tiempo, nos ven como el partido que mejor es capaz de vehicular todos estos anhelos de la sociedad española de cambio, de regeneración democrática, pero sin poner en peligro todo lo que hay – hacer cambios, pero mantener la estabilidad del país.

Si no hubiera surgido Ciudadanos de la manera como después irrumpió en la política nacional, ya como fuerza nacional, Podemos hubiera quedado con el monopolio de articular todos los descontentos y orientarlos en una dirección antisistema. ¿Esto hubiera causado una crisis política muy seria en España? ¿Es Ciudadanos la contención a esta tendencia populista, que sigue existiendo, pero ya no tiene esta fuerza, porque surgió Ciudadanos? ¿Es Ciudadanos también la contención al separatismo catalán?

Sí. Ciudadanos ha logrado vencer al nacionalismo en Cataluña por primera vez en 40 años, tanto en votos como en escaños. Tenemos una ley electoral muy injusta que no nos permite gobernar, pero en Cataluña hemos vencido a ambos populismos, el separatista de los nacionalistas y el de izquierda de Podemos.


Ciudadanos versus el Partido Popular
 


En cambio, la otra función de Ciudadanos, la de obligar al PP, la derecha conservadora, a cambiar, a transformarse, a abrirse, a democratizarse y a superar la corrupción, parece que ustedes no han funcionado tanto.

Sí ha funcionado. Ya no es lo mismo…

¿Es una de sus líneas estratégicas ser catalizador para un cambio dentro de la derecha, en especial del PP?

No del PP, en general. Catalizador de cambio de la política, del ejercicio del poder. Sea el PP, los socialistas, los nacionalistas, todos que han estado en el poder tienen casos de corrupción y necesitan transformarse. Lo que todos han hecho para generar gobernabilidad era pactar sillas y cargos: Me das la consellería (ministerio. P.L.) de educación y de medio ambiente, y te apoyo en la investidura (formación del gobierno. P.L.). Ciudadanos es el primer partido que para apoyar la investidura no pide sillas, sino pide reformas que son buenas para todos los españoles. Dentro de estas reformas está la obligación de que, cuando hay un caso de corrupción, o por lo menos una imputación, la persona tiene que abandonar su puesto. Ya hemos logrado que se abandonen escaños en Andalucía, en Murcia, en Madrid. Ha habido un cambio. Hay un cambio sustancial, que nunca antes se había hecho aquí en España: apoyar investiduras a cambio de reformas.

¿Ustedes se han imaginado hace un par de años que podían llegar al punto de ser la primera fuerza de España?

Todos los que estamos en este proyecto creemos mucho en nuestras ideas. Estamos en esto para acabar gobernando y cambiando este país.

¿Cuáles son los factores de su éxito? ¿Es su forma de liderazgo, son su principios, o son los errores de los demás partidos?

Nosotros tenemos muy buenos líderes: En el caso de España, Albert Rivera, Inés Arrimadas en Cataluña. Todos somos personas que provienen de la sociedad civil, que no nos hemos dedicado profesionalmente a la política nunca, y tenemos trayectorias incuestionables en nuestras áreas de trabajo, sea educación o sanidad pública o infraestructura… Luego, hemos hecho un buen diagnóstico, y a partir de este diagnóstico hemos desarrollado propuestas que los ciudadanos ven viables.

Inés Arrimadas, dirigente de Ciudadanos y jefe de la opsición en Cataluña

Esta característica de ciudadanos que se meten en política, que no viven de la política, ¿cómo se mantiene esto, una vez el partido crece y tiene que llenar parlamentos y gobiernos?
Abriendo la política, abriendo nuestras listas siempre a personas de a sociedad civil, a independientes. Manteniendo el compromiso que estás de paso en la política. Yo en cualquier momento me reincorporo a mi trabajo de profesora. 

Ustedes se llaman ‘Partido de la Ciudadanía’. ¿Qué mecanismos tienen, a diferencia de otros partidos, que les permite mantener y desarrollar esta relación partido-sociedad?

Estar siempre abiertos a talentos, a independientes. Siempre tener listas llenas de personas que vienen de la sociedad civil, y que se han destacado por su trabajo: en salud, en ferrocarriles, en educación… El principio es que las personas que se van a dedicar a salud, o a lo que sea, sean profesionales solventes en este campo, que tengan competencia y nexos ciudadanos.


La crisis catalana


Hablemos de Cataluña. ¿Cuál va a ser el desenlace de esta crisis?

Nosotros hemos ganado las elecciones, pero no podemos gobernar. La responsabilidad recae sobre los nacionalistas. Su máximo interés no es resolver la crisis, sino que siga habiendo líos. Han insistido en la investidura de personas que están presos o fugados de la justicia. No tienen interés en gestionar soluciones a los problemas reales de Cataluña, sino en prolongar su ‘proces’ separatista. Por esto proponen candidatos que no son viables. Si el 22 de mayo no han logrado formar gobierno, Cataluña va a elecciones nuevas. Sería responsabilidad de ellos.

Posiblemente para ustedes sería una ventaja ir a nuevas elecciones.

Puede ser, pero nosotros no queremos repetir las elecciones. Estamos preparados para volver a ganarlas, pero Cataluña tiene que empezar a funcionar de una sola vez. Desde julio del 2017 no se habla de sanidad, no se habla de educación. Aquí en el pralament no se reúnen las comisiones, no se avanza en nada. Hay que darle respuestas a los ciudadanos. Volver a ir a elecciones solo prolonga esta agonía. No podemos tener Cataluña paralizada por culpa de los separatistas y el antojo de un político prófugo.

¿Cuál es el papel de Podemos en todo esto?

Hay un acuerdo entre Ciudadanos, el PSOE y el PP de mantener la institucionalidad en Cataluña. Podemos no se quiso sumar. Como siempre, sirve de muleta de los separatistas.

¿Algún consejo para quienes quieren emular la experiencia de Ciudadanos en otros países, por ejemplo en América Latina?

Confiar en la ciudadanía. Siempre estar cerca de las organizaciones de la sociedad. Tener propuestas viables. Impulsar cambios sin romper la estabilidad. Se comienza chiquito, pero haciéndolo bien, la gente se da cuenta que hay una opción viable.

Gracias. Salúdame a Inés. La próxima vez me encantaría conocerla.