En el contexto de un resumen de su
cobertura de la tregua, titulada
“Las astillas perdidas de la tregua” y publicado el 23 de marzo del
2014, El Faro da su versión de la situación en marzo del 2012, cuando este
proceso se hizo público con un comunicado conjunto de las pandillas MSX3 y
Barrio 18 - y me regalaron una dedicatoria cariñosa:
“Al día siguiente (22 de marzo 2012;
PL), aparte de El Faro, solo un periódico matutino tendrá el texto del
comunicado en sus páginas. El columnista Paolo Lüers, amigo de Mijango y del
ministro, tenía el documento desde el miércoles. Había decidido apoyar la
tregua, difundirla, defenderla, y en premio tuvo dos días para visitar antes
que nadie las cárceles de Cojutepeque y Ciudad Barrios, entrevistar a líderes
de la MS-13 y el Barrio 18, y escribir el resultado. El Diario de Hoy
presentaría como exclusiva periodística el primer texto de propaganda pactado
por los mediadores y las pandillas: ‘Hablan las maras’.”
Así que según El Faro yo pacté con los
pandilleros un “texto de propaganda”. Acusación seria. Si esta acusación la
haría en vez de un periódico la fiscalía general, tuviera que prepararme a un
par de años de cárcel, en uno de los penales reservados para pandilleros.
Bueno, tal vez así podría escribir el libro que nadie ha escrito aun sobre las
pandillas salvadoreñas.
Hay una historia larga entre El Faro y
este servidor, que ahora no vale la pena contar. Contiene proyectos conjuntos,
conflictos, debates, amistades, principios compartidos y principios
interpretados de muy diferente manera...
La parte más reciente de esta historia
accidentada tiene que ver con la tregua. El Faro es el único medio que ha dado
cobertura y pensamiento integrales a este proceso – con todos los méritos y
errores que esto implica. Y yo soy el periodista que se ha metido en la
complicada situación de escribir sobre “la tregua”, y al mismo tiempo volverse
protagonista, formando parte del esquema de mediación entre pandillas, gobierno
y sociedad civil.
Al principio los colegas de El Faro y yo
enfocamos de manera muy diferente la tregua, generándose tensiones, sospechas y
malentendidos entre nosotros. Luego retomamos el diálogo e incluso el
intercambio de información, partiendo de que teníamos un interés común: tratar
de comunicar a la ciudadanía, cada uno con sus recursos y desde su perspectiva,
el fenómeno de la tregua. Por lo menos así lo concebí, y por esto no dudé en
aprovechar mi situación privilegiada de cercanía y confianza con los mediadores
y con los líderes de las pandillas para compartir información con los colegas
de El Faro, y para facilitarles contactos y entrevistas.
¿Cuál es mi situación privilegiada? Desde
los años de la guerra soy amigo de Raul Mijango, y en el proceso me hice amigo
de otros protagonistas del proceso: Fabio Colindres David Munguía Payez. Pero el mayor privilegio, que realmente
me ha permitido entender y analizar el fenómeno de las pandillas y de su
tregua, es la relación de confianza que he podido construir con los líderes de
las dos principales pandillas, forjada en debates sorprendentemente abiertos,
muchas veces controversiales, pero siempre tendientes a buscar soluciones a las
diferentes expresiones de violencia protagonizadas por las pandillas – pero no
exclusivamente por ellas.
También es un privilegio servir como
miembro del Comité Técnico de Coordinación, formado para dar sostenibilidad al
proceso de reducción de violencia. Este Comité nace de un acuerdo formal entre
el gobierno de la República y la Organización de Estados de América OEA, que ha
asumido un rol de observador y garante del proceso. En este Comité, Fabio
Colindres y Raul Mijango represebtan al equipo de mediación, el general David
Munguía Payez el gobierno, y don
Tony Cabrales y yo la Fundación Humanitaria, que formamos entre empresarios,
intelectuales y profesionales para fomentar la participación de la sociedad
civil en el proceso de paz.
A partir de todos estos privilegios tengo
acceso a las discusiones dentro de cada una de las pandillas, entre las
pandillas; así como entre ellos y los mediadores, los alcaldes y otros
dirigentes locales. No todo esta información he podido compartir con el
público, pero en general la he compartido con mis lectores y con colegas interesados
de medios internacionales y nacionales, sobre todo de El Faro.
Estoy conciente que habiéndome convertido
en protagonista de esta historia, no puedo ser al mismo tiempo su cronista,
aunque sí su comentarista. Por
esto en El Diario de Hoy, luego de mis reportajes iniciales mencionados en El
Faro como “texto de propaganda pactado por los pandilleros”, me aparté de la
cobertura noticiosa. En mi medio, la cobertura noticiosa de “la tregua” está en
manos de colegas que no comparten mis puntos de vista sobre el tema. Cosa que
no me agrada, pero éticamente correcta. No puedo ser cronista de una historia
de la cual soy parte.
Regresemos a las arriba citadas afirmaciones de El Faro. Cuando en marzo del
2012 me enteré del inicio de “la tregua”, me agarró igual de sorpresa como a
todos. Participé en el “briefing” que el entonces ministro de Seguridad Munguía
Payez dio a directores de medios para desmentir el informe de El Faro que el
gobierno estaba sosteniendo negociaciones con las pandillas, ofreciendo a los
líderes y dinero en cambio de ordenar la reducción de los homicidios.
Como todos los colegas salí de esta
reunión con la certeza que nos estaban escondiendo información. Para descubrir
la verdad llamé a mi amigo Raul Mijango,
sin tener idea de su papel en este enredo. Hablé a Raul, porque a su vez
es amigo de Munguía Payez. Al rato estuvimos sentados en La Ventana, y me contó
toda la historia, con la condición de no publicarla mientras no me autorizaba.
Me dijo que los pandilleros necesitaban tiempo para comunicar y consensuar su
decisión de decretar la tregua con sus compañeros en todo el país, y no querían
correr el riesgo que se enteraran por el periódico.
La historia que me contó Raul Mijango
era: “Es falso que el gobierno está negociando con las pandillas. Están
negociando la MS con la 18, y monseñor Colindres y yo somos los mediadores...”
Me contó de las pláticas en Zacatraz con
los jefes históricos de las pandillas, de las pláticas entre mediadores y el
ministro; y cómo en marzo 2012 el gobierno llegó a la decisión de autorizar el
traslado de los principales cabecillas de ambas pandillas de la cárcel de
máxima seguridad y aislamiento a los penales, donde guardan prisión los miles
de pandilleros privados de libertad. Me platicó de los riesgos; de los
problemas que tenían los cabecillas para comunicar la decisión de la tregua a
las clicas en todo el país.
Esta tarde le hice a Mijango todas las
preguntas que luego todo el país se hacía. Principalmente esta: ¿Van en serio
los pandilleros cuando dicen que quieren reducir la violencia para abrir
caminos hacia su reinserción?
Raul me pidió que escribiera “la
verdadera historia” y que la publicara en unos pocos días, una vez que los
pandilleros estaban listos, y me enseño el borrador de un comunicado conjunto
que las pandillas estaban discutiendo. Le dije: No puedo publicar simplemente
lo que tú me cuentas, mucho menos reproducir un comunicado del cual no me
consta de quién es y cómo han llegado a consensuarlo. La única manera es que
voy a las fuentes y me convenzo que todo esto es cierto - y además que va en
serio.
Así salió la decisión de ir al penal
de Ciudad Barrios y hablar con los
líderes de la MS, y al penal de Cojutepeque y hablar con los líderes de la 18,
sin restricciones, sin ensayos, sin condiciones. El trato: Caigo al penal y
hablo con quienes necesito hablar. Y así se hizo. Surgieron las crónicas que el
22 de marzo del 2012 publiqué en El Diario de Hoy. Resultado no sólo de
entrevistas, sino de apasionados debates con docenas de pandilleros. Incluso
les dije: Si no me convencen que ustedes, mas allá de la tregua, quieren una
solución sostenible y están dispuestos a aportar a ella, sin pedir nada, no voy
a escribir ni una palabra sobre estas visitas. Y puse otra condición: Si no me
garantizan que no hay amenaza contra los colegas de El Faro, no puedo publicar
ninguna entreviste con ustedes.
El resultado está a la vista. No solo las
publicaciones mías en El Diario de Hoy, sino la realidad de la tregua que, con
muchos accidentes, contratiempos y enemigos, sigue vigente hasta hoy, y está
esperando que el nuevo gobierno defina sus políticas y sus prioridades, para
ver si se entra en la fase de reinserción.
Meses después participé en la
constitución de la Fundación Humanitaria y del Comité Técnico de Coordinación
del Proceso de Reducción de la Violencia.
El tema es demasiado importante para
seguir enfocándolo, una y otra vez como lo hace El Faro: para tratar de
comprobar que uno tenía razón desde el principio. Yo por lo menos, no voy a
seguir abonando a este tipo de cobertura, ni con información, ni con
discusiones, no con contactos.
De todos modos, recomiendo la crónica
publicada por Carlos Martínez y José Luis Sanz. Lectura
amena, como saben producir los de El Faro. Y 90% verdad, lo que es mucho en los
medios salvadoreños, cuando de ‘la tregua’ se trata.
¿Y el 10%
restante? Leyendas urbanas. Por ejemplo, que yo soy el culpable que Ricardo
Perdomo prohibiera la entrada de periodistas a las cárceles. Es cierto: Yo
llevé al Viejo Lin y al Sirra a la entrevista en vivo (y lo haría nuevamente mañana si el
gobierno lo autorizara). Pero Perdomo hubiera usado cualquier pretexto para
conseguir poder hablar de las pandillas sin ue ellos lo puedan desmentir.
Exponer a los pandilleros a la ciudadanía, para que asuman compromisos
públicos, me sigue pareciendo un método válido. Yo hice, en su tiempo, la
propuesta de llevar al Diablo de Hollywood al Instituto Nacional de Soyapango
para explicar a los jóvenes porqué el pandillero leyendario está buscando una
salida pacífica a escalad de la violencia. El gobierno, lastimosamente, no tuvo
el valor de autorizar pasos tan audaces.
(El Diario de Hoy)
“Las
astillas perdidas de la tregua”
(El Faro, 23/31 de marzo 2014):
“Hablan las
maras”, EDH, 22 de marzo 2012:
“Pandilleros niegan amenazas a Dada”,
EDH 22 de marzo 2012:
“Exigen
ser escuchados”, EDH 22 marzo 2012:
“El primer
comunicado de la tregua”, EDH 22 marzo 2012: