martes, 1 de abril de 2014

Carta a Norman Quijano, alcalde capitalino

Estimado alcalde:
¡Bienvenido de regreso a la ciudad de San Salvador! Ya te extrañamos los capitalinos. Ya no vimos el mismo dinamismo, la misma maquinita de resolver los miles de problemas de una metrópolis. Hay mucho trabajo por hacer...

Esto es una carta, y aunque es pública, también es personal. Te voy a decir algo muy personal: Cuando te nombraron candidato, yo fui de la gente convenca que fue un error de la oposición, que se necesitaba a una cara nueva anunciando políticas nuevas. Cuando lideraste cómodamente las encuestas contra el profesor Sánchez Cerén, las actitudes tuyas, de tu equipo de campaña y de tu partido me cayeron mal: No escucharon a nadie. Nada de autocrítica. Nada de nuevas ideas. Nuevamente mano dura y otras mentiras populistas.

Y como yo no fui el único que resintió esto, caíste en las encuestas. Mes por mes. Y cometiste el peor de los errores: aceptaste que Paco Flores tomara control de tu campaña. En vez de apertura, más cerrazón. En vez de invitar a las mejores cabezas del país a elaborar ideas y estrategias, contrataron al famoso J.J. Rendón. No escucharon a sus amigos críticos, pero sí a un supuesto mago, que vive en Miami y por razones de persecución política no puede viajar a El Salvador.

A pesar de todo, me impresionó la manera cómo seguiste trabajando y peleando, ya cuesta arriba, peleando no solo contra enemigos poderosos, sino también contra el escepticismo de muchos de tus amigos. Decidí apoyarte, a pesar de todo. Sobre todo a pesar de tu mensaje fatal de guerra contra las pandillas. Te apoyé porque te conozco como un tipo que a la hora de la verdad, cuando ya bajó populista el polvo de la batalla electoral, sos un tipo práctico y pragmático.

Vino el 2 de febrero con la gran pijiada a un partido ensimismado, que no quiso escuchar críticas ni de sus amigos.

Y a partir de este punto, cada día creció mi respeto por vos: Tomaste control de tu campaña; mandaste al carajo a los falsos amigos; abriste el debate autocrítico; comenzaste a tomar en serio a tus amigos fuera del partido, sus críticas y propuestas; cambiaste radicalmente tus mensajes, porque entendiste la advertencia del votante.

Y de repente volvió a aparecer el auténtico Norman que como alcalde se ganó el respeto y al apoyo de tanta gente que en el 2012 no sólo ganara su reelección, sino además arrastró a ARENA a ganar casi todos los municipios del Gran Salvador.

Hiciste lo más difícil en un partido: abrirse. Lograste lo que predicaba Mao: “Permitir que 100 flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan es la política de promover el progreso.”

Y florecieron las 100 flores: iniciativas y campañas autónomas y creativas de ciudadanos, de jóvenes, de empresarios, que dieron amplitud, dinamismo, y credibilidad a tu campaña. El resultado: la épica remontada del 9 de marzo.

Este pluralismo del 9M puede ser un fenómeno coyuntural, o puede ser el paso definitivo que catapulta ARENA a la modernidad democrática. Aunque vos estás regresando a tu alcaldía, en parte depende de vos. Puede ser que te recordemos como el que perdió contra el peor gobierno de la posguerra. O puedes ser recordado como el hombre audaz que logró una remontada, porque tuvo el coraje de abrir su partido a la sociedad y la renovación.

Depende de vos, Norman. Y estoy seguro que optarás por lo segundo.

Saludos y ¡bienvenido!, Paolo Lüers

(Más!/EDH)