Los padres de la CICIES: Luis Almagro y Nayib Bukele |
Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 28 marzo 2021
Hoy que la administración Biden ha demostrado su interés en convertir la CICIES en un instrumento eficaz e independiente de investigación de corrupción, vale la pena entrar en serio en el debate sobre este proyecto. Lamentablemente, la CICIES surgió con tantos defectos de nacimiento que nadie en la sociedad civil salvadoreña la tomóen cuenta. Nació de un acuerdo bilateral entre el gobierno de Bukele y la OEA dirigida por su amigo Luis Almagro, sin involucramiento de la Fiscalía General, de la Asamblea legislativa y de las organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la lucha contra la corrupción y en pro de la transparencia.
A finales del año pasado surgió, lastimosamente sin la debida discusión participativa y amplia, en algunas organizaciones cívicas la iniciativa de reformar la CICIES para darle a la criatura la independencia y los dientes que sus padres Almagro y Bukele le habían negado. Algunos diputados retomaron esta idea y le dieron iniciativa de ley. Otros vimos esta idea con mucha reserva, porque al no poder tener como resultado una CICIES independiente del gobierno y eficiente, se corría el riesgo de dar legitimidad a una farsa que usaba el gobierno para crear la ilusión que estaba luchando contra la corrupción.
¿Por qué pensamos que esta reforma de la CICIES estaba condenada a fracasar? Porque en la presente configuración política de El Salvador, con Nayib Bukele a punto de tomar el control absoluto de la Asamblea, luego de la Fiscalía y al fin de la Corte Suprema, no cabrá una CICIES independiente. Por mandato de la Constitución, una Comisión Internacional Anticorrupción no puede operar sin estrecha cooperación con la Fiscalía, que tiene el monopolio de la investigación y acción penal. En este escenario, sin una Asamblea y una Fiscalía que pueden garantizar la independencia de la CICIES, sería contraproducente otorgarle legitimidad a este adefesio, porque daría al gobierno un instrumento para blindarse de investigaciones de la corrupción sistémica en su propio seno, e incluso para perseguir a empresarios, políticos y medios de comunicación incómodos.
A menos que un actor externo, con suficiente poder y dedicación, asumiera lo que ahora ningún actor nacional puede asumir: garantizar la independencia de la CICIES. Este actor externo, obviamente no es la OEA, ya que no tiene la credibilidad ni la voluntad ni el poder para jugar este rol. Naciones Unidas tampoco. El único que puede asumir esta tarea es Estados Unidos y su nueva administración Biden. Y ahora que sus funcionarios a cargo de la relación con Centroamérica han demostrado interés en hacerlo, cambia el debate sobre la CICIES.
Washington tiene que entender que si quieren patrocinar una reforma de la CICIES, lo tienen que hacer de manera radical y completa. Si se quedan a medio camino, obtendrán lo contrario a lo que quieren conseguir. Si el gobierno de Estados Unidos quieren apostar a la CICIES, porque saben que las instituciones nacionales, en la presente configuración del poder en El Salvador, no tendrán capacidad de luchar contra la corrupción, tiene que crear las dos condiciones mínimas: a) Estados Unidos tendrá que usar toda su influencia en la OEA para que esta organización regional deje de actuar en complicidad con el gobierno de Bukele y conduzca y supervise la CICIES con los criterios de independencia, profesionalidad y eficiencia; b) la administración Biden tendrá que ejercer toda la presión necesaria para obligar al gobierno salvadoreño a no atentar contra la independencia de la Fiscalía, usando su nuevo poder legislativo para sustituir al fiscal general actual o para nombrar, cuando termine su mandato, a un fiscal general dispuesto a supeditarse al poder ejecutivo.
Lo que planteo es cosa seria: Yo sé que “intervención” es mala palabra, pero si Estados Unidos quiere que funcione una CICIES independiente, tendría que intervenir fuertemente en el funcionamiento de la OEA y también de los asuntos internos de El Salvador. Tendría que tomar la decisión y las acciones necesarias para convertirse en garante de la independencia no solo de la CICIES sino de la Fiscalía General. Porque sin fiscalía independiente no puede funcionar una CICIES independiente.
Si el gobierno Biden no está dispuesto de intervenir de manera contundente, por miedo a lo mal que en América Latina suena la palabra “intervención de Estados Unidos”, que mejor no haga nada. Porque repito: No pueden quedarse a medio camino, dando legitimidad a la CICIES, pero sin garantizar su plena independencia. Si no están dispuestos de intervenir de manera radical, por favor no se metan.
Alguien va a decir que estoy exagerando y que la actual CICIES ha dado muestras que quiere contribuir a la lucha contra la corrupción. Pero yo no creo en cachetadas de payaso.
El Diario de Hoy, edición del 28 de marzo 2021, página 19 |