"La bestia es un grupo que alcanzó el poder por la vía democrática de las elecciones, pero está usándolo para restablecer un régimen de represión, empleando a matones en su aparto de seguridad, induciendo a sus bases a abrazar la violencia contra los opositores, y protegiendo a sus militantes matones."
Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 7 febrero 2021
En dos días llegaremos al primer aniversario del 9 de febrero del 2020, día en que el presidente Bukele se reveló, para los que todavía tenían dudas, como un gobernante antidemocrático.
Pero desde febrero 2020 han pasado muchas cosas, relacionadas con la epidemia, con docenas de decretos presidenciales invalidados por inconstitucionales, con los casos de corrupción en el manejo de los fondos de emergencia de salud y alimenticia, con interpelaciones de la Asamblea a ministros… Tantas cosas tipo business as usual de una República Bananera, que dejaron en segundo plano, casi en el olvido, las impactantes imágenes del Salón Azul invadido por militares y policías, abriendo paso a su comandante en jefe Bukele para usurpar la silla del presidente de la Asamblea Legislativa, y decir “Ya ven quién tiene el control aquí…”.
Pero el pasado domingo, de manera escalofriante, nos refrescaron la memoria y nos hicieron ver que aquí no sólo estamos enfrentando lo mismo de siempre, o sea, un mal gobierno de corruptos e incapaces, sino un régimen que abre paso a que el fantasma de la violencia política y la represión regresen al país, a 29 años de haberlas abolido supuestamente para siempre, en el proceso de paz.
Vimos la cara de la bestia.
El mero domingo 31, cuando un camión lleno de activistas del FMLN, adornado con sus banderas, fue atacado a balazos por agentes responsables de la seguridad del ministro de Salud Francisco Alabí, solo vimos la cara de unos matones del gobierno y de Nuevas Ideas, distorsionada por el veneno del guaro, drogas y del odio que diariamente difunde el presidente y su aparato de propaganda. Nadie les tuvo que dar órdenes ni planes para cometer un atentado contra los adversarios políticos y electorales. No fue una agresión planificada, sino una agresión inducida por el clima de odio y división creado por voceros y medios oficialistas. Andaban bolos, y cuando vieron un camión con las banderas de “los mismos de siempre”, haciendo propaganda por los “dipu-ratas de un partido corrupto moribundo”, lo interceptaron y abrieron fuego contra sus pasajeros, matando a dos de ellos.
Pero esta no es la verdadera cara de la bestia. Esta la vimos levantarse inmediatamente después. Primero, cuando el presidente de la República, en la noche del atentado, habló de un auto-atentado del FMLN, y el día siguiente de un “enfrentamiento” provocado por una agresión de los activistas del Frente a los encargados de seguridad del ministro de Salud. Esta es la verdadera cara de la bestia. Y la bestia es un grupo que alcanzó el poder por la vía democrática de las elecciones, pero está usándolo para restablecer un régimen de represión, empleando a matones en su aparto de seguridad, induciendo a sus bases a abrazar la violencia contra los opositores, y protegiendo a sus militantes matones.
Es la cara de una policía que abiertamente rompe con su obligación constitucional de investigar los delitos bajo la dirección de la Fiscalía General. La PNC no sólo se negó a ejercer la investigación del atentado en los términos que la fiscalía les demanda, sino llega al abierto desafío: contradecir en público las acusaciones de la FGR contra los tres culpables del atentado, y acusar en publicaciones oficiales de la PNC a las víctimas.
Qué bueno que nos volvieron a recordar el verdadero carácter de su gobierno, y de sus intenciones. Que bueno que nos hacen este desafiante recordatorio faltando solo 3 semanas a las elecciones. El 28 de febrero es donde podemos parar esta locura y negarles a los matones el control de la Asamblea Legislativa. El 28 de febrero podemos vetar, con nuestro voto, su plan de nombrar a finales del año a un nuevo fiscal general, escogido por el presidente de la República y líder del proyecto “poder total”.