viernes, 22 de noviembre de 2019

Carta a los que nos enfrentamos con argumentos. De Paolo Luers


Publicado en MAS!y EL DIARIO DE HOY, 23 noviembre 2019


Mis amigos, críticos, adversarios:
En enero 2020 voy a cumplir 39 años de vivir en El Salvador y hace 11 años me juramenté como ciudadano salvadoreño, sabiendo que mi país natal Alemania me iba a retirar el pasaporte porque no acepta que sus ciudadanos acepten otra nacionalidad.
Lo hice para adquirir en el país donde vivo y trabajo, donde nacieron mis hijos, donde vi a amigos morir por la libertad, el derecho de ejercer todos los derechos de un ciudadano, sobre todo el derecho irrestricto de expresar mis ideas y críticas y de participar en política.
Me hice parte de un país, en el cual estalló una guerra civil por la restricción sistemática de estos dos derechos, pero que al terminar la guerra lo hizo con un consenso nacional amplio y sólido de garantizarlos por siempre y para todos.
Me hice parte de un país en el cual ya no existía la vieja práctica del destierro, de obligar a los opositores demasiados críticos a dejar atrás su tierra y vivir en el exilio.
A pesar de todo esto, cada vez que una de mis columnas o cartas toca un punto sensible de quienes actualmente gobiernan, las redes sociales se llenan de amenazas de sacarme del país y de invitaciones de abandonarlo “antes de que sea tarde”. Este regreso de la intolerancia en gran parte es resultado de la contaminación de las redes sociales con troles. Digamos que los troles le dan volumen a esta nueva intolerancia, pero solo son los altavoces de mensajes que provienen, de manera sistemática y planificada, de los propagandistas profesionales que se dedican a proteger al presidente, su gobierno, su partido y sus aliados de la crítica y del escrutinio público.
Esto es lo que vuelve esta nueva intolerancia sistemática un fenómeno que requiere atención. El mero hecho de que algunos propagandistas como Walter Araujo o Ernesto Sanabria están tratando de intimidarme a mí con mensajes de odio es tan irrelevante como son sus autores como personas. Se vuelve relevante porque no son unos locos que tratan de compensar sus traumas y frustraciones emitiendo mensajes de odio. Son funcionarios del Gobierno, algunos, y otros son personajes muy ligados al movimiento gobernante, asumiendo papeles de cheerleaders.
El resto que no estamos en este negocio de la difamación, intimidación y de echar excrementos al ventilador, sino que nos dedicamos al debate político, a la crítica o la construcción de propuestas políticas, debemos tener un sumo cuidado de no dejarnos contaminar por la intolerancia y la violencia verbal que se está promoviendo, pero tampoco de dejarnos intimidar y abstenernos de la crítica necesaria en una sociedad democrática.
Podemos representar corrientes de pensamiento diferentes, podemos disentir mutuamente en nuestros planteamientos, podemos incluso criticarnos de manera dura, pero siempre con argumentos y con respeto a la dignidad del otro, aunque sea adversario intelectual o político.
Yo pego fuerte en mis cartas y no tengo ningún problema con que me critiquen de la misma manera. Así generamos debate, que es el combustible de la democracia. Si un funcionario y líder político, en este contexto de un debate franco, me quiere decir “pluma pagada”, que por lo menos no sea para luego pasarse a insultos que por su carácter lesivo rompen el diálogo.
Pero quiero dejar una cosa clara: Digan lo que digan en redes sociales, no van a lograr intimidarme. No fui a una guerra luchando por la libertad de expresión para luego dejarme intimidar o callar por gente armada de iPhones.
Saludos, 


2019: el año del descontento. De Manuel Hinds


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 22 noviembre 2019


La ola de protestas que está asolando a Latinoamérica evoca las que asolaron a Europa continental en 1848 y 1968. En 1848, el objetivo de las protestas era la instalación de la democracia liberal. En 1968, el objetivo era la instalación de gobiernos de izquierda radical.
En 2019 las motivaciones de las protestas latinoamericanas son enormemente dispersas y en muchos casos han ido cambiando con los eventos. En Honduras las protestas fueron disparadas por el descubrimiento de la asociación del hermano del presidente con cárteles de la droga. En Nicaragua, Venezuela y Bolivia las protestas comenzaron con trampas en las elecciones y la negativa de los que hicieron la trampa a abandonar el poder. En Perú y Ecuador comenzaron, en el primero porque el presidente del país disolvió el Congreso y llamó a elecciones de diputados (algo explícitamente contemplado en la Constitución) y en el segundo como oposición a medidas de estabilización económica pasadas por el Estado. En Chile, comenzaron por un alza en el precio de los pasajes del metro y se convirtieron luego en una protesta general contra la Constitución. En Colombia, los que protestan lo hacen por muchas razones distintas, que podemos esperar que, como en Chile, evolucionen hacia un objetivo más general como quitar al presidente.

En Europa en las dos ocasiones que he mencionado no hay duda de que hubo un contagio. Gentes que deseaban la instalación del liberalismo en cada país se sintieron apoyadas en otros países al ver las revueltas en ellos y justificadas en su deseo de salir a luchar por sus ideas.

¿Se puede hablar de contagio en Latinoamérica cuando las motivaciones son distintas? Ciertamente, el contagio no puede ser ideológico, porque hay revueltas de ambos bandos. Pero tampoco puede tomarse como una casualidad el surgimiento de tantas protestas en el Continente. Aquí el contagio pasa por mostrar a las personas que están amargamente descontentas con algo que está haciendo el gobierno que hay otras personas que están gravemente descontentas, por esa o por alguna otra razón en su país o en otros. Esto causa contagios locales e internacionales.


¿Qué tantos cambios podemos esperar de estas revueltas? En 1848, los rebeldes derrocaron al Rey Luis Felipe de Francia y eligieron presidente a Luis Napoleón Bonaparte, que muy rápidamente se proclamó emperador de los franceses. En otros países los gobernantes prometieron instalar democracias liberales para quitarle el viento a las velas de las protestas y luego no hicieron nada. En 1968 no pasó nada, excepto fortalecer el régimen de Charles de Gaulle que los rebeldes en Francia querían derrocar.

Esto no quiere decir que no hay peligro en estas protestas. En la fase del contagio éstas pueden alcanzar magnitudes y niveles de violencia tales que pueden romper el orden institucional, como pasó con Luis Felipe en Francia, en donde derrocaron a un rey para obtener un emperador, igual que con la Revolución Francesa. Todos los países que tuvieron revueltas en 1848 salieron peor que antes, con más represión y menos democracia.

La historia confirma que las probabilidades de salir peor que antes son muy altas. En “La Sicología de las Multitudes”, Gustave Le Bon describe cómo las multitudes organizadas presentan características que son bien distintas a las de los individuos que las forman. Se forma una mente colectiva, transitoria pero muy definida, y se genera una homogeneización de sus miembros hacia el mínimo común denominador, que contiene los más básicos y primitivos elementos de nuestra naturaleza. Unidos por ese nexo primitivo, los individuos adquieren una sensación de poder invencible, y entregan su voluntad al líder que se encuentre en esa posición en ese momento. Eso va cambiando las motivaciones de la protesta, dando unidad de propósito a la insurrección. Los que comenzaron protestando por algo, tornan a protestar por otra, más amplia y radical. En este estado, se vuelven anónimos y, por tanto, irresponsables y capaces de cometer crímenes y estupideces que jamás harían de uno en uno. Se vuelven fácil presa de los líderes que toman control de ella y se convierten en instrumentos de sus ambiciones.

Es por esto que seguir los impulsos de las multitudes por sobre los mecanismos institucionales de gobierno es una mala idea. En la fiebre de esas revueltas se pueden tomar decisiones que los pueblos mismos luego lamentan por generaciones.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Carta a los areneros: El último que apague la luz. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 21 noviembre 2019


¿Qué pasa en ARENA? Les voy a poner las cosas como desde afuera las observamos. Pueden ser un montón de eventos aislados, pero igual pueden ser los síntomas de una enfermedad fatal.

Renunció Hugo Barrera a ARENA, dejando ver que no se siente cómodo con la elección de Gustavo López. ¿Qué debate ha creado este paso de un líder veterano? Ninguno.

Bukele ataca —personalmente, más que políticamente— a Gustavo López y Norman Quijano, acusándolos de delitos graves. Pocos areneros levantan la voz para defenderlos. ¿Tienen miedo de quedar en la mira presidencial?

El presidente anuncia que el recién electo presidente de ARENA no es interlocutor para el gobierno y Neto Muyshondt, el alcalde capitalino, se ofrece como interlocutor.

Dos figuras importantes del equipo político del alcalde Muyshondt, Gustavo Moreno y Diego Echegoyen Rivera (que no son militantes de ARENA), publican artículos de opinión para insistir en la urgencia de un relevo generacional en la conducción del país, empleando discursos que parecen calcados de Nuevas Ideas.

Aparece en Twitter una cuenta llamada @VoxElSalvador que promete una refundación de la “verdadera derecha”, a la semejanza del partido VOX, que en España se ha situado a la derecha del Partido Popular.

Los cuatro diputados (¿disidentes? ¿tránsfugas?), Milena Mayorga, Felissa Cristales, Gustavo Escalante y Arturo Magaña, quienes aparecen más en redes sociales y medios de comunicación que los voceros del partido, repiten y avalan todos los mensajes de Nayib Bukele, incluyendo los ataques al presidente del COENA.

Las instancias de control no funcionan, el Tribunal Ético no concluye los casos contra los cuatro diputados. ¿Por qué nadie los enfrenta políticamente, en un debate de principios y contenidos?

Todos los liderazgos renovadores, quienes en los últimos años provocaron debates creativos y la acumulación de una masa crítica dentro de ARENA, se apartaron y dejaron de participar en el debate interno: Edwin Zamora, Javier Simán, Carlos Calleja, Carmen Aída Lazo, Johnny Wright, Juan Valiente, Ana Vilma de Escobar… ¿Por qué se apartaron? ¿Por qué no hay acumulación de renovación?


No hay manera de detectar, desde afuera, líneas estratégicas en el trabajo legislativo de la fracción arenera. Da la impresión que cada uno va por su lado, no hay conducción, tampoco hay debate para construir estrategia. Se cumple diligentemente con las rutina legislativa en las comisiones. Pero las iniciativas legislativas no se deben a una estrategia, sino son reactivas a la opinión pública.


Y todo esto en una situación del país que a gritos exige que el mayor partido de oposición asuma su rol, construya alianzas, haga propuestas inteligentes, someta a escrutinio crítico las políticas públicas del gobierno, no deje de pasar acciones de abuso de poder ni violaciones al orden constitucional, a los Derechos Humanos y a la estabilidad fiscal del país.

Y en todo esto, ¿adónde están los areneros en los sectores, entre los profesionales, los líderes comunales y municipales? No pueden quedarse como simples observadores.

Todas las situaciones aquí descritas tienen soluciones y reparos, solo necesitan de participación de las bases, volver a debatir sobre política y enfrentarse al oportunismo que se está abriendo campo en el vacío de liderazgo e iniciativa. Repito: describo lo que veo desde afuera. Ojalá esté equivocado y adentro ya se esté resolviendo la crisis.

Si no enfrentan los problemas, su partido se va a desarticular y los pedazos van a quedar en manos de los oportunistas que ya están al acecho. Y no habrá quien se le pare al presidente sediento de poder.

Saludos,



lunes, 18 de noviembre de 2019

Carta al gobierno: ¿Quién pagó el viaje de Osiris y qué hizo en México? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 19 noviembre 2019

De repente les surge oposición, pero no en la Asamblea, no entre los partidos políticos, sino donde pensaba que tenía el absoluto dominio: en la jodarria diaria en las redes sociales. Se hizo viral una frase, y no como lo sabe organizar el Brozo dirigiendo desde CAPRES las legiones de troles, sino espontáneamente, uno tras otro tuiteros reales preguntan ¿#QuienPagoElViajeDeOsiris
Obviamente, la pregunta se refiere al viaje que el director de Centros Penales, Osiris Luna Meza, hizo a México, y del cual aparecieron en Internet fotos que lo muestran sentado en un jet ejecutivo privado, acompañado de una señora que dicen que es una empleada de Centros Penales elevada y secretaria privada. Y cuando surgió la pregunta lógica de qué estaba haciendo un funcionario del gobierno en un jet ejecutivo en México, su máximo jefe, el presidente Bukele, dio la explicación que nadie se cree: que estaba en misión oficial en México, conociendo proyectos relacionados con Seguridad Pública, y que la institución anfitriona le proporcionaba los vuelos en jet ejecutivo…
Nadie cree que pudo haber sido AMLO quien se mostrara tan generoso con un funcionario salvadoreño de segunda categoría, brindándole a él y su acompañante lujos que no permite a sus propios ministros. Entonces, ¿quién le pagó los viajes en jet ejecutivo a Osiris? ¿Alguna compañía, algún donante altruista? ¿Con qué interés, y a cambio de qué?
Y así surge el hashtag que sacó de la oscuridad a un funcionario cuestionado desde el inicio de este gobierno: #QuienPagóElViajedeOsiris… Y como era de esperar, nadie de su gobierno dio ninguna respuesta.
¿Cómo se llama la película?
Veamos cómo Osiris Luna Meza, de diputado novato e insignificante de GANA (que solo se dedicaba a hacer eco a su mentor Guillermo Gallegos, cuando este exigía la pena de muerte y armar ‘defensas civiles’ para matar a pandilleros) se convirtió en miembro clave del gabinete de Seguridad.
Por sorpresa de propios y ajenos, Bukele lo nombró Director General de Centros Penales. Un defensor a ultranza de la filosofía de mano dura como máximo carcelero, ¿a qué estará jugando el nuevo gobierno?, se preguntaron muchos. 
Pero hubo un pequeño problema legal que el gobierno consideró irrelevante: Osiris era diputado. La Constitución permite a los diputados asumir determinados cargos políticos (ministro, viceministro, presidente de una autónoma), pero director de Centros Penales no califica. Así que la Asamblea rechazó la solicitud de Osiris de concederle permiso en la Asamblea para desempeñarse en Centros Penales. 
Este problemita legal lo resolvió el presidente a su manera. Publicó en Twitter, el 18 de junio 2019: “Para sortear el impedimento de que @OsirisLunaMeza pueda fungir como Director de Centros Penales, he decidido nombrarlo viceministro de Seguridad Pública y asignarle adicionalmente las responsabilidades de la Dirección de Centros Penales Ad Honorem.” 
Esto es lo que llaman ‘fraude de ley’. ¿Qué es un fraude de ley? Según el Diccionario del español jurídico de la Real Academia Española es una “actuación aparentemente lícita que en realidad persigue evitar la aplicación de la norma establecida para la ocasión”. 
Osiris no fue nombrado viceministro para ejercer este cargo, sino para ejercer otro cargo diferente para el que no le facultaba pedir permiso a la Asamblea. Nunca ha ejercido como viceministro de Seguridad Pública, y tampoco estaría capacitado para hacerlo. Es un cargo de pura apariencia, o sea de mentira. Simplemente fue un truco (fraude de ley) “para evitar la aplicación de la norma establecida”: nuestra Constitución. 
Que la Asamblea Legislativa se dejó engañar por este truco solo es una muestra más de la debilidad de este órgano del estado frente a un Ejecutivo poco preocupado por la legalidad de sus actuaciones.
Pero ahora surge oposición en la ciudadanía, donde cada día hay más gente que insiste en hacerle al Ejecutivo preguntas incómodas e insistentes, haciendo uso creativo y irreverente de las redes sociales. Enhorabuena. 
Entonces, ¿quién pagó el viaje a Osiris y por qué? ¿Cuál fue su misión en México y ante quiénes? ¿Por qué pusieron al frente de nuestro sistema penitenciario a un ideólogo de la represión que está poniendo en escena espectáculos de mano dura en los penales, mientras el Gobierno construye su política de Seguridad sobre la voluntad de las pandillas de reducir la violencia? 

¿Por qué tantas contradicciones que nadie explica?
Saludos,