martes, 25 de septiembre de 2007

EL HOMBRE FRENTE A SU PROPIA REALIDAD: LA LIBERTAD

El 3 de septiembre de 2007 Federico Hernández Aguilar publica en el periódico digital El Faro una columna titulada “De Sartre al desastre” para rebatir el articulo mio “El hombre frente a Dios, un debate siempre actual”, a su vez surgido para refutar el artículo titulado “Esa creciente inquietud por Dios” de Luis Fernández Cuervo, en el cual hay un punto donde se establece que los problemas sociales “no vienen de vivir como manda la religión cristiana sino todo lo contrario, del permisivismo moral en el que desemboca, tarde o temprano, el ateísmo”.

Federico Hernández Aguilar en su artículo concluye que “el problema del ideario sartreano y, en general, de todos los ateísmos filosóficos, no es tanto que nos lleven forzosamente a la debacle moral del mundo, pero sí constituyen a generar el ambiente que produce las causas de esa permisividad”.

Más bien, es nuestro modelo de sociedad el que genera el ambiente para esa permisividad [moral], una sociedad donde la economía está por encima de la ética, de la política (bien entendida, aquella que se preocupa por la convivencia armónica dentro de la comunidad), donde lo que se busca es el sueño americano, donde el lema es tanto tienes tanto vales, una sociedad ambiciosa y codiciosa que confunde la necesidades humanas (que tenemos unas pocas: alimento, salud, vivienda, vestido, educación, cultura), con los deseos.

Esta sociedad, donde la opción para muchos es preferir morir en el desierto camino al sueño americano que morirse de asco en su propio país, es esta sociedad la que genera la insolidaridad a través de la exaltación del individuo; al poner al hombre por encima de todo, le hace creer que al obrar sólo se compromete a sí mismo, por tanto, puede hacer todo aquello que le plazca [permisividad moral].

Sartre, en su sistema filosófico, el existencialismo ateo, coherentemente (ojo, sin comillas) supera el individualismo al establecer que en el cogito (yo pienso) nos captamos a nosotros mismos frente al otro, y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos; es decir, cuando el hombre da cuenta que está pensando, implica necesariamente la existencia del yo que piensa y este yo da cuenta de que no puede ser nada salvo si los otros lo reconocen como tal. En suma, el hombre sabe de sí mismo sólo gracias al reconocimiento en los otros.

Además, el hombre, al estar arrojado (no huérfano) en el mundo descubre su realidad, su libertad. El hombre es libertad, libertad de elección, sin que esté determinado por condicionamientos genéticos o biológicos. Ni siquiera Dios puede determinar el destino del hombre, por tanto, está condenado a inventarse a sí mismo a cada instante, y al elegir libremente es responsable de su existencia. Ahora bien, esta libertad no se convierte en un hacer todo aquello que me plazca, sino una libertad comprometida con los otros; se es responsable de todo lo que se hace; por tanto, no hay gratuidad, en la elección hay compromiso.

Antes que la coherencia atribuida al existencialismo ateo cause escozor en algunos, debo decir que el existencialismo no es la única forma de pensamiento que ha superado coherentemente el individualismo: La religión cristiana lo ha hecho a su manera, apelando al amor al prójimo y, sobre todo, a través del ejemplo de la vida de Jesús. Así hay otros sistemas religiosos (budismo, hinduismo, etc.,) y filosóficos (Xavier Zubiri, Emmanuel Lévinas) que con coherencia han dado sus aportes a la humanidad.

En otro párrafo Federico Hernández dice: “… [se] sustituye una generalización por otra, puesto que [se] atribuye ‘mala fe’ a quienes culpabilizan de todos los desastres morales al ateísmo”. Sartre entiende por mala fe cuando un hombre se excusa y disimula su responsabilidad, por ejemplo, cuando alguien dice que no ha escrito grandes libros porque las circunstancias han estado en su contra, porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Es claro que está argumentando excusas y en fraseología sartreana esta persona está actuando de mala fe, ya que se está excusando y disimulando su responsabilidad; por tanto, vuelvo a escribir que todos aquellos que culpan de los desastres morales al ateísmo actúan de mala fe, ya que se están lavando las manos atribuyendo la responsabilidad a otros, cuando esta permisividad es nuestra responsabilidad, es producto del modelo de sociedad que antes he descrito y que nosotros configuramos día a día con nuestros actos y de los cuales somos profundamente responsables. De otra manera, atribuir la permisividad moral y con ello todos los problemas sociales al ateísmo es estar viendo la paja en el ojo del vecino y obviar la biga que hay en el ojo propio.

En el artículo “De Sartre al desastre”, Federico Hernández Aguilar establece una serie de juicios que no son correctos, uno de ellos es: “Esos a los que llamo los otros tienen el valor que yo decido que tengan para mí”; según él, como el hombre elige el sentido de los signos por analogía, el hombre elige el valor de los demás y su propio valor, y olvida que el valor del hombre es la libertad fruto de estar arrojado y desamparado en el mundo. Otro juicio incorrecto es: “Al final es cada individuo quien define cuándo alcanza o no la plenitud de su propio ser.” Mas bien, el hombre es ante todo un proyecto el cual nunca alcanza fin, ya que es un continuo hacerse. Por último, establece que soy incongruente con Sartre al afirmar que el relativismo es una postura filosófica perjudicial, esto me lleva a especular que Federico Hernández cree que el pensamiento de Sartre cae en un relativismo. Las posturas relativistas resultan insostenibles ya que si no permanece nada firme, eterno, desaparece la inteligibilidad del mundo; de esta manera, Sartre busca a partir de la duda metódica encontrar una idea resistente a cualquier sospecha, de modo que pudiera convertirse en fundamento firme de nuestra concepción del mundo, y la primera idea que resiste toda duda es la existencia del sujeto.

Federico Hernández Aguilar, a partir de una serie de interrogantes, establece uno de los problemas filosóficos más antiguos: ¿A qué debe apelar el hombre para actuar con justicia, para hacer lo correcto o para saber qué está bien? Concluye que la ética sartreana no parece obligar a ninguna responsabilidad. Tiene razón, pero no sólo la ética sartreana, sino cualquier sistema ético carece de un método o una manera que obligue a las personas a actuar de acuerdo a lo que ese sistema considera lo correcto. No hay ningún sistema ético (ética de la virtud, ética cristiana, ética centrada en el otro, moralismo legal, etc.,) con el poder de coacción tal que haga que los hombres actúen de una forma u otra, pero lo que siempre vamos a encontrar es la posibilidad de elegir a que marco ético adscribirse y a partir del cual asumir la responsabilidad de los actos. Hay que tener claro que la responsabilidad (compromiso) es inherente a la libertad.

La ética es como las ecuaciones de primer grado con dos incógnitas como x + y = 5. Donde hay infinitas soluciones correctas, con una interdependencia entre “x” e “y”. Por tanto, lo que le queda al hombre es elegir libremente un valor para “y” para luego saber el valor de “x”, es decir, elegir y concretar su marco ético para poder dar una respuesta sobre que es lo correcto.

Por ende tiene razón Federico Hernández Aguilar cuando escribe que “el ateísmo sartreano no conduce a ninguna propuesta plena de sentido de la vida”, porque lo que se plantea en el existencialismo ateo es que la vida, a priori, no tiene sentido, ya que son los hombres los que deben darle un sentido. De ahí que de acuerdo al sentido que elijamos para nuestra vida, así será el marco ético al cual nos adscribamos. Nuevamente somos libres, lo que nos toca es inventarnos en la elección.

Por último, el hombre debe aprender a ser humano, debe reencontrarse a sí mismo y convencerse de que nada puede salvarlo de sí mismo salvo el hombre mismo.

Columna transversal: PROPUESTAS INDECENTES

Para el miércoles de este semana, una iniciativa llamada Concertación Democrática Nacional convoca a los partidos políticos y la sociedad civil a la firma de un Pacto de Nación. Entre los proponentes de este pacto se encuentran personajes de reconocida trayectoria profesional, política y ética como el doctor Abraham Rodríguez, fundador de la Democracia Cristiana, y el doctor Domingo Méndez, ex-presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Yo conocí la iniciativa -en aquel momento se llamada REINA (Movimiento Rescate de la Institucionalidad Nacional)- en julio del 2006, cuando junto con Domingo Méndez, con líderes religiosos, con Evelyn Jacir y Benjamín Cuellar, con los rectores Mauricio Loucel, María Isabel Rodríguez, Mario Ruiz y Carlos Vigil, reaccionamos ante los eventos del 5 de Julio –el asesinato de dos agentes de la PNC a manos de activistas de la izquierda que llevaron a un fusil de guerra a una manifestación de estudiantes de secundaria- haciendo un llamado público contra la violencia política. Nos constituimos como comité ad-hoc llamado Compromiso con la Paz – conformado por personalidades políticamente diversos, pero unidos en la idea de que había que movilizar la opinión pública contra las tendencias lamentables a la polarización violenta.

Domingo Méndez nos planteó que como lo nuestro era una iniciativa ad-hoc y no podía adquirir ni institucionalidad ni permanencia, acercarnos al movimiento que estaba propugnando con Abraham Rodríguez, Eduardo Badía y otros. Varios de los integrantes del Compromiso por la Paz suscribimos el documento que ellos habían elaborado bajo el título Manifiesto a la Nación. Era un documento de análisis, un diagnóstico de una sociedad y de una clase política en crisis. El fin declarado: presentarlo a los partidos políticos, principalmente a ARENA y el FMLN, para hacerlos razonar y cambiar de actitudes.

Cuando en octubre del 2006 participé en la reunión que bajo este concepto estaba convocada entre los suscriptores del documento y la dirección del FMLN, me llevé una gran sorpresa: Los voceros de este movimiento supuestamente independiente y representante de la sociedad civil se ofrecieron al FMLN como aliados, y como gestores de una gran alianza electoral. Quiere decir, en vez de ser la voz crítica ante los partidos, en este caso ante el FMLN, ofrecieron sus buenos oficios para que la izquierda se unificara en una alianza electoral bajo dirección del FMLN. Una situación tan incómoda para mi –y varios de los convocados- como presenciar la propuesta indecente de un viejo verde, quien hace una cita con una mujer para discutir un asunto laboral y le termina proponiendo matrimonio. Sólo que en este caso, la acosada estaba mas que contenta...

Esto fue hace un año. Ya no participé en ninguna reunión más con mis amigos de REINA, excepto una para expresar mi desacuerdo y pedir que borraran mi nombre de la lista de firmantes de su Manifiesto. Así que no sé qué tipo de transformaciones ha sufrido este movimiento. Hasta que me llegó, hace pocos días, nuevamente su invitación, esta vez para ser testigo de la firma de un Pacto de Nación que proponen a los partidos políticos.

En vez de asistir, reproduzco aquí la carta que les mandé hace un año a mi amigo, el doctor José Domingo Méndez:

...

Movimiento “Rescate de la Institucionalidad Nacional”
Dr. Domingo Méndez

Estimado amigo Mingo:

Agradezco de corazón la invitación que me ha hecho a participar, junto con muchas personalidades que admiro mucho, en su Movimiento.

He suscrito el “Manifiesto a la Nación”, porque comparto el diagnóstico que ahí se hace de la crisis en la cual se encuentran el país, su clase política, sus instituciones.

Sin embargo, no comparto la cura, la terapia que ustedes proponen: llevar al gobierno al FMLN, participando en un “Frente Amplio” bajo el lema: “Todos contra ARENA”. Esto es básicamente la propuesta que ustedes han hecho al FMLN en la reunión pasada con la Comisión Política de este partido. No era ni siquiera una negociación o un sondeo para ver la posibilidad o no posibilidad de una alianza. Era, desde un principio, una oferta unilateral de apoyo.

Anteriormente se había planteado que se iba a presentar el Manifiesto a los dos partidos grandes, para confrontarlos con una posición independiente de un grupo de ciudadanos que ya no aceptan el esquema de polarización, con el cual ARENA y el FMLN tienen secuestrado al país y con el cual estos dos partidos están bloqueando la formulación de políticas de nación y las reformas institucionales que necesita el país.

Este propósito y esta postura de independencia ustedes los han abandonado en favor de abrazar al FMLN como única fuerza que puede rescatar al país.

Talvez a diferencia de todos Ustedes, yo he vivido el proceso histórico del FMLN desde adentro, durante y después de la guerra. He vivido la imposibilidad de convertir al Frente en una partido democrático, abierto, plural y responsable. He vivido el proceso de reducción del Frente de la pluralidad de posiciones de izquierda a un partido supeditado al centralismo democrático. He vivido el proceso de limpieza que ha obligado a los mejores militantes del Frente histórico a abandonarlo.

El Frente de hoy ya no es el Frente que cambió el país, haciendo la guerra y construyendo la paz. El Frente de hoy no es una fuerza con la cual se puede entrar en alianzas como las hizo y desarrolló constructivamente el FDR de Manuel Unjo con el FMLN histórico. El Frente de hoy es reducido a una espantosa ortodoxia, falta de tolerancia, falta de creatividad, falta de comprensión de los cambios históricos del mundo. El Frente de hoy rechaza el pluralismo, odia al reformismo y a la socialdemocracia, reacciona represivamente a la disidencia. El Frente de hoy tiene una profunda desconfianza hacia todos que sostenemos posiciones de izquierda no sometidas a la dirección de ellos. Siguen viéndose como vanguardia y siguen viendo a todos los demás -a todos nosotros- como “compañeros de viaje” dentro de un Frente Amplio dominados por ellos.

No estoy de acuerdo que juguemos este papel.

No puedo sostener mi firma de apoyo al Manifiesto, porque no estoy de acuerdo con la tesis central del Movimiento de que un gobierno del FMLN sea preferible a un gobierno más de ARENA. No estoy dispuesto a abrazar ni al Frente ni a ARENA, sino sigo convencido que hay que trabajar para crear una alternativa a estos dos polos que siguen manteniendo al país en la lógica de la guerra y posguerra y que no permiten nuestra tránsito a la plena democracia.


Creo que a varios de Ustedes la “angustia” -como el mismo doctor Abraham Rodríguez definió su sentimiento elemental frente a la realidad nacional- les está restando capacidad analítica. La angustia frente al mal gobierno de la derecha no debería llevarnos a buscar una cura que termine hundiendo el país. La angustia siempre es mal consejero.

Estoy con toda la disposición de continuar trabajando junto con todos ustedes y todos los demás que estén interesados en un análisis crítico de la realidad del país y en construir un fuerte movimiento ciudadano realmente independiente que haga contrapeso y tenga capacidad de presión sobre los dos partidos grandes. Pero no los puedo acompañar en este paso erróneo de querer salvar al país ayudando a llevar al gobierno al FMLN. Temo que esta medicina es peor que la enfermedad.

Con mucho respeto para todos ustedes y su trayectoria democrática y crítica,

Paolo Lüers, San Salvador, 10 de octubre 2006

...

Un año después, ante el hecho previsible de que tres partidos de izquierda acepten el llamado del mismo movimiento a suscribir un Pacto de Nación, no tengo nada que agregar, ni de quitar.

¿Y SI RESOLVEMOS A LOS PENSIONADOS SALVADOREÑOS PRIMERO?

De acuerdo a la noticia publicada el miércoles 19 de septiembre de este año en El Diario de Hoy, “El País busca inversiones de jubilados”, el gobierno de El Salvador planea la creación de una ley de incentivos para jubilados extranjeros.

Su grupo meta son los jubilados de la llamada generación “baby boomers”, principalmente de los Estados Unidos, que fueron parte del aumento de nacimientos después de la Segunda Guerra Mundial. La idea es que ingresen al país para vivir sus últimos años. Se planea inicialmente un proyecto de Ley de Migración que les otorgue visas a los jubilados para evitarles obstáculos burocráticos a su ingreso.

La vicepresidenta Ana Vilma de Escobar dijo en esa nota que “en Panamá y Costa Rica los precios de los bienes raíces en proyectos para jubilados han subido considerablemente, lo que se convierte en una oportunidad para El Salvador”.

Lo que no sabe Ana Vilma de Escobar es que en Costa Rica y México, para citar otro ejemplo, los precios han subido tanto debido a la compra masiva de bienes raíces por parte de jubilados norteamericanos, que en ciertas zonas turísticas es imposible para un nacional comprar tierras o acceder a playas que ahora son privadas.

En Costa Rica, los precios inmobiliarios en playas como Tamarindo, en Guanacaste, y el golfo de Papagayo se han disparado de tal forma que un apartamento puede costar un millón y medio de dólares. Tamarindo se está convirtiendo en una pequeña ciudad sobrepoblada e inaccesible para la mayoría.

Más aún, según un reportaje de Lourdes García Navarro, llamado “U.S baby boomers in Panamá”, es tal el incremento del precio de bienes raíces en México y Costa Rica que ahora muchos jubilados buscan comprar en Nicaragua, Honduras y Panamá. Irónicamente, países hace unos años atrás considerados países con un clima político volátil. Los campesinos locales de esa zona e indígenas guaymi y ngobe han vendido a precios inferiores, regateados por los extranjeros jubilados, la mayoría estadounidenses, sin darse cuenta de que no tendrán acceso a sus tierras nunca más.

Según la vicepresidenta, “otro aspecto importante es el beneficio que tendrán los servicios médicos, ya que se trata de una población en condiciones de salud más vulnerables”. Otra vez: solo se beneficiarían el sector privado de servicios médicos como clínicas privadas y ventas de medicamentos, ya que, como ella misma ha dicho, son servicios médicos adquiridos por seguros en el exterior.

Además, cualquier proyecto que busque atraer inversión extranjera para generar desarrollo al país tiene que prioritariamente resolver el problema de inseguridad ciudadana. Los jubilados extranjeros demandarían seguridad para poder efectuar todas sus actividades diarias, y esto no parece tener solución a corto plazo, por lo menos no con este gobierno.

Es increíble que se pretenda atraer a un número de población de la tercera edad extranjera, cuando somos uno de los países más hacinados del mundo, con un terrible “ordenamiento territorial”.

¿Cómo se pretende atraer a un grupo de personas cuando en municipios como Cuscatancingo hay 21 mil 125 personas por kilómetro cuadrado y en Soyapango 10 mil?

¿Cómo se pretende hacer una ley de incentivos de inversión para extranjeros jubilados, cuando 2 millones de personas tienen que emigrar del país para buscar mejores oportunidades laborales de manera ilegal en Estados Unidos, y que de su salario todavía le resten impuestos, seguro social y cuota de pensión que nunca utilizarán? Esos mismo descuentos que sirven de cuotas para pagar el seguro social de muchos estadounidenses y pensiones para los miles de jubilados norteamericanos en Centroamérica.

¿Cómo se pretende priorizar incentivos a extranjeros jubilados, cuando el Estado salvadoreño todavía no ha podido solucionar el problema de déficit fiscal en cuanto a pensiones? ¿Cómo se pretende priorizar incentivos a extranjeros jubilados, cuando miles de salvadoreños del sector informal nunca podrán tener una pensión y nunca recibieran ningún tipo ayuda social? ¿Cómo es posible esto, cuando un jubilado salvadoreño recibe del Estado 114 dólares para vivir mensualmente?

Lo que queda claro con este tipo de iniciativas es que este gobierno (y el anterior) quiere convertir a El Salvador en un país de servicios en donde los empleos generados serían aquellos que no necesitan recurso humano calificado (el sector médico al que se refiere la vicepresidenta, en la práctica seria muy poco significativo), sino mano de obra como peones de construcción, servicios doméstico y dependientes de cantinas y restaurantes.