Nayib Bukele, usando el podio de la presidencia, en el meeting partidario frente a la Asamblea antes de ocupar militarmente la sede parlamentaria. 9 Febronias 2020 |
Si una fuerza política autoritaria (o una mafia, o una mafia disfrazada de fuerza política...) desafía al sistema político de un país, todo depende de si las demás fuerzas políticas, por más diferentes o incluso opuestas que sean en sus planteamientos ideológicos, y las instituciones constitucionales logren unirse para defender el sistema. Si cada uno solo defiende sus intereses, pero nadie al sistema, lo más probable es que el autoritarismo se impondrá.
Definamos que es “el sistema” que se trata de defender, en el caso concreto de El Salvador.
Pluralismo
El populismo autoritario, sea de izquierda como en Venezuela o de derecha como en Brasil o Turquía, o que sea ni chicha ni limonada como en El Salvador, trata de erigirse como fuerza dominante y reclama ser la única representante de “el pueblo”.
Orden republicano
Nuestro sistema es republicano. Se basa en la división e independencia de los diferentes poderes del Estado. Es un sistema de pesos y contrapesos, donde el ejecutivo es sujeto al control del Legislativo, del Poder Judicial, de la Fiscalía (que en nuestro caso también es autónoma y no depende de ningún otro poder).
El populismo autoritario trata de controlar, desde el Ejecutivo, todas las instituciones del Estado, abriendo el camino a un sistema dictatorial. Observen los pleitos de Bukele con la Asamblea, la Sala y la Fiscalía...
9 febrero 2020. Miltares ocupan la Asamblea Legislativa antes de la entrada del presidente Bukele |
Nayib Bukele ocupa la silla del presidente de la Asamblea Legislativa: amenazó y oraciones |
Estado de Derecho
Todos los órganos del Estado tienen que estar sometidos a la Constitución y las leyes. Ninguna instancia del Estado puede estar encima de la ley y arrogarse más facultades que la ley explícitamente le otorga.
Somos testigos como el gobierno de Bukele intenta de romper estas reglas básicas. Su campo experimental: la emergencia del Covid19.
Sistema de libertades
El sistema garantiza a los ciudadanos derechos y libertades intocables: libertad de expresión y de prensa, libertad de libre organización, derecho a la huelga, derecho de hacer valer frente al Estado nuestros derechos humanos, derecho de participar en la política; derecho de la libre empresa. Ojo: Todos estos derechos, con excepción de la última, no estaban garantizados antes de la firma de los Acuerdos Paz. Y la ausencia de estas garantías nos llevó al conflicto armado...
Uno puede decir: Pero estas son principios bien básicos. Correcto, son las bases elementales de la democracia, sobre las cuales todos, de derecha o de izquierda, liberales o conservadores, podemos tener coincidencia para unirnos y defenderlas. Muchos países, con tradición democrática mucho más larga que la nuestra, tomaron por sentadas estas cuatro dimensiones básicas de su sistema democrático - y hoy enfrentan desafíos serios de parte de movimientos populistas, autoritarios o anti-sistema (las ultraderechas que han surgido en Francia, Italia, Gran Bretaña, Alemania y ahora también en España; el populismo vestido de izquierda en España). Nosotros tenemos el agravante que por las deficiencias y abusos que hemos permitido dentro de nuestra sistema democrático, y por la falta de estrategia de las fuerzas democráticas, las fuerzas de la anti política ya están controlando el Ejecutivo – ¡y van por más!
Por suerte, los abusos que está cometiendo este gobierno ha logrado lo que antes parecía imposible: que las fuerzas que son parte del pluralismo democrático se acercaron y aprendieron a administrar sus contradicciones. Este es el punto de partida para desarrollar una estrategia de defensa común con el propósito compartido de defender los 4 principios de nuestra democracia arriba desarrollados. No tiene que ver con abandonar ideologías y negar diferencias, ni siquiera las sustanciales entre derecha e izquierda, entre progresistas y conservadores. En el sistema que se trata de defender hay mecanismos y espacios para administrar estas diferencias, para dirimirlas de manera pacífica, vía concertación o electoral. Pero una vez se rompe “el sistema”, estos espacios se cierran a favor de métodos de imposición.
Los populistas siempre esperan que “el sistema” no se va a defender, una vez lo hayan tildado de corrupto, de desfasado, antipopular, pintando los grandes acuerdos democráticos como “pactos del bipartidismo ARENA-FMLN”. Esperan y promueven de manera manipulativa que cada uno de los demás sectores y fuerzas, en vez de defender el sistema, busque defender sus propios intereses, incluso pactando con el poder autoritario.
Nos toca mostrar que “el sistema” no es indefenso y manso, como ellos calculan; que hay reservas morales que se pueden movilizar; fuerzas sociales y políticas antes opuestas que se pueden unir; que hay claridad de que la única manera de defender “el sistema” es asumiendo sus deudas sociales – pero también volverse beligerantes. Las instituciones democráticas defienden el sistema haciendo su trabajo fiel a la Constitución y sin claudicar. Las fuerzas políticas y sociales tienen que aprender y asumir que en política la mejor defensa es la ofensiva. El tiempo es corto, porque en febrero se va definir en las urnas el futuro del sistema político salvadoreño: democrático, pluralista, republicano o autoritario.