sábado, 22 de septiembre de 2018

Carta a la Asamblea: Turismo desvergonzado

Estimados diputados:
A ver si entre ustedes hay un cuerdo y valiente que presente en la próxima plenaria la siguiente iniciativa: “Esta Asamblea no designa a ninguna delegación oficial a viajar a Roma para representar a este Órgano del Estado en la canonización de monseñor Oscar Arnulfo Romero, porque no corresponde a las funciones que la Constitución nos asigna. La Asamblea otorgará permiso sin goce de sueldo a cualquier diputado, quien a título personal y pagándose el viaje decida asistir a dicho evento.”

Fuentes de la Asamblea
dieron a conocer que los diputados Francisco Merino del PNC, Numan Salgado de GANA, y Nidia Díaz del FMLN viajarán a Roma en representación de la Asamblea. Según reportes periodísticos, la Asamblea gastará $8,831.29 solo en boletos aéreos: $4,264.05 para el boleto de Chico Merino; $3,070.09 para el boleto de Numan Salgado; y $1,526.15 para el boleto de Nidia Díaz.
¡Que raro! Las líneas aéreas ofrecen boletos ida y vuelta San Salvador-Roma, clase económica, entre $1,000 y $1,200. Y varias agencias de viaje ofrecen paquetes completos por $2,341.00, que aparte del vuelo incluyen hoteles, desayunos para 6 días – y hasta excursiones a Venecia y Florencia.

No, pero esto solo es para la gente honrada. Nuestros diputados, aparte de gastar en boletos a precios exorbitantes, recibirán entre $3,956.25 (Nidia Díaz) y $4,736.25 (Salgado y Merino) en viáticos. Esto es, para decirlo sin ofender, escandaloso. Ustedes tienen que revertir esta decisión, sea quien sea quien la haya tomado.

Pero no solo es el problema de los costos y de la sinvergüenzada de cobrar tantos viáticos. Más allá de esto es un problema institucional y político. Institucional, porque constitucionalmente no le corresponde a la Asamblea (ni al gobierno, ni al órgano judicial) hacerse representar en actos religiosos. Somos un Estado laico, y por más importante que la canonización sin duda es para la nación salvadoreña, no es un asunto del Estado.

Y el problema político: ¿Realmente nos sentiremos dignamente representados, en un evento de importancia global y con tanto peso ético como la canonización de monseñor Romero, por Francisco Merino?

Los que deben asistir a este evento, representándonos ante los ojos de todo el mundo, son los personajes con más peso moral y estatura ética de nuestro país, no funcionarios mediocres y de dudosa reputación. Muchos de ellos son representantes de comunidades humildes, pero estoy seguro que habrá fondos privados para financiar estos viajes.


Ustedes, los diputados, olvídense de Roma y dedíquense a sus tareas incumplidas: elegir a los mejores magistrados; estudiar el presupuesto 2019, que tiene que dar viabilidad al gobierno saliente como al que asumirá en junio próximo; preparar las condiciones para que la elección del fiscal general no se convierta en otro desastre que ponga al país en crisis institucional.


Saludos,

jueves, 20 de septiembre de 2018

Carta a los candidatos, medios y universidades: Convoquen múltiples debates presidenciales

Estimados amigos:
Ayer las cuatro campañas presidenciales firmaron el compromiso de participar en un debate organizado por ASDER, que será transmitido por todas las radios y televisoras afiliadas a esta asociación. Perfecto. Un primer paso. Pero no puede ser un solo debate. Mucho menos un solo debate tan aguado como ASDER suele hacerlo.

Espero que los candidatos y los medios no hayan firmado un acuerdo de exclusividad que evite que los medios puedan producir o transmitir otros debates.

Necesitamos varios debates, en diferentes modalidades, con diferentes moderadores:
– otros debates de televisión, incluyendo de los candidatos a la vicepresidencia;
– debates más dinámicos, con los candidatos libremente discutiendo entre ellos;
– foros tipo ‘town hall’ en universidades o barrios, donde los candidatos discutan con los ciudadanos;
– debates temáticos sobre seguridad, empleo, corrupción, educación, donde los candidatos discutan con expertos;
Necesitamos todo esto para que los votantes podamos descubrir de qué están hechos los candidatos, qué temple tienen – y para que veamos si sus propuestas tienen sustancia.

Los debates, cuando son bien hechos y múltiples, no los gana el que habla más rápido, más fuerte y más bonito. Los gana quien tiene carácter y sustancia. Cuando más de la mitad de la ciudadanía todavía no sabe por quién votar, solo los debates pueden darnos elementos y criterios racionales para tomar la decisión.

Y si en el país no hay quien tenga la capacidad, la imparcialidad y el valor de organizar un verdadero debate, que inviten a CNN o CBS a que produzcan –en San Salvador, Los Angeles o Washington- un debate como ellos saben ponerlo en escena.

Ya van a comenzar las campañas con todo lo que significa: spots y cancioncitas que saturarán las radios y la televisión; vallas y mupis por todos lados; ataques mutuos; entrevistas hasta más no aguantar. Cada partido va a publicar su plan de gobierno, mamotretos a todo color que muy pocos van a leer. Pero todos estos instrumentos de campaña son monólogos. Los monólogos no sirven mucho para medir a los candidatos.

Necesitamos que los candidatos se encaren, se reten, se corrijan mutuamente. Y de cara a toda la ciudadanía.

El otro instrumento de campaña que tiene sentido, pero poco se hace, es el ‘town meeting’, donde el candidato se para frente a una audiencia local, dispuesto a responder a la preguntas, críticas y propuestas de la gente. No los ‘tarimazos’, donde cada uno de los candidatos habla a sus militantes acarreados. Necesitamos que cada candidato salga de su zona de confort y encare a comunidades enteras, audiencias críticas y exigentes. Lo pueden hacer juntos o cada uno por separado. Quien tiene el valor de hacerlo, se ganará el respeto de la gente.


Está bien que el 13 de enero del 2019 tengamos un debate, que será transmitido en todas las radios y televisoras. Pero mientras tanto, ¿sólo vamos a escuchar cancioncitas y monólogos? No jodan. Pónganse las pilas, candidatos, medios y universidades…


Saludos,



lunes, 17 de septiembre de 2018

Carta a Yesenia Hernández: ¿Ingenua o tramposa?

Estimada concejal:
En Twitter se me ha desatado una ola de protesta (incluyendo los usuales insultos), porque le llamé a usted “ingenua” – por pensar que cambiándose del PDC al campo de Bukele estaría ayudando a “despolarizar” el país. Yo tengo la opinión que Bukele es la figura más polarizante de este país. La confrontación que él genera ya no es la clásica entre derecha e izquierda, sino una nueva y aun más explosiva entre democracia plural y caudillismo demagógico. Es a confrontación de uno contra todo el sistema político. No ver esto y pensar que Bukele es el hombre que sepa superar la polarización – eso es lo que yo llamo “ingenuo”.

¿Por qué sus defensores en las redes sienten que decirle “ingenua” es un insulto, casi un delito de violencia contra a mujer? Todo lo contrario: “Ingenuidad” es a interpretación más benévola que uno puede hacer del transfuguismo que ustedes han cometido al postularse a principio de este año como candidatos del PDC; al asumir sus cargos de alcaldes o concejales bajo la bandera del PDC; y al salir en septiembre uniéndose a la campaña de GANA-Nuevas Ideas. La otra interpretación, hecha por muchos, es que ustedes se vendieron, al mejor estilo de GANA, que es un partido nacido del transfuguismo que hizo de la compra-venta de voluntades políticas su negocio.

Yo no la estoy acusando de haberse vendido. No creo que a usted la compraron. No hubo necesidad. Y con esto llegamos a definir lo que significa “ingenuidad”. La Real Academia Española lo define así: ingenuidad = candor, falta de malicia.” Google nos da una definición más explicativa: “ingenuo = persona que es sincero, candoroso y sin doblez y actúa sin tener en cuenta la posible maldad de una persona o la complejidad de una situación.”

Esto es exactamente lo que yo quería expresar cuando le dije “ingenua”: Usted realmente cree en el discurso de Bukele, sin tener en cuenta su posible maldad, ni a complejidad de la situación de nuestro país. Usted no ve que el movimiento de Bukele, que surge de su capacidad de ubicar y luego profundizar y movilizar los resentimientos y las frustraciones que tantos (con sobradas razones) tienen con la política nacional, no es para superar la polarización – es para que surja un nuevo polo que se enfrenta a todos.
De todos modos, si queremos hablar de culpa, no la tienen solamente ustedes. Parte de la responsabilidad tiene el PDC, que conscientemente aceptó a candidatos, quienes abiertamente simpatizaron con Nuevas Ideas más que con el PDC. Era obvio que ustedes eran candidatos de Bukele, a pesar de su discurso oficial del abstencionismo. Su operador de propaganda, Neto “El Brozo” Sanabria, los estaba promoviendo abiertamente durante toda la campaña.

Todo este fenómeno también se podría interpretar como una infiltración planificada de agunos celestitos en el PDC – para luego conseguir que este partido se sumara a la candidatura de Bukele. Puedo entender que están algo decepcionados que esto no prosperó – y que en vez de conseguir otro partido taxi, Bukele se tuvo que conformar con algunos tránsfugas que se le unieron a título personal.


No son los únicos ingenuos que se unen a este movimiento, a pesar de su carácter caudillista y su falta de sustancia política. Solo espero que los ingenuos no se dejen contaminar de la malicia de sus operadores.
 


Saludos de



domingo, 16 de septiembre de 2018

Carta sobre la corrupción: Ver el bosque, no solo los árboles podridos

La corrupción es un cáncer. Puede matar la democracia. De acuerdo. Pero no nos damos cuenta que la medicina que recetamos puede ser más mortal que la enfermedad.

¿Por qué ahora estamos hablando todos de la corrupción? Es porque ahora hay más transparencia; hay más investigación; hay juicios; hay un presidente confeso y condenado, y otro prófugo; hay más vigilancia ciudadana; y porque leemos sobre la corrupción todos los días en los periódicos.

¿Estos son muestras que el país se está hundiendo en corrupción – o más bien que al fin estamos empezando a superarla? El país parece asumir lo primero. Hay un clima de sospecha generalizada: Para muchos, toda la política, todos los partidos, los partidos enteros, todos los funcionarios son corruptos, incluyendo los futuros que todavía no han tenido oportunidad de mostrar de qué son hechos.

Es cierto: La corrupción es sistemática, como hemos visto en los casos Saca y Funes. Diseñaron un sistema de robo. ¿Pero es cierto que sea sistémica, como muchos nos quieren decir? Sistémico en el sentido que incluso los hombres y mujeres de buenas intenciones que asumen cargos políticos, necesariamente terminarán corruptos, porque el sistema los corrompe.

Es cierto: Todos los partidos políticos han tenido diputados, funcionarios, dirigentes corruptos. ¿Pero son corruptos los partidos, todos enteramente, y todos por igual? No.

Las medicinas contra la corrupción son: transparencia, vigilancia ciudadana, sólidas instituciones que la investigan, persiguen y enjuician. Necesitamos más de estas medicinas, y más eficientes. ¿Pero será buena medicina la sospecha generalizada? ¿Será buena medicina la descalificación general de los partidos, de la Asamblea Legislativa, del sistema de justicia? No.

La sospecha generalizada y la deslegitimación sistemática de las instituciones y los partidos, de la clase política en general, son tan erosivos para la democracia que la misma corrupción. Profundizan los resentimientos populares, dan oxígeno a la anti política, y en última instancia abren espacio para movimientos autoritarias y anti institucionales.

Hay discursos irresponsables que atizan este fuego. Algunos los usan por ingenuidad, otros por interés. Para los partidos emergentes, para tener éxito, lo más rentable es arremeter contra todo: el sistema, la clase política, el establishment, ‘los mismos de siempre’ – contra la política misma. Si fuera solamente Nuevas Ideas que emplea este discurso redentor, no lograría erosionar la confianza de la gente en el sistema democrático e institucional del país. Pero a veces también caen en este discurso otros partidos emergentes, como Vamos y Nuestro Tiempo, igual que movimientos ciudadanos que con buenas razones se organizan para denunciar las deficiencias institucionales.

Si además tenemos una embajadora de Estados Unidos, un fiscal general y medios que diariamente hablan de la corrupción, pero no saben proyectar que la crisis se debe precisamente a que al fin la estamos enfrentando, el resultado es fatal: Lo que en realidad es la fiebre producida por la lucha contra la corrupción, es percibida como la fiebre de la agonía fatal del sistema.

Es en este ambiente que vamos hacia las elecciones presidenciales. En este ambiente de sospecha generalizada corremos peligro que ningún candidato, aun cuando proponga las soluciones correctas, tenga credibilidad. En una situación donde es urgente que los incipientes esfuerzos de transformar, limpiar y abrir los partidos adquieran fuerza y logren cambios, existe el peligro que se estrellen contra el muro de la incredulidad generalizada.

Los movimientos autoritarios y demagógicos no necesitan que los ciudadanos les crean. Lo único que necesitan es que los ciudadanos ya no crean a nadie y en nada. Así se genera la situación absurda que las propuestas más indecentes de repente puedan competir en igualdad de condiciones – o incluso con ventaja, siempre cuando logren explotar y movilizar las frustraciones y los resentimientos que con sobradas razones tiene la gente.


¿Qué hacer? Ver el bosque y no solo los árboles podridos. Exigir transparencia, instituciones sólidas e independientes, mejores políticas públicas. Y más sensatez. Creamos en nuestro poder ciudadano para producir cambios en los partidos e instituciones, en vez de delegarlo a redentores.


Saludos,