Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, SABADO 28 NOVIEMBRE 2020
Dear Mr. Ambassador:
Los abusos de injerencia y las metidas de pata no se pueden borrar. Tampoco se pueden justificar como errores de dedo. Usted cometió un abuso de injerencia y una metida de pata diplomática, muy propios de la arrogancia del gobierno saliente que representa, cuando validó un tweet de ataque del presidente Bukele contra la Asamblea Legislativa con uno suyo diciendo “Games my friend. All games.” (Juegos, mi amigo. Todos juegos). Según su tweet, la Asamblea Legislativa estaba jugando juegos…
Borrar ese tweet, ante las críticas inmediatas, y alegar que este comentario fue publicado por error, pensando que estaba en un chat personal con un amigo, no es actitud de hombre, ni de diplomático. Merece una explicación política, una disculpa pública y una carta de renuncia. En los 14 meses que usted ha ejercido como embajador en El Salvador, no ha sabido reconocer que El Salvador ya no es una república bananera y que sus instituciones merecen el mismo respeto que las de su país. En todos los conflictos que el presidente ha provocado con el Órgano Judicial y la Asamblea, usted ha tomado públicamente partido por your friend Bukele. Esta no es la actitud de un embajador, sino de alguien que se arroga de gobernador y al mismo tiempo de juez constitucional. En los conflictos que ha armado contra la prensa, la Fiscalía, el Tribunal Electoral y la Defensoría de Derechos Humanos, usted se ha callado. Esta es la actitud de un cómplice…
Bajo su mandato como embajador, Estados Unidos ha abandonado su rol histórico, asumido en 1992, de ser garante del proceso de democratización y desmilitarización iniciado con los Acuerdos de Paz. Bajo su responsabilidad, Estados Unidos ha permitido a Bukele a convertir a la Fuerza Armada y la PNC en instrumentos del Ejecutivo exentos al control por parte del Órgano Jurídico, de la Fiscalía y del Parlamento. No ha sido una actitud solamente pasiva – todos conocemos la decisiva influencia que Estados Unidos ejerce en la PNC, en la Fuerza Armada y en las políticas de Seguridad. Bien empleada, esta influencia es garantía del Estado de Derecho. Mal ejercida, es un peligro… Aunque usted no ha permitido que el 9 de febrero del 2020 se consumara el golpe de Estado contra la Asamblea Legislativa, sí toleró que se produjera de forma simbólica en la toma militar del Salón Azul, con el Presidente de la República usurpando el sillón del Presidente de la Asamblea, diciendo “ya ven quien está en control”.
Con todo esto y la metida de pata del tweet a su “dear friend”, usted confirma la imperiosa necesidad de ser el primer embajador que la administración Biden sustituya. En mi última carta, dirigida a Milena Mayorga, le expresé que no tiene las capacidades ni el carácter para representar a su país. Están a mano, entonces.
Dicen los que lo conocen que es un hombre amable, ameno, y fiel a sus amigos; pero esto no es suficiente para representar de manera respetuosa los intereses de Estados Unidos en nuestro país.
Usted sabe que los salvadoreños deseamos ser los mejores amigos de Estados Unidos y su pueblo, pero la relación entre los gobiernos tiene que ser basada en respeto mutuo. Esta base para la amistad la vamos a recuperar y consolidar con todos los que en Estados Unidos estén
trabajando para lograrlo.
Con los mejores deseos para su futuro,