Los que hablan de ‘Segundos Acuerdos de
Paz’ o de ‘Acuerdos de Paz de Segunda Generación’ son igualmente
irresponsables que los que piden un ‘Pacto de Nación’ que defina, de una
por todas, el rumbo del país, o incluso la ‘Refundación de la
República’ mediante una Constituyente…
Buscar unos ‘Segundos Acuerdos de Paz’
sólo tendría sentido si habláramos de buscar la paz, mediante diálogo y
tal vez negociaciones, en el actual conflicto sangriento, que es entre
Estado y
pandillas. Pero ni el gobierno, que invitó a Naciones Unidas a
esta iniciativa, ni este organismo internacional, ni los partidos
políticos dejan duda que no están buscando esto. Entonces, ¿‘Segundo
Acuerdo de Paz’ entre quiénes? ¿Entre los que firmaron el primer Acuerdo
de Paz: ARENA y FMLN? La última vez que chequeé, no estaban en guerra.
Olvidémenos de este término.
Otros
hablan de ‘Acuerdos de Segunda Generación’, obviamente viendo los de
1992 como acuerdos incompletos. Es una idea erronea pensar que los
Acuerdos de Paz se quedaron cortos y por tanto habrá que completarlos
ahora. Los acuerdos del 1992 cumplieron a cabalidad lo que eran sus
propósitos: terminar la guerra; erradicar la violencia como instrumento
de la política; y establecer el pluralismo democrático, en el cual la
izquierda se podía incorporar, buscando realizar su concepto de
transformaciones sociales mediante el uso de la política, del derecho a
la organización y de la libertad de expresión.
Todo esto (y la desmilitarización) se
cumplió con la reforma del sistema político e institucional producida
por los Acuerdos de Chapultepec. El hecho la izquierda, luego de
incorporarse al sistema plural e incluso llegar al Ejecutivo, no produjo
ninguna transformación social es un problema o de su incapacidad, o de
su falta de voluntad, o del enredo ideológico de este partido – pero de
ninguna manera es falacia de los Acuerdos de Paz.
El hecho que tampoco ARENA ha tenido
éxito en poner en páctica su concepto que con suficiente crecimiento
económico y con libertad empresarial se generarían los recursos para
erradicar la probreza y marginación, tampoco es culpa de los Acuerdos de
Paz, sino de las políticas de ARENA – y de su deslice al populismo con
la llegada de Saca. Pero Saca del lado de ARENA y Funes del lado del
FMLN no son consecuencias tardías de los Acuerdos de Paz, sino de
errores y desviaciones de sus respectivos partidos.
No necesitamos completar los Acuerdos de
Paz, ni mucho menos refundar la República o reescribir la Constitución.
Necesitamos renovación de la política y de los partidos para prevenir al
siguiente Saca o Funes. Necesitamos desarrollar políticas públicas y
formas de gobernar adecuadas para enfrentar los retor del siglo 21, con
su revolución tecnológica y una globalización indetenible. Necesitamos
analizar el presente y el futuro para definir estas políticas pública,
en vez de seguir analizando los conflictos del siglo XX.
Bueno, dirán muchos: Pero por lo menos
tiene que salir de esta coyuntura de diálogo y los buenos oficios de
Naciones Unidas un ‘Pacto de País’ que rompa la paralización causada por
la polarización. Un pacto que defina el rumbo, para que todos podamos
trabajar unidos con los mismos propósitos…
Esto o es una trampa o es una ingenuidad.
La polarización no tiene nada de malo, sino es inherente a la
democracia pluralista. Nuestro problema no es que los dos partidos
tengan propuestas incompatibles, sino que no tienen propuestas, o por lo
menos no las quieren exponer con transparencia. La paralización y la
falta de acuerdos no se rompen con pactos, sino cambiando la correlación
de fuerzas mediante elecciones. Y para que las elecciones produzcan una
clara definición de rumbo, primero necesitamos que los partidos definan
y expliquen con claridad la diferencia entre sus respectivos rumbos,
programas y propuestas.
¿Con esto estoy diciendo que el diálogo
no tiene sentido? Por lo contrario, el diálogo siempre tiene razón, en
el sentido muy pragmático de mantener al país al flote mientras no se
termine construyendo la nueva mayoría necesaria para redefinir el rumbo.
Este proceso va a durar por lo menos hasta el 2019 (y posiblemente más)
– y mientras tanto hay que mantener funcionando al país, su economía y
su Estado.
Si el diálogo promovido por Naciones
Unidas lograra permitir al gobierno flexibilizar sus posiciones, abrazar
al pragmatismo, salirse de los callejones sin salida donde se ha
atrincherado, ya sería un enorme aporte. Aunque no defina el rumbo, no
lleve a un pacto nacional, no refunda la República, este diálogo sería
útil. Si mediante el diálogo se lograra establecer un marco, dentro del
cual el FMLN y su gobierno no pierdan la cara cambiando la políticas que
necesitan cambiar para mantener el país a flote, vale la pena que todos
aportemos a este esfuerzo. Lo más probable es que con esta idea el
presidente, al no ver otras alternativas de cómo salir de la crisis,
haya invitado a Naciones Unidas como facilitador.
(El Diario de Hoy)